martes, 31 de diciembre de 2013

Adiós Cellagua, adiós… de una puta vez… (14/12/13)




Ya no son un grupo, son una banda...

Pues sí; tras mucho procrastinar (cultismos molan) decidimos ir a Cellagua. La sima ha estado instalada casi quince años, alternando las exploraciones en ella con otras en otros lugares del sistema. Así logramos la unión de los Morterones de Cellagua, del Bloque, nuevas galería fósiles por encima de Borgoñeses. Gloriosas páginas escritas en el libro de oro de la espeleología (que conste que esto es lo que dijo un colega, teóricamente libre de los efectos de las drogas). Vamos, como los viejos, living in the past.

Pero todo se acaba (menos, incomprensiblemente, el gobierno de Rajoy), y toca ir cerrando frentes, que Rubicera absorbe nuestras menguantes energías. Así que, con mucho pesar, hacía ya tiempo que habíamos decidido dar por concluidas nuestras exploraciones en este sector del sistema. Pero siempre había algo (fundamentalmente, la pereza) que nos lo impedía…

Material de deshecho
Esta vez parece que ningún plan alternativo se interpone en nuestro camino: ni travesías idiotas de última hora, ni paseítos por la nieve, ni orgías colectivas… Al torco, que ya toca. Así que quedamos a una hora más que prudencial en el club los habituales (castreños, Gelo, Wychy, Cristóbal, los Pedros) para desinstalar Cellagua. Eso sí, vamos contrarreloj porque después toca amena charla del tío Gelo, para celebrar el 50 aniversario del club, y cena en el albergue de Rocío.
El día está soleado, así que Carol, Cristina y Nuria nos acompañan hasta la boca para ir después a hacer la ruta del Hoyo Masayo (estas sí que saben). En la boca, queda claro una vez más la capacidad de diálogo y coordinación que hacen del AER un club ejemplar:

Tiempos viejos, tiempos salvajes...
Espeleólogo A: “Tú vas con Gelo a hacer la ficha de la instalación”.
Espeleólogo: “Yo voy a donde me sale de los cojones, y donde me sale de los cojones no es precisamente  ahí”.
Espeleólogo B: “Yo voy al vivac”.
Espeleólogo  C:“Yo no voy hasta el vivac”.
Espeleólogo D: “Comemos fuera”
Espeleólogo E:  “Comemos dentro”.
Espeleólogo F: “No comemos”.
Espeleólogo G: “Sacamos la basura de los demás”
Espeleólogo H:  “Yo no saco basura ajena”.
Espeleólogo I:  “Yo no saco ni la mía”.

En fin, lo de todos los fines de semana…

Al final cada uno va donde le sale. Entramos en la sima, que lleva algo de agua pero que, gracias a la instalación (“gimnástica”, dicen las malas lenguas) apenas te toca salvo en algún goteo. Nos dirigimos tres hasta el vivac, donde recogemos un par de sacas de material y basura, y echamos una última (y nostálgica, que también tenemos nuestro corazoncito –ya que hígado apenas) mirada al vivac, testigo de tantas aventuras (se entiende que aventuras espeleológicas: dado el porcentaje de féminas en el club, lo otro estaba complicado). Recogemos algo más de basura en el Cañón de Cellagua, y nos juntamos con Gelo y Wychy, que han estado haciendo la ficha de la sima. Cerca de la base de los pozos comemos rápidamente antes de comenzar el ascenso. Gelo y yo salimos un poco antes (Gelo tiene que preparar la charla, y yo… ummm… yo paso de estar bajo tierra, sin más), y para las cuatro estamos ya en la calle. El resto saldrá algo más tarde, después de desinstalar todos los pozos.
Pienso en el borcil

Como colofón, Gelo nos deleitará con una charla muy entretenida (y bastante concurrida) en la Fundación Orense, en la que repasa las andanzas de los últimos 20 añitos. Después, cena en el albergue, donde nos juntamos más de 20 para celebrar este 50 aniversario. La cena se alargará con una sobremesa amenizada por algún espontáneo, y un recorrido por tugurios varios. Dentro de 50 años, más…
 
PD: podéis descargar la ficha de instalación de Cellagua aquí.

La cena de Estíbaliz