30/08/24
El último día que estuvimos en la FV-7 parecía que por fin nos cambiaba la suerte. Una pequeña montonera de bloques encajados nos separaba de lo que parecía ser un P.20 de relativa amplitud (claro, que aquí todo parece amplio, después de 15 días estando de perfil cual papiro egipcio). Pero es que llevábamos tantos días diciendo que la cosa parecía mejorar, que al final nos ha pasado como a Pedro y el lobo (esté o no esté en el LESPRE)...
Sólo Gelo, que es animoso, se apunta a continuar con una tarea que comienza a parecer a la de Sísifo. Vale, aquí no hay ningún bicho que nos coma el hígado, pero tras nuestra alegre juventud tampoco iba a encontrar gran cosa.
La cosa es que, otra vez, tiramos para arriba, con una buena sudada y unos mosquitos que no dan tregua (no son tigre, pero pasan a través de la ropa como campeones). Una horita larga de paseo bien cargados, pues llevamos material en pila, que hoy vamos optimistas. Y es que las estadísticas están hechas para romperlas (esta frase suena a mierda de autoayuda pero bien, menos mal que paso de Jorge Bucay).
Picamos algo antes de entrar, y bajamos como balas (de fogueo) hasta la punta. Gelo, más grande, tiene complicado trabajar, así que me toca la punta, quitando bloques. Nos tiramos así unas cuantas horas, hasta que la cabecera queda limpia. Tras una salida con un poco de contorsión, aparece el famoso pozo. Y sí, es un P.20 con unos seis-ocho metros de ancho. La corriente en la cabecera es tan fuerte como estos días atrás, y no invita a parar ni un minuto.
Cojo el taladro, y al lío. La roca es buena, y me separo un poco de la vertical, pues las piedras caen a cholón. Un pendulillo, un fraccionamiento, y para abajo. El suelo del pozo está lleno de bloques y de colada con aspecto antiguo... pero completamente relleno. No hay ni un gramo de aire. Rebusco debajo de las piedras (literalmente) pero nada. No me jodas, otra vez con las mierdas del aire no...
Subo mirando los laterales, y a unos siete metros de la base veo una pequeña ventana con formaciones. Pendulo hasta ella y... ¡bien! Aquí se vuelve a notar la corriente de aire; no tan fuerte como arriba, pero evidente. Me arrastro por una zona barrosa, y alcanzo el borde de una colada que se abre sobre...una galería. Una galería amplia. Hostia, con su suelo, su techo y sus paredes. No más porquerías de fisuras, ni bloques inestables, ni barro colapsado... Una galería de libro. Apuro la cuerda un poco más, sin instalar nada para poder alargarla, pero no llega. Así que vuelvo al pozo y le doy el parte a Gelo, que baja con material.
Gelo toma el relevo, e instala una cuerda que nos permite bajar al fondo de la galería. Decidimos ir primero hacia la izquierda, sobre una cresta de barro y bloques. Al de unos 20 metros la galería se estrecha, y parece cerrarse. Sin embargo, a unos 10 metros vemos lo que podría ser una galería colgada. A la derecha, una estrechez también parece tener una leve corriente de aire.
Volvemos en dirección contraria, y tras una zona de colada muy resbaladiza, damos a una parte rellena de derrubios y tierra. La galería es similar al Aspio, parece haberse formado a favor de una gran fisura, y el techo parece haber colapsado a favor de fracturas. Apenas se ven restos de tubos. Dejamos una galería colgada a la izquierda, a unos 10 metros, y llegamos a un laminador en parte cubierto por una colada. Gelo mira por arriba y yo por abajo, y logramos pasar el laminador hasta una zona amplia.
La galería se ve cortada por un gran desfondamiento. Gelo flanquea con cuidado por la derecha, y yo le sigo con más miedo que vergüenza. El desfondamiento parece bajar al menos unos 20-25 metros, pero no tenemos claro qué hay abajo. No tenemos suficiente cuerda para instalar pasamanos y pozo, así que seguimos por la galería, que ahora asciende.
Unas cuantas decenas de metros más allá llegamos al final de la galería. Arriba, a unos 15 metros, parece haber un nivel amplio. Abajo, a la derecha, una estrecha gatera quizá permita avanzar un poco más, pero no tiene una pinta muy atractiva. Echamos unas cuantas fotos a alguna de las muchas formaciones que hay. Nos llama especialmente la atención una excéntrica que semeja una serpiente fantástica, o un dragón. Bueno, igual es la hipoxia.
Satisfechos, nos damos la vuelta. La salida es lenta y trabajosa, pero el ánimo es mayor. Llegamos a la calle de noche, y la bajada al coche la hacemos a la luz de las frontales. Como no hemos traído material de topo, sólo nos queda hipotetizar sobre la dirección que toma la galería. ¿Nos acercará al Carcabón? ¿Nos acercará al Aspio? ¿No nos acercará a ningún sitio? ¿A qué huelen las estalactitas? La próxima salida nos aclarará (o no) alguna de estas dudas...
¡Me alegro, buena suerte!!!
ResponderEliminarEnhorabuena, vuestro trabajo os ha costado, Mucha suerte!
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