domingo, 13 de abril de 2025

Un día de resaca

                                                                                     Monte del Moro 05 de Abril de 2025.

El viernes algunos del grupo hemos estado de concierto en Santander, volviendo bastante tarde a casa, por lo que estamos un poco espesos. Con este estado, decidimos quedar tarde e ir a una cueva cercana a la que hace casi un año que no vamos, la Torca de La Calera en el cercano macizo del Moro.

Esta cavidad en la que hemos trabajado intensamente, durante algunos años y que ha sido generosa con nosotros, con más de 4 Km de galerías, interconectadas en varios niveles con pozos que los unen, parece que ya se encuentra en el final de sus posibilidades, aunque en esta actividad nunca se sabe, hasta que se quita el último tramo de cuerda.


Quedamos a las 10:30 en el club, donde nos juntamos cuatro, los castreños, Cristóbal y Ángel, la mitad de ellos medio lesionados, ya que Marta tiene un dedo aplastado y Cristóbal sale de un gran esguince de tobillo, unido a lo poco que hemos dormido, promete un día entretenido.

Nos movemos como perezosos y nos cuesta salir del Willy donde los pinchos nos atraen, pero finalmente subimos para la zona y aparcamos la furgoneta, para sacar los trastos del oficio. En este momento se sienten los síntomas de la resaca, cuando Zape descubre que no ha traído las botas. Montamos de nuevo en la furgo para bajar al pueblo a buscar unas botas viejas, que ha Zape le van a quedar un poco grandes pero mejor eso que nada.

De vuelta al aparcamiento, cargamos las mochilas y empezamos el camino con un cálido día de sur. He traído las tijeras de podar, que se hacen imprescindibles para cruzar el bosque de espinos que han crecido y cerrado parte del camino. Los andares de Zape con las botas de siete leguas, nos producen algunas risas.

Llegamos a la boca casi  a las 13:00, por lo que decidimos comer algo antes de entrar y liarnos, con lo que no entramos a la boca hasta las 13:30, un horario digno de otros entornos.

Bajamos los pozos, en los que no estamos hace muchos meses, comprobando que varios anclajes AS, se han podrido literalmente al igual que algunos mosquetones y una flor en una de las cuerdas.

Foto Marta

El objetivo de hoy es casi la última esperanza de que esta cueva nos de alguna alegría importante. En el fondo de un gran pozo de 120 m. al que llegamos por otra zona de galerías y pequeños pozos, hay una grieta con aire que parece ensancharse algo más lejos.

Foto Marta
Llegar hasta allí nos lleva más de una hora, con pozos bonitos, meandros concreccionados y galerías con ducha. Un tramo final de reptar entre formaciones, nos deja en la base del pozo, donde debemos instalar algunas rampas y resaltes. Esta instalación nos lleva más de una hora con las mentes espesas, que hacen que las cuerdas no nos lleguen y tengamos que reequipar de nuevo algún tramo.


Por el camino como siempre hemos bajado charlando y contándonos, nuestras peripecias de la semana. Descubrimos con asombro que alguno del grupo, que pensábamos era extraterrestre y que “Nunca” tenía ningún achaque, resulta que es mortal y le duele el cuello. Asumimos la perdida del mito y la llegada del humano, mientras no reímos del él y le pronosticamos todos los males de la vejez.

Foto Marta

Por fin estamos delante de la fisura, por la que efectivamente se mueve aire y parece que algo más adelante se hace más grande. Iniciamos los trabajos sacando piedras y avanzamos con rapidez, hasta que el paso es lo bastante grande para que pueda pasar Marta que es la más flexible del grupo.


Hay un hueco más amplio en forma de fisura alta, de un metro de ancho, pero nada más, la fisura se estrecha mucho por todos lados y el aire parece ascender. No vemos posibilidad de continuación, así que abandonamos un poco tristes esta última zona de continuación de la cueva. Desequipamos y sacamos el material hasta la galería de La Ducha, donde está pendiente de bajar un pozo de unos 50 m. , por el que suele caer una abundante ducha de agua. Que se convierte casi en el último futuro objetivo de la cueva.

Después salimos por otro de los múltiples caminos interconectados de esta cueva, un paso estrecho entre formaciones, El Rabu de Satanás, que nos lleva a una sala con varios caminos.

Foto Marta

Dos cuerdas una descendente y otra ascendente llevan a un meandro colgado, al final del cual hay otra escalada equipada y donde dejamos material, por si decidíamos continuar otra escalada en una chimenea por la que baja tierra y material. Decidimos abandonar esta zona con escasas posibilidades, desequipar todo y sacar el material.

Zape sube y desinstala la escalada, luego nos bajamos desequipando toda la zona y remontando unas rampas, que nos dejan en la galería principal del Reencuentro.

Cargamos las sacas con el material y ascendemos cambiando algunos anclajes y la cuerda con la flor. Sobre las 21:30 estamos en el exterior sin rastro de lluvia, aunque cae alguna gota suelta.


De nuevo los espinos nos atacan en el camino, pero llegamos sin novedad al coche y  salimos rápidos para Gibaja para cenar que se nos hace tarde.

Una buena cena es un flaco consuelo para el fracaso de esta última opción de continuación de la Torca de La Calera.