Laderas del Mortillano sábado 18 de Noviembre de 2023
Tras unos días de lluvia parece que el sábado dan buen tiempo, por lo que barajamos algunas opciones para pasar el sábado. Por fin nos decidimos por volver al soplador de la ladera Este del Mortillano en el que llevamos casi treinta trabajando, desde que en los años 90 empezamos a seguir su fortísima corriente de aire avanzando por su estrechos pasos.
Durante ese tiempo hemos seguido al menos tres vías diferentes, que nos han llevado a zonas mas profundas del agujero, donde siempre el aire nos ha abandonado dejándonos frustrados y sin saber que hacer. Una nueva búsqueda del aire nos llevaba a otra obra aun más difícil que la anterior, pero que nos llenaba de esperanza, de encontrar un camino hacia las amplias galerías de Garma Ciega que no se encuentran muy lejos, al menos en planta.
La cueva se empeñó en desafiarnos y de nuevo esta vía se quedo sin aire, cuando descendimos por ella unos metros a pesar de alcanzar una salita de bloques. Nuevo golpe y nueva reflexión sobre que hacer allí.
La terquedad es una de nuestras peculiaridades, por lo que aún buscamos una nueva vía en la que poner nuestras esperanzas y nuestros sudores. La encontramos y la seguimos, moviendo muchos kilos de piedras, hasta alcanzar otra salita entre bloques, en la que de nuevo despareció el aire.
La broma ya no tenía gracia y la cueva se reía de nosotros. Las teorías para tratar de explicar que pasaba fueron varias, pero lo que si parecía claro es que el aire circulaba a una determinada cota, desde montones de fisuras paralelas y agujeros entre piedras, de forma que si se profundizaba más el aire no parecía venir de abajo.
Decidimos avanzar por un nivel intermedio de una de las vías, siguiendo el aire aunque proviniera de agujeros pequeños, con la esperanza de que en algún momento se ampliaran.
En esto hemos estado en los últimos años, aunque con poca motivación fruto de nuestras malas experiencias y cada vez ha resultado más difícil engañar al personal, para subir al agujero, pero las expectativas de un gran premio siempre han terminado por arrastrarnos hasta el lugar.
Esta vez nos acompañan dos amigos del Burnia, Nelin y Berto, que de trabajar en agujeros desmoralizadores saben bastante. Para motivarles y como tampoco se trata de sufrir mas de lo necesario, quedamos a una hora cómoda en Ramales y llevamos parrilla y filetes para comer.
Una parada en el bar de Margari y llegamos al aparcamiento de la carretera, donde hacemos las mochilas cogemos las varas y comenzamos la subida, por el empinado sendero que las vacas han destrozado, los días de lluvia anteriores según parece.
Unos 45 minutos y 300 m. de desnivel después y amenizados por las anécdotas de Nelin llegamos al objetivo, que como casi siempre, sopla muy fuerte por el agujero de 50 cm. de diámetro. Berto ha subido como un jovenzuelo a pesar de sus 70 años de vida, que no representa y tiene la ilusión de un chiquillo y la dureza de un Papú.
Nos ponemos los monos y Nelin que parece no ha estado atento al Briefing, ha subido sus trastos de vertical, que no son necesarios en este agujero inmundo. Este despiste nos vendrá bien mas tarde.
Entramos en la cueva, que después del agujero de entrada tiene una salita amplia entre bloques, en su suelo un nuevo pequeño agujero inestable lleva a una fisura vertical de medio metro de ancho. En su base empezaba la primera vía que se exploró hoy llena de piedras.
Una zona horizontal con alguna curva más bien estrecha, tenia a un lado, una ventana a una vertical, que de nuevo se encuentra rellena de escombros. De frente se llega a una vertical de unos 4 m. que se destrepa hasta otra tubería horizontal. A nuestros pies, un nuevo muro de piedras tapona otra de las vías frustradas de la cueva.
Siguiendo la vía horizontal y un pozo ascendente llegamos a la punta de la exploración que hoy se encuentra mojada por un goteo justo en medio. Zape y Cristóbal se ponen al trabajo, el resto nos distribuimos por la zona, para subir las piedras hasta la parte intermedia donde casi no queda sitio para nada, pero es lo que hay.
Vamos sacando cubos de piedras hasta que los chicos de punta empiezan a dudar de por donde seguir. El techo en algunos puntos es muy inestable y ya no tenemos la osadía de la juventud, para trabajar en zonas peligrosas, no nos merece la pena.
Entro a ver la zona y compruebo que hay dos puntos, donde los bloques de buen tamaño se apilan sobre nuestras cabezas. Las opciones para seguir son traer mucho material de apeo o dejarlo caer todo y ver donde leches lo metemos. Pero es que delante no se ve nada que justifique el esfuerzo, con pequeños agujeros por los que sale el aire.
Tras pensarlo un rato tiramos la toalla, es el fin de esta larguísima lucha para abrir los secretos de esta cueva y que nos ha ganado la partida. Nos retiramos recogiendo el material, y como para negar la derrota, revisamos un pequeño tubo que trae aire en la sala de entrada, aunque es más que probable que solo sea un bypass hacia lo de más abajo. Salimos a comer con la idea de darle un toque por la tarde.
Por fin llega la mejor parte del día, el papeo y hoy es de lujo, con unos filetes que ha traído Cristóbal desde su tierra que vamos a hacer a la parrilla. Esto seguro que nos sube la moral.
Mientras se hacen las ascuas, busco un par de bocas cercanas que localizamos hace años y que presentaban algo de aire. Tras una corta búsqueda las localizo, sin que una de ellas tenga interés, pero la otra si que tiene aire claro, pero después de salir del agujero soplador, este otro es de risa. No me extraña que no lo hayamos forzado mucho.
Busco en los diarios y compruebo que intentamos abrirlo pero estaba complicado con los medios de la época y el aire no era muy fuerte.
Comemos los filetes con placer y retozamos al sol, de este día que tienen algo de sur y supera los 20 grd., también nos hemos traído la bota y el vino nos anima aún más.
Por fin salimos del letargo de la siesta, y les convenzo para revisar la boca antigua que marcamos hace años como FP43, aunque fue encontrada mucho antes. Llegamos al pequeño agujero, que baja en rampa, pero con unos bloques inestables en la entrada.
Zape decide que mejor quitar los bloques antes de nada y lo hacemos. Luego yo recordaba una salita, pero mi memoria me falla y solo hay un pocete vertical y estrecho, donde se aprecian rastros de intentos de desobstrucción. Trabajamos la cabecera y Zape pide los trastos de Nelin, que ahora descubrimos que su error nos viene bien.
Se colocan como se puede las dos cuerdas cortas que tenemos, aun sin anclajes y Zape desciende el pozo. En su base una ventana da a una salita, pero es pequeña, aunque un paso estrecho en la base, le permite llegar a ella y a la cabecera de otro pozo estrecho y con barro por el que llega el aire.
Esta claro que hay trabajo para avanzar por aquí, pero de momento estamos en tubos freáticos y sin bloques lo que será una novedad en la zona. De subida, Zape cree ver en la base del pozo restos de carburo que podrían indicar que alguien bajo hasta allí antes que él.. Algún flacucho muy flacucho.
Ya cae la tarde y es hora de bajarnos a la civilización, por lo que recogemos y tomamos el camino de bajada ya con las luces de los cascos.
Ha sido un día de sentimientos encontrados, con la tristeza de ser derrotados por el soplador, pero con la esperanza renacida, de buscarle las vueltas por otro lado y salirnos con la nuestra.. Ya se verá pero de esto va este juego.
Terminamos la jornada como muchas veces tomando un refrigerio en el bar de Margari.
No sabría decir si estamos en el final de una historia o en el inicio de una nueva aún mejor, puede que ambas cosas..
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