domingo, 20 de abril de 2025

Los Miserables

     Sierra del Hornijo 12 de Abril de 2025.

La meteo como casi todos los días últimamente es muy inestable con pronóstico de viento sur, calor y lluvia, que parece empeora a partir de las 12:00, lo que esperamos al menos nos de opción de subir hasta la cueva sin mojarnos.

El objetivo es una habitual de los últimos tiempos, donde trabajamos intensamente con la esperanza, de alcanzar la gran cueva del Carcabon que se encuentra más de 300 m. más abajo.

Es la cueva del Valle del Oso, de la que ya hemos hablado sobradamente en otras crónicas.

Hoy estamos cuatro sujetos, Marta, Zape, Pedro y Ángel, que quedamos en el club para recoger el material, que hoy tras los fallos que hemos tenido con los taladros pesados, incluye dos taladros unos de 36 v. y otro recién adquirido de 24 v.

Tomamos el café ritual en el Willy y salimos para la montaña, en dos coches que Pedro quiere volverse pronto. Cargamos las mochilas que pesan mucho con tanto taladro y pesadas baterías.

Hace mucho calor y bochorno, por lo que sudamos copiosamente en el ascenso de más de una hora, donde charlamos y comentamos la actualidad, de los aranceles o de los problemas de la sanidad. Por fin en la boca nos cambiamos la ropa empapada de sudor y bebemos para aplacar la sed. Hemos llegado sin mojarnos con la lluvia pero las nubes son amenazantes.

Pedro nos sorprende y se pone a comer un plátano, con la alergia que tiene a la fruta, aunque sus modales dejan mucho que desear.

Una vez equipados sobre las 12:00 entramos en la cueva con sus galerías en general amplias y arenosas para llegar a un amplio pozo y otros más pequeños con cabeceras estrechas. En el último pozo, una fisura lateral nos mantiene ocupados desde hace tiempo, con días de esperanza y otros de frustración, que se han visto aumentados con dos fallos de la batería y el taladro, que nos han hecho salir sin apenas producir nada, después de tanto trabajo de aproximación.

Hoy estamos decididos a que la técnica no nos detenga y Zape toma su nuevo juguete como si de un niño se tratara.., bueno de echo se ven niños menos ilusionados ante un nuevo juguete.

Empieza la tarea y se pone muy contento ante el buen rendimiento de la máquina, pero de repente esta se para y a Zape casi le da un infarto, mientras el resto dudamos de si reírnos o llorar. Afortunadamente solo se ha salido un conector y todo funciona bien.

El día transcurre con idas y venidas por el meandro sacando piedras y avanzando lentamente. Con una pequeña parada para comer algo, salvo Zape cuya ilusión con el juguete hasta le ha quitado el hambre.

Todos tenemos un aspecto bastante miserable, pero Pedro destaca entre nosotros, con un mono que se cae a pedazos y el resto del equipo que no está mucho mejor.

Superada una curva, un paso estrecho parece llevar a un hueco más amplio que nos da esperanzas y mucho trabajo para superarlo, pero lo conseguimos, primero los dos mas pequeños del equipo, Pedro y Marta, lo que les ha permitido arrancar a Zape de la punta de trabajo, esto le produce un “mono”, que apenas puede contener.

En la zona más amplia por decir algo, con sus 3 m. de alto, un metro de ancho y dos metros de largo, lo que últimamente se ha convertido en un lujo, una nueva zona estrecha desciende con una fuerte curva de meandro, pero hay un cambio notable. Al gritar se percibe un eco que pensamos corresponde a una zona mas amplia pozo o sala.

Pedro se cuela por la primera parte del estrecho, tratando de llegar a la curva y ver al otro lado, pero aún no es posible y tendrá que ser otro día.

Este eco nos ha producido un subidón de expectativas e iniciamos el ascenso muy contentos, pero al salir al pozo comprobamos que cae bastante mas agua que a la llegada, está claro que fuera ha llovido mucho.

EL primer pozo no presenta problema ya que la cuerda va muy alejada, pero el segundo pozo que tenemos que ascender, tiene su base muy regada y nos mojamos bastante hasta el fraccionamiento. Los pozos intermedios tienen pocos problemas salvo una salpicadura que incordia al rebotar el agua en una repisa. Pero en la base del P50, la lluvia es abundante sin que tenga ninguna solución, así que no queda otra que agachar la cabeza y subir con calma.

Con el mono empapado hay que arrastrarse por la cueva, en zonas de arena y tierra, lo que nos deja como una croqueta y con un aspecto aun más “Miserable”.

En el exterior afortunadamente parece que ha dejado de llover y tras cambiarnos, bajamos ya con la noche rodeándonos y el suelo muy encharcado, lo que confirma que la tarde ha sido lluviosa.

 Una gran salamandra en el camino parece que ha salido a disfrutar de la lluvia. Llegamos a los coches y nos vamos a cenar, que el hambre nos aprieta.

La cueva nos está haciendo sufrir, dándonos una de cal y otra de arena, pero hoy hemos vuelto llenos de esperanza y agujetas.

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