jueves, 19 de marzo de 2015

Los mares del Sur (14 y 15/03/15)

Fotos, videos y texto de Pedro M., Marta Candel y Ángel García.


Tras un largo parón –obligados por la meteo, el reuma y otros achaques varios debidos a nuestra provecta edad, nos encontramos en el club siete especímenes: Marta, Zape, Gelo, Wychy, Moisés, Cristóbal y yo. A pesar de que llueve levemente, y que la previsión da empeoramiento, nada de eso aleja a Cristóbal de su café matutino donde Margari, así que allí paramos, mirando de reojo las nubes cargadas que se acercan más y más.

Ya arriba vemos cómo esta noche ha nevado; la senda hacia Rubicera se encuentra levemente tapizada de nieve, y las orilladas que nos pillan por el camino contribuirán a aumentar su grosor. El viento es helador, así que esta vez, en la entrada, no hay tiempo para picoteo alguno. Para quitar el frío nos dirigimos a buen paso hasta el vivac, donde comemos y organizamos el trabajo.

Marta y Cristóbal se encaminarán hacia la escalada situada en la Galería de los Imputados, que quedó pendiente el último día. El resto, iremos hacia el Norte: Moisés y Zape trabajarán en una desobstrucción, y los otros tres acabaremos la topografía de unos pequeños ramales y después les seguiremos.

Un pasamanos “precario” nos sitúa en la zona a topografiar. Ni Gelo ni yo habíamos estado en esta zona, y nos llama la atención tanto el tamaño como lo enrevesado de las galerías: en apenas unos metros de grosor y anchura, tres niveles diferentes se encuentran rellenos de enormes bloques, cerrando la mayoría de las posibles continuaciones.

Mientras topografiamos en una de las zonas ya vistas, observamos dos posibles escaladas que habían pasado desapercibidas anteriormente, por lo que decidimos no desinstalar esa zona. Después, Wychy nos lleva a topografiar otra zona, con unas espinosas gateras que dan a una zona caótica y muy rota. Allí encontramos una cuerda que Wychy no recuerda, y optamos por desmontarla.

Tras esto, nos encaminamos en busca de Moisés y Zape. Ninguno de nosotros había estado en esa zona, pero las “meridianamente claras” explicaciones aportadas por los interfectos no parecían ofrecer duda… los tres primeros minutos. Tras revisar un enorme caos de bloques, llegamos a la conclusión que a la zona a la que han ido se accede por la cuerda que hemos quitado. Nos acercamos hasta su base y… coño, cómo me suena… Joder, si es la escalada que hice el primer día que encontramos este sector. Debe ser cierto que el omeprazol es un factor de riesgo para la demencia y la senilidad… Resignados, volvemos por las gateras espinosas para poder montar la cuerda, y desde allí tratamos de encontrar el lugar hacia el que se han dirigido los otros dos.

Unas balizas nos llevan a una trepada estrecha entre bloques con muy mala pinta. Llegamos arriba y nos encontramos con una estrecha fisura parcialmente desobstruida. Joder con el avance cómodo y de pié… Wychy y yo pasamos a duras penas, pero a Gelo no le pasa el pecho, por lo que decide volverse al vivac. Nosotros seguimos, por un terreno cada vez más peligroso. Allí, otras balizas nos hacen dar vueltas por entre un caos de bloques de los de “mírame y no me toques”, y como último recurso reptamos por un meandro estrecho que trae un hilillo de agua… Impenetrable; game over.




Nos queda claro que por acá no es, así que vista la hora optamos por volver derrotados hacia el vivac, revisando alguna cosilla y aprovechando para sacar alguna foto. En la tienda encontramos a Gelo, en plan zen (aburrido), y decidimos ahogar las penas en pasta, lomo y un poco de orujo de 90 octanos. Vista que la compañía no da para más (el bajo nivel de la tertulia, basada en la emisión de gases e improperios lo demuestran), nos vamos para el saco. Al menos, podemos coger los mejores sitios. Eso del compañerismo está sobrevalorado…




Poco después, llegan Zape y Moisés: han podido llevar a cabo la desobstrucción, avanzar algo más de 100 metros (realizando otras desobstrucciones parciales), pero finalmente una nueva estrechez les ha detenido; no parece que merezca la pena seguir insistiendo por ahí. Al no llevar material de topo, se convierte en otra más de nuestras “estimadas galerías”, que pueblan nuestras topos (para el mosqueo de los adictos a la suma de metros). Debido a que tanta desobstrucción ha alargado la cosa más de lo debido, la otra escalada sigue quedando pendiente de hacer. Como siempre, lo de ir cerrando frentes se complica más y más…

Cuando ya nos estamos quedando dormidos todos, en alegre compañía, aparece el sector andaluz. Y qué mejor que Marta, la pizpireta sevillana, para que nos relate sus andanzas por los “barrios bajos” del Mortillano.

Dejamos en el vivac al resto de la tropa organizándose y el equipo andaluz, Cristóbal y “Marta, ponemos rumbo a la escalada que tuvimos que dejar sin terminar la última vez. ¡¡Lo habíamos dejado casi arriba!! En apenas 4 dbz la pequeña ventana se abre dando paso a un precioso meandro de buenas dimensiones ¡¡buahhh, niñooo, qué bonitooo!! Nos emocionamos y al grito de “vamos, vamos” avanzamos por el suelo de arena blanca que se hunde crujiendo bajo nuestros pies.


Cristóbal subiendo a dormir al trastero...

...y descubriendo que le han cambiado la cerradura...

Enseguida se bifurca llevándonos a una sala desfondada, (posiblemente sobre la gran sala en la que iniciamos la escalada), con formaciones y pasos entre bloques que se van cerrando pero que hay que volver a revisar. Retrocedemos y seguimos por el meandro principal que es por el que viene gran corriente de aire. Avanzamos unos 100 metros, al principio de pie, después agachado, luego de rodillas y al final reptando como culebras; un estrechamiento nos impide continuar. 

...y optando por bajar al garaje, a sobar en el coche.
 
Cristóbal meditando en el rellano dónde ir a dormir...























Volvemos haciendo la topo y revisando alguna otra bifurcación hasta la cabecera del pozo de 40 metros escalado. Dejamos atrás la prometedora corriente de aire que nos fue guiando, ayudándonos a descubrir los secretos de Los Mares de China.”

¿Qué por qué ese nombre? Porque tenemos mucha imaginación, y porque dos andaluces con mucha energía, tiempo y terra incognita dan para mucho. Volvemos al vivac y nos encontramos a todos metidos ya en los sacos de dormir. Ni cena común, ni sobremesa, ni bromas, ni ná de ná.

Así que a dormir lo más rápido posible que estos cabrones nos llevan ventaja y mañana se prevé madrugón. Cierro los ojos, estiro la espalda, respiro profundo y no tardo ni 30 segundos en notar el viento en la cara y estar de nuevo surcando Los Mares de China.
 
Ya os habéis vuelto a comer todas mis dormidinas, cabrones...

Al día siguiente, un desayuno abundante, un paseo (un tanto dormidos) hasta la boca de Rubicera, un rápido y helador cambio de ropa, y una excursión a paso ligero acompañada por una ligera nevada. La jornada concluirá, como es costumbre, con birras donde Margari y papeo en Los Fuertes. Una vez en casa, la topo nos mostrará que hemos topografiado alrededor de medio kilómetro de nuevas galerías (más las pendientes de topografiar), y que Los mares del Sur parecen querer dirigirse hacia un piélago de nada. ¿Descubriremos allí nuevos continentes, o nos perderemos de nuevo en ese mar de caliza? Sea una u otra la respuesta, merecerá la pena. Seguro. 

La saca en primer plano es para equilibrar la composición, no por despiste. Que están hablando con profesionales, joder.

Con lo bien que estaba yo en casa, haciendo pogüerpoints...


viernes, 30 de enero de 2015

Rastreros (24 y 25/01/15)




¿Por qué gastar cuerda en pasamanos, pudiendo utilizarla en construir horcas?
Sábado por la mañana. La meteo daba -3º C en Ramales, y -5ºC en Soba. Con ese percal, cualquier excusa es buena para quedarse en la cama… Sin embargo, haciendo de tripas corazón nos vamos al club: Marta, Gelo, Cristóbal y un servidor nos encontramos allí. Pronto queda claro que el único con ganas de ir es el cañetero: que si habrá nieve, que si las cornisas estarán heladas, que si hace buen día para ir a andar a la nieve… Nada de esto conmueve a Cristóbal, que ignora nuestras quejas y nos planta en Los Collados en un periquete. Mientras tanteamos recelosos la nieve que hay junto al coche, volvemos al ataque: mejor lo dejamos para otro día, la cosa va a estar mú mal… Pero él, erre que erre. Así que cargamos los petates, con la íntima esperanza de que una costra de hielo nos impida acercarnos a la boca. Pero no vamos a tener suerte… Lo cierto es, de todos modos, que nada de -5ºC,sino 0º: ni frío ni calor, vamos…

Llegamos por fin a la boca, y dada la temperatura exterior, por una vez no remoloneamos demasiado antes de entrar. Recorremos a paso ligero las ya familiares galerías de Rubicera, y en el P.60 nos llama la atención la poca cantidad de agua que cae; debe estar todo congelado… Tras comer rápidamente en el vivac (hogar, pútrido hogar…), nos dirigimos hacia la punta, donde nos dividimos: Marta y Cristóbal se quedan haciendo una dudosa escalada en la base de una amplia sala, mientras Gelo y yo nos dedicamos a revisar laterales de la Galería de los Imputados.


Nada más comenzar, encontramos un par de conductos formados en la parte inferior de la galería, a favor de unos estratos parcialmente desplomados. Tras franquear unas cuantas estrecheces, salimos de nuevo a una variante inferior de la galería principal. Allí revisamos de nuevo las paredes, y encuentro una pequeña galería descendente. Entro a gatas, y la cosa prosigue con escasas dimensiones, pero con el suelo de arena y un clara forma de tubo; desciende de manera uniforme y va cogiendo forma de tubo, bien…. Pero pronto la pendiente desaparece, tornándose el conducto horizontal, y el sedimento comienza a acumularse; llegado a un punto, la continuación es imposible sin quitar arena. Tras dudar unos segundos, opto por comenzar a desobstruir: sólo un par de metros, a ver qué se ve… Pues se ve que el conducto hace curva a otros dos metros; pues vamos para allá; una vez pasada la curva, otros dos metros de desobstrucción parecen dar a un lugar donde la galería se amplía; ya puestos… Joer, tengo más polvo en la nariz que los cocainómanos comarcales el día de Nochevieja…

Enrevesado cual pago en diferido con triple carpado...
Por fin, tras seis metros un tanto angustiosos, el conducto vuelve a descender, con dimensiones más amables (pero a rastras, eso sí).  Pronto llego a un cruce: a la izquierda se estrecha demasiado, pero a la derecha continúa. Gelo está esperando, debería  volver…se joda, oye. Tras unas decenas de metros, el conducto se cierra, pero dos gateras laterales permiten continuar. Gelo se va a mosquear… Vamos para fuera. Una vez  en la galería principal, decidimos topografiar el ramal y continuar la exploración, pero a Gelo no le pasa el pecho, así que optamos por dejarlo. Antes de abandonar el lugar, fuerzo una de las gateras pendientes, y me permite llegar de nuevo a la galería principal, pero esta vez a la cascada del Río Totxe. Habrá que revisarlo la próxima vez…

Calidad de la foto en consonancia con la calidad de la roca escalada...
Volvemos hacia la escalada, y la pareja de dos nos dicen que aún tienen para un rato. Así que nos dirigimos a una zona de gateras apenas entrevistas. Allí, comenzamos la topografía de una zona muy laberíntica, a la que Gelo bautiza como “El hormiguero”. Tras unos 200 metros de topo, y un  montón de cruces sin mirar, salimos a apenas diez metros del lugar de la galería principal donde habíamos comenzado la topo. Al menos, se trata de una zona –relativamente- cómoda, y con bellos paneles de excéntricas en los sitios más insospechados.

Volvemos a la escalada, y allí siguen liados. Han subido bastante, pero aún les faltan unos metros para llegar a un lugar en el que parece entreverse la llegada de una galería. Así que Gelo y yo decidimos acercarnos a una zona gaterosa cercana a la Espeleogénesis, donde quedaron unos cruces pendientes de mirar.


Papá Noel inverso
El camino hacia allá es algo más largo y accidentado de lo que recordaba; a pesar de ello, llegamos y revisamos las incógnitas pendientes, que resultan no tener mayor interés. Ya allí, Gelo  muestra interés por echar un vistazo al nivel activo, en el que él no ha estado. Bajamos por los meandros hasta ella, y cuál es nuestra sorpresa al encontrar la galería prácticamente seca. Pues va a ser que no era el  río. Remonto un estrecho laminador por el que viene el agua, y que tiempo atrás detuvo la exploración. Ahora el agua está tan baja que permita pasar con cuidado. Avanzo una veintena de metros, hasta que el pecho se me engancha. Un forcejeo y paso; delante de mi, suena corriente de agua, pero avanzar implica tumbarse completamente en el agua y prescindir de una de las tres dimensiones. Opto por darme la vuelta, y compruebo que eso de que por donde has entrado se sale es cierto, pero no con el mismo esfuerzo. Un buen rato encajado me hace plantearme que quizá el desnieve no es el mejor momento para meterse en según qué sitios…

Parece, pues, que no se trata del nivel activo del río que marca todo este sector. Gelo indica que probablemente se trate de una galería que hace de trop-plein en épocas de fuerte caudal. Pero a la hora que es, prescindimos de más disquisiciones, y comenzamos la retirada. Son las nueve de la noche, y queda una tiradita hasta el vivac. 

Remontamos las galerías sin prisa (y sin fuerzas), y pronto llegamos a la ventana sobre el P.40. Allí podemos a preciar que en apenas ocho horas el caudal de agua se ha incrementado de manera importante, fruto del desnieve. Remontamos el P.40 y el Pozo de la Cascada (donde cae una preciosa –y atronadora- catarata, y de allí poco a poco hacia el vivac. Una vez en él, descubrimos que somos los primeros en llegar. Son las 23:00 horas, y no es que nos sobre ya mucha energía, la verdad…
Un rato después llegan los otros dos; nos dicen que se han quedado a unos cuatro metros de la supuesta galería, y que la cosa tiene buena pinta. Así que habrá que volver… Cenamos pasta y engendros mohosos varios, y hoy prescindimos de la tertulia, que estamos todos deseando entrar en el saco, a soñar los dulces sueños producto de la dormidina… Mientras nos vamos quedando dormidos, descubrimos como la arena de las gateras se ha introducido hasta en los lugares más insospechados de nuestra anatomía (no, ahí no; en los insospechados, joder, que hay que decíroslo todo…).

"Dormidina", Gelo, dijimos "dormidina"; no anfetamina...

El día siguiente, diana a las ocho. El fürher no nos deja remolonear más que un rato, así que rápidamente estamos desayunando. De camino a la calle observamos como los goteos son mucho más fuertes que el día anterior, si bien es cierto que el río principal ha descendido su caudal desde mitad de la noche. Llegamos a la boca, donde disfrutamos de una bella estampa del macizo del Porracolina nevado, y sin pérdida de tiempo nos dirigimos hacia el coche. En el camino, nos encontramos con Moi, Susanna, Teo y Agustín, que han venido de visita (Susanna, ya te vale; sin bizcocho no…). Así que todos juntos nos dirigimos al bar de Margari a comenzar el “Plan  B” del domingo…

El quinto se acercó demasiado al borde...

Conclusión: unos 400 metros de nuevas galerías (gaterosas y mediocres como nosotros, eso sí) parcialmente topografiadas, lo que nos sitúa ya en los 135 kilómetros y subiendo (como la prima de riesgo de los pobres griegos, me cago en el FMI…). A ver qué nos depara la próxima entrada…

We are a happy family...

lunes, 29 de diciembre de 2014

Inocentada preview (26 y 27/12/14)

Llegada del Río Totxe
Parece que las entrañables fiestas han hecho mella en la "chavalería" del AER, ya que el viernes 26 nos encontramos solos en el club Gelo y yo. Nos miramos de soslayo, balbuceamos alguna excusa poco consistente para tratar de autoconvencernos y poder volver al catre (cada uno al suyo, se entiende; joder, cómo sois...): que si llueve mucho, que si la cena/comida me ha sentado de pena, que si dos solos va a ser mucha paliza...

Finalmente, y ante la falta de alternativas (bueno, salvo ver Sólo en casa 3, Jack Frost o similar), nos encaminamos resignadamente hacia Rubicera. Salimos del coche entre bruma y una ligera llovizna, que va amainando por el camino, aunque no contribuye a mejorar nuestro escaso ánimo. Masoquismo postnavideño, para bajar turronazo y brebajes varios... Yo me lío ya con esto de la penitencia, no sé si es en navidades, en Cuaresma, en el Ramadán... puto lío.

Nos cambiamos y entramos agradecidos en la cueva, al menos desaparece el viento y el frío. El agua que se filtra en el paso de los bloques ya promete aguas altas, así que de camino descartamos retomar la exploración del río en el que nos quedamos la entrada anterior.

Vamos a proponer a Fredo que  MTDE fabrique trajes NBQ para poder entrar en la tienda...

Caminamos con brío hasta el vivac, aprovechando para hacer un repaso a la actualidad nacional y comarcal (con mención especial para nuestro imputado alcalde) para hacer más llevadero el peregrinaje por este verdadero laberinto. Bajados los pozos (que tienen un notable goteo), nos recibe el ya conocido olor a moho del vivac. Decidimos acercarnos hasta una escalada que entrevió Wychy en la galería con la que logramos unir en el vivac anterior, aunque se encuentra en el extremo más lejano, cerca ya de las Galerías de los Osos. Bajamos por tanto siguiendo el río hasta la gran sala por la que se precipita la cascada, para bajar después el P.40, que nos sitúa al pie de la escalada que nos permitió acceder a este nuevo "atajo". Una vez superadas las zonas bajas (menos mal que hoy me he acordado de traer rodilleras), llegamos hasta el lugar por el que una cascada nos trae un nuevo río, lugar en el que habíamos depositado el material. Decidimos bautizar este río como "Río Totxe", en recuerdo de un compañero riojano recientemente fallecido.


Recogemos material y nos dirigimos hacia la escalada. De paso, revisamos una serie de incógnitas laterales pendientes, pero ninguna de ella tira más allá de una decena de metros. El camino, sin ser penoso, tampoco es muy cómodo, dada la continua presencia de bloques.

Llegamos a la escalada que, vista con el foco, más parece una cúpula de disolución de enormes proporciones que un nivel colgado. Antes de liarnos con ella, vamos un poco más lejos, a mirar otro par de incógnitas. La primera, un ramal lateral en cuyo inicio hay huellas de algún animal, apenas avanza unos 40 metros hasta cerrarse por un derrumbamiento. Así que nos dirigimos hacia la siguiente: un meandro-pozo pendiente de bajar. Gelo comienza a instalar, y tras sortear algunos bloques llega a la cabecera de un pozo que se desfonda en una gran sala. Nos las prometemos muy felices, pero... al llegar a la sala, vemos una cuerda instalada en un lateral: nos encontramos en la Sala de la Momia Verde, ya explorada.

Volvemos por tanto a la escalada, y Gelo me cede el turno. Y como somos muy de tradiciones, pues...
   - Gelo, que el taladro no percute.
   - No jodas, si iba perfecto hace un momento.
   - Pues...
   -Ah, mira, del revés sí percute.
  -Pues dale...
Brrr, brrr, tac, tac, tac...
   -Geloooo, "mesaroto" el burilador...
   -¡Argggggggghhhh!

Resignados, desmontamos y nos dirigimos de vuelta hacia el vivac, tras fotografiar los huesos de un carnívoro en la Galería de la Tumba Blanca. Retornamos hasta el Río Totxe, donde dejamos de nuevo el material de exploración. La progresión por la "Galería de los Imputados" se hace más penosa de vuelta, cuando la motivación ha desaparecido. Sí, queda la motivación de la cena y eso, pero  si tenemos en cuenta que el menú son las sobras de lo que no fuimos capaces de tragar en el vivac veraniego de la 32, pues...











Llegamos al vivac con las rodillas al rojo vivo, tras casi 14 horas de actividad. Efectivamente, la cena no tiene mucho que ver con lo que hemos degustado dos días atrás: unos carbonara caducados, y una lata de albóndigas incomible. Nos quedará la duda de si el sabor picante venía de serie o es un extra provocado por algún agente patógeno presente en la comida (o en los cubiertos, cuya flora tiene poco que envidiar a la nuestra intestinal; es el Amazonas del mundo subterráneo).



La fosforescencia proviene de la comida...

Apuramos los restos de orujo, y una dormidina (aunque no nos queda muy claro si eran tales, o Saldevas), y al catre. Afortunadamente, este noche no hay ronquidos, pero los dolores acumulados (ay, la edad) hacen difícil conciliar el sueño. De fondo, el rumor del río crecido nos arrulla hasta caer comatosos... La noche será bastante mala, así que definitivamente debían ser Saldevas...


A las ocho y media tocamos diana, y tras un desayuno algo mejor que la cena, nos encaminamos hacia la calle. Las "gacelas" de ayer (ejem) han tornado hoy en rígidos y esclerotizados "robocops", que se arrastran hacia el exterior entre murmuraciones de "aymiciática" y "aymisrodillas"... En el exterior, el viento sur ha alejado la amenaza de lluvia, y entre las ventoleras nos vamos hacia el coche. Unas rabas y unas cañas en el bar pondrán fin al último vivac del año. No ha sido muy productivo en metros (apenas un centenar sumando pequeños recovecos), pero al menos nos ha permitido eliminar unas cuantas incógnitas. Si es que el que no se consuela es porque no quiere...

Y feliz año a todos, menos a uno...

domingo, 28 de diciembre de 2014

Fracasando... (20/12/14)

Érase una vez tres aguerridos espeleólogos del AER que un buen día decidieron reinstalar una sima de la comarca para revisar algunas de sus recónditas oquedades. Así que los tres cerdi... espeleólogos (no, no: cerditos, que todos conocemos las seculares deficiencias de su higiene personal) quedaron en el club, que no era de cartón ni de madera, sino de ladrillo (eso sí, un tanto cutre, que es la antigua sede del Sindicato Vertical; muy apropiado, por lo de vertical...). Y comenzaron a preparar, muy hacendosos, el material, con el alto grado de concentración que les caracterizaba, sólo ligeramente mermado por el consumo de psicotrópicos, la resaca, y los berridos del querubín de uno de ellos a las tres de la mañana que le había impedido conciliar el sueño...


Apaga la cámara, que te la vas a comer, julay...

Así que nuestros tres amiguitos se dirigieron a la cavidad, dispuestos a escribir otra página de oro de esas en el libro de la espeleología (libro, por cierto, que debe ser más sucio que las obras completas del marqués de Sade). De camino, se pasaron a ver a la Bella Durmiente, y aprovecharon su indefensión para ******************************* (que luego Google nos saca de sus buscadores).

...y el flash, en el club...
Ya en la boca, uno de los espeleólogos le dijo al otro:
       -Abuelito, abuelito, que nariz más grande tienes.
A lo que el otro le contesto:
       - No me toques los cojones y pásame la saca, pedezo de imbécil
(el que quiera cuentos buenistas, que cambie de web).

 Tras ponerse los atavíos, entraron para el oscuro averno.
      -Pásame el martillo.
      - ...
       -Joder, si es que no tenéis cabeza. En fin, ya me apaño con una piedra; dame el espitador.
      -....
      -  (snif)

Así que los tres espeleólogos se dirigieron hacia las profundidas del abismo utilizando lo que quedaba de la instalación antigua, amén de algunos naturales un tanto antinaturales (y antigravitacionales, porque contra todo pronóstico desafiaron la ley de la gravedad).
De canto no, Gelo, de frente...

      - Vaya, vaya, con este pasamanos no había contado. Tendremos que cortar cuerda y utilizar la del siguiente pozo.
      - Pues no nos llegará.
      - Que sí, que he metido un par de comodines.
      - Ya, los que hemos metido en los otros "no había contado"...
      - ...

Finalmente, los tres exploradorcillos llegaron al pie de la cavidad... Bueno, no. En realidad, se quedaron a siete metros de la base, debido a los diversos "no había contado". Así que los tres emprendieron la retirada, llegaron a la calle, donde dieron cuenta de sus suculentas viandas (aunque, lamentablemente, esta vez no había "dulcesoles"), y se retiraron hacia sus respectivas moradas...

PD: sí, ni tiene mucho sentido ni es particularmente interesante. Pero a ver qué cojones voy a hacer con una salida que ha sido una pérdida de tiempo total, y que no ha dado ni para hacer chistes...


domingo, 23 de noviembre de 2014

¡Pudimos! (15/16-11-12)



..y otro sábado de cuevas, que las drogas están caras y la programación da pena. De nuevo nos vemos las caras el sector castreño (Marta y Zape), Gelo, Cristóbal, Moisés (que retorna de entre los muertos en vida -es decir, padres) y muá (yo, para los que no seáis bilingües, ignaros).

En primer lugar, revisión del material, no vaya ser que esta vez (también) se nos olvide algo: cuerdas, taladros, dormidina, vino y orujo... Vale, está todo. Para los coches, parada en el Coventosa a tomar un café, y para Rubicera. En la entrada coincidimos con unos espeleólogos mallorquines que van a hacer la travesía hasta el Mortero de Astrana.

Una vez en camino, me doy cuenta de que se me ha olvidado (otra vez) hacerme la pedicura, oig. Los callos me matan con las putas botas de goma. Mis quejas sólo provocan risas despectivas, siendo motejado de "nenaza" (lo más suave). Ya en el vivac, papeamos para ir más descargados hacia la punta, y preparamos los equipos: Marta y Cristóbal harán una escalada de unos 30 metros encima del pasamanos situado en la base del P.40, y el resto nos iremos a tratar de unir la zona fósil que encontramos antes de verano con la galería en la que anduvimos el Rubio y yo. Llevamos tres intentos frustrados, pero hemos decidido insistir, dado que, de lograr unir, el ahorro en tiempo y esfuerzo para explorar la zona final de ese sector sería más que considerable. También el ahorro en rodilleras (nos evita la gatera de más de 300 metros, laputasumadre).

Busca a Wally...


Así que llegados al P.40 nos separamos, y de camino hacia la punta revisamos unos conductos ascendentes bastante estrechos, en los que se nota cierta corriente de aire. Moisés se desbrava como un titán, y logro llegar hasta la cabecera de un P.5 que queda pendiente de bajar. Decidimos dejarlo como última opción, y nos dirigimos hacia el punto que, según la topo, se encuentra más cerca de la galería objeto de nuestros deseos. Afortunadamente, contamos con la presencia de Gelo: haciendo gala de un olfato espeleológico acorde con la dimensión de su naso, en un "titá" nos sitúa en la "recta vía": una trepada -un tanto expuesta- permite así a Zape llegar al punto 81 de la topo que hicimos hace más de un año y medio: el tan ansiado atajo es un hecho.

¿Contempla extasiado las formaciones, o las lame? Putos pervertidos estos del AER...


Una vez instalado, optamos por dirigirnos a una de las zonas con incógnitas pendientes en ese sector: un río que proviene de algún nivel superior aún desconocido, y que corta la galería para dirigirse a su vez hacia otro nivel inferior. Suponemos que estas aguas resurgirán en la zona activa de la Galería de la Espeleogénesis (a una cota unos 80 metros por debajo de donde nos encontramos).

Antes de eso, Zape hace una trepada y encuentra una pequeña galería superior por la que llega otro pequeño aporte de agua. Mientras Gelo la topografía, Moisés trata de instalar el pozo, pero tras bajar varios metros, la batería fallecerá. De mientras, reviso un par de cruces pendientes (que se cierran enseguida), y una pequeña galería superior de unos 40 metros de desarrollo que acaba muriendo encima del pozo.

Prometemos acordarnos del flash algún día...

Vista la hora que es, nos dirigimos hacia el lugar donde el otro par habían realizado la escalada, topografiando el tramo de unión. Allí nos encontramos con Cristóbal y Marta, que acaban de finalizar su escalada. Marta nos cuenta cómo fue la cosa: "Partiendo del pasamanos,  hacemos una escalada de unos 20 metros que nos lleva a una repisa que bordea la sala. Hacia la izquierd,a tras una trepada de tres metros, un pozo baja de nuevo a la sala y abajo, a unos seis metros, podemos ver huellas antiguas de Cristóbal, de una repisa a donde llegó escalando otro día. Hacia la derecha escalamos otros ocho metros y continuamos por la terraza que bordea la sala, y acabamos en una zona arenosa que se estrecha sin posibilidad de continuación".

¡NO A LOS RECORTES EN LA ESPELEO!

Emprendemos el camino hacia el vivac, adonde llegamos a las diez y media pasadas, dispuestos a disfrutar de la pasta fresca que los castreños han traído (nada que ver con la espartana dieta a la que nos tiene acostumbrados Wychy). Acabamos el vino, y damos un buen bajón a las reservas de orujo. Tras la sobremesa (bueno, sobrebote, que es lo que hay), al saco, donde Marta se verá afectada una vez más por los efectos colaterales de la famosa dormidina, y su risa nos impedirá conciliar el sueño. Al menos, es mejor que la vez anterior, cuando fueron los rebuz... ronquidos de varios de los presentes los que lo impidieron.

Sex and violence...


El domingo nos levantamos calmosos, recogemos las cosas, y para la calle, donde tocará sesión fotográfica y de vídeo, con coreografía incluida (no pueden ser reproducidos aquí porque mi integridad física corre peligro si cometo tal atrevimiento). Paseo sin lluvia hasta el coche (nos vamos a malacostumbrar, ya verás...), birra donde Margari, y jornadas del cerdo en Ramales. Ya que los callos me han dado el fin de semana, qué mejor forma de contraatacar que con una ración de manitas de cerdo...

Estamos tan contentos porque sabemos que al menos en una semana no tenemos que volver a olernos...