jueves, 14 de marzo de 2019

Ni un paso atrás



"Ni un paso atrás" por Marta Candel 2 y 3 de Marzo de 2019


La roca era muy mala. Iba a costarnos un poco la instalación. Estábamos yendo por el estrato de arenisca, siguiendo el camino del agua.
Foto Zape
Los grandes cantos rodados nos hablaban de fuerza, de constancia, de tesón, de agua poderosa labrando las entrañas de este macizo. 

Nosotras, como el agua, avanzábamos con decisión, sin mirar atrás. Con sororidad, el agua nos abre huella para escribir juntas una página más en la historia de las exploraciones subterráneas.
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Foto Zape
Cada vez cuesta más cuadrar las agendas, pero por fin, este fin de semana lo conseguimos algunos. No estamos los habituales, Gelo, Pedro Merino y Moisés no han podido venir y cuando acabamos el día con semejante descubrimiento pienso en ellos y con los ojos encendidos por la emoción quisiera que estuvieran aquí para disfrutarlo juntos.
A las 9 de la mañana hemos quedado en el local. Estamos 6: Wichy, Cristóbal, Olga, Pablo, Zape y yo. Repasamos listas del material que tenemos en la cueva y preparamos lo que falta. Intentamos organizar los equipos de trabajo que haremos dentro, teniendo en cuenta las incógnitas pendientes de la última vez, para llevar taladros y baterías necesarias. El tema de la comida ya está resuelto y sin tener nada más que hacer para dar tiempo a Cardín a que aparezca con su habitual puntualidad germánica, nos vamos hacia Asón a tomar un café.
Allí nos informa de que los dos amigos riojanos a los que invitó a venir todavía no han llegado, así que intentamos poner en práctica una cosa que se nos da fatal a algunos…eso que llaman… paciencia, y los esperamos cambiándonos.
Foto Zape

Finalmente dejamos todo atrás y relajamos cabezas en cuanto nos traga la oscuridad.
Vamos a intentar llegar a las incógnitas por otro camino, ya que la última vez que estuvimos aquí, se conectó la parte desconocida por la que se avanzaba con un punto de topo de hace tiempo. Y Gelo, que tiene una cabeza poderosa, enseguida predijo por qué camino llegaríamos antes hasta allí.
Foto Zape
El desvío es un poco antes de llegar al vivac. Hacía mucho tiempo que no pasábamos por aquí, vamos encontrando puntos de topo del año 2013 y 2014 y van viniendo a la mente recuerdos de aquellas exploraciones. Paramos en seco ante una hoja escrita por Jose Gambino en 2014. Acariciamos con los ojos cada línea, cada trazo seguro de su letra y seguimos adelante con una punzada en el corazón y un pensamiento compartido: joder, cómo se le echa de menos.
Conseguimos conectar por esta vía a la incógnita y nos dividimos en dos equipos para seguir explorando. Somos muchos y no hay trabajo para todos, pero la compañía y el llevar las sacas más livianas, repartido el material entre todos, son bienvenidos.
Olga equipará la vía activa, un  pozo de 16 m. al que llega una sonora cascada, ya que fue ella quien la encontró la última vez; y yo la sigo de cerca.  
Foto Zape

 Cristóbal, Zape y Jose el riojano, vienen detrás haciendo la topo.
El otro equipo, Wichy, Cardín, Pablo y Beatriz, explorará la vía fósil.
Aterrizamos en un río de suelo de cantos rodados resbaladizos y seguimos su curso. A los pocos metros un resalte de unos 7 metros nos frena. Pero al frente, se abre ante nosotras un enorme vacío negro que nos hace sonreír.
Foto Zape

Revisando las paredes para elegir cuál será la menos mala para instalar, vemos unas luces al fondo y escuchamos voces. Parece que el otro equipo llegó a la gran sala que se intuye por la otra vía.
Cuando llegamos a ella se nos pierden los ojos en un precioso meandro excavado entre dunas de 8 metros. Lo seguimos y el agua se pierde de repente entre bloques. Continuamos por el meandro que nos lleva hasta el borde mismo de la sala, pero el antiguo sumidero también es impenetrable.
Vamos recorriendo el contorno buscando continuación. Nos metemos entre bloques, nos arrastramos por arena, escalamos hacia ventanas superiores, trepamos por las enormes dunas creyéndonos en un desierto, hasta llegar a un pequeño lago desecado en forma de media luna desde donde nos paramos a contemplar las enormes proporciones de donde estamos ¡Esto es una preciosidad! y pienso en los amigos que hoy no han podido venir. 
Foto Zape

Los compañeros del otro equipo no pudieron bajar hasta aquí por falta de material, sólo pudieron asomarse desde un balcón  y están llegando poco a poco siguiendo nuestros pasos. Se ven aparecer sus luces muy lejanas. La sala tiene unos 100 metros de largo, 80 de ancho y 60 de alto.
Al fin, encontramos una posibilidad de continuación. Destrepamos hacia una galería de dimensiones más normales que  deja la sala. Con cuidado de no estropear más que lo estrictamente necesario, avanzamos juntas entre un suelo con poligonales de desecación inmaculado y un cielo de piedra, donde las estrellas son restos de un mar petrificado, queriendo atrapar este momento para la colección de recuerdos especiales. Cada una a su manera; una en silencio, con la mirada encendida deseando saber que habrá más allá. Otra, con una infinidad de interjecciones que se estrellan contra este techo abovedado rompiendo su silencio milenario. La emoción es lo que tiene, que a cada cual le sale de una forma.
La galería acaba cerrándose entre cantos rodados y barro, sin posibilidad de continuación. Nos duró poco la emoción pero qué bonita mientras la disfrutamos.
En la zona alta de la sala, Cristóbal encuentra otra más pequeña en forma de dolina. Se aprecia claramente corriente de aire que se marcha por una grieta que intenta forzar Pablo sin éxito pero que le lleva gran esfuerzo. Quedará como incógnita para otro día.
Terminamos con una escalada de 15 metros que tampoco lleva a ninguna parte.
Dejamos la sala con la ilusión de volver otro día a seguir buscando continuaciones posibles.
Foto Zape

En el vivac, los riojanos no han podido evitar hacer gala de la tierra en la que viven y nos deleitan con una cata de vino biológico.
Son las 2 de la madrugada cuando nos metemos en los sacos. Algunos dormimos como lirones, otros no tanto. Para unos y para otros, Wichy hace que amanezca demasiado pronto.
Con un sobao “el macho” entre pecho y espalda estamos en la calle a las 12 de la mañana, lo nunca visto. Cuando llegamos “adonde Margari” a la una y media, nos encontramos el bar lleno hasta arriba. Si es que es malísimo madrugar tanto, hombre.
Son las 4 de la tarde cuando podemos sentarnos a comer. El riquísimo cocido montañés nos hace olvidar las horas de espera.
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Cierro los ojos con esfuerzo. Apretados unos contra otros en este vivac tanteo la puerta del mundo de los sueños sin ganas. Aún no quiero apagar el día. Pero no hay remedio, el calor que se apodera de mi cuerpo abre lentamente esa puerta, alguien apaga el último sol y la mente escapa, libre.
Foto Zape

Ni un paso atrás. Camino entre infinitas dunas de arena y cielos de piedra acompañada de todos los hombres y mujeres que inspiran día a día mi vida subterránea.
Ni un paso atrás. Todos. Todas.  Juntos y revueltos.  Mano a mano, como siempre en este mundo nuestro.
Sin más,  ¡¡Exploremos!!

Marta Candel