miércoles, 28 de septiembre de 2016

Resacón en la Maza (24/09/16)


Si es que ya no tenemos años... Te tomas unas cervezas, y al día siguiente parece que tienes a todos los meningíticos del planeta celebrando el Toro de la Vega dentro de tu cráneo... Pero hemos quedado a las ocho y media, así que hay que hacer de tripas corazón, y para el club. Allí están ya Gelo y Cristóbal, que me miran con conmiseración. Debo dar bastante pena, porque esos corazones pétreos deciden apiadarse de mí y cambiar de plan: en lugar de bajar al fondo de la Maza a realizar una escalada y continuar explorando la galería que el último día dejamos a medias, se ofrecen a cambiarlo por una media jornada arreglando la desinstalación de la sima, y quitar unos bloques en unos pasos estrechos. 

Agradecido, engullo un café en La Gándara y subimos hacia la sima. Remoloneo bastante más de lo habitual antes de entrar, aunque casi que agradezco la fría corriente de la sima. Al menos, esto no va a ser muy largo, retocamos un poco y para afuera... O esa es la teoría, porque al de un par de horas la broca se nos parte, y no podemos seguir mejorando la instalación: sólo hay dos alternativas: o para afuera, o para abajo (donde hay más brocas) a continuar explorando... Evidentemente, voto por salir, pero la grandeza de la democracia... dos contra uno, ya se sabe la rima... Así que toca bajar para el fondo... Mi resaca aumenta considerablemente ante la perspectiva de una larga jornada, ay... De verdad, se acabó la cerveza...


La lluvia de los últimos días se nota en la sima, y aunque no nos da problemas, el cauce se notas más "alegre". De camino a la punta, al pie de un paso entre bloques huele a muerto que tumba. Nos miramos de reojo los unos a los otros, pero las caras son de una inocencia pasmosa; no ha sido nadie (¿?). Tras recoger brocas y equipo, llegamos al horrible pozo que instalamos la última vez. Cristóbal se encarga de retocar la instalación, pues la cabecera de bastante miedo. Una vez abajo, comemos y comenzamos con la exploración. Cristóbal instala el pozo en el que lo dejamos el último día, mientras yo flanqueo unos bloques y reviso una sala por la que viene un aporte impenetrable. Aguas abajo confluye con la vía que está instalando Cristóbal. Tras bajar Gelo y Cristóbal, voy detrás: parece ser una amplia galería con río...

- Joder, que buena pint...
- ¡Se cierra!
-... (puto bocazas, siempre igual...).


Gelo y Cristóbal topografían, mientras reviso varios laterales. Un estrecho meandro permite avanzar cincuenta metros más, pero acaba volviendo a la galería principal, en la que el río se sume por un agujero impenetrable. Subo desinstalando, y para cuando llego arriba me encuentra a Cristóbal encaramado en la peor roca que hemos visto nunca. De hecho, ya le han saltado un par de seguros... La travesía de unos seis metros le permite acceder a lo que parece un meandro horizontal. Sin embargo, cuando logra llegar a la repisa, unos pocos metros más allá descubre que no es sino la base de un pozo: nuestro gozo en (la base de) un pozo...



Al menos hemos logrado cerrar un sector de esta cavidad, lo que en la Sima de la Maza no es poco. Retrocedemos desmontando las cuerdas, por lo que volvemos cargados como burras (ideal para la resaca; no vuelvo a probar una cerveza). Al llegar al paso con bloques, me asalta de nuevo el olor a muerto. Pese a la desconfianza que me embarga, me creo las protestas de inocencia de mis compañeros, y decido buscar de dónde viene tal pestilente olor. Y resulta que allí, en una repisa, hay un lirón que apenas llevará unos días. A pesar de que estamos acostumbrados a ver sus restos por todo el sistema, sigue sorprendiéndonos: ¿cómo llegan hasta aquí, cuando más de 200 metros de roca nos separan del exterior, y la entrada conocida más cercana se encuentra a varias horas de marcha? No logramos entenderlo, pero... Al menos, a este ya no le duele la cabeza...

Tras dejar el material en los dos zulos que tenemos preparados para las otras incógnitas pendientes, tomamos la dirección de la salida. Las mejoras en la instalación se notan, pero la resaca pesa como un petate sherpa. Finalmente, a las once pasadas estamos fuera, con un dolor de cabeza que no me ha abandonado en todo el día. De verdad, que no vuelvo a probar la cerveza...

De postre, el paisano ha abonado el prado por el que pasa el sendero. Un millón de insectos se lanzan sobre nuestras frontales, mientras el hedor se nos pega como una lapa. Llegamos al coche con ganas de quitarnos los petates de la espalda y sentarnos. De bajada, los muchachos deciden para donde Margari a comer algo, que hemos ido escasos de provisiones y eso se nota. Bueno, comer sí, pero nada de priva...

Llegamos al Coventosa y allí encontramos a Margari sonriente:
-¡Hola, chicos! ¿Qué os pongo?
- Que sean tres cañas...
Joder, si es que no hay fuerza de voluntad ninguna...

jueves, 22 de septiembre de 2016

Carcabon verano de 2016

Días 16 de Julio y 10 de Septiembre de 2016

Ya hemos escrito en otros artículos de nuestras exploraciones en esta cavidad en compañía de Sandrine y Patrick Degouve.
Hablamos de una gran cavidad que ya se acerca a los 7 Km. de galerías, muchas de ellas con grandes dimensiones y algunas con bellas coladas y formaciones.
Pero también de una cavidad con unos niveles de inundación que superan los 25 m. en crecida y con un acceso estrecho y bastante incomodo de recorrer y sobre todo que puede verse fácilmente bloqueado si el nivel del agua sube dos metros o menos.
Estas condiciones de acceso y bloqueo unido a nuestro deseo de trabajar en conjunción con los Degouve, lo que requiere coordinar nuestras vacaciones y disponibilidades. Hace que el número de entradas que hemos realizado durante el verano sea solamente de dos.
Por otro lado la dureza del acceso y la distancia de la punta de exploración hace que sea aconsejable para la salud mental y física, limitar las visitas a esta cavidad.
La primera visita de este verano se realizó el día 16 de Julio, participando por nuestra parte Ricardo y Cardín que junto con Sandrine y Patrick, realizaron un largo y duro ataque a la punta del año anterior.
Siguieron la galería inferior que muestra claras muestras de inundarse totalmente en muchos tramos y que en general aparece cubierta de barro y arena en su suelo y muchas paredes o techos.
Algunos pequeños lagos y numerosos cruces, bucles y desfondes complican el avance y hace que las horas se acumulen.
Superan lo que parece una zona de conexión con los niveles superiores explorados en nuestra última visita del año pasado y continúan avanzando hasta que tras algunas trepadas alcanzan de nuevo un nivel superior de gran tamaño. Donde una vira necesita ser equipada para poder seguir, deciden dar la vuelta ya que se encuentran a más de cinco horas de la salida.
El regreso se hace pesado sobre todo cuando se hace necesario volver a ponerse los neoprenos mojados y fríos y meterse en el agua.

Las rampas barrosas y los cortos pozos completan la jugada y como guinda reptar por el tubo barroso con unas sacas que cogen un peso increíble, que unido a las horas que ya llevan dentro, les dejan sin motivación de volver en unos cuantos días.
Por lo menos tanto esfuerzo ha merecido la pena y han podido topografiar más de 900 m. de nuevas galerías, aunque está claro que para poder seguir explorando en la punta se impone la necesidad de un vivac, con todo lo que conlleva de transporte de material por un lugar tan poco amigable. Además de que se precisa un pronóstico de lluvias claro y de varios días de estabilidad.

Con todo lo indicado anteriormente y nuestras respectivas agendas estivales muy apretadas, no será hasta el día 10 de Septiembre cuando de nuevo nos dirigimos al interior del Carcabón.
Estamos Ricardo y Angel del AER y Patrick y Sandrine, que hemos quedado a las 9:00 en la boca. El jueves anterior ha llovido pero la fuerte sequía de la comarca y el buen pronóstico para el día de hoy, nos dan confianza en que no tendremos problema con el nivel del agua.
Tras los saludos de rigor y contarnos nuestras últimas andanzas, Sandrine sale disparada para el agujero seguida de Wichi y poco después les sigo con Patrick cerrando la marcha.
Como siempre peno en el laminador estrecho que me obliga a buscar el punto exacto por el que puedo pasar y además lo hago de espaldas, para poder colarme luego por la estrecha fisura. Pasado este tramo ya solo tengo que enfrentarme a mi peso en las rampas barrosas del tubo, que siempre me da la sensación de que cada día es más largo.. o yo más pesado…
El neopreno se hace sentir en los esfuerzos pero parece delgado cuando toca nadar en los fríos lagos, que afortunadamente son cortos de recorrer.
Al salir del primero es necesario enfrentarse a un barro pegajoso que llega a la rodilla y que parece negarse a dejar salir nuestros pies. Cuando escapamos de esta trampa ascendiendo una cuerda y unos peldaños ya solo nos queda un típico entretenimiento de las cuevas, gateras, pasamanos, bajar cuerdas, subir cuerdas , volver a bajar.. Todo con el neopreno puesto claro.

Llegamos al segundo lago y decidimos instalar una cuerda sobre el punto bajo del techo que convierte el lago en un sifón con que solo suba el nivel 1, 2 m. Desde una sala anterior al lago se asciende y por una grieta se puede bajar justo al otro lado de este paso sifonante.
Terminado este trabajo de por si acasooo, continuamos por el lago con nueva mojadura y poco después remontando algunas rampas barrosas y bloques, llegamos al vestuario. Donde nos quitamos los neoprenos y nos ponemos el mono interior con los monos exteriores mojados cosa que no nos deja muy calientes, aunque si más cómodos y ligeros.
Los objetivos del día, excluida la punta que precisa de vivac, son la revisión de algunas galerías laterales y la instalación del pozo de unión de los dos niveles conocidos en esta parte de la cueva. También aprovecharemos para hacer algunas fotos de mejor calidad que las que tenemos, para lo que Patrick se ha traído cámara y flashes.Algunas de las fotos que ilustran este artículo son suyas.


Foto P.Degouve

Foto P.Degouve




Pronto subimos al nivel superior donde un delicado paso entre bloques y algunas rampas equipadas con cuerdas nos llevan a una gran galería de más de 30 m. de altura y otros tantos de ancho en algunos puntos.

Foto P.Degouve
Continuamos el avance descendiendo de nuevo mucho por rampas de bloques y coladas hasta el paso estrecho y vertical , también dedicamos tiempo a hacer algunas fotos elaboradas y comer algo, que no solo de arte vive el hombre. En este punto hacia la derecha parte una galería parcialmente explorada y que recorremos sorprendidos de su tamaño y bellas concreciones. Unas decenas de metros más adelante una amplia fisura desfondada corta la galería de derecha a izquierda, siendo necesario instalar cuerda bien para bajar al fondo o para seguir por los niveles horizontales. Topografiamos y volvemos a la ruta principal que pasa por bonitos lugares de coladas que nos obligan a hacerles fotos, aunque algunos de los modelos dejan mucho que desear.
Foto P.Degouve

Revisamos dos galerías laterales una de las cuales termina en una corta escalada sobre un volumen grande, que no tenemos claro si se trata de la galería por la que venimos u otra nueva.
Poco después estamos en el final de este nivel, que se muestra como un balcón sobre una sala que la topo nos indica que es el nivel inferior de la cueva.
Mientras Wichi y yo instalamos cuerdas de bajada, Sandrine y Patrick hacen algunas fotos más.
Foto P.Degouve
La instalación es fácil con algunos naturales y repisas y pronto dejamos completada esta tarea y un depósito de material.
Iniciamos el regreso por el nivel inferior que yo solo conozco en parte y me sorprende el número de cruces y bucles que hay en algunas zonas.

Cuando alcanzamos el vestuario viene la parte desagradable y más cansada de las exploraciones en esta cueva y que ya hemos relatado en varias ocasiones, por lo que no me extiendo más en describirlo.
Sobre las 20:00 estamos todos fuera unos más rápidos que otros, pero todos cansados y llenos de barro, que habrá que limpiar. Una faceta de la espeleo de la que se habla poco ya que carece de glamour.

Nos vamos a Vega a comernos unas pizas regadas con cerveza en el calor de la noche veraniega y hablar de nuestros proyectos futuros y pasados..



 Vamos lo que vienen siendo un día típico de un explorador subterráneo..

jueves, 15 de septiembre de 2016

Sumidero de Salzoso I

Esta entrada del blog es solo para informar de que hemos dejado un artículo en la web del AER, sobre las exploraciones pasadas y recientes que hemos realizado en esta cavidad clásica del Macizo.

http://www.aer-espeleo.com/salzoso/articulosalzoso.htm
Entrada al sumidero, foto Marta Candel.

lunes, 29 de agosto de 2016

Una de cal y otra de arena (26 y 27/08/16)



"Na, por la mañana, para estar a comer. Una prospección rápida...". Eso me dice Gelo, así que, falto de excusas medianamente creíbles, quedo con él a las ocho para tratar de huir de los calores que asolan la comarca (el día antes, record nacional de temperatura). Ángel está emperrado en tratar de encontrar un agujero soplador del que le había hablado Javi Rotaeche, así que con una idea muy general de dónde se encontraba, nos dirigimos hacia Peña Rocías, a ver si hay suerte... Ya la aproximación promete darnos la jornada, con la cuesta y el bochorno. Pero cuando Gelo se pone "innovador" en el pateo, y acabo, sin saber muy bien como, agarrado a unos matojos en una canal con un patio considerable, pues la cosa mejora. Tras salir del marrón, comenzamos a buscar el susodicho agujero; el símil de la aguja en el pajar es perfectamente válido (la torca en el lapiaz). Finalmente, Gelo chilla diciendo que ha encontrado algo con una fuerte corriente de aire. Se trata de una pequeña cueva, que sopla mucho y frío. Tras quitar unas cuantas piedras, logro pasar a una salita de techo bajo. Quito unas cuantas más y pasa Gelo. Encontramos huesos de oso (aparentemente) mal conservados. Pero lo interesante es que la galería, de un bello color blanco, sigue y sigue. Tras sortear un P.10 que parece ciego, avanzamos por la galería hasta unas rampas descendentes. Por el ramal derecho se cierra, pero por el izquierdo llegamos a la cabecera un pozo de unos 25 metros, con buena pinta. Algo atrás hemos dejado un tubo horizontal (hay que escalar) que, aunque de reducidas dimensiones, nos da buenas sensaciones... No nos queda nada claro de dónde viene el aire, pero parece mucho para ser simplemente de lo que se ve... Salimos y contemplamos un tanto horrorizados el estado de nuestra ropa (no habíamos traído mono); menos mal que hemos venido en el coche de Gelo... Tras revisar una cavidad cercana ya conocida, volvemos para el coche. Continuamos con las innovaciones en el trazado, y acabamos llegando a casa casi a la hora de la merienda... Prospección rápida, sí señor...




Al día siguiente, y como no espabilamos, otra vez. Esta vez, para la Sima de la Maza. Desayunamos con Olarra, ante la admonitoria mirada de Juanjo, que debe pensar que ya deberíamos estar sacando metros. De subida nos encontramos con Rubén y Jose, que van al Mortero. El bochorno es agobiante, y el verano hace que el sendero hasta la sima se haya convertido en una verdadera selva, con helechos que superan los dos metros de altura. Por una vez entramos con ganas a la torca, aunque sea para escapar del calor. Descendemos hasta el lugar donde tenemos el material en un par de horas, y comemos allí para ir más ligeros (una excusa tan buena como cualquier otra).



La punta no se encuentra muy lejos, pero siguiendo la tónica de la cavidad, no hay dos pasos seguidos que sean cómodos: sala en la que hay que ir cresteando por sus enormes bloques derruidos, escalada hasta tubo fósil, meandro desfondado desgarramonos, escalada barrosa instalada... y la punta: una corta travesía a lo que parece ser una galería colgada poco más arriba. Gelo saca el martillo, tantea la roca y ¡¡bingg!! Suena muy bien. Taladro y al tema. Ya el primer agujero nos saca de nuestro error: a pesar del sonido, es calcita cristalizada con barro detrás. Los spits se hunden, así que Gelo opta por los multimontis. Pero los seguros dan muy poca confianza. Más arriba, la roca está aún peor. Haciendo de tripas corazón, logra encaramarse a una repisa de barro, y clavando algún seguro testimonial accede hasta la galería horizontal vislumbrada. Sin embargo, poco dura nuestra alegría. Tras apenas 10 metros de bella galería concrecionada, un nuevo pozo de unos 15 metros la corta, dando paso a lo que parece una amplia sala con una "pirámide" rocosa en el medio. El problema es que la cabecera es aún peor que la escalada previa. Parece un catálogo de broza geológica: margas, calizas hojosas descompuestas, arenisca alterada, unas rocas rojizas de curioso aspecto... La instalación es un coñazo, y aún así toca pasar por tramos poco agradables.


Una vez en la base de la sala, vemos que se desfonda en un pozo de unos 20-25 metros... y sólo tenemos una cuerda. Descartado atacar el pozo central, optamos por instalar por un borde, a ver si al menos podemos bajar un poco y ver con más perspectiva. Instalo por la derecha (afortunadamente la roca vuelve a ser honorable caliza), y me meto por una zona estrecha entre los bloques y la pared. Apurando un poco, la cuerda llega hasta un tramo horizontal. En dirección al pozo un derrumbe cierra el paso. Pero en dirección contrario, un paso estrecho da paso a una salita en declive, tapizada de coladas, que nos permite alcanzar la base del pozo. El que veíamos desde arriba es ciego, con curiosos bloques areniscosos. Un meandro colgado poco más arriba parece tener cierto interés. Pero lo más interesante es una galería que descubrimos tras un paso bajo, y que cambia completamente de dirección, virando hacia el sur. Nos detenemos, ya sin material, en la cabecera de un desfonde de unos 12 metros que da a la mencionada galería. Tendrá que ser el próximo día... Cansados, organizamos los petates y para afuera, mientras topografiamos. Para más inri, en la última tirada de la topo el disto se vuelve loco. De salida me meto por un meandro colgado estrecho. Tras forzar un poco, gana dimensiones, retrocediendo hasta la sala de la primera escalada. Quizá pudiera sortearla por encima, otro frente que revisar el próximo día... En esta sima no hay forma de ir cerrando capítulos, siempre sale alguna otra porquería. Será trabajosa y poco fructífera, como todo lo que nos hemos encontrado aquí el último año. En fin, yé lo que hay...


Tras picar un poco, a las nueve de la noche comenzamos el retorno. Lo bueno de esta sima es que tardas lo mismo en subir que en bajar, y para las once y media estamos en la calle. La temperatura ha bajado un poco, y de camino para el coche se nos pega un mastín joven que, tras los ladridos del convenio, nos acompaña hasta el coche, encantado de lamer los harapientos -y sudados- monos de espeleo. Esperemos que no coja nada, el pobre...

jueves, 7 de julio de 2016

La banda del Gelo (1-3/07/16)



El viernes tarde nos encontramos cinco malhechores en la guarida del AER, respondiendo a la llamada de Gelo “The Kid”, líder de la "banda" más peligrosa y malvada de la cornisa cantábrica (según el sheriff de la FCE). Allí nos encontramos Zape “el Destripador”, Cristóbal “el Tempranillo”, Marta “La Cariñosa” y Calamity Pedro. El plan es asaltar y robar el Bank of Rubicera, famoso por sus defensas (como las putas estrecheces). Con todo perfectamente organizado, nos dirigimos en nuestros caballos hacia el objetivo. Lamentablemente, cada uno va por un camino diferente, mientras unos esperan a los otros en el Saloon Coventosa, los otros esperan en el punto de encuentro. Lo habitual...

Aparcadas nuestras monturas, nos dirigimos a Rubicera entre neblina y llovizna fina, pero que empapa. Nos cambiamos de ropa y observamos atónitos las viandas que el Tempranillo ha comprado: entre otras delicias, dos empanadas que parecen platillos volantes y que, contra todas las leyes de la física conocidas, logra embutir en la saca.

 Entramos en los dominios de Rubicera, y tras un avance rápido (ya vamos con el piloto automático), pronto nos encontramos con el primer obstáculo: nos han robado la cuerda que teníamos en el P.30. Al menos, la UME ha sustituido la instalación vieja por una cuerda negra, pero bajar y subir por el volado nos retrasará. De mientras, hacemos cábalas de quién se ha podido llevar la cuerda: la UME por error, algunos de los "jóvenes emprendedores" que pululan por el gremio... Llegamos al río y remontamos, y Zape se empeña en tratar de hacer una escalada a pelo a una ventana que parece pasó desapercibida para la SEII; lo expuesto del paso le hace desistir, y lo dejamos para la vuelta. Llegamos al vivac cerca de las doce de la noche, y damos buena cuenta de las empanadas (que milagrosamente han llegado enteras). Con ellas aún en la garganta, nos vamos al saco...




Al día siguiente nos levantamos sin prisa, entre "egunonsitos", pues varios miembros de la banda habían realizado diversos "trabajos" que requerían un sueño reparador. Desayunamos abundantemente, y para la punta. En la cabecera del pozo que da paso a la Sala de la Momia Verde nos separamos: Gelo y Zape recogerán material, y subirán por el otro lado hacia las galerías finales, que pretendemos revisar concienzudamente. Marta, Cristóbal y yo iremos por la bella Galería Multiorgásmica, ellos para hacer una escalada, y yo para mirar y topografiar varias gateras pendientes. Cuando estamos en la estrechez, Zape nos llama: una piedra le ha golpeado a Gelo en la cabeza y el hombro. Tras unos momentos de incertidumbre, nos confirma que, aparte de un corte y un buen chichón, el jefe se encuentra bien, así que seguimos con el plan.


Marta y Cristóbal comienzan una escalada a un tubo colgado amplio y evidente, con muy buena pinta. Yo reviso y topografío las gateras, llenas de bellas formaciones, pero que acaban cerrándose, al menos, permiten sumar unas cuantas decenas de -incómodos- metros. Dejo a los escaladores cuando ya han llegado a la parte más tiesa de la escalada, y voy a reunirme con los otros dos. Gelo luce un bonito parche de cinta aislante (jlamour, como siempre) y tiene el hombro dolorido, pero insiste en continuar. Echamos un vistazo a los restos del oso, que no dejan de maravillarnos, y luego comenzamos la revisión de la zona. Nos dirigimos hasta el final, valorando la posibilidad de hacer dos escaladas. Tras verlas bien con el foco, queda claro que dan a estrecheces impenetrables, por lo que las descartamos. La morfología de estas galerías, y la práctica ausencia de restos animales, nos lleva a pensar que osos y resto de fauna no entraron por aquí. Retrocedemos revisando algunas incógnitas estrechas, que se cierran, y realizando una escalada al pie de una pared en la que hay restos de caracoles y una leve corriente de aire, también sin éxito.




Retrocedemos hasta el lugar donde nuestros compañeros han realizado la escalada: ni ellos ni la cuerda están. Suponemos que se la han llevado para continuar la exploración, así que vamos a conocer las bellas galerías que nacen allí mismo, que ninguno de los tres conocemos. Las formaciones son impresionantes, con un tono lechoso pocas veces visto. Al regresar de la visita, nos encontramos con los andaluces, tal y como relata Marta:

El intento de sacarle al Bank of Rubicera unos “kilos” más, lleva a los audaces “El Tempranillo” y “La Cariñosa”, a escalar unos 30 metros, que logran superar después de esquivar la continua lluvia de proyectiles que se precipitaban sobre ellos cada vez que daban un paso más hacia su objetivo. ¿Qué guardará para defender tan tenazmente semejante baluarte? Una vez arriba, comprueban ilusionados como una rampa de unos diez metros se precipita en una sala de grandes dimensiones (de unos 60x40 metros). ¿Será ésta la puerta a los nuevos tesoros escondidos?


Tras una pequeña fiesta de celebración, que para eso son bandoleros y andaluces, prosiguen su trabajo. Aterrizan en una sala con suelo de arena y salpicada de bloques. En uno de sus laterales encuentran bellas formaciones similares a las encontradas en las hermosas galerías de donde vienen. Sin duda estas gateras impracticables (incluso para sabandijas como ellos), conectarán con ellas.
Recorren la sala en todo su perímetro buscando la ansiada continuación. Trepan por dos meandros verticales y culebrean entre sus bloques. Todo acaba cerrándose y no sienten nada de aire. Cabizbajos emprenden la retirada haciendo el plano de esta sala inexpugnable y el pozo de los deseos. Que se quedó en eso, en deseo. 


Desinstalan todo y logran descender, una vez más con gran pericia, sin ser alcanzados por ningún artefacto volador. En una sincronización perfecta con nuestros Casios F-91W, será aterrizar en la galería punto de encuentro y aparecer el resto de “la banda”. Estamos todos. Ninguna baja. Que tiemblen las colinas cántabras, “la banda de Gelo” seguirá dando que hablar.


Tomamos la determinación de desinstalar escalada y pasamanos que llevan a las galerías finales, pues todo ha quedado revisado. Mientras Zape y Cristóbal lo hacen, reviso otra estrechez que acaba dando a la diaclasa sobre la Sala de la Momia Verde. Después, y tras picar algo, nos encaminamos hacia el vivac.




En la Galería de los Imputados me acerco a mirar un pocete que había quedado pendiente desde que llegamos la primera vez. Parece ser un mero agujero entre los grandes bloques que tapizan la galería, pero... Se destrepa fácilmente, y el hueco va haciéndose más grande, con roca madre de frente. Es la pared de la enorme diaclasa a favor de la que se han formado los grandes ejes que hemos explorado estos años. Sigo destrepando hasta llegar a un nivel horizontal. Zape y Gelo bajan y nos dedicamos a revisar la galería, que acaba cerrándose por rellenos y derrumbes. Salimos topografiando hacia arriba, cerrando una incógnita más.



La cena a base de pasta fresca nos deja ahítos, y de nuevo con la digestión a medio comenzar nos vamos al saco. Ni la dormidina logra que la mayoría pasemos una buena noche, lo que no impide que otros amenicen la estancia con un celestial coro de ronquidos.

Efectivamente, el de la derecha fuma crack.

Al día siguiente madrugamos un poco más, ante la perspectiva de una buena comida en el Saloon Coventosa. El Bank of Rubicera se ha mostrado más cicatero de lo que esperábamos en riqueza, pero al menos hemos cerrado diversas incógnitas, y aumentado el desarrollo en casi 400 metros. Nuestro botín acumulado supera ya los 140 "kilos". De salida, sesión fotográfica y la escalada pendiente de Zape, que da a una galería que pronto vuelve sobre sus pasos, saliendo al conducto principal. Marta aprovecha para hacer un poco de turismo alternativo de vuelta al P.30, en cuya cabecera nos encontramos con unos chicos del Viana, que probablemente ya nos habían localizado por el olor. Salimos con un día magnífico, entre la mirada atenta de los buitres, y al llegar al coche hacemos uso (unos con más ímpetu que otros) del pilón cercano. Medianamente aseados, toca comida en Coventosa, en la terraza, pues los efluvios que emanamos están contraindicados para espacios cerrados; allí, entre plato y plato, y trago y trago, planeamos nuestro siguiente golpe...

Nada de diálogo y chorradas de esas. Sólo hay una forma de arreglar las diferencias...

Texto: Pedro M. y Marta Candel
Fotografías: Marta Candel