viernes, 29 de agosto de 2025

Tres tontos muy tontos: la secuela

 


26/08/25

La cámara nos falló... 

Hace unos añitos estábamos muy metidos en la exploración de la Sima de la Maza, una de las entradas del Sistema del Mortillano. La SEII había unido esta cavidad con la zona del Cuivo, pero nosotros habíamos decidido remontar el río que aparecía a -200. A partir de ahí, una serie de pasamanos y escaladas nos había permitido remontar un meandro muy alto y desfondado, hasta llegar a una galería con bloques que desembocaba en una amplia sala caótica.

Allí hicimos una serie de escaladas, intentando acceder a una sima con aire que conocíamos en el exterior, pero no hubo manera. La revisión de la sala y otras pequeñas escaladas tampoco dieron fruto, excepto aquella que nos dio acceso a una galería sobre areniscas sobre la que se deslizaba un río.

La exploración de esta zona fue, como dicen los compañeros franceses, “penible”: una rampa de arenisca muy resbaladiza con unos 15 grados de inclinación, que obligaba a avanzar a rastras, tanto por la altura como por el hecho de que cualquier traspié te llevaba a deslizarte hacia atrás; la necesidad de usar neopreno, pues te arrastras por el agua; y la aparición de diversas escaladas en roca de muy mala calidad.

Varias entradas nos permitieron avanzar casi medio kilómetro por este meandro. En octubre de 2018, Gelo, Wychy y yo llegamos hasta la base de una escalada deunos 6 metros en una cascada en arenisca descompuesta. Fue una punta de 14 horas, y nos dejó el cuerpo hecho un cromo. Tampoco las perspectivas parecían muy halagüeñas: continuar por un estrato areniscoso hasta dar, quizá, con el sumidero de Rueñes (otro desagüe). Había otros sitios donde desperdiciar nuestra segunda (o tercera) juventud…

En los siguientes años se nos han abierto muchos frentes; si le sumamos el mal recuerdo de la última punta, y que tampoco somos tan tontos, se entiende que fueramos orillando esta zona… hasta ahora.

La última semana de agosto Wychy tiene vacaciones y pensamos ir de vivac al Carcabón, pero la meteo no acompaña, así que optamos por volver a La Maza. Seguro que no era tan malo, joder.

Así que el lunes a las 8.30 quedamos en el club, y dado que la jornada se prevé larga, castigados sin café. Los mismos tres que hace siete años: el paso de los años te hace más viejo, pero no más sabio…

 


Para las 9 y poco ya estamos peleándonos con las árgomas, y a las 10 entrando en la sima.

Joder, pues sí, no era para tanto. Un meandrito que te obliga a negociar los pasos, pero no mucho; pocetes un poco estrechos, pero no mucho; un par de pasos de contorsionarte, pero no mucho; un poquito de agua pero no mucho, un meandrito acrobático pero no mucho, unas piedras inestables pero no mucho…

Llegamos a la gran sala y comemos (pero no mucho) allí para ir más descargados en la siguiente etapa del periplo: la arrastrada por la arenisca resbaladiza. Nos ponemos los neoprenos, preparamos el material de escalada y cargamos cuerdas y chapas en previsión de que aparezcan más escaladas. Venga, que no puede ser tan malo…

Desde el minuto uno los traspiés son la norma. Gelo, en particular, sufre con unas rodilleras que más parecen patines. El avance es penoso, y comenzamos a recordar porqué nos tomamos con tanto filosofía el retomar esta exploración. Vamos superando las diversas escaladas que se habían hecho en 2018, algunas de ellas bastante acrobáticas. El material ha aguantado bastante bien, pero reforzaremos unos cuantos puntos que están con multis de 6 (si es que nos conformamos con poco). Por ahora, toca intentar llegar a la punta, cosa que hacemos pasadas las tres de la tarde.

La base de la escalada es una gran marmita que te llega al cuello. Wychy comienza a trepar por el meandro previo, en diagonal. Un par de pasos expuestos y una travesía le sitúan varios metros por encima de la cascada, por lo que desde allí podemos rapelar hasta su parte superior. La cosa promete: sigue grande, la caliza parece buena, coge tamaño, hace curva… y se jodió: una nueva escalada de unos 7-8 metros, en una arenisca completamente rota.

Valoramos qué hacer. Wychy hace una escalada a una revuelta del meandro, con la esperanza de que cortocircuite el muro de roca que tenemos encima, pero no es así. La escalada directa queda descartada, así que opta por ir a otro meandro colgado que queda a la derecha del río que se precipita por la cascada. A mitad de la escalada parece cambiar la roca, y las perspectivas con malas.

Armado de paciencia, y con un neopreno que no colabora a la movilidad, Wychy se pone a escalar, para atacar después en travesía la pared. Contra todo pronóstico, la roca es buena, excepto en la llegada al río, lo que obliga a Wychy a trepar un poco más para tener una cabecera decente, pero lo consigue. Encima, la galería parece tener la misma tónica.

Wychy instala y subimos Gelo y yo. Son ya casi las 9 de la noche, la mala calidad de la roca ha complicado mucho esta pequeña escalada. Wychy va en punta explorando, mientras Gelo hace la topo y me usa de punto viviente (hombre-objeto, no hay pa más). Pronto observamos que hay un cambio: ya no andamos sobre arenisca inclinada, sino sobre caliza muy pulida con una inclinación muy pequeña. La caliza, blanca, es bastante pura. A ratos, nos recuerda al cañón de Cellagua (aunque de dimensiones mucho más reducidas). De vez en cuando aparece algún estrato muy fino de arenista, y unas rocas con una tonalidad verdosa que no estamos acostumbrados a ver en el macizo.


Seguimos por el río, pero apenas llega nada por los lados: un par de aportes impenetrables, alguna chimenea de pequeñas dimensiones… No parece que la esperanza de cortar galerías fósiles se vaya a cumplir. Pero al de un rato, Wychy vuelve y dice que sí: por fin parece que el Sistema del Mortillano, tan cicatero en los últimos años, se apiada de nosotros…

Continuamos la topo hasta llegar a una zona en la que una gran rampa de roca, de más de 20 metros de altura, impide continuar por el río. Subo hasta el vértice de la rampa, y allí se ven una serie de conductos parcialmente desmontados. Mientras Gelo toma notas y Wychy reorganiza el material, me meto por uno para hacer una idea: tubo de 1,8x1,5, bien formado, niveles inferiores… La morfología ha cambiado radicalmente, y parece que aquí sí hay niveles estables fósiles.

Sin embargo, son ya cerca de las doce de la noche, y queda mucho trabajo por delante, así que toca dejar la exploración.


Volvemos, y a Gelo le toca rehacer la última escalada de Wychy para recuperar todo el material. Después, con el material que nos queda, aprovechamos para retocar algunas instalaciones. La bajada por el río de arenisca es más llevadera que la subida, pero nos obliga a extremar las precauciones para no dar un patinazo.

Finalmente llegamos a la sala a las dos de la mañana. Quitamos los neoprenos, comemos algo y bebemos un poco de agua (filtrada). Toca encarara la última parte de esta jornada: el meandro y los pozos. Nos lo tomamos con filosofía, pero los neoprenos mojados pesan lo suyo, y las horas de esfuerzo previo se van notando.

Cada uno sube a su ritmo: Wychy, filosófico, como siempre; Gelo, tarareando un soniquete que pronto se me pega; yo, jurando en hebreo (nótese que no hay antisemitismo en este comentario) y pensando que a buen seguro había cosas mejores que hacer que estar aquí metido…

 


Finalmente, pasadas las cinco de la mañana llegamos al exterior. Nos cuesta un buen rato comunicar con el 112, pues como obedientes espeleólogos cumplimos el absurdo trámite de llamar antes de entrar (y al salir). Un corzo no puede dejar de mirar sorprendido a estos especímenes que salen de las profundidades…

A eso de las seis llegamos al coche. Han sido más de 19 horas bajo tierra, más la aproximación. Hacía siete años que no veníamos acá, pero desgraciadamente no podemos estar otros siete sin volver: las perspectivas son halagüeñas y esas galerías piden a gritos ser exploradas y topografiadas. Aunque ahora mismo, lo que gritan, son nuestras articulaciones. Mientras Gelo lucha por no dormirse al volante, vamos comentando las diversas opciones de cara al futuro: vivac, puntas de 20 horas… O tapiar la entrada, que sería lo más sensato. Pero, en el fondo, sabemos que los tres tontos muy tontos (y alguno más que tampoco descuella por su inteligencia) pronto volverán al agujero...

 

sábado, 19 de julio de 2025

Campamento Fuente Fría 2025

 Mortillano 04 al 12 de Julio de 2025.

Un nuevo verano ha llegado y de nuevo nos hemos reunido en el paraje de Fuente Fría en Astrana de Soba y van ya 24 ediciones de este campamento espeleológico.

La idea de explorar nuevas cuevas, nos sirve de disculpa para pasar unos días en medio de la naturaleza y en compañía de personajes con una mentalidad, o tara según se mire, similar a la nuestra.

Aunque este año hemos contado con la asistencia de un grupo de jóvenes, aun sin pervertir con el virus de la exploración de cuevas y que aún están a tiempo de salvarse.


Con estos mimbres partimos la tarde del viernes 2 de Julio, desde el local del club donde hemos cargado toda la impedimenta en varios coches y furgonetas. Luego subimos hacia la Gándara, donde hacemos una parada en el bar La colina, para hidratarnos y quedar con algunos colegas, mas tarde tomamos la pista que nos dejan en el Crucero, donde hemos quedado con David y su tractor.

Como contamos con el 4x4 de Nelin, decidimos cargar en él material para montar el invernadero que servirá de tienda colectiva y ganar así tiempo a la noche que se acerca.

Tras algún incidente con el barro en uno de los caminos, el todoterreno llega a Fuente Fría y poco después, comenzamos a montar el rompecabezas del invernadero, que nos lleva más de una hora de trabajo.

El tractor y el resto del equipo no llegan, por lo que nos tememos que ha llegado con retraso. Efectivamente, casi con la noche, llega el tractor con el remolque cargado hasta los topes con el material personal, la comida, el material y el resto de la impedimenta.

Se montan las tiendas individuales y las mesas del comedor con la cocina, donde calentamos una olla con algo de jabalí guisado que hemos traído, regado con vino.

Está será la primera noche que pasaremos en el campamento, con risas y bromas. Los jóvenes andaluces sobrinos de Marta y Cristóbal que nos acompañan este año, nos observan un poco alucinados.



Pasada las 01:00 se van los últimos al saco, acompañados por los chillidos de los lirones que pueblan el bosque de hayas.

El sábado amanece despejado y los miembros del campamento se van congregando en la tienda común para desayunar, cada uno a su gusto, aunque casi todos se apuntan a las tostadas con jamón.

Con mucha calma hacemos varios equipos de trabajo para repartirnos por el lapiaz.

Los jóvenes del campamento con sus padres y tíos, se irán de excursión por el bosque a visitar la cueva de Cofiar.


El resto se dirigen a tres de los objetivos fijados para este año, que incluyen dos cavidades que se dejaron equipadas el año anterior y la revisión de otra bastante lejana en la Maza del Cuivo.

También esta previsto reequipar una vieja cavidad ya explorada, pero que según la topo se encuentra justo encima de la punta de exploración de una de las anteriores y queremos comprobar si están relacionadas.

Por la tarde van volviendo al campamento los diferentes grupos con noticias a veces esperanzadoras y a veces decepcionantes, sobre las cuevas en las que han estado y todos se dirigen a la fuente, con el agua fría donde se encuentran las cervezas y demás bebidas frescas que aplacan la sed. Luego se ponen ropas más ligeras y frescas y buscan la sombra del toldo.



Al atardecer Fredo prepara unos torreznos y Ricardo como jefe de cocina la cena, que esta noche incluye judías verdes, lo que no es del agrado de las jóvenes promesas, que prefieren la carne.

El tiro con el arco que ha traído Turri sirve de entretenimiento para los jóvenes y no tan jóvenes, hasta que nos congregamos todos a la mesa para cenar.

Cuando tenemos las barrigas llenas, Berto saca la cazuela de hacer las Queimadas y todos miramos alucinados las llamas azules que salen de la olla, mientras remueve el orujo y canta unos conxuros.

Cuando nos pasan los cuencos de barro con el rico caldo y la fruta que está empapada en él, lo tomamos con alegría sin atender a las consecuencias que puede tener mañana.

El domingo trascurre de una forma similar y de nuevo se repiten, los pateos por el lapiaz, la bajada a las simas, los juegos para los jóvenes y los torreznos por la tarde. Se montan unas cuerdas en un árbol, donde los chavales practican la progresión por la cuerda.


El pronóstico del tiempo da lluvia por la noche del domingo y todo el lunes y empieza a cumplirse, con lo que nos concentramos en la tienda común, en la que empieza a correr el agua por debajo y a formarse  barro debajo de las mesas.

El lunes amanece igual y sigue así durante todo el día, por lo que todas las actividades en la montaña se paralizan y nos concentramos en comer, jugar a las cartas o al ajedrez y largas siestas con lectura en las tiendas.



Por la noche mantenemos la rutina de los torreznos y de la Queimada, a riesgo de prender fuego al techo del invernadero.

Por fin el martes amanece despejado y volvemos a la carga sobre las simas y lapiaces, mientras los jóvenes dejan el campamento para volver a sus casas, algunos con ganas de volver y otros liberados de esta tortura.

La noche llega despejada y con luna creciente que ilumina las calizas blancas de la montaña, lo que nos motiva para hacer una hoguera y repetir con el orujo al borde del fuego.

Es una noche mágica donde, se mezclan las llamas rojas del fuego y las azules del orujo ardiendo, las estrellas que nos cubren, la luna que aparece entre las hayas en el horizonte y las montañas reflejando su luz.



Los conxuros improvisados piden que nos lleguen nuevas cuevas y grandes pozos. Los últimos se quedan alrededor del fuego hasta bastante tarde.

Los conxuros tienen su efecto y al día siguiente la revisión de una antigua boca, nos permite seguir profundizando en el lapiaz y tener esperanzas de nuevos descubrimientos.

El resto de la semana trascurre con la misma tónica de días calurosos y noches despejadas y estrelladas con una clara luna, lo que nos hace repetir los rituales del fuego, los torreznos, la queimada y los conxuros.







Algunos compañeros se van y otros llegan, algunas simas se terminan y otras quedan pendientes para el año que viene, pero las risas, bromas y buen ambiente persisten.

La noche del viernes 11 es la última para nosotros y se desata una fuerte tormenta, en la que los rayos iluminan la tienda con fogonazos, seguidos poco después del estruendo de los truenos y el ruido del granizo golpeando el techo. La naturaleza en su plenitud.

Afortunadamente la mañana comienza sin lluvia y nos permite desmontar el campamento sin mojarnos y aunque el tractor llega un poco mas tarde de lo previsto y lo embarrado del suelo, nos da algún problema, conseguimos salir de la zona sin incidentes y llegar a Ramales sobre las 14:00, para descargar el material y luego irnos a comer a Asón donde Margari, lo que marca el final de la campaña de este año.

Podríamos hablar de los objetivos cumplidos o no y de los metros explorados, pero eso lo dejamos para la memoria, que no es cuestión de aburrir a personal.

El año próximo volveremos para las 25 edición de este engendro que repetimos todos los años como adictos.. Tendrá algo el agua de Fuente Fría ¿?

viernes, 13 de junio de 2025

La cueva del lirón dormilón

 Mortillano 07 de Junio de 2025.

La Sima de la Maza del Cuivo, es una de las 20 bocas del sistema del Mortillano y que los colegas de la SEII, exploraron y con mucho esfuerzo consiguieron unir al sistema.

Nosotros iniciamos una revisión en el año 2014, que tuvo sus frutos y nos aportan nuevas e interesantes galerías en forma de meandros, grandes salas, larguísimas escaladas por bonitas chimeneas naturales y un río sobre areniscas, que tenemos pendiente de exploración desde 2017.

La dureza de la punta, remontado el río con neoprenos o trajes secos, siempre ha sido una buena disculpa para dejarlo, para otro día, otro mes u otro año..

Foto Marta

Por fin este año nos hemos propuesto volver como MacArthur y completar la exploración río arriba que dejamos al pie de una pequeña cascada.

Pero primero se hace conveniente revisar el material instalado en la sima desde hace varios años y cambiar los anclajes o cuerdas que puedan estar deteriorados.

Con esta intención nos juntamos este sábado, cuatro personajes de la fauna local, Marta, Zape , Cristóbal y Ángel, con un pronóstico de lluvias ligeras, que esperamos no nos den problemas en el laminador del río.

A las 9:30  estamos en el club, donde cogemos unos 20 anclajes, el taladro y una cuerda de 20 m. Tomamos café en el Willy y subimos en la furgo de Zape.

En el cruce de San Pedro, a Zape le apetece subir por San Pedro y tomamos la tortuosa carretera. Una vez en el pueblo tomamos la pista pero nos equivocamos y seguimos por la que va a la Canal. Damos la vuelta y tomamos la de la izquierda que nos lleva al bosque bajo Mazo Grande, pero nos encontramos con una manada de vacas y tardamos un buen rato en poder pasar.

Llegamos a la pista de la Maza, en la que han hormigonado algunos tramos y rellenado otros, con lo que la furgo puede subir hasta los prados.

Foto Marta

Nos cambiamos y cruzamos el prado recién segado, nos hemos equipado con tijera de podar e incluso un machete, en previsión de la zona final de la boca, que seguramente este muy cerrado de monte. Dejamos el prado y tomamos los restos de una pista que bordea el regato. La seguimos y llegamos  bastante bien hasta la valla de alambre donde empieza el monte.

Después de la Valla sigue el bosquecillo de robles, que también está pisado por la vacas, por lo que está bastante limpio, hasta el bosquete de avellanos de la boca, que si está cerrado por árgomas, pero a la derecha se puede pasar por avellanos secos. Con el machete y la tijera  lo dejamos bien. El suelo de la boca esta cubierto de trébol o similar.

Saco el material de la saca de transporte y me doy cuenta de que he olvidado el mono interior, así que tengo que entrar con los pantalones de monte y la camiseta térmica.

Sobre las 12:15 entramos en la boca y empezamos a bajar cambiando anclajes y sobre todo colocando varios Abalakov para reforzar algún anclaje.

Esta parte de la sima después de la gatera de entrada, es básicamente un meandro alto y no muy estrecho, que se retuerce y por el que se avanza andando en casi todo el tramo, con algunas estrecheces incómodas, con pozos cortos intercalados y con un pequeño curso de agua.

Foto Marta

Justo después de pasar un paso estrecho, encontramos en un hueco, casi en el suelo, a un lirón enroscado y completamente dormido. Hablamos en susurros y le hacemos fotos, pero el tío ni se inmuta, por lo que seguimos nuestro descenso con la duda de si estará allí a la vuelta.
La instalación de la cueva no está tan mal como pensamos y solo se cambian unos 8 anclajes con las cuerdas bastante bien conservadas.

Foto Marta

La zona final se pone más vertical con pozos de unos 20 m., que nos dejan en un nivel de areniscas por la que llegan varios ríos, que se unen al que bajamos y forman uno más importante. El techo baja en algún punto y hay que arrastrarse casi a nivel del agua, tratando de no mojarse mucho y pensando que si hay crecida ese punto será difícil de superar.

Foto Marta

Dos grandes cascadas son evitadas con pasamanos y péndulos, que nos alejan del río, que sigue su curso hacia el fondo de la sima de Cellagua, en las zonas profundas del sistema del Mortillano.


Foto Marta

Ahora tras otro pozo, ascendemos por un meandro desfondado con el ruido de otro río unos 40 m. mas abajo. Este meandro fue nuestro descubrimiento en esta sima y nos abrió nuevos mundos. Varios pasamanos y resaltes son superados, hasta alcanzar una galería de bloques y tierra, que se va haciendo más amplia y que nos deja en una gran sala, a la que llega un río desde otro nivel de areniscas. Este río ha sido explorado remontado cientos de metros de galerías con cascadas que han sido escaladas hasta nuevos niveles de calizas, en los que está la punta desde 2017.

Foto Marta

Nosotros llegamos a la sala del río sobre las 15:00 y comemos un poco de todo, pero me despisto y me pierdo un trozo de la tortilla de la madre de Zape.

Luego vamos al pie de la escalada de Marta en una larga galería lateral y recogemos todas las cuerdas que quedaron allí en 2021, desequipamos los pozos, remontes y pasamanos de esta galería.

Como no podemos evitar el instinto explorador y nos cuesta resignarnos, que esta zona tan ventilada y cercana a las galerías de Rubicera, se termine sin más. Marta asegurada por Cristóbal sube a una posible galería, que ha visto Zape entre los grandes bloques que forman la entrada a la galería lateral. Pero solo hay un largo laminador formado por la gran fractura de los bloques.

Contamos el material y dejamos unas  cuerdas y unos anclajes para las próximas actividades de exploración río arriba.

Sobre las 17:00 iniciamos la vuelta, bien cargados con cuerdas sucias, mosquetones y placas viejas. Cuando llegamos al meandro donde duerme el lirón, avanzamos despacio sin hacer ruido.

Foto Marta

Nuestro colega subterráneo, sigue allí enroscado roncando plácidamente, lo que nos hace comprender la expresión “dormir como un lirón”. Nos preguntamos si estará habilitado en la Federación española y si habrá llamado el 112 antes de entrar al agujero, como no avise de su salida, si se activara unos de los varios socorros que tenemos en Cantabria y puede que le sancionen por imprudente.

Con estas dudas en nuestra cabeza, llegamos a la calle sobre las 19:00 muy pronto para lo que suele ser habitual, luego volvemos a la furgo y bajamos al Colina a hidratarnos, luego al Rufaco a cenar un plato combinado.

La sima ha quedado lista para un futuro ataque, que sin duda será muy largo, húmedo y cansado, pero que quizás nos permita encontrar nuevas galerías desconocidas y desempolvar el equipo de topo que este año esta parado.

Foto Marta