Ramales 15 de Mayo de 2021
El tiempo está muy primaveral con continuos cambios de cielo, lluvia y sol. Las tropas castreñas están de viaje, así que solo estamos tres para la obra, por lo que decidimos ir a Cullalvera que hace más de año y medio que no hemos vuelto con esto de la pandemia.
Tenemos una larga escalada instalada casi al final de la cueva y más cuerdas repartidas por otros lados, así que es necesario recuperar ese material y ya de paso revisar algunas zonas de la cueva, que están explorados pero que no conocemos.
Con estos planes estamos en la boca para entrar con el primer turno de visitas. La cueva está bastante seca a pesar de las lluvias de los últimos días, aunque el barro de los lagos sigue patinando mucho.
Aunque he recorrido esta cavidad montones de veces sigo asombrándome de sus volúmenes y de lo bonitos que son sus gours y playas.
En un cruce optamos por utilizar un atajo que tenemos equipado con cuerdas y que nos ahorra tiempo y esfuerzo, para alcanzar la galería de las Cúpulas, donde pronto hay que agachar el lomo un rato para avanzar por unos tubos anchos pero bajos y con alguna poza difícil de esquivar.
Llegamos al cruce con la galería del sifón y tomamos a la derecha para entrar en una galería amplia de mucha altura con muchos cantos rodados. Más adelante una alta colada trae agua en su superficie y se puede intuir una posible galería unos 40 m. más arriba.
Esto hizo que en los años 90 en grupo Esparta empezara una delicada escalada por la colada y alguno de sus miembros, grabó en una reunión a unos 20 m. de altura la figura de un caballo, visible desde el suelo. Como desconocíamos el resultado de esta escalada, en 2019 decidimos repetirla y ver que había en lo alto, pero optamos por un ataque indirecto por la pared opuesta que era de roca y no la frágil colada.
Unos 25 m. más arriba las dos paredes se unían y pudimos seguir ascendiendo entre la colada y la pared, con más margen de seguridad que nuestros predecesores, que como pudimos comprobar, decidieron bajarse de un largo clavo en medio de la colada, después de haber ejecutado un tramo muy delicado y habérsela jugado bien. Ya se sabe que antes la gente era más curtida.
Por fin tras otros 40 m. de ascensión por rampas de colada, llegamos a lo que si parecía una galería de buen tamaño que nos animó mucho. Pero la ilusión en casa del pobre dura poco y la galería pronto se colmató por completo de colada y formaciones, sin posibilidad de continuación. En aquella ocasión como ya era tarde y teníamos alguna duda de si hacer otro escalada a una fisura con agua, dejamos equipado todo y material de escalada en lo alto.
Hoy nos encontrábamos al pie de la escalada para desequipar y recoger el material. Cristobal asciende y yo le sigo, mientras Pedro se va a revisar una gatera con aire que hay al final de la galería.
Subimos hasta el final y planeamos la estrategia para bajarnos de allí que decidimos hacerla en dos tramos. Yo recojo todo el material y bajo el primer tramo desequipando los anclajes intermedios. Luego aprovechando una gorda columna Cristobal la rodea con la cuerda y baja hasta donde estoy. Una vez los dos en la reunión tiramos del cordino de recuperación y de primeras parece que no corre la cuerda, lo que puede ser un serio problema que nos obligue a volver a subir, pero finalmente se libera y recuperamos el largo tramo de rappel.
De nuevo bajo desequipando el tramo más vertical y Cristobal monta las cuerdas en doble desde las dos placas de la reunión y desciende a su vez. Cuando estamos recuperando la cuerda llega Pedro, cubierto de barro y tierra y muy mojado.
Pedro ha progresado por la gatera para evaluar una posible desobstrucción, pero un paso encharcado le ha dejado empapado y está claro que sacar muchos kg. de grava de allí para poder pasar no va a ser tarea fácil.
Aunque solo él las 13:00 decidimos comer algo y después nos encaminamos muy cargados hasta el cruce. Allí dejamos cosas y con una cuerda larga, anclajes y el taladro nos vamos a revisar un pozo que hay en una sala dirección al sifón.
Se trata de una fisura de no más de 40 cm, de ancho por la que se filtra el agua de un goteo que cae del techo. Un viejo spit da idea de que está bajado, pero queremos conocerlo, por lo que Pedro empieza a equipar, avanzando por la estrecha pero larga grieta, que pozo después se convierte en un pozo vertical de 20 m. Abajo hay una profunda marmita que tiene instalado un pasamanos antiguo. Suponemos que sea de los chicos del Esparta.Es una larga fisura que hacia el noreste se amplía en un bonito lago de unos 15 m. de largo y 6 m. de ancho que parece tener mucha profundidad y agua de color verde. No parece que exista ninguna continuación al otro lado del lago y como tampoco tenemos neoprenos pues la cosa se queda así y salimos desequipando.
Continuamos hacia el sifón y poco después entramos en unas gateras pedregosas, que hay en el lateral de la galería. Llegamos a una primera salita y por una ventana a otra sala más amplia y con una fuerte rampa, al final de la cual se intuye volumen. Vemos que la escalada ya está hecha, pero decidimos repetirla, por lo que Cristobal comienza a clavar un Multi y yo le voy asegurando. Progresa poco a pozo, con algún susto de un pico que no resiste su peso y se rompe; alcanza la zona más amplia y comprueba con el foco que no parece haber nada interesante en lo alto y dado que ya está hecha la escalada, decidimos dejarlo y monta una reunión y se baja.
Mientras, Pedro ha entrado en una gatera que es su especialidad, y tras quitar un pico pasa hasta un recodo ascendente con algo de aire, que no puede superar. Le dice a Cristobal que lo intente a ver si puede y este logra pasar hasta una salita con huellas, que pensamos han llegado desde lo alto de la escalada anterior ya que esta paralela a esto.
El aire llega de un pequeño agujero impenetrable por lo que nos retiramos esta vez camino del exterior. Llegamos al cruce y recogemos todo el material con lo que nuestras sacas pesan bastante.
Esta vez vamos a volver por la galería del Barco, que es muy bonita con profundos gours verdes y formaciones, pero que se hace entretenida para esquivarlos, saltarlos o cruzarlos. La idea es ir al cruce con el meandro donde se oye el ruido del río y bajar a verlo.
Una vez en el lugar tomamos material y vamos por el meandro desfondado hasta una vertical donde se oye claramente el ruido del río. Comienzo la instalación desde un natural reasegurando otro testimonial para llegar a un spit que hay en la vertical, pero que está tan viejo que no rosca. Clavo dos multis y comienzo el descenso por un tubo rampa con colada, un natural de desviador y giro a la derecha para montar una cabecera, con un multi y un natural en un pico. La vertical de 7 m.me deja en la cabecera de una rampa de coladas de unos 12 m. hasta otra vertical, cubierta de barro, con claros indicios de crecida. Mientras Cristobal trae otra cuerda, clavo un anclaje y empalmo las cuerdas, bajo una rampa resbaladiza y tras una curva veo por fin el agua, en forma de profundas badinas, después de las cuales se oye el río, aunque no se ve.
Instalo dos anclajes y bajamos otros 8 m. hasta llegar al pie de la badina que tiene más de 3 m. de profundo. Un trozo de cable telefónico con una curiosa pesita hecha de tela y arena es un misterio para nosotros. Ascendemos y compruebo que en lo alto de esta vertical hay un meandro paralelo, que es posible esquive el primer tramo de agua, pero será para otra ocasión que volvamos equipados con neoprenos para chapotear por este río.
Tras desequipar emprendemos el camino de la calle recogiendo algunas cuerdas más por el camino, con lo que las sacas cogen aún más peso.
Por el camino descubrimos un paisano local de la zona, que no habla mucho pero que nos ofrece una sesión de acrobacias y manejo de sus extremidades. Creemos que se trata de algún tipo de miriápodo, pero como somos bastante ignorantes de la bilogía, pues lo dejamos en cien pies.
Ha sido un reencuentro interesante con la cueva Cullalvera, que no pisábamos desde hace mucho tiempo y como que la cosa no quiere, hemos realizado numerosas actividades en esta gran cavidad.
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