viernes, 12 de julio de 2024

Delicaditos (22/06/24)





Hornijo (22/06/24)

Pos otro día más al nuevo "patio de mi recreo", que dirían aquellos con un pésimo gusto musical. Quedamos Marta, Zape, David, Cristóbal, Patrick, Sandrine y yo. Gelo, ante el overbooking, decide quedarse tomando unos blancos por la aldea. El que sí que viene es Nelín, pero solo a hacernos de chófer, que acaba de salir del taller y tiene la junta de la trócola regular.

Tras un café rápido de la "furia española" (jua, jua) en Ramales, vamos a Valle, donde nos encontramos con "le Grande Armée". Allí montamos en los vehículos de Nelín y David, y para arriba (aburguesamiento extrem). Un rato después, nos despedimos del vascongado, y enfilamos hacia la peña, penando bajo el peso de las mochilas.

Nos cambiamos en la boca, disfrutando del paisaje (y quitándonos alguna garrapata, que este año abundan). Por enésima vez hablamos de cambiar la instalación del pozo de entrada ("venga, a la salida lo hacemos"), y vamos poco a poco hacia abajo, mientras Marta intenta que alguien le haga caso y poder sacar alguna foto decente (tarea difícil dado el material humano con el que cuenta para modelos).

Una vez abajo, la misma tónica que los días atrás: un meandro estrecho, relleno de bloques, que hay que ir sacando como podemos poco a poco. Afortunadamente, cada pocos metros nos da un poco de cuartelillo, y hay lugares donde ir acumulando las rocas retiradas. También en algunas zonas verticales logramos encajar unas cuantas, pero otras toca sacarlas.

Las expediciones internacionales (o extraterrestres) son las que molan: al horario español de quedada (tarde), le añadimos el horario francés de comida (pronto), así que mientras acabamos de digerir el segundo desayuno (somos como los hobbits) ya estamos con el papeo en el garganchón. De mientras, interesantes conversaciones. Es fascinante ver cómo, tras décadas de convivencia, aún descubrimos nuevas facetas de nuestros camaradas. Por ejemplo, hoy aprendemos que Zape tiene "el estómago delicado" (sic). No tiene empacho en decir esto mientras con un carrillo mastica tortilla, con el otro un bocadillo, y de postre se zampa tres multimonti aderezados con grasa de taladro. En fin...

 

Tras unas horas más de acarrear pedruscos, por fin logramos acceder a un paso vertical más amplio. Un descenso de 5 metros nos sitúa en otro tramo horizontal, con una fuerte corriente de aire y lo que parece ser un pozo de unos 15 metros... con un montón de piedras en su cabecera. Más de lo mismo. Resignados, comenzamos a sacarlos hasta una salita previa. Es como el día de la marmota (pero sin marmota). Como vemos que la tarea va a ser larga, después de unas horas decidimos tirar para afuera, que Roma no se hizo en un día.

Remontando, alguna foto más, y para fuera. Otro día que nos respeta la meteo (al final, nos vamos a acostumbrar), y una suave bajada hasta el coche. Nos despedimos en Valle, con la mirada ya puesta en el campamento de Fuente Fría, que comienza el próximo viernes. De mientras, la cantera que tenemos aquí tendrá que esperar una nueva visita de los delicados Picapiedra...

Fotos: Marta Candel 


 

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