Pues nada, que los muchachos del AER se aburren, así que de vez en cuando publicarán las tonterías que hacen/piensan (¿piensan?), referentes a cuevas, montes, la comarca del Asón... o aquello que se les pase por la cabeza (tranquilos, no será gran cosa...).
Preparando el
campamento de Fuente fría nos dirigimos a la FA32 Marta, Cristóbal y Zape. Objetivos: revisar el vivac para ver si no ha
sido arrasado en el invierno por el agua, cambiar algunas cuerdas, hacer una
escalada un poco más abajo del vivac y colorear el río. Demientras, Gelo colocará los captores en las diferentes
fuentes.
Revisamos la
instalación, cambiamos algunas cosillas y llegamos al vivac que permanece en
buen estado relativo exceptuando un “saco cadáver” que sacamos para lavar y algo
de agua que escurrió bajo las esterillas; ¡¡nada grave!!
Según
instrucciones precisas de Gelo, debemos bajar un resalte y un pozo después del
vivac y allí nos encontraremos con un tubo a 9 metros de altura hasta
el que hay que escalar. Así lo hacemos: un resalte, un pozo y ya estamos. Pero
algo falla, los 9 metros
se han transformado en unos 25
metros por arte de birlibirloque… ¿A este Gelo le falla
la vista? ¿O es que es tan alto que ve desde otra perspectiva?
Cristóbal se
pone manos a la obra y según va subiendo la roca empieza a ponerse “blandita”.
Además habíamos traído material para escalar 9 metros, no 25…
Desde abajo
preguntamos: ¿cuántos anclajes te quedan? ¿llegarás?, ¿cómo está la roca?.
Desde arriba pregunta: ¿cuanta cuerda queda?, ¿estáis a cubierto de las
piedras?
Desde arriba
dice: cuidado con las piedras, uyyyyy que en vez de spits parecen balas y me
van a estallar en la cara…
Desde abajo
decimos: queda poca cuerda, ¡joder con las piedras!
Finalmente no
estalla ninguna bala y la cuerda llega justa. Arriba no hay nada de nada y
afortunadamente Cristóbal clava sus dos últimas balas en buena roca para poder
rapelar. Relajación…
Debajo mientras
tanto, Marta ha estado vertiendo con mucho cuidado el colorante y pese a ese
cuidado la “nube tóxica” ha subido a más de 20 metros de altura y de
pronto parece haberle salido musgo a toda la pared de la galería.
Salimos
escupiendo verde un buen rato…
* Las fotos son de la campaña de Fuente Fría del año 2014, que hay mucho Alzheimer y a la tropa se le olvida la cámara. O mucha resaca...
“El día de la Marmota” llega de nuevo.
Café donde Margari, subida hasta el alto del Asón, caminata hasta la boca de
Rubicera, …. Y esta vez a derecho sin ninguna pérdida (que nos conocemos rebien
la zona Wichy y yo) estamos de nuevo en el tajo: Moisés, Wichy, Cardín, Zape y
Marta, pero esta vez, para evitar perdernos en el limbo de los recuerdos de las
mil entradas que llevamos a esta sima, viene Nacho (nuestro gallego favorito)
que le da un toque diferente a esta incursión subterránea.
Desde la cabecera del
pozo que quedó sin instalar por falta de material el otro día, echamos dos
puntos de topo y damos por concluida oficialmente la conexión entre el viejo y
el nuevo mundo, la unión con los Mares de China.
Bajamos todos a la
gran sala y nos separamos para revisarla de nuevo. Logramos pasar por debajo
del gran derrumbamiento de bloques que forma su suelo pero no avanzamos hacia
nada nuevo. Continuamente nos topamos con pisadas de exploraciones anteriores.
Nos acercamos hasta
la cabecera de la escalada de 40 metros y retocamos la instalación. Después volvemos
a la galería de la conexión y vamos revisando cada hueco que encontramos.
Saldrán 62 nuevos metros en forma de laminador con poco aire y meandro de
arenisca. En todo lo demás que revisamos encontramos huellas de estar ya
mirado.
Justo encima de la
pequeña escalada de acceso a esta galería desde el Río de Rubicera nos metemos
por un pequeño pasaje que sigue. Ya nos había dicho Juan Casero que aquello era
un laberinto y pronto descubrimos lo exacto de su descripción. El pequeño
pasaje se abre en unos tubos de 4x5 metros de paredes blancas y redondeadas con
el suelo relleno con montañas de arena blanca que van multiplicándose a medida
que avanzas. La pérdida está asegurada en este laberinto interespacial así que
intentamos ir dejando algún hito …Aún así nos costará encontrar el camino de
vuelta ya que a cada paso se abría un nuevo tubo y en él una docena de nuevas
posibilidades de continuación… lo que recorrimos estaba todo pisado. Pensamos
seriamente en traer hilo guía la próxima vez…menuda telaraña montaríamos ¡¡esto
es un auténtico queso gruyere!!
Después de investigar y consultar
con Juan de la SEII a que parte de la Rubicera ya explorada podíamos haber llegado
desde Los Mares de China, por fin teníamos la información.
Así que con la habitual tónica, Cristóbal,
Wichi, Marta y Zape nos dirigimos de nuevo a nuestra querida Rubi con la
intención de llegar a los Mares de China por un camino algo más corto.
Mientras Cristóbal y Zape cambiamos
varias cuerdas para facilitar el recorrido, Wichi y Marta se adelantan con la
intención de ir localizando el lugar en el que, según las instrucciones de
nuestro Gurú, había que hacer una escalada. Todos teníamos la info que nos
había mandado Gelo por email estudiada concienzudamente.
Carabela “La Santa María”:
Terminamos nuestras
modificaciones y vamos a su encuentro. Enseguida encontramos la escalada que
había que hacer pero no nos encontramos con ellos. “Se habrán pasado y estarán
revisando más adelante, ya se darán cuenta que por ahí no es y volverán”.
Como tenemos algo de material que
no se habían llevado ellos podemos comenzar a escalar y nos da justo, justo para
llegar arriba. Nos recibe una enorme
galería de 40 metros
de alta por 5 de ancha bien bonita. Equipamos algunos obstáculos más hasta
llegar a la cabecera de un pozo que no podemos bajar por falta de material, que
da a la sala en la que estuvimos el otro día. Es sin duda la puerta de entrada
a Los Mares de China ¡¡ Hemos conectado con la zona que queríamos!!
Volvemos haciendo topo para
enlazar toda la maraña de las nuevas galerías de Los Mares de China con las “viejas”
galerías que descubrimos el otro día que habían sido exploradas por la SEII
hace años. Es lo que tiene viajar a China buscando Especias…que acabas
encontrándote el oro de las Américas. ¡¡Este descubrimiento nos quitará varias
horas de aproximación y nos ahorrará tener instalados kilos de material¡¡ Es la
suerte de tener un Cristóbal en el grupo.
Seguimos sin escuchar a los otros
dos. Se nos hace raro…
Carabela “La Niña”:
Ya no nos queda donde mirar.
Hemos pasado por el puñetero Libro 6 veces. Y ni rastro ¿En qué momento nos
podemos haber cruzado sin vernos? Porque no había muchas opciones según la
descripción que tenemos concienzudamente memorizada…
Qué desesperación llevamos 4
horas dando palos de ciego. Ni encontramos la escalada ni encontramos a éstos…
grito hastiado: ¡¡¡¡¡Dónde os
habéisss metiiiidoooo!!!!!
En la lejanía: ¡¡¡en el
libroooooo!!!
-Eyyyy, son ellos, al fin… No me
jodas que están en el Libro, joder voy a coger el maldito libro y lo voy a
romper…
Por séptima vez nos dirigimos al
Libro. Antes de llegar voy hablándoles: joderrrr, dónde os habéis metido? Qué
hartura de dar vueltas, bla bla bla…GLUP¡¡
-¡¡¡vosotros no sois los
nuestros. Mierda, mierda, mierda¡¡¡ qué desilusión veros.
-Hombre, gracias por lo que nos
toca.
Eran espeleólogos de Aranda de
Duero haciendo la travesía. Echamos unas risas con nuestra desgraciada
incursión subterránea del día y aprovechamos para comer algo con ellos y charlar
un rato. Nos despedimos sin saber muy bien hacia dónde tirar. Decidimos volver
a revisar la única zona por la que seguro que no era, según la descripción que
tenemos concienzudamente memorizada…… Y ¡¡¡Zas!!! Ahí estaban. Les oímos
volviendo. ¡¡¡Mecagüentóloquesemenea¡¡¡
Resultado de las exploraciones
del día: conexión del viejo y nuevo mundo y una revisión muy pero que muy
exhaustiva del área circundante a la escalada.
Aprovechando la fiesta del 1 de
mayo optamos por montar una manifa en Rubicera. Y tenemos menos éxito que UPyD cuando organizó la de la Puerta del Sol: el Rubio tiene lío, Gambino mejores
planes… Al final, estamos Gelo, Cristóbal,Marta, Zape y yo. Al salir del club nos encontramos con Pedro y Nuria,
que marchan con la Cambera (y con unas cuantas cervezas). Tras el café de rigor
en el Coventosa, enfilamos el camino de Rubicera. El sur nos acompaña todo el
camino de aproximación. Nos cambiamos comentando las mejores jugadas del
mundillo subterráneo cántabro, cuyas aguas bajan más revueltas que las tripas
de Zape.
Cristóbal se encuentra malo, y
apenas habla, lo que quizá (y sólo quizá) nos permita ir a un ritmo medianamente
humano al resto de los mortales. En la cabecera de uno de los pozos, mientras
Gelo retoca la instalación, Zape se mete en una estrechez que habíamos dejado
pendiente de revisar y encuentra un nuevo meandro, de dimensiones cómodas. Lo
sigue hasta un desfondamiento en el que hay que equipar un pasamanos de unos
siete metros, por lo que lo dejamos para mejor ocasión (todas las cuerdas nos
esperan en el vivac).
Ya en el vivac, comemos
rápidamente y nos dividimos: Marta, Zape y el enfermo irán a una escalada
pendiente situada al norte. Aunque no tiene una gran pinta, nos queda
relativamente cerca (unos 180 metros) de las nuevas galerías descubiertas la semana pasada en la Sima de la Maza. Si sonará la flauta… Por otra parte, Gelo
y yo vamos a revisar el caos de bloques por el que proviene el río, y a hacer
otra escalada en una enorme galería colmatada por bloques como casas (sin
exagerar; bueno, o con una exageración no excesivamente exagerada).
Al llegar al río me toca meterme
entre los bloques (ventajas de ser de tamaño medio, y no familiar, como Gelo).
Tras quitar algunos, llego a una fisura… y encima me encuentro a Zape. Este
tramo pasa por debajo de la otra galería. Intento llegar al cauce activo
quitando bloques, y finalmente lo logro. Pero un poco más arriba el paso se
cierra completamente. Game over (otra vez). Dejamos un aporte colgado para
mejor ocasión, y nos vamos a hacer la escalada pendiente.
La galería a la que vamos es
enorme; apenas vislumbramos el techo 30 metros más arriba. La continuación de
la galería se ve colapsada por un descomunal caos de bloques, que pretendemos
superar escalando. Retomamos la escalada iniciada tiempo atrás por Wychy (no
comentamos sus técnicas de escalada para no herir susceptibilidades), y tras
montar una cabecera Gelo hace una travesía hasta una repisa. En ella, una
colada que viene de encima parece sugerir laposibilidad de una continuación. Gelo comienza la escalada en colada
semidura, y logra superar varios metros, mientras los parabolts muestran una preocupante
tendencia a la holgura. Algo más arriba, una estrechez en la colada permite ver
una oquedad. Agrando el paso, y tras una salita encuentro una rampa
descendente. Instalo cuerda, y la rampa me deja en la cabecera de una vertical
de unos 20 metros. Con el foco de Gelo vemos que se trata de otro recoveco de
la gran galería, así que desinstalamos y seguimos la escalada.
Ahora me toca a mi, y avanzo
penosamente con mi conocido estilo patoso, haciéndome un lío con taladro,
estribos, bagas y toda la pesca. Finalmente, unos metros más arriba llego a lo
que parece un nivel estable. A la izquierda, la roca madre; la sigo hacia
arriba, pero unos cuantos metros más allá, de nuevo el sempiterno caos de
bloques corta el avance; y esta vez sin posibilidad de continuación.
Resignados, comenzamos a
desequipar toda la escalada, tratando de bajarnos sin abandonar apenas
material, usando naturales y cintajos.
Finalmente, cargados como mulas
regresamos al vivac, donde nos encontramos con el resto de la tropa. A ellos no
les ha ido mucho mejor: la escalada no ha dado ningún resultado. Así que, por
ahora, damos porfiniquitado el “Frente
Norte” de la nueva red de galerías de Rubicera. Quizá futuras exploraciones
desde la Maza nos permitan reabrirlo, peropor ahora, y tras mucho esfuerzo, los bloques nos han ganado la partida.
Cenamos la habitual pasta y para
el catre temprano. A Marta esta vez la dormidina le pega “de normal”, y pronto
las risas dejan paso al silencio propio del lugar. Interrumpido, como no, por
ronquidos, bufidos y otras sonoridades de naturaleza intestinal. Jlamour.
Al día siguiente remoloneamos
hasta las nueve. Desayunamos fuerte, y para abajo. Hoy la idea es explorar las
cosas que quedaron pendientes en la Galería de los Mares del Sur. Cristóbal
sigue hecho polvo, y no podemos disfrutar del gracejo andaluz en estéreo (hemos
de conformarnos con el de Marta). Mientras rapelo por los pozos, me asaltan
profundas reflexiones sobre el hecho de qué hago aquí el día de mi cumpleaños.
La respuesta no deja en buen lugar ni mi vida social, ni mi inteligencia, ni mi
nada.
Va a ser que la manifa no era por acá...
Llegamos finalmente a la base de
la escalada que se curraron los andaluces (y que es bautizada, en un alarde de
imaginación, como Escalada de los Andaluces). Unos 40 metros de subida por un
bello pozo, hasta llegar al nacimiento de un meandro con hermosas formaciones
en el techo. Poco más allá, el meandro se abre en una sala, y comemos algo
antes de dividirnos el trabajo. Cristóbal yZape se van hacia la desobstrucción con aire; Marta y Gelo comienzan a
instalar una vira que nace allí mismo, y que parece dar a un nivel colgado. Y
yo, rastrero, opto por ir mirando los pequeños tubos que mueren en la salita.
Todos ellos acaban colmatados por bloques un tanto inestables; se ve que ha
habido unnivel amplio encima, pero no
es accesible. Llama la atención la abundancia de bloques margosos y
areniscosos, que contrastan con la caliza pura del lugar en el que estamos. En
uno de los tubos encuentro el esqueleto de un murciélago. Lirones vemos por
todas partes, pero los murciélagos no acostumbran a entrar a distancias tan
lejanas del exterior. ¿Habrá otra vía más cercana al exterior?
Estado del votante medio mientras espera que su partido cumpla las promesas electorales...
De mientras, la travesía de Gelo
y Marta no ha dado ningún fruto, por lo que tras desinstalarla nos dirigimos a
buscar a los otros dos satélites. Cuando los encontramos, sorpresa: han
alcanzado unas galerías enormes, con una sala descomunal, un impresionante
meandro… Todo magnífico salvo un pequeño detalle: está pisado, con abundantes
marcas de carburo. Nuestra moral baja muchos enteros. Los dos nos describen un
poco el kilómetro aproximado que han recorrido, y optamos por acercarnos a ver
la gran galería meandriforme, a ver si nos suena de alguna zona conocida de
Rubicera. Tras recorrer un buen trecho, no llegamos a ninguna conclusión. Volvemos,
y Gelo y Zape hacen unas cuantas tiradas de poligonal que nos permitan hacernos
una idea de dónde estamos. Tras esto, comenzamos una lenta retirada.
Cabizbajos, aunque con la esperanza de que a través de estas no-nuevas galerías
encontremos un acceso más cómodo a las puntas de exploración que aún tenemos
pendientes.
Dejamos un nido de material
considerable en la base de la Escalada de los Andaluces, y retomamos el ascenso
hasta el vivac. En el río, soy agasajado con un emotivo –aunque notablemente desafinado
y descoordinado- “cumpleaños feliz”, acompañado posteriormente por no una tarta
de cumpleaños, sino unas horrendas barritas energéticas. En fin, menos da una
piedra…
Los 20 kilómetros (más o menos) que llevamos en este sector. Daltónicos, abstenerse...
Tras recontar el material del
vivac y llenar las sacas de basura, enfilamos hacia la calle. Se va notando el
esfuerzo, pero vamos a buen ritmo. Sin embargo, en un pequeño pasamanos la lío:
al izarme, noto como algo se rompe en el gemelo derecho. Alarmados –no mucho,
dado mi habitual histrionismo- por los berridos, llega el resto de la tropa y
me ayudan a salir de la cuerda. El dolor es fuerte, así que Cristóbal (que ya
va recuperando) me coge la saca, y seguimos para afuera, aunque con un ritmo
bastante más lento. Afortunadamente, ha sido a apenas unos 40 minutos de la
calle (aunque esta vez tardaremos bastante más); no quiero ni pensar cómo
habría sido abajo del todo. De "Rastreator" he pasado a "Arrastradator". El compañerismo no es óbice, sin embargo, para que
de paso me graben humillantes escenas cojeando por los caos de bloques…
Ya en la calle, nos recibe un
fuerte viento sur, pero todavía queda un poco de luz, así que aprovechamos
antes de que la pierna se enfríe. La rampa con cuerda me cuesta un montón, pero
tras ella llegamos a la pista y la cosa se pone mejor. Sapos, víboras y fauna
varia nos despide de esta enésima aventura en las entrañas del Mortillano. El
año que viene, el cumpleaños en el bar, lo juro…