domingo, 17 de marzo de 2024

Si mi padre me viera...

                                                                                            Montes del Hornijo marzo de 2024

La búsqueda de una entrada superior hacia las galerías del Carcabon, se esta convirtiendo en una larga maratón, en la que nunca se ve la meta. Para estas pruebas hace falta gente “tenaz”, como Pedro Merino, que una vez se ha propuesto encontrarla nada le detiene, ni el abrupto terreno del monte, ni los ganzos que te atrapan hasta dejarte bloqueado.

Ha abierto multitud de viejos caminos del monte, en todas direcciones, localizando algunas bocas muy interesantes. Una de ellas, que hemos catalogado como FV7, presentaba una fuerte corriente de aire, que salía por un minúsculo agujero entre la tierra, que cubre el fondo de una pequeña dolina rodeada de encinas y ganzos. Está muy bien situada, en la vertical de alguna galería del Carcabon con fuerte corriente de aire.

Este sábado por fin, después de semanas de carnavales y lluvias, podemos dirigirnos hasta el lugar para tratar de buscar el camino de ese aire, que nos lleve hacia las galerías inferiores.

Estamos seis personajes hoy; Pedro Merino, Ángel, Marta, Zape, Cristóbal y su hija Maider que su padre piensa que pasar un sábado en medio del monte, es una idea estupenda para una joven de su edad.

Para que el trabajo se haga bien, es muy importante una buena alimentación así que llevaremos una parrilla y la bota de vino bien cargada, además de múltiples herramientas que no se venden en las tiendas técnicas, como azadas, palas y piquetas.

Tras el café y una corta aproximación en furgoneta, iniciamos el ascenso, por un camino que une varios prados. Nuestro paseo se ve interrumpido por un grupo de vacas de monte, que su dueño intenta que cojan el camino, pero tras varios intentos, se aborta la operación por que las vacas no quieren subir.

Continuamos por el sendero en forma de túnel en el bosque, que nos lleva a nuevos prados y de nuevo se pierde en la foresta. Pasamos por delante de una gran cueva bien conocida por nosotros y continuamos por un sendero cada vez más precario.

El avance se complica entrando y saliendo de dolinas cubiertas de maleza, entre grietas de lapiaz y saltando arboles caídos. Pasamos junto a una pequeña sima, que queda pendiente para otra ocasión que tengamos material de vertical.

Por fin alcanzamos la dolina que es nuestro objetivo y nos acercamos al agujero en la tierra que tiene aire pero no mucho, lo que va a complicar muchos el trabajo. Luego comprobaremos que El Carcabon esta sifonado y tampoco tiene aire, lo que seguramente explica que el sistema tenga poco aire.

Nos ponemos los monos y sacamos las herramientas de la construcción más que de la espeleología. Quitamos tierra con las azadas y pala, buscando de donde puede llegar el aire, cosa que no está clara y se convierte más un acto de fe que otra cosa.

La tierra se amontona en un lado de la dolina, mientras nos vamos relevando en la faena, algunos aprovechan para prospectar algo más por la zona.

Encontramos una gran roca bajo la cual parece salir algo del aire, y trabajamos a su alrededor, para extraerla, pero perdemos el aire y continuamos a ciegas.

 

Yo no puedo evitar pensar que si me “viera mi padre”, trabajando con la azada por amor al arte, sin mas beneficio que la esperanza de encontrar un camino hacia las galerías de la cueva que tenemos debajo, seguro que diría que estoy como una cabra y que soy tonto del bote.

 

Seguramente ambas cosas son ciertas.

Lo increíble de estas cosas, es que a pesar del cansancio físico, no se pasa mal y las risas son abundantes, definitivamente tenemos alguna tara.

No todo va  ser sufrir, y los guerreros también tienen que alimentarse e hidratarse, por lo que hacemos una parada, alrededor de la parrilla que hemos aprovisionado con viandas especiales para deportistas de élite, como morcilla, beicon, pollo y todo regado con buen vino de Rioja. La tierra mojada y el humo le da un toque a la comida.



Recuperadas las fuerzas reiniciamos el trabajo, aunque las barrigas llenas complican los movimientos agachados en el agujero.

La obra progresa aunque seguimos buscando el aire, mientras quitamos tierra y piedras sueltas, hasta que por fin aparece una pared que parece sólida, que nos da la esperanza de encontrar algo parecido a una cavidad. Mas tarde también encontramos el aire que sale entre la tierra y las piedras.

Son ya las 18:00 y solo hemos traído una luz, así que es una buena disculpa para dejar la faena y emprender el camino de vuelta, atravesando de nuevo la selva cántabra.

 


El día finaliza como no puede ser de otra manera en el bar en compañía de varios amigos y unas cervezas.

 
Capítulo II

Ha pasado una semana desde la anterior excursión a las entrañas del monte que cubre parte de la sierra del Hornijo y aunque tenemos varias bajas del equipo anterior, lo que es un signo de inteligencia por su parte, a los mas tontos Pedro y Ángel, se suman Patrick y Sandrine que están estos días por la comarca, Paco el seudocientífico del club y David, un espeleo de La Lastrilla.

 De nuevo pasamos por la boca de Carcabon a ver si hoy hay aire, pero debe de seguir sifonado ya que no se nota nada de nada. Así que las dudas sobre el aire que tendrá el agujero del monte son altas.

Otra vez nos encontramos ascendiendo por los vericuetos del camino, con una charla científica, en la que Paco trata de explicarnos los procesos geológicos de la zona y como y donde se han podido formar las ansiadas cuevas que buscamos. A pesar de sus esfuerzos, solo alcanzamos a comprender los rudimentos de las fuerzas que han generado este tortuoso paisaje.



Esta vez hemos traído un poco de material y Pedro baja la sima que hay por el camino, que hemos marcado como FV9 y que como suele ser habitual, se cierra sin mas interés en el fondo de un pozo de 6 m.

Seguimos hasta la dolina en obras, limpiando mejor el camino gracias a varias herramientas de limpieza que ha traído David y que despejan los accesos.

Nos ponemos los monos y comprobamos que hoy el aire del agujero es mucho mas fuerte y eso nos sube la moral, también vemos que las últimas lluvias han lavado el terreno y arrastrado tierra hacia el agujero.

Comienza el trabajo sacando montones de tierra y piedras con las que vamos formando un muro que contenga la tierra e impida que vuelva a caer en el agujero. De pronto aparece un trozo de un botijo, que nos deja asombrados de que los paisanos conocieran esta fresquera en medio del monte, camino de ninguna parte. También servirá para ponerle a la futura sima que esperamos encontrar, un nombre propio. Torca del Botijo.

A la derecha parece que tenemos una pared sólida y entre ella sale aire claro que incluso, emite un bufido, seguramente al pasar por algún pequeño agujero mas adentro.

El problema es la pared izquierda del agujero que estamos haciendo, que ya tiene cierta profundidad y está formada por grandes piedras sueltas y mucha tierra encima.

Perseveramos por la roca buena, sacando tierra pero hay mucha y termina por tapar la llegada del aire, que como es lógico sale con más fuerza por entre la zona inestable.

A una hora muy moderada para los españoles pero tardía para los franceses, como las 13:30, hacemos una parada para comer. Hoy no contamos con una comida tan selecta y nos conformamos con bocadillos, aunque Sandrine ha traído café y es un buen punto final para la comida.

De nuevo en la obra tratamos de volver a encontrar el aire por la zona de roca sólida pero se resiste, mientras sacamos más y más tierra.

Pedro y David aprovechan para seguir prospectando por la zona y cuando vuelven Pedro dice que en la dolina de al lado, hay un pequeño tubo con algo de aire. Es muy probable que sea una pequeña corriente de la larga fisura, que sube desde allí hacia lo alto de la montaña, pero de todas formas hacemos dos equipos y trabajamos en los dos agujeros a la vez, hasta que se confirma nuestras impresiones y el nuevo tubo parece no merecer la pena.


Por fin por un agujero pequeño nos llega el aire y se confirma que por este camino vamos bien hacia las profundidades de donde llega el aire.


Seguimos ampliando la zona hasta que casi nos pilla la noche y tenemos que recoger el tinglado y bajar por el monte. A medio camino tengo la genial idea de tomar un atajo, pero resulta ser un error y solo consigo hacernos nadar más y ganarme las pullas de las tropas.

Ya de noche llegamos a los coches, donde nos despedimos de los amigos franceses y como buenos españoles nos vamos al bar.

El futuro del agujero no está claro, pero seguro que nos va tener entretenidos bastantes días más, por que somos muy tercos y tenemos muchas ganas de buscar la puerta de emergencia del Carcabon.. 

Veremos dijo un ciego y nunca vio..

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