miércoles, 23 de noviembre de 2016

La Maza del Cuivo . Al cielo con ella


La Maza del Cuivo19 noviembre 2016, por Marta Candel

El parte de bajas es alto este fin de semana así que, durante el café con bizcocho en La Gándara, nos ponemos al día de los males que afectan a cada uno de los ausentes y seguimos con los de los presentes, que tampoco estamos para tirar cohetes.
Menos mal que humor y ganas no nos faltan y nos llevamos para La Maza del Cuivo: resfriados, toses, dolores de espalda, cortes en las manos y costillas fisuradas sin curar. Y allí dentro como que todo duele menos…o se siente de otra manera.

Ha llovido toda la noche y se nota en la sima. Hay más agua de lo habitual y la zona del río y los pozos están… más interesantes.

foto Marta
Llegamos a la punta a buena hora para comer antes de meternos en faena. Wichy prepara café y sopa que sienta muy bien  a las gargantas enfermas.

Empezamos trabajando un paso un poco incómodo que quedó pendiente de rematar en la salida anterior, siempre pensando en nuestro führer, que además de ser nuestro guía espiritual, es también nuestro calibre. 
foto Marta

Con operatividad germánica, en cuanto adecentamos el paso, nos organizamos para empezar el trabajo. Repartimos material y tareas y por una vez parece que no nos hemos olvidado nada. Antes de acabar de hablar ya está Cristóbal mirando para arriba diciendo: “Niña, asegúrame que voy pa´riba”, colgado del parabolt que había terminado de meter Zape décimas de segundos antes.

Wichy y Zape bajan el pozo de 17 m. bajado por Cardin la semana pasada para continuar la exploración y hacer la topo. Siguen un corto meandro que desemboca en un pozo de 12 m. que conecta con las escaladas anteriores. Revisan una ventana en la otra pared del pozo pero sin resultados.

Cristóbal y yo, seguimos la escalada pendiente, que continúa en pared limpia y buena durante unos metros. Luego se vuelve más enrampada, con bloques y vamos encontrando restos orgánicos con moho, mosquitas muertas y muchas cacas frescas y huesos de lirón. Subimos unos 25 metros hasta que nos desviamos a una ventana redonda por la que se escapa el aire.
Foto Marta

Foto Marta

Zape y Wichy han terminado en la otra vía y suben hasta nuestra reunión y siguen escalando hasta un techo, unos 10 metros más, mientras nosotros continuamos escalando la vía de la ventana. Trepamos en libre unos 20 metros más pensando que se acababa, pero buscando el mejor sitio donde empezar la topo aparece la continuación. A 15 metros se ve otra ventana que abre en negro. No podemos llegar a ella sin cuerda. Decidimos hacer la topo de salida y dejar ese caramelo para otro día. De vuelta oímos a Zape por lo que su escalada conecta con esta vía.

Foto Marta









De retirada, Wichy se adelanta a preparar la merienda en donde comimos, Zape va reinstalando en fijo y detrás, Cristóbal y Marta, haciendo la topo. ¡¡Qué organización!!

 
A la salida nos recibe una noche ventosa y fría, ni rastro del calorcito del otro día. El invierno se acerca a pasos de gigante…Son las once de la noche, cargamos en los petates los resfriados, las toses, los dolores de espalda, los cortes en las manos y las costillas fisuradas sin curar que habíamos dejado en la boca de la cueva al entrar y todo empieza a doler otra vez de repente. 

Salimos del bosque bajo una lluvia de hojas con la conversación cruzada característica: ¿Y cuántos spits dices que metió la batería esa? Alucino con tanto hueso de lirón en esa pared. He visto en eBay una oferta de makitas. Ayyyy, qué bonito está el bosque. Mi frontal alumbra mucho más que la tuya. ¡¡Anda ya!! El disto no funcionó bien y yo no le hice nada. Uy, pues sí que hay alguna seta buena por aquí.  ¿Nos darán de cenar en algún sitio? ¿Adónde nos llevará esa escalada interminable? ¡¡Nos va a subir hasta el cielo!! Mientras siga así de bonita ¡¡Pues al cielo con ella!! Antes del cielo seguro que encontramos el hocico de un lirón.
Foto Marta

 

viernes, 4 de noviembre de 2016

Sima de la Maza, luces y sombras

Sabado 29 de Octubre de 2016





El tiempo está muy estable y con temperaturas muy buenas para la época del año, por lo que decidimos ir a la sima de la Maza , antes de que llueva más y se complique el acceso.
Lanzo una convocatoria y finalmente se apuntan los castreños, Moi y Cardin , que ha decidido darse una sesión de cueva terapia, para ver si cura el lumbago que le acosa desde hace días.
Quedamos en el club y contra todo pronóstico, Cardin aparece eso si un poco doblado. Decidimos que material llevar y vamos al albergue a cantarle “Feliz cumpleaños” a Rocio, que como siempre anda muy liada..
La parada en la Gandara para subir la dosis de cafeína se hace inevitable y de paso nos comemos unos pinchos de Tortilla.
 
Aparcamos y nos cambiamos con una temperatura excepcional y un día espléndido lo que provoca varias propuestas para no ir a la cueva y dedicar el día a la meditación bajo el caliente sol..
Finalmente no sucumbimos a la tentación y sobre las 12:00 estamos entrando en la gatera ventosa que da inicio a esta cavidad.
Bajamos con calma y más cómodos gracias a las desobstrucciones del último día, sobre todo yo que soy como siempre el más voluminoso.
Para las 13:30 estamos recogiendo el material del nido y definimos dos equipos de trabajo. Marta y sus lacayos, Moi y Cardin, se irán a terminar la escalada que dejó pendiente en su última visita.
Zape y yo haremos una corta escalada a un meandro colgado muy cerca en el techo del primer pozo de la galería del noroeste.
Llegados al pozo decidimos parar a comer y luego separarnos, ya que Moi está muy hambriento y los demás no somos menos.
La galería esta ventilada y vamos sudados, por lo que decidimos sacar los ponchos reflectantes de MTDE y podemos así disfrutar de una comida más cálida de lo habitual.
Terminado el ágape nos separamos y Marta se lleva a sus obreros hacia la escalada , si es que no se pierde por el camino con su despiste habitual..
Nosotros iniciamos la escalada sobre la cabecera del pozo pero el taladro de repente suena fatal y deja de trabajar bien. Zape consigue meter algunos mutis a duras penas y llegar a lo alto del meandro, que parece cerrarse. Un paso bajo un bloque que precisa asegurarse me obliga a subir mientras Zape sube aún más. Pero hay un paso estrecho que precisa desobstrucción y decidimos que la empresa no merece el esfuerzo, por lo que desinstalamos y nos bajamos del meandro.


Terminado este objetivo con el fracaso habitual de este negocio, recogemos un poco de material y nos vamos hacia la sala baja que se quedó pendiente de revisar en una de las salidas anteriores. Pasamos junto a la momia del Liron que en los pocos días que han pasado desde nuestra última visita, ha perdido todo su color y solo es una masa de pelo negro.
Llegamos al pozo que conduce a la sala baja , e instalamos la cuerda en los anclajes de la última vez, hasta poner los pies en el fondo de la sala.
A la izquierda un nuevo resalte conduce a otra sala más pequeña y con los últimos suspiros del taladro y un reaseguro a un natural, llegamos al fondo, donde un pequeño riachuelo llega desde una gatera impenetrable y se pierde entre grandes bloques.

Una fisura-rampa entre los bloques nos conduce de nuevo al río, que se introduce por un bajo laminador de suelo pedregoso.
Zape se introduce por el laminador y tras largo rato vuelve diciendo que ha llegado a las galerías que hay poco después del pozo, justo bajo los bloques.
Cerrada esta incógnita empezamos la topografía y revisamos la gatera por la que llega el arroyo y en un lateral hay una gatera fósil, estrecha y casi cerrada por formaciones.
Forzamos el paso y salimos a una galería de buen tamaño y bonitas formaciones, que reconozco enseguida como la que puso punto final a la última exploración, al otro lado de las escaladas que hicimos la vez anterior con Cristobal y Pedro.
De nuevo hemos despejado otra incógnita y de nuevo con escaso éxito, pero es lo que hay, así que salimos del resalte con la topo y vamos al lado derecho de la sala para subir a un meandro, que suponemos es el mismo que se encuentra sobre la sala y que ya hemos desequipado. Una vez arriba comprobamos que esta parte esta ciega y nos bajamos.
 
Con nuestros múltiples fracasos y unos 200 m. de topo nos retiramos hacia la salida, dejando de nuevo un nido de material en la galería principal.
Como los otros no han llegado aún, nos vamos a revisar una galería lateral que la topografía muestra que se aleja del eje norte sur de las galerías de esa zona.
La peinamos , encontrando un laminador en un techo que traga aire pero es muy estrecho para poder pasar, así que volvemos hacia la galería , para esperar la llegado del resto de las tropas.
Estas llegan media hora más tarde, bastante animados ya que según dicen las escaladas, han dado frutos, llegando a nuevos pozos y chimeneas y lo más interesante.. Parece que la entrada a una galería en rampa o no ¿??. Moi ha bajado un pozo ciego de unos 20 m. Mientras Marta realizaba una escalada hasta un estrecho meandro, que precisa agrandar algún paso para que podamos pasar los XL. Han llegado a una nueva chimenea. Cardin se ha asomado a una ventana sobre un pozo chimenea, que no han bajado. 
Marta ha realizado una segunda escalada que la ha dejado a la entrada de un tubo inclinado, donde se le ha terminado la batería y se han dado la vuelta. Han topografiado unas decenas de metros.
Marta dice que muy "bonito", pero es que en el vocabulario de Marta esa palabra se aplica a casi todo..
Comenzamos el ascenso con la motivación de llegar a cenar en Asón, pero primero hay que superar los obstáculos que la cueva pone en nuestro paso y que nos hacen resoplar y pelear con la saca..
La recompensa es una noche estrellada y cálida, que nos cubre mientras caminamos hacia los coches. Nos cambiamos rápidamente y nos dirigimos hacia el restaurante donde conseguimos nuestro objetivo de llenar las barrigas y apagar la sed.

Sobre la 01:00 estamos en Ramales despidiéndonos y dejamos a Cardín dolorido de su espalda, pero al día siguiente nos enteramos que aún le quedaban energías para ir al Willi a seguir hidratándose… “Juventud divino tesoro…”




miércoles, 28 de septiembre de 2016

Resacón en la Maza (24/09/16)


Si es que ya no tenemos años... Te tomas unas cervezas, y al día siguiente parece que tienes a todos los meningíticos del planeta celebrando el Toro de la Vega dentro de tu cráneo... Pero hemos quedado a las ocho y media, así que hay que hacer de tripas corazón, y para el club. Allí están ya Gelo y Cristóbal, que me miran con conmiseración. Debo dar bastante pena, porque esos corazones pétreos deciden apiadarse de mí y cambiar de plan: en lugar de bajar al fondo de la Maza a realizar una escalada y continuar explorando la galería que el último día dejamos a medias, se ofrecen a cambiarlo por una media jornada arreglando la desinstalación de la sima, y quitar unos bloques en unos pasos estrechos. 

Agradecido, engullo un café en La Gándara y subimos hacia la sima. Remoloneo bastante más de lo habitual antes de entrar, aunque casi que agradezco la fría corriente de la sima. Al menos, esto no va a ser muy largo, retocamos un poco y para afuera... O esa es la teoría, porque al de un par de horas la broca se nos parte, y no podemos seguir mejorando la instalación: sólo hay dos alternativas: o para afuera, o para abajo (donde hay más brocas) a continuar explorando... Evidentemente, voto por salir, pero la grandeza de la democracia... dos contra uno, ya se sabe la rima... Así que toca bajar para el fondo... Mi resaca aumenta considerablemente ante la perspectiva de una larga jornada, ay... De verdad, se acabó la cerveza...


La lluvia de los últimos días se nota en la sima, y aunque no nos da problemas, el cauce se notas más "alegre". De camino a la punta, al pie de un paso entre bloques huele a muerto que tumba. Nos miramos de reojo los unos a los otros, pero las caras son de una inocencia pasmosa; no ha sido nadie (¿?). Tras recoger brocas y equipo, llegamos al horrible pozo que instalamos la última vez. Cristóbal se encarga de retocar la instalación, pues la cabecera de bastante miedo. Una vez abajo, comemos y comenzamos con la exploración. Cristóbal instala el pozo en el que lo dejamos el último día, mientras yo flanqueo unos bloques y reviso una sala por la que viene un aporte impenetrable. Aguas abajo confluye con la vía que está instalando Cristóbal. Tras bajar Gelo y Cristóbal, voy detrás: parece ser una amplia galería con río...

- Joder, que buena pint...
- ¡Se cierra!
-... (puto bocazas, siempre igual...).


Gelo y Cristóbal topografían, mientras reviso varios laterales. Un estrecho meandro permite avanzar cincuenta metros más, pero acaba volviendo a la galería principal, en la que el río se sume por un agujero impenetrable. Subo desinstalando, y para cuando llego arriba me encuentra a Cristóbal encaramado en la peor roca que hemos visto nunca. De hecho, ya le han saltado un par de seguros... La travesía de unos seis metros le permite acceder a lo que parece un meandro horizontal. Sin embargo, cuando logra llegar a la repisa, unos pocos metros más allá descubre que no es sino la base de un pozo: nuestro gozo en (la base de) un pozo...



Al menos hemos logrado cerrar un sector de esta cavidad, lo que en la Sima de la Maza no es poco. Retrocedemos desmontando las cuerdas, por lo que volvemos cargados como burras (ideal para la resaca; no vuelvo a probar una cerveza). Al llegar al paso con bloques, me asalta de nuevo el olor a muerto. Pese a la desconfianza que me embarga, me creo las protestas de inocencia de mis compañeros, y decido buscar de dónde viene tal pestilente olor. Y resulta que allí, en una repisa, hay un lirón que apenas llevará unos días. A pesar de que estamos acostumbrados a ver sus restos por todo el sistema, sigue sorprendiéndonos: ¿cómo llegan hasta aquí, cuando más de 200 metros de roca nos separan del exterior, y la entrada conocida más cercana se encuentra a varias horas de marcha? No logramos entenderlo, pero... Al menos, a este ya no le duele la cabeza...

Tras dejar el material en los dos zulos que tenemos preparados para las otras incógnitas pendientes, tomamos la dirección de la salida. Las mejoras en la instalación se notan, pero la resaca pesa como un petate sherpa. Finalmente, a las once pasadas estamos fuera, con un dolor de cabeza que no me ha abandonado en todo el día. De verdad, que no vuelvo a probar la cerveza...

De postre, el paisano ha abonado el prado por el que pasa el sendero. Un millón de insectos se lanzan sobre nuestras frontales, mientras el hedor se nos pega como una lapa. Llegamos al coche con ganas de quitarnos los petates de la espalda y sentarnos. De bajada, los muchachos deciden para donde Margari a comer algo, que hemos ido escasos de provisiones y eso se nota. Bueno, comer sí, pero nada de priva...

Llegamos al Coventosa y allí encontramos a Margari sonriente:
-¡Hola, chicos! ¿Qué os pongo?
- Que sean tres cañas...
Joder, si es que no hay fuerza de voluntad ninguna...