domingo, 29 de septiembre de 2024

Are The Kids Alright?



27/08/24

Winter is coming o, por lo menos, se acaban las vacaciones. Aunque tenemos varios frentes abiertos, al final sólo estamos Wychy y yo, pues Gelo tiene compromisos y el resto anda por ahí fuera. Así que, sin mucho ánimo, decidimos ir de nuevo a la FV-7: al fin y al cabo, allí sólo pueden trabajar dos personas (o similares), y estar parado implica pasar un frío horrible.

Tras tomar un café donde Willy, subimos por el encinar, un día más asediados por los mosquitos. Ambos nos hemos olvidado los petates (y la cámara, por lo que estas fotos son de días previos), así que toca entrar con la Sherpa: no hay mejor cavidad para entrar con petate gordo. Bajamos sin entretenernos mucho, directos a la punta. Allí nos tiramos varias horas jugando al Tetris con las piedras encajadas en la fisura. Subir y bajar por ella es bastante pesadillesco, y parar a descansar tampoco es particularmente agradable, pues hoy la corriente de aire es fortísima. Así que a eso de las dos y media salimos a la calle a comer el bocata. Wychy, previsor, se ha traído un par de cervezas que, puestas en la fría corriente, entran de maravilla.

Volvemos al interior, y la tónica es la misma. Tras varias horas, llegamos a lo que parece ser la base de la fisura vertical en la que llevamos dos días trabajando. Ahora toca quitar los bloques que hay allí, lo que nos lleva otro buen rato. Finalmente, despejamos una fisura horizontal, que sigue con una tónica parecida hasta una curva que hay a un par de metro. No parece muy alentador; Wychy tira piedras intentando colarlas más allá de esa curva...

  


 
- ¿Has oído?

    - No. ¿El qué?

    - La piedra cae.

    - Las ganas que tienes.

    - Además de cegato, sordo. Escucha, gañán...

    - Hostia, sí...

Efectivamente, algunas de las piedras que logra colar parecen caer unos cuantos metros (¿quizá 20?). Y, a diferencia de todo lo que llevamos hasta ahora, suena amplio). ¿Habrá cambiado nuestra suerte?

Tras un rato contorsionándome, consigo llegar hasta casi la curva. Allí logro intuir que, efectivamente, poco más allá hay un poco de cierta amplitud. La postura es tan forzada que apenas puedo meter la cabeza, pero desde luego, limpiando la cabecera, es un pozo penetrable. La corriente, aquí concentrada, hace que incluso moviéndote el frío te haga tiritar.

Sin embargo, para poder acceder bien al pozo, de nuevo habrá que sacar un montón de bloques y algo de grava. Sobre todo, para que puedan pasar los chicos grandes del club. Si Wychy y yo, que somos poco cosa, pasamos regular, no quiero ni pensar cómo tendrán que bregar por acá Gelo o Zape...

Subimos para la calle muy motivados; pero vamos dejando jirones de esa motivación por las estrecheces de la sima: salir de -40 nos lleva más de media hora. Salimos a la calle casi a las nueve, y la noche nos pilla llegando al coche.

Volviendo, teorizamos sobre lo que podemos encontrar. Al fin y al cabo, y a ojo, la base del pozo que
hemos encontrado estaría más o menos al nivel de las galerías del Aspio (aunque lejos). Con un poco de suerte (de esa que no tenemos últimamente), la FV-7 puede darnos juego. Si bien la idea que nos ha motivado a meter tantas horas es tener un acceso digno al Carcabón (cuya entrada se inunda cuando llueve mucho) que nos sirva de salida de emergencia (y de "ayuda psicológica"), la posibilidad de que aparezcan galerías relacionadas con el Aspio (aunque no conecten con la misma) es evidente.

Pero conviene no vender la piel del oso antes de cazarla; aún tenemos muy fresco eldesengaño que tuvimos en junio en la cueva de Ruesga (otro frente que tendremos que retomar en otoño), donde tras llegar por fin a un pozo relativamente grande, todo se volvió a complicar. Ahora bien, soñar es gratis. Ya veremos cómo será el despertar. Pero, por de pronto, The Kids (The Olds, más bien) vuelven a estar Alright...

 


 

sábado, 21 de septiembre de 2024

Indignado

 

Ángel García

 Recientemente ha aparecido en prensa la intención del gobierno de Cantabria de cobrar más de 3000 a los espeleólogos implicados en el mediático rescate de este verano en el sistema del Mortillano. Esto me ha provocado un cabreo importante y una sensación de discriminación e injusticia.

Por un lado es cierto que el comportamiento de los implicados en este incidente, desde mi punto de vista, no fue el más acertado, ni dentro de la cueva ni por supuesto en el exterior.

Todos los espeleos podemos perdernos en una cueva, aunque esta en concreto, no era para perderse, ya que no es en absoluto compleja, carece de niveles superpuestos y cambios de sección importantes; sólo tiene tres galerías laterales, todas ellas perpendiculares al eje principal.

 Vamos, que si de verdad tienes algo de experiencia, te das cuenta muy rápido de que no es el sitio; y si llevas topo y te has preparado la actividad no se justifica perderse allí. Mucho menos se justifica sentarse a esperar a que te vayan a buscar. Mientras te quede batería para la luz y algo de comida, hay que seguir buscando la solución, que como digo no es compleja.

Por último, y esto es lo peor, no puedes salir al exterior y decir, que no pasa nada, que todo estaba controlado y que la culpa es de las balizas. Da las gracias a los que han trabajado, pide disculpas y vete a casa a lamer las heridas y reflexionar. Esta actitud no ayuda a mejorar la comprensión del público en general de una actividad que casi todos desconocen y consideran de locos o tarados.

Dicho todo esto, nada justifica que el gobierno de Cantabria pretenda cobrar este rescate. ¿Por qué este sí, y los muchos que se han hecho este año en otros ámbitos no se cobran? .

 Los que se meten con coches en la playa, se bañan con bandera roja, nadan sin conocer las corrientes, suben al monte sin saber leer un mapa, al final del día o con zapatos de tacón, van a la nieve sin cadenas, con zapatillas… En fin, la lista sería tan larga...

Porque a los espeleólogos se les cobra y se les pone todo tipo de normas absurdas y restricciones. Al gobierno bien que le gusta presumir del patrimonio subterráneo que tiene Cantabria y de los descubrimientos arqueológicos, que los espeleos sacan a la luz de forma altruista, como ha salido también hace poco en la prensa.

Luego está la visión del gran público en general, que como nos pasa a todos, solo ve la paja en el ojo ajeno, y es incapaz de pensar que lo que hacen otros y él no comparte, no es necesariamente loco o absurdo.

Cuando me siento en un bar y oigo al lado de mi a alguien criticando los rescates y diciendo que hay que cobrarlos, cuando él tiene 20 kg. de sobrepeso, está tomando una copa, y fumando. Yo pienso por qué tengo que pagar la ambulancia y la atención sanitaria de ese inconsciente, cuando con toda seguridad termine necesitándolo. La lista de actitudes y normas incorrectas que todos cometemos en nuestra vida es enorme, porque somos humanos, pero es fácil criticar lo de los demás y que no conocemos.

Por tanto ¿los servicios públicos, como son los rescates, se deben cobrar? ¿O solo algunos, con criterios poco claros, discriminatorios y basados en el desconocimiento? La disculpa que ha utilizado el Gobierno de Cantabria para cobrar este rescate, es la no realización de una llamada al 112, antes de entrar en la cueva.  Para los que lo desconozcan, hay que decir, que Cantabria es la única región de España (y probablemente del mundo) que obliga a llamar al 112 antes de entrar a una cueva y después de salir. ¿Por qué pide esto? Es un misterio, ya que su utilidad es nula.

Nunca en la historia de los rescates en cuevas de Cantabria se ha dado el caso de tener que buscar a un espeleólogo que nadie sabe en que cueva está, que sería la única utilidad de esta medida. En cambio, cada poco tiempo hay que montar una operación para buscar a senderistas, montañeros, seteros, ganaderos, surfistas… que nadie sabe donde están. ¿Por qué a estos colectivos y otros muchos, no se les exige llamar al 112 para decir que van a hacer, si en esos casos esa medida sería más útil?

Pienso que esto es fruto del desconocimiento de la espeleología por parte de la administración; y como no saben como afrontarlo, solo ponen trabas y justificaciones absurdas y discriminatorias.

Otro argumento que escucho  es que los rescates de espeleología son muy caros. Esto es básicamente falso, primero  porque hay muy pocos rescates en cuevas y de estos, la mayoría se resuelven con un pequeño equipo de búsqueda. Es cierto que puede haber rescates complejos y caros, pero menos que por ejemplo, pasar meses y decenas de horas de helicóptero y personal buscando senderistas desaparecidos (algunos aun no han aparecido), esquiadores bajo aludes, con decenas de personas y muchas horas para encontrarlos, ahogados en pantanos, con buceadores, lanchas, helicópteros. ¿Cuánto cuesta rescatar un velero a la deriva, con barcos y helicópteros… ? En fin, la lista sería larga.

Volvemos a la idea de servicio público, ¿se deben de cobrar en función de lo caros que sean? Este cobro abre un precedente muy peligroso para el colectivo y pienso que la recién recuperada Federación Española de Espeleología debería plantearse medidas legales para combatir esta clara discriminación, presentando recursos contra esta norma de llamar al 112.

También pienso que el colectivo de espeleólogos deberíamos empezar protestas contra esta medida y hacerlo con inteligencia, como podría ser, cumplir de forma “estricta” y masiva esta medida, para ver si de verdad el servicio del 112 es capaz de procesar las llamadas de todo el colectivo.

En fin, este desahogo que no llegará muy lejos, po que somos un colectivo pequeño y perdido en las entrañas de la tierra, lo que nos hace vulnerables y fáciles de discriminar.

Ángel García, espeleólogo indignado.

jueves, 19 de septiembre de 2024

The Kids Aren´t Alright

 


20/08/24

La FV-7 se ha convertido en la reina (malvada) de este verano, y nos tiene bajo su oscuro hechizo, todo el día allá metidos. Básicamente, porque no somos mucho de playa. Y es que nuestros cuerpos están más para burkas que para bañadores (una lástima que el Caudillo no se mantuviera firme al respecto).

Así que otro días más vamos Gelo y yo a la susodicha cavidad. El último día, tras forzar Wychy un paso vertical estrecho, llegamos a la cabecera de un resalte de tres metros en el que la cavidad, por fin, parecía dar tregua y tener un tamaño más razonable, sin estar colmatado de derrubios.

La subida desde Pandillos comienza a ser ya (demasiado) familiar. Paramos en la entrada del Aspio a refrigerar motores, pero tenemos que seguir rápido, pues los mosquitos no dan tregua este año, picando a través de la ropa (doy gracias por el hecho de que Gelo está más bueno que yo, y así se entretienen con él).

Una vez en la boca, nos cambiamos (de nuevo, agobiados por los mosquitos) y entramos en la nevera. Aún no sopla muy fuerte, pero como los demás días, el aire se incrementa a lo largo del día.

Llegamos hasta la cabecera de la estrechez donde lo dejó Wychy, pero es demasiado estrecho para Gelo, así que optamos por quitar algo más de grava y bloques, dejando un paso un poco más accesible. Tras varias horas de trabajo, finalmente podemos bajar los seis o siete metros que nos separan de la cabecera del P.3. Gelo instala y desciende hasta la repisa, que parece dar paso a un meandro pozo...

 

Qué poco dura la alegría en la casa del pobre... Lo que se ve, de nuevo, es una fisura estrecha, con muchos bloques empotrados que impiden el paso. La cavidad se defiende a base de bien, no da ni un metro de tregua: hemos bajado casi cuarenta metros, y ni uno sólo hemos podido pasarlo sin tener que retirar escombro.

Suspirando, instalamos una cuerda y me cuelo por la estrecha fisura, para valorar qué se puede hacer. Logro bajar unos cinco metros; desde allí, la fisura sigue hacia abajo, de nuevo parcialmente rellena de bloques (algunos, de los que hemos tirado desde arriba). Veo que, con cuidado, se pueden utilizar algunos nichos para ir apartando bloques, pues subirlos hacia arriba implica un trabajo ímprobo.


Las siguientes horas las dedicamos a eso. Al final del día, logro pasar un poco más abajo. Aunque apenas tengo ángulo para meter la cabeza, la tónica que se ve es de lo más descorazonadora: la fisura sigue, estrecha y rellena. Al fondo, pudiera haber un pelín más de hueco a la izquierda, pero no está nada claro. Moverse aquí con las piedras que hay apartar está complicado, y la brutal corriente de aire hace que el que no esté trabajando en la punta pase mucho frío. Las tiritonas comienzan a ser algo consustancial a esta exploración.

Bastante desalentados, vamos hacia la calle. Esta cueva comienza a parecerse a la vida sentimental de un adolescente: un día parece que la cosa es muy prometedora, y al día siguiente que no tiene futuro. The kids aren´t alright, ya lo cantaban los Offspring... Pero mientras hay aire, hay esperanza. Veremos si, a la esperanza, le acompaña la motivación para trabajar en un entorno tan desagradable...