sábado, 19 de julio de 2025

Campamento Fuente Fría 2025

 Mortillano 04 al 12 de Julio de 2025.

Un nuevo verano ha llegado y de nuevo nos hemos reunido en el paraje de Fuente Fría en Astrana de Soba y van ya 24 ediciones de este campamento espeleológico.

La idea de explorar nuevas cuevas, nos sirve de disculpa para pasar unos días en medio de la naturaleza y en compañía de personajes con una mentalidad, o tara según se mire, similar a la nuestra.

Aunque este año hemos contado con la asistencia de un grupo de jóvenes, aun sin pervertir con el virus de la exploración de cuevas y que aún están a tiempo de salvarse.


Con estos mimbres partimos la tarde del viernes 2 de Julio, desde el local del club donde hemos cargado toda la impedimenta en varios coches y furgonetas. Luego subimos hacia la Gándara, donde hacemos una parada en el bar La colina, para hidratarnos y quedar con algunos colegas, mas tarde tomamos la pista que nos dejan en el Crucero, donde hemos quedado con David y su tractor.

Como contamos con el 4x4 de Nelin, decidimos cargar en él material para montar el invernadero que servirá de tienda colectiva y ganar así tiempo a la noche que se acerca.

Tras algún incidente con el barro en uno de los caminos, el todoterreno llega a Fuente Fría y poco después, comenzamos a montar el rompecabezas del invernadero, que nos lleva más de una hora de trabajo.

El tractor y el resto del equipo no llegan, por lo que nos tememos que ha llegado con retraso. Efectivamente, casi con la noche, llega el tractor con el remolque cargado hasta los topes con el material personal, la comida, el material y el resto de la impedimenta.

Se montan las tiendas individuales y las mesas del comedor con la cocina, donde calentamos una olla con algo de jabalí guisado que hemos traído, regado con vino.

Está será la primera noche que pasaremos en el campamento, con risas y bromas. Los jóvenes andaluces sobrinos de Marta y Cristóbal que nos acompañan este año, nos observan un poco alucinados.



Pasada las 01:00 se van los últimos al saco, acompañados por los chillidos de los lirones que pueblan el bosque de hayas.

El sábado amanece despejado y los miembros del campamento se van congregando en la tienda común para desayunar, cada uno a su gusto, aunque casi todos se apuntan a las tostadas con jamón.

Con mucha calma hacemos varios equipos de trabajo para repartirnos por el lapiaz.

Los jóvenes del campamento con sus padres y tíos, se irán de excursión por el bosque a visitar la cueva de Cofiar.


El resto se dirigen a tres de los objetivos fijados para este año, que incluyen dos cavidades que se dejaron equipadas el año anterior y la revisión de otra bastante lejana en la Maza del Cuivo.

También esta previsto reequipar una vieja cavidad ya explorada, pero que según la topo se encuentra justo encima de la punta de exploración de una de las anteriores y queremos comprobar si están relacionadas.

Por la tarde van volviendo al campamento los diferentes grupos con noticias a veces esperanzadoras y a veces decepcionantes, sobre las cuevas en las que han estado y todos se dirigen a la fuente, con el agua fría donde se encuentran las cervezas y demás bebidas frescas que aplacan la sed. Luego se ponen ropas más ligeras y frescas y buscan la sombra del toldo.



Al atardecer Fredo prepara unos torreznos y Ricardo como jefe de cocina la cena, que esta noche incluye judías verdes, lo que no es del agrado de las jóvenes promesas, que prefieren la carne.

El tiro con el arco que ha traído Turri sirve de entretenimiento para los jóvenes y no tan jóvenes, hasta que nos congregamos todos a la mesa para cenar.

Cuando tenemos las barrigas llenas, Berto saca la cazuela de hacer las Queimadas y todos miramos alucinados las llamas azules que salen de la olla, mientras remueve el orujo y canta unos conxuros.

Cuando nos pasan los cuencos de barro con el rico caldo y la fruta que está empapada en él, lo tomamos con alegría sin atender a las consecuencias que puede tener mañana.

El domingo trascurre de una forma similar y de nuevo se repiten, los pateos por el lapiaz, la bajada a las simas, los juegos para los jóvenes y los torreznos por la tarde. Se montan unas cuerdas en un árbol, donde los chavales practican la progresión por la cuerda.


El pronóstico del tiempo da lluvia por la noche del domingo y todo el lunes y empieza a cumplirse, con lo que nos concentramos en la tienda común, en la que empieza a correr el agua por debajo y a formarse  barro debajo de las mesas.

El lunes amanece igual y sigue así durante todo el día, por lo que todas las actividades en la montaña se paralizan y nos concentramos en comer, jugar a las cartas o al ajedrez y largas siestas con lectura en las tiendas.



Por la noche mantenemos la rutina de los torreznos y de la Queimada, a riesgo de prender fuego al techo del invernadero.

Por fin el martes amanece despejado y volvemos a la carga sobre las simas y lapiaces, mientras los jóvenes dejan el campamento para volver a sus casas, algunos con ganas de volver y otros liberados de esta tortura.

La noche llega despejada y con luna creciente que ilumina las calizas blancas de la montaña, lo que nos motiva para hacer una hoguera y repetir con el orujo al borde del fuego.

Es una noche mágica donde, se mezclan las llamas rojas del fuego y las azules del orujo ardiendo, las estrellas que nos cubren, la luna que aparece entre las hayas en el horizonte y las montañas reflejando su luz.



Los conxuros improvisados piden que nos lleguen nuevas cuevas y grandes pozos. Los últimos se quedan alrededor del fuego hasta bastante tarde.

Los conxuros tienen su efecto y al día siguiente la revisión de una antigua boca, nos permite seguir profundizando en el lapiaz y tener esperanzas de nuevos descubrimientos.

El resto de la semana trascurre con la misma tónica de días calurosos y noches despejadas y estrelladas con una clara luna, lo que nos hace repetir los rituales del fuego, los torreznos, la queimada y los conxuros.







Algunos compañeros se van y otros llegan, algunas simas se terminan y otras quedan pendientes para el año que viene, pero las risas, bromas y buen ambiente persisten.

La noche del viernes 11 es la última para nosotros y se desata una fuerte tormenta, en la que los rayos iluminan la tienda con fogonazos, seguidos poco después del estruendo de los truenos y el ruido del granizo golpeando el techo. La naturaleza en su plenitud.

Afortunadamente la mañana comienza sin lluvia y nos permite desmontar el campamento sin mojarnos y aunque el tractor llega un poco mas tarde de lo previsto y lo embarrado del suelo, nos da algún problema, conseguimos salir de la zona sin incidentes y llegar a Ramales sobre las 14:00, para descargar el material y luego irnos a comer a Asón donde Margari, lo que marca el final de la campaña de este año.

Podríamos hablar de los objetivos cumplidos o no y de los metros explorados, pero eso lo dejamos para la memoria, que no es cuestión de aburrir a personal.

El año próximo volveremos para las 25 edición de este engendro que repetimos todos los años como adictos.. Tendrá algo el agua de Fuente Fría ¿?

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