domingo, 12 de octubre de 2025

Torca del Yermo, una nueva entrada al sistema del Mortillano.

    04 de Octubre de 2025

Este sábado da lluvia a partir de las 14:00, así que buscamos una actividad cercana y la FN2 parece lo adecuado. Allí en la zona superior quedan varias incógnitas por despejar, en forma de pequeñas escaladas o travesías.

Foto Marta

Pedro esta lesionado con una especie de tendinitis en sus brazos, no está claro si por los trabajo de zapa que ha hecho en las laderas de Ason o de “tocarse”, puede que ambas cosas.

Wichi en temporada de caza ya ni responde, por tanto solo estamos cuatro para la actividad de hoy, Marta, Zape, Cristóbal y Ángel.

Quedamos a las 9:30 en el club, café en el Willy y subimos hacia Astrana. Nos encontramos a Blanca de la SEII en Astrana, hablamos con ella y le contamos lo de la nueva sima, en una zona que conocen bien y donde han trabajado mucho.

Decidimos subir por la pista de La Maza y Zape sube la furgo hasta bastante arriba, mas adelante mejora el firme, pero por si acaso la dejamos allí.

Nos cambiamos, subimos por la pista y en 20 minutos estamos en la boca con fácil acceso y un día caluroso de sur. Sobre las 12:00 entramos en la sima y nos repartimos en dos equipos.

Marta y Cristóbal forman el equipo andaluz y van hacia la galería lateral ascendente, mientras Zape y Ángel entran al primer meandro con bloques, que hay en la margen derecha de la galería principal.


Trepamos por detrás a lo alto de los bloques y desde allí, Zape hace una pequeña travesía a la entrada de un meandro, luego hay una salita y en lo alto, un paso estrecho que sube a una salita con chimenea, hay muchos restos de lirones o similar. Bajamos haciendo la topo.

Subimos a la galería ascendente, que tras un corto resalte de entrada, va cogiendo dimensiones con amplias rampas laterales de rellenos de margas y otros materiales. En el fondo una amplia sala donde todo parece cerrase, menos un pequeño meandro colgado a unos 5 m., allí vemos que Marta está terminando la escalada al meandro, por el que llega un pequeño aporte.

Mientras termina, Zape sube una rampa que continua a la derecha e instala una cuerda. Accedemos a unos tubos descendentes y estrechos.

Foto Marta

Solo el del medio lleva a una salita medio rellena, inclinada y con alguna otra salita lateral. Bajando un resalte se llega a otra salita con una chimenea pequeña.

Zape sube a una repisa y desde allí escala a un tubo, que conecta con lo alto de la chimenea. Desequipamos y bajamos a la galería donde están Marta y Cristóbal que han terminado la exploración en el meandro.

Foto Marta

Comemos juntos, aunque Cristóbal se ha olvidado la comida y Ángel el agua, que el Alzheimer hace estragos a estas edades.  Luego Zape y Cristóbal se van para la gran sala, mientras Marta y Ángel hacen la topo del meandro, que es amplio y llega a una salita, donde parten tres tubos con pequeñitos aportes y que como mucho siguen 15 m. hasta tapones de piedras.

Bajan a la galería y Marta desequipa el meandro.

Vuelven a la sala donde termina la galería principal y hay un gran pozo de 65m. que desciende hacia el río de la Maza. Allí los chicos han empezado la escalada al meandro colgado sobre el aporte sur, donde es posible que el meandro pase por encima de la charca que cierra este aporte.

Foto Marta

Cristóbal llega a lo alto, con un tubo amplio que conduce a otros más pequeños. Subimos los demás y hay algunos cruces que forman bucles y se van haciendo más pequeños o rellenos de arena y cantos.


Dejamos un ancho tubo pero muy bajo que precisa excavar para seguir, pero no tiene aire y pensamos que no merece la pena el esfuerzo.

Foto Marta

Bajamos y desequipamos la escalada.

Luego Zape y Cristóbal inician un pasamos por el oeste del pozo para llegar a un posible aporte.

Ángel hace una travesía por el norte del pozo sobre las rampas de escombros, para llegar a una zona donde el tubo del techo entra en los escombros, pero al llegar no hay nada.

Lo de Zape tampoco conduce a nada solo a la otra vía del gran pozo, con un pequeño aporte que podría llegar de un pequeño meandro.

Desequipamos todo y vamos a hacer fotos a la galería ascendente, donde Marta nos tienen un buen rato haciendo de monigotes, pero el que algo quiere algo le cuesta.

Foto Marta

Foto Marta

Salimos sobre las 19:00 con una lluvia fina, que nos acompaña hasta la furgo.

Foto Marta

Como es pronto para variar, tomamos algo en el Colina y cenamos en Ason.

Ha sido un día tranquilo de exploración que aunque ha terminado varias incógnitas de la cueva, nos ha aportado varios centenares de metros de topo y la torca FN2 que ya ha llegado a los 800 m. de desarrollo, merece un nombre propio.

Hablando posteriormente con Juan Casero de la SEII, nos comenta que esa zona se denomina por los locales como El Yermo, por lo que ya tenemos nombre para la sima, Torca del Yermo.

Para nosotros además de una bonita exploración, se ha convertido en un cómodo atajo para explorar las lejanas galerías del río norte de la sima de La Maza del Cuivo.

lunes, 29 de septiembre de 2025

De recompensas y sacrificios

 


20/09/25 

Pues llega el sábado y solo estamos cinco.

- ¿Y el champán? Si os dije que trajerais.

- Ya, como cuando íbamos a unir el Morterón de Cellagua, ¿no?

- Claro. Y unimos.

- Sí. 8 años después del día que llevaste el champán. Y nos lo bebimos. Y estaba malo. Y acabamos con diarrea, gilipollas.

- Joer, si solo nos centramos en lo negativo…

Así que tras un café donde Willy (que nos sugiere hacer desaparecer a algún cliente molesto en alguna torca; no concretamos precio, lo dejamos para otro día), vamos para Astrana. Descargamos las mochilas del maletero, y para arriba. Los demás van muy rápido; no sé si es por la motivación o para no oírme el enésimo sermón sobre las virtudes de las prospecciones… 

Llegamos a la sima y para adentro. Zape, Cristóbal y Marta van en cabeza, mientras Gelo y yo hacemos la topo (bueno, la hace Gelo: yo pongo la mano en alguna piedra, que lo mío es el trabajo especializado). Tras reinstalar el primer resalte (el otro día apuramos un poco), aprovechamos para revisar. Marta nos dice que tras una pequeña escalada a la derecha hay otra galería. Nos ha dejado una cuerda puesta, así que aprovechamos para topografiarla: va cogiendo dimensiones, y llegamos hasta la base de una escalada que, por hoy, nos detiene. A la derecha, trepo a una ventana y por allí también sigue.

Continuamos hacia el meollo, revisando otra galería muy peculiar, pues parece ser ascendente, pero con dirección Sur, algo que rompe la tónica de toda esta zona. Un sifón interrumpe la galería, y no parece que vayamos a ir muy lejos por ahí.

 

 



 

De vuelta en la gran sala, nos dirigimos al pozo. Zape se ha quedado sin cuerda (cómo le gustan las combas largas) y le acercamos las que llevamos. El pozo baja más de los 40 que le calculamos el otro día (unos 65), y es mucho más amplio.

-          - Joder, esto no parece la Maza. La chimenea por la que pasamos camino a la punta es más pequeña.

-         - Buffff...

Nuestra confianza cae varios enteros: yo ya me veo arrastrándome hacia el sur por kilómetros de laminadores estrechos sobre arenisca, y Gelo ve una estrechez en la que se acabará la exploración. Además, Zape -manirroto que es- dice que andamos justos de cuerdas. A que nos tenemos que salir, cagonlaputa. Finalmente apura, y con un pequeño roce baja la última tirada de unos 15 metros, hasta la base…

-          -  ¡Veo cuerdas! ¡¡Unimos!!

Menos mal. Ahora sí. Ahora ya me puedo poner MUY pesado. Sermón 317 sobre las virtudes de la prospección en camino. Non stop.

Para tenerme callado un rato, deciden comer en la base de la chimenea, que ciertamente es muy amplia (será que el otro día íbamos ya tostados por acá y no mirábamos más que la punta de las botas). Comemos en un rato, y decidimos ir hasta la punta norte de la Maza, aprovechando para dejar bien alguna zona un poco precaria de la instalación. 

Tras un buen rato, llegamos a la punta. Gelo comienza la topo, continuando en la gran rampa fósil donde lo habíamos dejado la última vez. Allí, aparecen un par de galerías pequeñas, y una más amplia que parece que baja. La siguen hasta una sala caótica, en la que los bloques impiden la continuación. Es todo tan inestable que no parece haber posibilidad ninguna, ni siquiera escalando (no hay nada estable en lo que instalar).

De mientras, me he ido por una galería pequeña, arenosa, que se retuerce continuamente. Veo restos de excrementos de animales, y lo que parece ser una cola (de ardilla o de lirón). El aire es evidente. Llego hasta un lugar en el que la arena casi colmata la galería; boca abajo, consigo meter la cabeza y veo que sigue: el aire viene de aquí.

Vuelvo para atrás, y Marta se viene conmigo. Ella revisa otras estrecheces laterales, mientras yo quito arena. Al de un rato, logro pasar. Una rampa ascendente me deja en una pequeña salita, en la que el aire parece dividirse: una parte va hacia arriba (luego lo comprueba Marta echando talco), y otra parte se va entre bloques. Tras los bloques comienza una galería de pequeñas dimensiones. La sigo un rato (unos 80 metros), pero ya es tarde, por lo que dejo un jito y me doy la vuelta.

Nos encontramos con Gelo, que ha comenzado a topografiar esta parte. Dada la hora, decidimos dejarlo para otro día, y vamos poco a poco hacia la calle. 

 

Marta aprovecha para sacar unas cuantas fotos en el pozo de 65; aunque nos tiene un buen rato haciendo el indio, la espera merece la pena (no hay más que ver las fotos). Finalmente, pasadas las diez de la noche, salimos a la calle…lloviendo (cómo no).

 


Ahora sí. Ahora exijo parabienes, loas, alabanzas, algún sacrificio humano (un niño estaría bien; de 1º de la ESO, preferiblemente). Gelo me da una gominola. Bueno, también me vale…

De camino al coche vamos haciendo cábalas sobre dónde pueden ir las nuevas galerías. Ciertamente, no tienen una pinta espectacular. Pero la corriente de aire es fuerte, y mientras hay torca, hay esperanza. Por de pronto, hemos logrado la entrada número 23 (creo) del Sistema del Mortillano, que ya supera los 147 kilómetros. Menos da una piedra (caliza).

Fotos galerías: Gelo.

Fotos pozo: Marta Candel. 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Rectoscopias

 


(13/09/25)

 Para muchos espeleólogos, las prospecciones son como las rectoscopias: algo desagradable que hay que hacer por si aparece algo. A otros, sin embargo, nos gustan. Las prospecciones, no las rectoscopias (bueno…). Así que el sábado, con la excusa de que ando medio lesionado, dejo que los plebeyos (es que sigo mucho al subnormal de Llados, bro) vayan a mover material a Rubicera, mientras Cristina y yo vamos en el Masserati Golf a prospectar por encima de las últimas galerías que hemos encontrado en la sima de la Maza. Hay niveles, bro.

Es una zona con abundante vegetación, por la que ya han pasado franceses, madrileños, ramaliegos y un señor de Valladolid, sin haber encontrado ni la aguja, ni el pajar. Ahora, helechos (y las consabidas garrapatas), los que quieras. Pero vamos, que no estoy para darme muchas turras de 20 horas como la de hace un mes, que tengo unos años. A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre. O algo así. Así que para allá vamos, situándonos en el extremo norte de las galerías encontradas recientemente, y barriendo el terreno, a ver qué sale.

 







Pues no sale nada, claro. Alguna de las surgencias y sumideros que ya teníamos catalogados en esta zona un tanto caótica, donde finos estratos de arenisca se mezclan con lentejones calizos, de tal manera que nada parece profundizar. Al de un rato, Cristina se va a mirar unos afloramientos calizos más al Oeste, y yo me voy a una vaguada que rompe un poco la dirección de las demás. Allí encuentro un par de grietas que ya habíamos localizado hace casi una década, con un poco de aire, pero nada muy claro. Hoy, el sur que hace no ayuda a determinar si hay una corriente clara o no.

Al sur de la vaguada me acerco a otra grieta que ya revisamos tiempo atrás. Lamentablemente, no parece haberse ampliado. En su extremo Oeste es muy estrecha; en el otro lado, un montón de bloques la tapían. Tiro un par de piedras: nada. Pero, al moverme en la estrechez, tiro un par de chinas (de hachís no), y una cae unos 4 metros. No suena mal. Al lío. Me pongo a quitar bloques hasta que destapo una parte de la grieta por la que puedo colar piedras del tamaño de un par de puños: suena amplio, aunque no hay ángulo para ver nada. Sigo quitando bloques hasta que, metido boca abajo en la grieta, ya no puedo más. Toca dejarlo y volver otro día.

Al llegar a casa, lo pongo en el grupo de Whatsapp. Lo voy a petar. Nada, ni uno contesta. Claro, están en Rubicera. Mañana, cuando lo lean, todo van a ser parabienes y felicitaciones, ya verás.

Ni uno. Que no comenta ni uno. Que me han dejado en leído, hostia. ¿Qué pasa, que porque los 100 últimos agujeros que he encontrado han sido putiferios infectos, éste también lo va a ser? Que no, hombre, que no… Pero si está a 20 metros de galerías conocidas, y a los mismos metros en cota. Que me lo quitan de las manos…

 

(15/09/25)

Finalmente, y como el lunes es fiesta, Gelo se apiada de mí y nos dirigimos al torco (él, más resignado que convencido). Con la excusa de que sigo lesionado, dejo que Gelo haga todo el trabajo. Consigue mover los bloques, que se precipitan hacia el fondo… y vemos un P.5 que da a una salita de cierto tamaño. Gelo baja, y desaparece de la zona iluminada por el sol. Al de unos minutos oigo: “¡Bájate todo!” Así que para allá voy, con la otra cuerda que -optimista- he traído.

La salita casi se colmata completamente, pero un paso entre bloques en uno de sus extremos permite acceder a una rampa descendente inestable, que nos deja en la cabecera de otra rampa sobre lo que parece ser una galería. No hay mucha cuerda, así que Gelo apura un poco la instalación… y para abajo.

La galería parece desarrollarse sobre un estrato de arenisca negro igual que por el que avanzamos en la Maza. ¿Estaremos ya a esa cota? Hemos bajado unos 20 metros, y si la topo está bien, deberíamos estar allí. La galería parece ir hacia el Sur, siguiendo la pendiente del estrato. En el techo también apreciamos arenisca: la galería se ha desarrollado entre un pequeño paquete de calizas, un sandwich. La morfología nos recuerda mucho a Mortero del Crucero. Pero, poco a poco, la galería se va ampliando, excavada en unas margas hojosas muy deleznables.  Seguimos bajando emocionados, esperando dar a algo conocido en breve. Sin embargo, acabamos en una amplia sala muy negra, a la que llega otro pequeño aporte… que se desfonda en un enorme pozo de más de 40 metros. No hay material para continuar, así que salimos revisando alguna pequeña galería lateral, y teorizando sobre dónde podría dar el pozo. Hay dos opciones: o sigue hacia el sur (y no uniremos con la Maza), o este pozo es una gran chimenea que había en el penoso río negro que remontamos hace unas semanas. No hemos traído material de topo (tan optimistas no éramos), así que tocará esperar para salir de dudas.

Salimos a la calle contentos. Las nubes se ciernen sobre nosotros, y las primeras gotas nos caen al llegar al coche. El sábado, acá volveremos, con cuerda, material de topo e ilusión. Y es que a veces las rectoscopias salvan vidas. Y a veces las prospecciones salvan meniscos. Claro que, la mayoría de las veces, solo contribuyen a desgastarlos más...