jueves, 6 de febrero de 2014

Trolleando en Rubicera




Pasa tú, que a mi me da miedo...

Pedro M. y Enrique Ogando

De nuevo al torco. Esta vez nos arrejuntamos Marta y Zape, Cristóbal, Gelo, Pedro y yo. Esta vez la concordia preside la jornada… hasta las nueve de la mañana (es que hemos quedado a esa hora…). Tras un par de tomas y dacas, optamos por organizarnos en dos grupos de tres (las otras alternativas eran tres de dos, seis de uno, uno de cinco y otro de uno –el que no había probado el agua durante toda la semana-…). Me escama que Cristóbal está relajado, hasta condesciende a tomar un café en Asón antes de comenzar la jornada. Mala señal… 

El día nos respeta hasta llegar a la boca, y tras cambiarnos, la habitual rutina hasta el vivac (al menos, con la nueva vía las rodillas sufren menos). Como el día va “de fly”, comemos en el vivac, antes de dirigirnos a la punta. Allí, el frente castreño-andaluz se dirige hacia la zona activa, a ver a dónde va el puto agua (vale ya de ríos, coño). Gelo, Pedro y yo vamos a tratar de llegar a las diversas ventanas que se ven en el P.26. Pero como la cabecera está un poco rota, mientras los demás instalan el acceso al río, equipamos un pequeño meandro pozo que hay unos metros antes, pensando que se cerrará allí mismo. 

Subir pa ná...

Sin embargo, tras instalar la cabecera y bajar, el meandro no se cierra: comienza una galería estrecha por la que avanzo hasta un bloque empotrado. Vuelvo y aviso al resto. De nuevo en el bloque, tras romper un poco logro pasar, y veo que la cosa tira. Pedro amplía la estrechez, y mientras Gelo vuelve a por los petates, comenzamos una escalada a una galería superior. Tras meter un par de seguros, llego a una zona un tanto caótica. Pedro descubre que por una ventana damos al P.26, a una de las ventanas que teníamos que mirar (junto a un fraccionamiento). De mientras Gelo ha continuado por la galería principal, que acaba precipitándose encima del P.40 en el que parece que mueren todos nuestros intentos en esta zona del sistema. Comenzamos la topografía, que resulta ser algo enrevesada. Tras instalar un pozo rampa, una zona en la que las galerías están excavadas a favor de los estratos nos vuelven a llevar, por un lado, al P.26. Hacia abajo, además de una serie de galerías ciegas, un meandro descendente con un par de pozos nos deja en la cabecera de una gran vertical, de más de 50 metros. Cuando Pedro está clavando la cabecera, el martillo se parte (tanta ferrata es lo que tiene, provoca vigorexia), así que bajamos de un spit hasta una repisa que se ve a unos 15 metros, donde se nos acaba la cuerda (bueno, y los spits, y el martillo, y las chapas, y las ganas…). Justo allí oímos al frente castro-andaluz, que vuelven de sus andanzas. Y es hora de que Zape  nos cuente en qué han desperdiciado ellos el tiempo…



Como tengo el día algo “cruzau”, Marta y Cristóbal van instalando por delante y yo voy por detrás haciendo la topo y cerrando alguna incógnita de laterales. Una vez en la repisa del pozo nos metemos por la ventana por la que se escuchaba el agua, un pequeño péndulo y ¡¡hop!! , accedemos a esa zona. Hacia arriba tras una escalada fácil de 5 metros, una galería ascendente se acaba cerrando por un caos de bloques. Tras los bloques se escucha el río. 
 
Hacia abajo, tras desobstruir una gatera rellena de piedras, bajamos un P-5 y casi llegamos al agua. Hacia delante se intuye continuación en altura. Decidimos tomar ese camino y no bajar. Un P-3 y seguido un P-6 y un P-7. Entre ambos encontramos un nuevo animal muerto no hace mucho, ya que tiene pelo. Es más grande que un Lirón, quizás una garduña. Como siempre, ni idea de cómo ha podido llegar allí. 

Poca chicha, y son las tantas...

Seguimos hacia abajo y tras varios pozos conectamos de nuevo con la escalada de Pedro Merino y el Rubio ya conectada por otra parte en la anterior exploración. En la cabecera del pozo, tras una fácil escalada encontramos de nuevo el agua que seguimos por un meandro no muy estrecho, dejando la topo en una zona algo más “incómoda” pero aún continuable.
Volvemos hacia atrás ya que hemos visto una galería colgada en la base del P.7. Otra fácil escalada de 8 metros nos hace escuchar de nuevo el agua pero no sabemos si es el mismo, hay que escalar aún mas para llegar a ella. Seguimos lo evidente, amplio y fósil con buena pinta y lo dejamos en la cabecera de un supuesto P.6. 

Arriba del P.26 nos juntamos con los otros y metemos la reductora hacia la calle, llegando al coche sobre las 23:30. Hoy ha habido suerte, el bar está abierto y cenaremos algo más que una bolsa de patatas fritas o unos conguitos. 
 
Fotos: Marta Candel.