domingo, 23 de diciembre de 2012
120 k/h... bueno k/ms*
Hale, ya están los 120 primeros kilómetros ventilaus. Ahora, a seguir buscando, que no tenemos nada mejor que hacer... Nuestros cinco minutos de gloria (digital) aquí y aquí (este último, con notables dosis de inventiva por parte del periodista...).
*k/ms = kilómetros cada medio siglo.
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viernes, 21 de diciembre de 2012
Non p(l)us ultra...
Sábado sabadete, camisa nueva y polvete… euuuh, no. Sábado
sabadete, mono remendado y barrete. Triste pero cierto. Los seres carentes de
atractivo y de pasta se ven reducidos a pasar sus míseras horas gateando y
arrastrándose por recónditos lugares, sea una cueva, sea el Marcos a altas
horas de la madrugada… Así que el sábado 15 de diciembre, a la torca again.

En la galería que lleva al gran pozo nos separamos. Mientras unos
montan una rampa de barro (que con tanta pasada se ha vuelto impracticable),
otros van a recoger cuerdas a otra zona. De vuelta, ven que los demás han comenzado
a clavar una nueva vertical, para evitar así la ducha que recibimos el día
anterior. Esta vez se instala por la pared de enfrente, en la que apenas cae
agua. Acabada la labor, bajamos y comemos donde la vez anterior (otra
sobredosis de Dulcesoles buenos buenos). Saciados nuestros apetitos (aunque no
los más bajos), hacemos dos grupos otra vez: Marta, Zape y el Rubio se dirigen
al norte, a bajar los dos pozos que habían quedado pendientes. Sin embargo, hoy
la suerte no acompañará: a pesar de sus denodados esfuerzos, todos los pozos se
cierran, quedando sólo un par de incógnitas. Así, se dirigen a explorar un
aporte que habíamos dejado pendiente desde el primer día, y lo remontan hasta
un lugar en el que se vuelve impenetrable.
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Esto en el fútbol no pasa... |
De mientras, Wychy ha descubierto que el pozo de 40 es más
bien un 60, con unos 50 metros de diámetro. En realidad, es donde el río rompe
el estrato margoso, por lo que tras una complicada instalación ponemos pie en
una enorme sala en declive muy resbaladiza, a la que llega el río de arriba.
Tras bajar una empinada y deslizante rampa junto al río, éste se filtra entre
bloques. Poco más allá, un pozo de al menos 50 metros detiene nuestro avance
(nos hemos quedado sin cuerda), ya en caliza. De subida, completamos la
topografía y vemos un par de posibles continuaciones. De subida retocamos la
instalación, y llegamos a las 9 al “meeting point”. Un poco de picoteo, y para
la calle, satisfechos de haber topografiado casi un kilómetro de nuevas
galerías. De camino para fuera, tranquilizaremos los temores de Zape de que ir
cabeza abajo en una gatera pudiera causarle un exceso de riego en el cerebro
que le provocara idea alguna. Gatera, pateo, reptar entre el caos de bloques
cercano a la entrada… y calle. Por una vez, no hace un frío que pela, así que
nos cambiamos con relativa comodidad. Después, sólo nos queda una horita de “tranquilo”
paseo (no está la cosa para hacer footing
con las mochilas) hasta el coche. A eso de la una y media, ya estamos en el
pueblo, dispuestos a ir a la piltra previo paso por la ducha (euuuhh…).
¿Las expectativas? Pues grandes… Dada la cota a la que está,
no parece que este río vaya a dar a la Sala del Río Perdido, sino que estamos
bastante más abajo; puede que dé al fondo del Mortero de Astrana (gran colector
de esta zona del macizo), o puede que se dirija hacia Las Fuentes (bastante más
improbable, nos parece). Sea como fuere, en las próximas salidas (bueno,
entradas), trataremos de ir descubriéndolo… Además, y aunque los números no dejan de ser algo anecdótico, hoy hemos superado la "barrera" de los 120 kilómetros. Quién nos lo iba a decir hace dieciocho años, cuando unimos la Sima del Chapeau a Cellagua, sumándole un kilómetro a un sistema que entonces se convertía en un "gigante" de 21 kilómetros...
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Pu(en)teando...
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Tentempieses varios |
Este puente de la Constitución
(esa que Mariano y compañía se pasan por el arco parlamentario) estuvimos de
nuevo explorando en Rubicera. Ya llevábamos dos entradas
previas a esa zona profunda, y la cosa prometía: un nuevo río (más dos
afluentes menores), galerías fósiles a medio explorar, diversas escaladas
pendientes… La idea era hacer una de esas escaladas (de unos 20 metros), y
continuar la exploración río abajo. Así que allá nos plantamos Moisés, Susanna,
Zape y los dos Pedros. Tras llegar a la punta (y tripear, que es lo nuestro),
nos dividimos en dos grupos. Los tres primeros harían la escalada, y
topografiarían una galería pendiente. Los Pericos continuarían río abajo.
Aquí va un breve resumen de sus
intrépidas actividades:
Los del Norte
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El río corriendo sobre las margas... |
Durante el día habíamos estado
dudando a cual de las dos escaladas pendientes atacaríamos ese día.
Sin tenerlo aun muy claro, llegamos a la sala donde debíamos comenzar la
topo; quizás sería mas cómodo hacer la que queda más alta en cota, pues nos
quedaba más a mano. Nos pusimos manos a la obra y Disto en mano recorrimos
la gran galería explorada por Jose y los Pedros semanas atrás. En unas pocas tiradas,
tan largas como nos permitía el alcance del puntero láser completamos la
faena, y minutos después nos plantamos en la base de pared, objetivo del
día. Mientras preparábamos el material decidíamos quien haría la escalada: que
sí yo hoy estoy trabad@, que si tú lo harás más rápido, que si yo ya no me
acuerdo... total, que le tocó a Zape.
Moisés aseguraba la
escalada, Susanna inspeccionaba el perímetro de la galería (de paso se
echaría una plácida siesta...) y Zape avanzaba deprisa a golpe de taladro. El barro
y las piedras de la última parte no se lo iban a poner fácil, pero finalmente
llegó arriba e instaló una cuerda fija por una ruta más limpia y cómoda.
Arriba, una gran sala planteaba
varias opciones. Por un lado un pozo paralelo a la escalada (con cascada
propia) dejaba entrever en el fondo a unos 25 metros una
gran galería. En otro extremo otra posible escalada.
Y, por último, en lo más alto de la sala un par más de amplias
galerías. Por comodidad decidimos explorar estas últimas, y en pocos
minutos estábamos repartidos por varios conductos que finalmente convergen en
un único conducto de 5x5 metros rumbo Sur. Descendiendo entre grandes
bloques, la galería se va estrangulando gradualmente hasta un paso
estrecho del que sale un buen chorro de aire, seguido de un P. 7. En la
base de éste una salita nos asoma al techo de un meandro desfondado,
en cuya base se abre una gran galería en la que se oye un río. Después de especular con lo que teníamos
debajo y hacernos alguna paja mental, regresamos a ritmo de topo,
revisando también alguna otra posibilidad (en principio sin continuidad). Una
vez de nuevo en la sala de la escalada curioseamos un poco más por aquí y por
allá y tras cerrar la poligonal descendimos el pozo, regresando a la base de
operaciones, pues el tiempo volaba y se acercaba la hora acordada para
reencontrarnos con el otro equipo. De vuelta el rugido de los ríos nos hacía
evidente q había una buena crecida... comprobamos que éramos los primeros en
acudir a la cita y dudábamos si el agua se habría llevado a los otros
dos... Por desgracia, minutos más tarde comprobamos que no. Tomamos un rápido
tentempié antes de emprender la salida y entre bobada y bobada, nos enteramos
de que el teléfono de Pedro H. no tiene Whatsapp, ni 3G, ni chorradas de esas... pero tiene algo que no
tienen los demás: gallardía.
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¿Cabecera doble? Mmmm... ese día no estuve en clase. Tendré que ir a un curso de anclajes de CEAC... |
Los del Sur
La bajada por el río tuvo que ser
a base de pasamanos y cuerda, ya que va muy encajonado y el agua estaba alta (y
más cuando salimos). Sin embargo, pronto apareció a nuestra izquierda un nuevo
aporte; viendo que era más cómodo que el propio río, optamos de mutuo acuerdo
por ir por allá. Una gran galería pronto se colmataba de bloques, pero un
estrecho paso en la parte superior del caos de bloques nos permitió acceder a
una sala de la que parten dos galerías. La situada más al Norte pronto se
cerró, pero la otra nos permitió avanzar unos 120 metros con dirección NE,
aunque se acaba en un derrumbe por bloques. A pesar de ello, sólo por la gran
cantidad de mineralizaciones allí presentes merece la pena la visita. Otro par
de galerías (una con un pozo) quedaron pendientes de explorar y topografiar.
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Sanpasaó con el gotelé... |
Río abajo, unos 70 metros más
allá nos quedamos sin cuerda, cosa que agradecimos viendo el cariz que tomaba
la cosa: la crecida y el desnieve estaba poniendo el río entre interesante y
estresante. El enorme estruendo, que apenas nos permitía oírnos, no impedía sin
embargo que apreciáramos el tamaño que va cogiendo el conducto: unos seis-siete
metros de ancho, por tres de alto, sobre el tradicional estrato margo-arenoso
inclinado unos 12º. Ante la falta de material y de branquias, optamos por la
retirada topografiando, pues habíamos quedado a las nueve con el otro grupo.
Allí, un tentempié a base de Dulcesoles y el más mutante queso de cabra que
podáis imaginar, y para afuera, que ya han salido los Lunnies…
De salida, una última sorpresa:
la primera cuerda remontante, con un leve goteo a la entrada, se ha convertido
en una cascada con todas las de la ley. Una vez arriba, es como si nos hubieran
tirado al pilón, por lo que la salida la haremos a la carrera. En la gatera cuesta abajo, el agua acumulada en nuestras botas fluye y fluye hasta las pelotas (bonito pareado). Ya en la calle,
un viento helado no contribuye a regular nuestro termostato, y de nuevo batimos
record en el camino al coche. Poco antes de la una de la madrugada estaremos ya
en los bugas, con la calefacción a tope y pensando en el catre… en dormir, vamos, porque por muy calenturientas que sean nuestras mentes, a la una de la madrugada ya no damos más de si (la vejez, que es mú mala...).
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domingo, 16 de diciembre de 2012
Huelga y productividad (o putos eskiroles)
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Cristóbal en la **** gatera... |
14-N. Huelga general contra la dictadura del
capital. Hoy no curra ni dios. Y de mientras, tres putos esquiroles cargan sus
petates y se van hacia Rubicera: los dos Pedros y Jose. Lo suyo sería que
fuéramos cantando La Internacional, pero no nos da el aliento, así que subimos
más o menos en silencio hasta la boca. Cambio ropa, sempiterna manzana, y para
adentro.
Y ¿a dónde van estos tolays?, se preguntarán ustedes. Por poner en
antecedentes, hace unos meses una desobstrucción realizada más por pasar el
rato y quitar el frío que otra cosa nos situó en un nuevo enrejado de galerías.
A pesar de que se encontraba en medio del maremágnum de niveles fósiles de la
cueva, curiosamente resultó ser una red independiente, con escaladas y
continuaciones por diversos sitios. Pasado el verano, casi dos kilómetros de
nuevas galerías nos hacían prever que la cosa iba para largo. Pero el descenso
de un P.50 que habíamos dejado para cuando nos aburriéramos nos situó en un
nuevo complejo de galerías, situado más al Este que todo lo conocido hasta el
momento. El ovillo de Ariadna estaba pidiendo a gritos ser desmadejado (guiño
sobre la cultura clásica que con la reforma del imbécil de Wert las próximas
generaciones no sabrán apreciar, ou yeah).
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Está todo roto y (por esta vez) yo no he sido... |
Asi pues, este día nos dirigimos
a una de las puntas de exploración que teníamos pendientes en las nuevas galerías.
El extremo norte de la galería que habíamos encontrado se desfondaba en un gran
pozo, de unos 60 metros. El fin de semana anterior Pedro y Cristóbal lo habían
instalado, con un pasamanos para evitar la caída de piedras. En su base, dos
pozos se abrían, dividiéndose a su vez. Uno de ellos daba a una gran sala en
declive, tapizada por grandes bloques. En su parte inferior, una estrechez y
una escalada habían quedado pendientes de mirar…
Mientras Pedro H. se curraba la
escalada en libre, Jose se metió por la estrechez. Y ambos daban al mismo
lugar: una nueva galería, de pequeñas dimensiones. Así que para allá fuimos y…
¡sorpresa!. Tras un paso gateroso y entre bloques, llegamos a una amplia
sala-galería (Sala del Burnía), por
cuyo fondo circula un pequeño río (Río
de la Huelga General)… y es todo virgen (hummm, haría falta un análisis
freudiano sobre por qué este término desata tan bajas pasiones en el mundillo
espeleológico). Seguimos el curso del agua río abajo, hasta detenernos en un
resalte de poco más de un metro. Allí, optamos por retroceder haciendo la topo,
mientras Jose revisa varios laterales.
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Ya estamos con las rayas otra vez... |
Un par de horas después, hemos
topografiado unos 400 metros de galerías nuevas. Después de comer, revisamos la
galería aguas arriba, hasta que somos detenidos por un tapón de bloques. Hago
allí una pequeña escalada (con la técnica del parabolt recuperable, pues es una colada muy mierdosa), y tras
subir los 6-7 metros alcanzamos la parte superior del tapón, formada por
bloques de enormes dimensiones. Pajareamos un poco por allá, pero no hay
ninguna continuación evidente. Tocará buscar con cuidado (en todos los
sentidos) entre los bloques, para ver si esta enorme galería (Galería de los Piquetes) tiene
continuación. Como mañana hay que currar, optamos por salir ya, completando
parte de la topo hasta unirla con lo ya realizado previamente en la base del
pozo. Y nosotros, como el Gobierno: si para ellos en lugar de 300.000 manifestantes hay 3, pues nosotros hemos topografiado unos 15 kilómetros (o mais...).
PD: bueno... unos 400, vaaaaale...
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domingo, 2 de diciembre de 2012
Explorando, que es gerundio
Estoooo... no. No ha muerto ni mucho menos. La mayor cueva de España (por ahora) sigue creciendo y creciendo (mmm, el tamaño importa). Y los dos tontos muy tontos (o tres, o cinco, o seis... dependiendo del día, las ganas y las peleas conyugales) siguen y siguen arrastrándose cual viles gusanos por las entrañas del Mortillano, haciendo tiempo mientras llega una hora políticamente correcta para ir al bar, rezando porque la cosa se acabe y no haya que volver a ese paso jodidamente estrecho, a esa montonera inestable de bloques que parece un tetris, al tramo barroso que te succiona la bota (¿succiona? quizá deberíamos ir tumbados boca abajo...).
Y la mayoría de las veces, sus plegarias son escuchadas: tapón de bloques, colada, estrechez... y la cosa se acaba. Pero, algunas veces (muy pocas, afortunadamente), la cosa se estropea. La estrechez se ensancha (por las buenas o por las malas), la gatera acaba, la escalada da sus frutos... y las cervezas se alejan, mientras que en el horizonte vislumbramos que, en las próximas semanas, las agujetas van a ser de cojones...
Y como últimamente hemos tenido (mala) suerte, pues qué mejor que compartir nuestras penurias con todos aquellos sádicos que disfrutan de la desgracia ajena. Por si lo de los desahucios se les queda pequeño, acompáñennos en estas andanzas subterráneas bajo las garmas y los hayedos del Asón...
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