jueves, 4 de noviembre de 2021

Clásica fábula esdrújula de típico sábado tétrico (30/10/21)

 (Fotos y vídeos: Ángel García).

Nota: para los que accedáis con Android, marcad la opción de "ver en formato web" de más abajo, para poder ver los vídeos.

Me dice Añi que soy un puto vago (bueno, como es cortés lo dice con más delicadeza), y que escriba algo sobre nuestras desventuras espeleológicas, épicas, mongólicas y demás esdrujuleces que ahora mismo no se me ocurren (a ver durante la redacción de este truño...).

Pues el sábado 30 quedamos Gelo, Zape y yo para ir a la Torca de los Cubillones. La mitad del club tiene un ágape etílico de proporciones cósmicas, y probables resultados cataclísmicos (a tope con las esdrújulas), mientras que otros están de recuperación o de curro. Salimos de Ancillo, donde nos encontramos con José Miguel, que nos mira socarrón, y enfilamos el desvaído sendero de animales que nos permite acercarnos a la torca.

 
 
Gelo nos va contando sus aventuras y desventuras con los "media": entrevistas para prensa escrita, digitales, radio y televisión a cuenta de la famosa sala. Esta semana ha estado grabando con TVE, y le han obligado a reptar cual gusano saliendo del Carcabón ("la fama cuesta, Leroy..."; si has entendido la cita, recuerda que probablemente tengas una visita pendiente con el urólogo -una de las esdrújulas más desagradables del diccionario). De aquí a un par de semanas le vemos en Sálvame; o en OK Diario (hablando de cosas desagradables...).
 


 

Nos cambiamos en la boca, y Zape tira para abajo, con Gelo en medio, grabando algo para atender a sus múltiples compromisos con la canallesca. Desgraciadamente los modelos son un castreño poco fino y un calvo gafoso harapiento: esto no lo echan ni en La Trece... Cristóbal y Zape (alias Pepe Gotera y Otilio) estuvieron hace unos días alicatando las gateras, al tiempo que arreglaban la traída de aguas en el P.23. La verdad es que ha quedado niquelado, sólo falta el gotelé... y tapiar el puto agujero.





En la cabecera de la megasala, ataque de pánico. Cagondios, con lo bien que estaba yo tramitando PCRs y metiendo el "chis" a los niños por la nariz... Gelo se regodea grabando mi poco estiloso deambulear por el pasamanos de acceso, con el careto pálido por el pánico (para esdrújulas estoy yo ahora, sí). Menos mal que he cambiado las bagas; y los mosquetones; y la polea (que estaba fina cual piel de ofendidito postmoderno)... Así, cuando llegue abajo sólo tendré que cambiarme los gayumbos...

 


Una vez abajo, comemos algo y nos dividimos: dado el olor que emana de mi ropa interior, Gelo y Zape deciden hacer equipo y se van a terminar de revisar la línea de pozos que quedó pendiente en mitad de la sala. Yo comienzo a revisar el borde de la sala desde el punto S5 en sentido contrario a las agujas del reloj (y digo yo: si todos usamos un Casio digital, qué cojones será eso de las agujas... Ah, vale, para meter los "chis" y el 5G). Toda la superficie está completamente tapizada de bloques de variadas dimensiones (llanos, agudos y esdrújulos, por supuesto), y la revisión es lenta, aunque exhaustiva (noten que esta no es esdrújula, pero tiene una "h" en medio, lo que aporta caché; sobre todo, si he sido capaz de ponerla en su sitio). En buena parte del perímetro los bloques impiden cualquier atisbo de continuación. En las zonas donde los bloques son más grandes puedo descender entre ellos, aunque poco a poco las rampas se van rellenando. Mmmm... aquí parece que la cosa tira... Vamos... Tiene buena pinta... Joder, vaya aspecto más malo tienen esos bloques... Pero hay agujero. Bueno, pero seguro que no tira, ¿verdad? La verdad es que parece que sí. Pero tampoco se tiene porqué enterar nadie... A tomar por culo, una incógnita menos.

 


Unas tres horas después oigo a Gelo y a Zape: han acabado de descender la línea de pozos, tanto la principal como la paralela, pero ambas se han cerrado, sin aire, tras descender unos 70 metros más de la base de la sala. Se unen a la revisión del borde, y Zape sube a una repisa con curiosas excéntricas negras. Desde ella accede a un tubo descendente, por el que llega a una estrecha y alta fisura en la que me encuentro yo tratando de quitar un par de bloques empotrados para poder pasar. Más que una galería, parece una fisura tectónica por la que circula un poco de aire, pero no parece tener mayor importancia.

Después nos acercamos a la zona a priori más interesante: aquí la pared de la sala parece cortada a cuchillo, una gran falla en cuya base las piedras se cuelan al menos 20 metros. Mientras Gelo va a por material, Zape y yo revisamos el lateral, encontrando una pequeña galería que se colmata al de unos metros. La tradicional impaciencia de Zape le lleva a destrepar la fisura, donde desaparece un buen rato. A su vuelta nos dice que, tras una estrechez, ha logrado encontrar una galería de 2x2, con barro y formaciones muy antiguas, y que ha seguido hasta la cabecera de un P.6, con algo de aire. Aunque la corriente no es muy notable, es lo primero que encontramos con aire y que no es un mero laberinto entre bloques. Dada la hora, dejamos clavada la cabecera de la fisura, y nos retiramos.

Al llegar a la base de la cuerda (que cuesta encontrar en esta inmensidad, pese a los reflectantes) Zape se da cuenta que ha dejado su material en la mencionada estrechez, por lo que le toca volver a atravesar toda la sala... De mientras, suspiro (bueno, hiperventilo) y comienzo a subir el chicle... digooo la cuerda. Venga, tiradas de diez, que tú puedes. En mis tiempos, los volados de 65 sí que eran volados, y no los de ahora... Su puta madre, no sé si me pesa más la saca, el miedo, el reventón (en realidad, es el miedo, pues voy casi de vacío)... Una vez arriba, espero oír a Gelo fuera de la vertical y tiro poco a poco para la calle... Contribuye mucho a la tranquilidad de espíritu (última esdrújula del día) ver un spit saltado, mecagüen... 

 
Ya en la calle, nos recibe una noche fresca y el sonido del cárabo (pues no, mira, otra esdrújula más). Petates a la espalda, y para el coche, adonde llegamos una hora después. Ambientillo pre-Halloween en el pueblo (gracias a lo cual no desentonamos demasiado), y una cena reconstituyente para mineralizarse y vitaminarse (y colesterolizarse). El próximo día, más (con suerte, sin mí, que estoy yayo...). 
 

 

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