Sabado y Domingo 10 y 11 de Octubre de 2020
Mientras los madrileños y muchos otros no pueden salir de sus casas, nosotros tenemos libertad para volver a nuestro hogar subterráneo. Ellos tienen que aguantarse con sus calefacciones, sofás y cómodas camas. Nosotros podemos disfrutar del moho, la herrumbre de los cubiertos, los suelos mojados y sacos húmedos.
Ante tamaño privilegio no podemos reprimirnos y a pesar de que el tiempo es horrible con lluvia y viento decidimos dirigir nuestros pasos a Rubicera, donde mantenemos un vivac desde hace años y que tenemos abandonado desde hace más de un año.
Así pues la mañana del sábado nos encuentra desayunando en el Willy. Estamos seis, ya que a los más habituales se ha unido, después de mucho tiempo, Susanna que como siempre trae comida rica y aumenta la paridad del grupo, que ya cuenta con dos mujeres.
Una vez en los Collados, nos preparamos para la lluvia y emprendemos la marcha por las resbaladizas cornisas, hasta la amplia boca, que afortunadamente, permite colocarse los trastos del oficio sin mojarse.
Sobre las 12:00 entramos en las amplias galerías, con la duda de como podemos encontrar el río de la travesía, pero aunque baja bastante agua, esto solo contribuye a darle belleza y no plantea mayores problemas para circular por él.
Algunas cuerdas para arriba, bella galería de formar de cerradura, gateras y cuerdas para abajo, nos dejan en la amplia sala que conecta varios pisos de esta cueva.
Son las 15:00 y toca comer, que somos todos de mucho consumo. Marta se ha encargado de comprar la comida colectiva, ante el temor de que lo hiciera Wichi y en lugar de salir a 5 € por cabeza, saliéramos a 5 € para todos. Hay de todo incluyo pollo y para desayunar sobaos el Macho. Este es un vivac tres estrellas michelines.
En este punto dejamos comida y tomamos unos pasos estrechos y cuerdas cortas que nos bajan hasta los niveles inferiores de la galería de la Espeleogénesis. Aquí podemos avanzar por esta bonita galería con suelos de arena, hasta llegar a su final, donde un desfonde equipado, nos deja en el nivel del río que circula tranquilo, por una baja pero ancha galería. Un tapón de bloques que detuvo la exploración hace años, fue superado desde el otro lado y ahora permite continuar por el nivel casi del río.
Llegamos a un punto donde se bordean unos sifones y es posible continuar por el río por una bonita galería, que pronto se desfonda en dos cascadas muy ruidosas que conducen el río a una gran sala negra, que yo aún no había visto. El rio abre un caudal sinuoso, entre grandes bancos de arena, hasta perderse entre bloques, pero ha dejado grandes dunas con diversas formas, que le dan personalidad a la gran sala.
Desgraciadamente la única incógnita que había en esta sala se demostró en la topo, que estaba justo sobre un caos de bloques de otra galería, así que no merece la pena escalar y toca desequipar.
Esta faceta de la exploración, yo la comparo con el día después de una fiesta. Cuando organizas una fiesta puedes tener mucho trabajo, pero estas motivado, contento y esperas pasártelo bien, por lo que no te preocupa mucho el esfuerzo. Pero al día siguiente queda mucho que limpiar, recoger y colocar y ya no hay perspectivas de pasarlo bien, ni ligar, ni na de na..
Pues desequipar en las exploraciones es lo mismo, ya no hay motivación por encontrar nuevas galerías y si montañas de material que mover. Pero de todas formas si la compañía es divertida como en este caso, hasta en esto te lo puedes pasar bien y echarte unas risas, hablando de los michelines de alguno, la nariz o la cabeza de otro.
Decidimos hacer dos equipos de tres, para desequipar las dos rutas que tenemos para acceder a este punto, por lo que Cristóbal, Wichi y Marta se vuelven por la ruta de llegada y Susanna, Zape y Angel, volvemos por otra más larga para desequipar otros pozos. Nos encontraremos en el vivac para cenar.
Remontamos primero por galería y luego laminadores hasta la sala de la Momia Verde, donde retiramos las cuerdas y ascendemos hasta la galería amplia y concrecionada, que nos llevará una hora después al vivac. Poco antes pasamos por la cascada de llegada del río Totxe, que suena fuerte y la espuma blanquea en la oscuridad.
Somos los primeros en llegar al vivac sobre las 21:30, y vamos a buscar agua mientras llegan los colegas con la cena. Nos quitamos los monos y ponemos algo de ropa, mientras revisamos nuestros sacos estancos, para ver como están nuestros sacos de dormir y el suelo del vivac, este último mojado en algunos tramos.
Por fin nos reunimos alrededor del hornillo que calienta el agua para la pasta, mientras picamos otras delicias que nos ha traído Marta, que por cierto se confirma que es más dura que una piedra, al aguantar todo el día una dolorosa lesión en el pie, con tal de no perderse nuestra compañía y alegrarnos con sus risas, a pesar del dolor que en momentos se ve que le nubla la sonrisa.
Para las 23:00 estamos en los sacos y esta vez nadie pone despertador, ya que hoy el plan es explorar todo el domingo y salir a cenar. He tenido que engañarlos e inventarme una supuesta galería superior, al nivel de la galería de los Imputados, para motivarles y revisar los pasos de esta galería..
A pesar de contar con algunos madrugadores en el equipo, nadie dice nada y nos dan las 10 en los sacos, creo que es mi record de permanencia en saco. Encendemos el hornillo y la cafetera suena, estimulando nuestro organismo, que ya espera con ansia los sobaos.
Una vez cubiertas las necesidades básicas nos equipamos y cargamos todas las cuerdas y anclajes, que hay que ir sacando a niveles superiores de la cueva, donde vamos a realizar algunas exploraciones.
De nuevo hacemos dos equipos para revisar algunos puntos de la galería, Marta y Zape se van al oeste y el resto hacia el este, parando en las zonas de bloques y tubos para volver a revisarlos. Tras los habituales fracasos y contra todo pronóstico, la revisión de Susanna de una gatera pisada, le lleva a un cruce donde encuentra una galería ascendente sin rastro de pisadas.
Vuelve y vamos con ella, Cristóbal y Susanna en punta y Wichi y yo haciendo topo. De nuevo disfrutamos del placer de la exploración y del hormiguillo de la esperanza de grandes descubrimientos. Dejamos un cruce a una sala, que precisa cuerda para bajar y de la que arranca un meandro ancho, que parece sigue por debajo de los tubos ascendentes por los que avanzamos. Llegamos a una ventana sobre un meandro desfondado, con un pozo de 17 m. y en cuyo fondo se ve un reflectante, que enfría nuestras expectativas y que indica que conectamos con alguna galería ya explorada, aunque no tenemos claro donde es. Queda pendiente una corta escalada a un pequeño tubo y bajar al meandro, pero será difícil que salgan grandes cosas.
De bajada encontramos a Zape que nos ha seguido, pero ha revisado otro cruce y encontrado otra galería sin pisar, que tiene pinta de estar relacionada con la nuestra..pero ya se verá..
Es hora de volver, primero donde hemos quedado con Marta, merendamos un poco y cargamos pesadas sacas de material, con las que cargamos al ascender por los pozos y por gateras, hasta llegar a la amplia galería explorada por la SEII, donde hacemos un depósito de material.
Más ligeros, seguimos ascendiendo hasta llegar al río de la travesía, que baja más caudaloso pero sin problemas. Sudamos un poco en las galerías fósiles y por fin llegamos a la boca aun con un poco de luz del atardecer, sopla viento y llueve. Nos ponemos los impermeables y emprendemos el arduo camino de regreso, azotados por el viento y con sumo cuidado de no resbalar en la yerba mojada en las estrechas cornisas.
Wichi se marcha para su retiro espiritual en su cabaña sobana y el resto bajamos a Ason, donde hemos quedado con Moisés y Teo para cenar. Teo nos hace reír con sus cosas, mientras pide mimos de su madre que no ha visto en dos días y que por cierto, no parece que su larga ausencia de las cuevas, le haya afectado lo mas mínimo y se mueve como pez en el agua.
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Una vez llenas las barrigas nos volvemos para Ramales y nos despedimos hasta la próxima que será otra historia..
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