sábado, 25 de enero de 2014

De ferratas en Socueva (5/01/14)

Cristina Robles Herrero



Amanece otro día nublado y con viento pero como parece que el sol se quiere dejar lucir un poco, decidimos (por fin) subir a la ferrata de Socueva… ¡¡con las ganas que tenía!! Aunque en mi cabeza resuena un runrún que me atormenta “Es extremadamente difícil” “Solo han logrado subir hasta ahora algunos machos alfa” “Requiere mucho brazo” (bahhh ¡¡no me creo nada!!).


Aparcamos el forete bastante abajo porque el pobre ya no está para muchos trotes y en un plis plas nos plantamos en el inicio de la vía. El paraje es incomparable y parece que el día, por fin,  nos va a dar un respiro.


En esta ferrata se han de superar tres grandes muros. El primero empieza siendo un poco más exigente que el de otras vías que hay por aquí, pero nada para asustar a nadie. Te cansas bastante porque hay pocos peldaños y estos están muy separados. Por eso tienes que apañártelas para buscar otros peldaños naturales. También te tienes que estirar todo lo que puedas y más y a la vez hacer mucha fuerza con los brazos (en estos momentos te das cuenta de todo lo que has comido de más estas navidades) y te sientes como un caracolillo que no puede con su caparazón. Sin embargo, ¡sigo pensando que es muchísimo más difícil andar por un lapiaz! Subimos hasta la primera ramificación donde comienza a chispear y tenemos que decidir si vamos por la vía más difícil o por la normal… Por la variante más complicada subes verticalmente unos 30 metros por una pared extraplomada, a ratos, mientras que por la izquierda evitas los techos avanzando horizontalmente. Tras unos instantes de alta tensión, decidimos tirar por el camino fácil, pues creo que aún no tengo los bíceps preparados… Resulta ser una vía muy agradable y te permite ver el valle desde la inmensa pared que unos metros más abajo esconde a la ermita de San Juan. Este tramo puede resultar difícil únicamente porque tiene muchos peldaños circulares pequeñitos en los que solo te caben las puntas de los pies y donde tienes que hacer cambios habilidosos y movimientos rápidos de pies y manos. 

 
Ambas vías van a parar a una pequeña len herbosa que nos lleva al segundo gran muro que tenemos que subir (unos 60 metros). Este no presenta mayor dificultad, si te has acostumbrado ya a la distancia entre los peldaños, a los peldaños naturales que tienes que buscar y a los peldaños redonditos donde apenas cabe medio pie. El tercer muro es el más corto, y sin duda el más fácil.

La bajada en estos días de invierno se convierte en un despiadado barrizal por lo que el pobre Pedro, sin poder evitarlo, me deleita con una graciosa culada.



1 comentario:

  1. ¿¿¿¿¿¿"el pobre Pedro"????? hay se ve un cariño y un mirar con buenos ojos.....

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