(13/09/25)
Para muchos espeleólogos, las
prospecciones son como las rectoscopias: algo desagradable que hay que hacer
por si aparece algo. A otros, sin embargo, nos gustan. Las prospecciones, no
las rectoscopias (bueno…). Así que el sábado, con la excusa de que ando medio
lesionado, dejo que los plebeyos (es que sigo mucho al subnormal de Llados,
bro) vayan a mover material a Rubicera, mientras Cristina y yo vamos en el Masserati
Golf a prospectar por encima de las últimas galerías que hemos encontrado en la
sima de la Maza. Hay niveles, bro.
Es una zona con abundante vegetación, por la que ya han pasado franceses, madrileños, ramaliegos y un señor de Valladolid, sin haber encontrado ni la aguja, ni el pajar. Ahora, helechos (y las consabidas garrapatas), los que quieras. Pero vamos, que no estoy para darme muchas turras de 20 horas como la de hace un mes, que tengo unos años. A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre. O algo así. Así que para allá vamos, situándonos en el extremo norte de las galerías encontradas recientemente, y barriendo el terreno, a ver qué sale.
Pues no sale nada, claro. Alguna de las surgencias y sumideros que ya teníamos catalogados en esta zona un tanto caótica, donde finos estratos de arenisca se mezclan con lentejones calizos, de tal manera que nada parece profundizar. Al de un rato, Cristina se va a mirar unos afloramientos calizos más al Oeste, y yo me voy a una vaguada que rompe un poco la dirección de las demás. Allí encuentro un par de grietas que ya habíamos localizado hace casi una década, con un poco de aire, pero nada muy claro. Hoy, el sur que hace no ayuda a determinar si hay una corriente clara o no.
Al sur de la vaguada me acerco a otra grieta que ya revisamos tiempo atrás. Lamentablemente, no parece haberse ampliado. En su extremo Oeste es muy estrecha; en el otro lado, un montón de bloques la tapían. Tiro un par de piedras: nada. Pero, al moverme en la estrechez, tiro un par de chinas (de hachís no), y una cae unos 4 metros. No suena mal. Al lío. Me pongo a quitar bloques hasta que destapo una parte de la grieta por la que puedo colar piedras del tamaño de un par de puños: suena amplio, aunque no hay ángulo para ver nada. Sigo quitando bloques hasta que, metido boca abajo en la grieta, ya no puedo más. Toca dejarlo y volver otro día.Al llegar a casa, lo pongo en el grupo de Whatsapp. Lo voy a petar. Nada, ni uno contesta. Claro, están en Rubicera. Mañana, cuando lo lean, todo van a ser parabienes y felicitaciones, ya verás.
Ni uno. Que no comenta ni uno. Que me han dejado en leído, hostia. ¿Qué pasa, que porque los 100 últimos agujeros que he encontrado han sido putiferios infectos, éste también lo va a ser? Que no, hombre, que no… Pero si está a 20 metros de galerías conocidas, y a los mismos metros en cota. Que me lo quitan de las manos…
(15/09/25)
Finalmente, y como el lunes es fiesta, Gelo se apiada de mí y nos dirigimos al torco (él, más resignado que convencido). Con la excusa de que sigo lesionado, dejo que Gelo haga todo el trabajo. Consigue mover los bloques, que se precipitan hacia el fondo… y vemos un P.5 que da a una salita de cierto tamaño. Gelo baja, y desaparece de la zona iluminada por el sol. Al de unos minutos oigo: “¡Bájate todo!” Así que para allá voy, con la otra cuerda que -optimista- he traído.La salita casi se colmata completamente, pero un paso entre bloques en uno de sus extremos permite acceder a una rampa descendente inestable, que nos deja en la cabecera de otra rampa sobre lo que parece ser una galería. No hay mucha cuerda, así que Gelo apura un poco la instalación… y para abajo.
La galería parece desarrollarse sobre un estrato de arenisca negro igual que por el que avanzamos en la Maza. ¿Estaremos ya a esa cota? Hemos bajado unos 20 metros, y si la topo está bien, deberíamos estar allí. La galería parece ir hacia el Sur, siguiendo la pendiente del estrato. En el techo también apreciamos arenisca: la galería se ha desarrollado entre un pequeño paquete de calizas, un sandwich. La morfología nos recuerda mucho a Mortero del Crucero. Pero, poco a poco, la galería se va ampliando, excavada en unas margas hojosas muy deleznables. Seguimos bajando emocionados, esperando dar a algo conocido en breve. Sin embargo, acabamos en una amplia sala muy negra, a la que llega otro pequeño aporte… que se desfonda en un enorme pozo de más de 40 metros. No hay material para continuar, así que salimos revisando alguna pequeña galería lateral, y teorizando sobre dónde podría dar el pozo. Hay dos opciones: o sigue hacia el sur (y no uniremos con la Maza), o este pozo es una gran chimenea que había en el penoso río negro que remontamos hace unas semanas. No hemos traído material de topo (tan optimistas no éramos), así que tocará esperar para salir de dudas.
Salimos a la calle contentos. Las nubes se ciernen sobre nosotros, y las primeras gotas nos caen al llegar al coche. El sábado, acá volveremos, con cuerda, material de topo e ilusión. Y es que a veces las rectoscopias salvan vidas. Y a veces las prospecciones salvan meniscos. Claro que, la mayoría de las veces, solo contribuyen a desgastarlos más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario