domingo, 2 de diciembre de 2012

Explorando, que es gerundio

¡El Mortillano ha muerto, viva el Mortillano!

Estoooo... no. No ha muerto ni mucho menos. La mayor cueva de España (por ahora) sigue creciendo y creciendo (mmm, el tamaño importa). Y los dos tontos muy tontos (o tres, o cinco, o seis... dependiendo del día, las ganas y las peleas conyugales) siguen y siguen arrastrándose cual viles gusanos por las entrañas del Mortillano, haciendo tiempo mientras llega una hora políticamente correcta para ir al bar, rezando porque la cosa se acabe y no haya que volver a ese paso jodidamente estrecho, a esa  montonera inestable de bloques que parece un tetris, al tramo barroso que te succiona la bota (¿succiona? quizá deberíamos ir tumbados boca abajo...).

Y la mayoría de las veces, sus plegarias son escuchadas: tapón de bloques, colada, estrechez... y la cosa se acaba. Pero, algunas veces (muy pocas, afortunadamente), la cosa se estropea. La estrechez se ensancha (por las buenas o por las malas), la gatera acaba, la escalada da sus frutos... y las cervezas se alejan, mientras que en el horizonte vislumbramos que, en las próximas semanas, las agujetas van a ser de cojones...

Y como últimamente hemos tenido (mala) suerte, pues qué mejor que compartir nuestras penurias con todos aquellos sádicos que disfrutan de la desgracia ajena. Por si lo de los desahucios se les queda pequeño, acompáñennos en estas andanzas subterráneas bajo las garmas y los hayedos del Asón...

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