jueves, 31 de diciembre de 2020

Tregua.

 Domingo 27 de Diciembre de 2020, por Marta Candel

Aunque sea sólo por un día pedimos tregua.

Tregua al constante martilleo mediático sobre un virus coronado como rey y señor de nuestras vidas. Tregua al veroño que se hizo invierno demasiado pronto y a esta lluvia y a este viento constantes que nos acompañan desde hace semanas. Tregua a los cierres perimetrales que nos mantienen alejados de nuestra gente ¡¡ Tregua ¡!

Exactamente en la Muga, como auténticos Mugalaris, nos encontramos amigos de la Sociedad espeleológica Burnía de Galdames, del Aer de Ramales y del Gell de Castro Urdiales, para intercambiar abrazos sin besos o levantadas de cejas como saludos.

Durante el largo cierre municipal, Gelo se ha dedicado a patear la Peña del Moro y hoy vamos a revisar algunos agujeros con corriente de aire que encontró.

El primero que bajamos se acaba cerrando a los pocos metros pero el segundo nos dará una buena sorpresa.



Hace meses que Pedro Merino no viene de cuevas con nosotros. Sigue tan asocial como siempre y para no tener que aguantarnos o porque viene con ganas o por las dos cosas juntas se prepara el primero y entra equipando, dejándonos a todos afuera poniéndonos al día después de tanto tiempo sin vernos.

Al rato entro yo para ayudarle.

La entrada es pequeña y tiene un tiro de aire que te deja tiesa.

La torca ya ha sido explorada por alguien. Encontramos algunos spits muy viejos y oxidados pero sorprendentemente ninguna marca de carburo.

Enseguida se abre en un diaclasa alternada con estratos de margas que vamos descendiendo con algún problema para encontrar roca buena donde fraccionar. Bajamos unos 60 metros de pozo hasta aterrizar en el cauce de un pequeño río con restos de plásticos arrastrados por alguna crecida. Qué pena, hasta en el último confín del Planeta se encuentran plásticos.

Cristóbal no puede aguantar el nervio y nos sigue de cerca.

Hay una galería protegida de esa fuerte corriente de aire donde dormitan algunos murciélagos. Es caliente y seca.

Revisamos algunas ventanas y vemos algunas posibles escaladas para hacer.

Siguiendo el curso del río llegamos a la cabecera de un pozo muy regado y oscuro que me hace sonreír. Tiramos una piedra y suena muuucho, ¡¡como 6 segundos de caída!! ¡Qué bien! la corriente de aire sigue siendo evidente ¡Ya tenemos otro sitio para jugar¡

No pensábamos encontrar algo tan grande y no hemos traído suficiente cuerda. Mejor, porque Gelo no ha podido venir y así el próximo día él también puede disfrutarlo.

Empieza a llegarnos un fuerte olor a humo. Imaginarnos a Wichy preparando parrilla nos hace decidirnos a dejar de elucubrar teorías y salir veloces.

La ilusión se esfuma nada más salir. Es sólo una hoguera para no morir congelados esperándonos. El chorizo a la brasa sólo estaba en nuestra cabeza. Nos apremian porque va a llover. Comemos algo, últimos intercambios de viandas, risas, anécdotas y bien cargados con todo esto nos despedimos, unos mugalaris cuesta arriba y otros cuesta abajo. 

 

 

 

 

 

 

Las cuevas no entienden de fronteras, y a nosotros las únicas fronteras que nos gustan son las que significan retos.





martes, 22 de diciembre de 2020

Huyendo del virus

 Sabado 19-12-2020

Cueva de Rubicera

 Las restricciones de movilidad entre municipios han pasado y por fin los castreños pueden subir a Soba para hacer cuevas.Nos juntamos dos de Ramales y dos de Castro para hacer una visita a Rubicera y conocer algunas galerias exploradas por la SEII, con las que conectamos en nuestras exploraciones.

Las previsiones de tiempo son variables con pronóstico de sur y lluvia, así que como siempre será una lotería si nos mojaremos o no.

Como hay toque de queda, no nos queda otra que madrugar y quedar más temprano de lo habitual y para colmo, Margari esta cerrado cuando pasamos y no podemos tomar café, que es el combustible básico para algunos.




 

Hace sur pero no muy fuerte, asi que el paseo hasta la boca en un bonito día despejado y con las estupendas vistas de las cornisas es muy agradable, aunque el barro en las pendientes herbosas no lo pone facil.

Las cabras salen huyendo de nuestra presencia en los abrigos que escurren agua en muchos puntos.

De nuevo en la boca de Rubicera, Marta y Zape nos enseñan sus nuevos cascos ligeros, que hoy van a probar. Increiblemente Marta ha cambiado su eterno casco amarillo canario, que era su signo de identidad, aunque lo ha sustituido por uno verde chillón que no desmerece nada al canario.

 


Foto Zape

Recorremos el muy conocido camino hasta el río, que baja abundante agua y que dejamos poco después, para ascender hasta la ámplia galería en forma de cerradura y casi recta, que se desfonda en una gran sala de bloques.

Hemos tardado dos horas en llegar desde la boca a este punto, donde tenemos un nido de material y donde comemos un bocata y cargamos las sacas con material.

 

 Comenzamos a avanzar por el amplio meandro excavado bajo un estrato plano, en el que el agua ha formado diversos caminos que se cruzan  y convergen. Instalamos algun resalte para facilitar el ascenso y llegamos a una zona de menores dimensiones con vadinas fósiles y formaciones.


Foto Marta

  En un cruce aparece ya una cascada de pozos de amplias dimensiones y en otra dirección un tubo de 0,5 m. de ancho por 1,7 m. de alto, que conecta con una salita bellamente decorada  y que sigue hasta terminar en un pozo de unos 2 m. de diámetro.

 

Foto Marta
 
Foto Marta

  Se empieza a instalar la via de pozos, con tramos separados por suelos de bloques y aumentando las dimensiones, siguiendo una clara fisura transversal. Equipamos hasta -40 m. aproximadamente y se nos acaba todo las cuerdas, anclajes y el tiempo, ya que a las 22:00 hay que estar en el pueblo.

 

Foto Marta

Ascendemos hasta la gran sala y tras recontar el material que queda allí, iniciamos el retorno que nos lleva casi dos horas y media de ejercicio continuo. Mis botas de goma nuevas y muy rígidas me putean un poco los pies, pero es lo que hay.

Foto Marta

  Llegamos a la boca sobre las 20:20 y parece que no llueve mucho, aunque la yerba está mojada. Foto de grupo de rigor, nos quitamos los trastos y emprendemos el ascenso por las pendientes de yerba, que patinan con la lluvia fina que cae y que se culmina con una fuerte pendiente, que nos deja sin aliento y que precisa toda nuestra atención para no caer por ella.

Foto Marta

 

Cuando nos falta poco para alcanzar el coche, arrecia la lluvia y fuerte viento del norte, que nos moja y enfria, mientras descargamos y buscamos donde cambiarnos sin terminar como sopas. La cabaña nos ofrece algo de protección y podemos sobrevivir al desnudo, aunque Marta se enfria y solo piensa en la ducha.

Desgraciadamente hoy nuestros sueños de cocido donde Margari no se pueden cumplir, y vemos complicado encontrar algún sitio donde conseguir algo de cena. Afortunadamente llamamos al Cullalvera y nos preparan cena para llevar, que devoramos en casa de Cristobal, justitos con el toque de queda. Marta entra en calor y el vino nos devuelve los colores. Que el reloj de Zape dice que hemos consumido casi 5000 calorias y eso debe de ser mucho.

 Ha sido un buen reencuentro con las cuevas, con galerías bonitas y posibles futuros objetivos que mantengan nuestra ilusión.

jueves, 15 de octubre de 2020

Retorno al hogar


 Sabado y Domingo 10 y 11 de Octubre de 2020

Mientras los madrileños y muchos otros no pueden salir de sus casas, nosotros tenemos libertad para volver a nuestro hogar subterráneo. Ellos tienen que aguantarse con sus calefacciones, sofás y cómodas camas. Nosotros podemos disfrutar del moho, la herrumbre de los cubiertos, los suelos mojados y sacos húmedos.

Ante tamaño privilegio no podemos reprimirnos y a pesar de que el tiempo es horrible con lluvia y viento decidimos dirigir nuestros pasos a Rubicera, donde mantenemos un vivac desde hace años y que tenemos abandonado desde hace más de un año.

Así pues la mañana del sábado nos encuentra desayunando en el Willy. Estamos seis, ya que a los más habituales se ha unido, después de mucho tiempo, Susanna que como siempre trae comida rica y aumenta la paridad del grupo, que ya cuenta con dos mujeres.

 

Una vez en los Collados, nos preparamos para la lluvia y emprendemos la marcha por las resbaladizas cornisas, hasta la amplia boca, que afortunadamente, permite colocarse los trastos del oficio sin mojarse.

Sobre las 12:00 entramos en las amplias galerías, con la duda de como podemos encontrar el río de la travesía, pero aunque baja bastante agua, esto solo contribuye a darle belleza y no plantea mayores problemas para circular por él.




Algunas cuerdas para arriba, bella galería de formar de cerradura, gateras y cuerdas para abajo, nos dejan en la amplia sala que conecta varios pisos de esta cueva.


 

Son las 15:00 y toca comer, que somos todos de mucho consumo. Marta se ha encargado de comprar la comida colectiva, ante el temor de que lo hiciera Wichi y en lugar de salir a 5 € por cabeza, saliéramos a 5 € para todos. Hay de todo incluyo pollo y para desayunar sobaos el Macho. Este es un vivac tres estrellas michelines.

 






En este punto dejamos comida y tomamos unos pasos estrechos y cuerdas cortas que nos bajan hasta los niveles inferiores de la galería de la Espeleogénesis. Aquí podemos avanzar por esta bonita galería con suelos de arena, hasta llegar a su final, donde un desfonde equipado, nos deja en el nivel del río que circula tranquilo, por una baja pero ancha galería. Un tapón de bloques que detuvo la exploración hace años, fue superado desde el otro lado y ahora permite continuar por el nivel casi del río.

 

Llegamos a un punto donde se bordean unos sifones y es posible continuar por el río por una bonita galería, que pronto se desfonda en dos cascadas muy ruidosas que conducen el río a una gran sala negra, que yo aún no había visto. El rio abre un caudal sinuoso, entre grandes bancos de arena, hasta perderse entre bloques, pero ha dejado grandes dunas con diversas formas, que le dan personalidad a la gran sala.

Desgraciadamente la única incógnita que había en esta sala se demostró en la topo, que estaba justo sobre un caos de bloques de otra galería, así que no merece la pena escalar y toca desequipar.

Esta faceta de la exploración, yo la comparo con el día después de una fiesta. Cuando organizas una fiesta puedes tener mucho trabajo, pero estas motivado, contento y esperas pasártelo bien, por lo que no te preocupa mucho el esfuerzo. Pero al día siguiente queda mucho que limpiar, recoger y colocar y ya no hay perspectivas de pasarlo bien, ni ligar, ni na de na..

Pues desequipar en las exploraciones es lo mismo, ya no hay motivación por encontrar nuevas galerías y si montañas de material que mover. Pero de todas formas si la compañía es divertida como en este caso, hasta en esto te lo puedes pasar bien y echarte unas risas, hablando de los michelines de alguno, la nariz o la cabeza de otro.


 

 Decidimos hacer dos equipos de tres, para desequipar las dos rutas que tenemos para acceder a este punto, por lo que Cristóbal, Wichi y Marta se vuelven por la ruta de llegada y Susanna, Zape y Angel, volvemos por otra más larga para desequipar otros pozos. Nos encontraremos en el vivac para cenar.



 


 

Remontamos primero por galería y luego laminadores hasta la sala de la Momia Verde, donde retiramos las cuerdas y ascendemos hasta la galería amplia y concrecionada, que nos llevará una hora después al vivac. Poco antes pasamos por la cascada de llegada del río Totxe, que suena fuerte y la espuma blanquea en la oscuridad.

 

Somos los primeros en llegar al vivac sobre las 21:30, y vamos a buscar agua mientras llegan los colegas con la cena. Nos quitamos los monos y ponemos algo de ropa, mientras revisamos nuestros sacos estancos, para ver como están nuestros sacos de dormir y el suelo del vivac, este último mojado en algunos tramos.

 

Por fin nos reunimos alrededor del hornillo que calienta el agua para la pasta, mientras picamos otras delicias que nos ha traído Marta, que por cierto se confirma que es más dura que una piedra, al aguantar todo el día una dolorosa lesión en el pie, con tal de no perderse nuestra compañía y alegrarnos con sus risas, a pesar del dolor que en momentos se ve que le nubla la sonrisa.

 

Para las 23:00 estamos en los sacos y esta vez nadie pone despertador, ya que hoy el plan es explorar todo el domingo y salir a cenar. He tenido que engañarlos e inventarme una supuesta galería superior, al nivel de la galería de los Imputados, para motivarles y revisar los pasos de esta galería..

 


A pesar de contar con algunos madrugadores en el equipo, nadie dice nada y nos dan las 10 en los sacos, creo que es mi record de permanencia en saco. Encendemos el hornillo y la cafetera suena, estimulando nuestro organismo, que ya espera con ansia los sobaos.

 

Una vez cubiertas las necesidades básicas nos equipamos y cargamos todas las cuerdas y anclajes, que hay que ir sacando a niveles superiores de la cueva, donde vamos a realizar algunas exploraciones.

De nuevo hacemos dos equipos para revisar algunos puntos de la galería, Marta y Zape se van al oeste y el resto hacia el este, parando en las zonas de bloques y tubos para volver a revisarlos. Tras los habituales fracasos y contra todo pronóstico, la revisión de Susanna de una gatera pisada, le lleva a un cruce donde encuentra una galería ascendente sin rastro de pisadas.

 Vuelve y vamos con ella, Cristóbal y Susanna en punta y Wichi y yo haciendo topo. De nuevo disfrutamos del placer de la exploración y del hormiguillo de la esperanza de grandes descubrimientos. Dejamos un cruce a una sala, que precisa cuerda para bajar y de la que arranca un meandro ancho, que parece sigue por debajo de los tubos ascendentes por los que avanzamos. Llegamos a una ventana sobre un meandro desfondado, con un pozo de 17 m. y en cuyo fondo se ve un reflectante, que enfría nuestras expectativas y que indica que conectamos con alguna galería ya explorada, aunque no tenemos claro donde es. Queda pendiente una corta escalada a un pequeño tubo y bajar al meandro, pero será difícil que salgan grandes cosas.

De bajada encontramos a Zape que nos ha seguido, pero ha revisado otro cruce y encontrado otra galería sin pisar, que tiene pinta de estar relacionada con la nuestra..pero ya se verá..

Es hora de volver, primero donde hemos quedado con Marta, merendamos un poco y cargamos pesadas sacas de material, con las que cargamos al ascender por los pozos y por gateras, hasta llegar a la amplia galería explorada por la SEII, donde hacemos un depósito de material.


 

Más ligeros, seguimos ascendiendo hasta llegar al río de la travesía, que baja más caudaloso pero sin problemas. Sudamos un poco en las galerías fósiles y por fin llegamos a la boca aun con un poco de luz del atardecer, sopla viento y llueve. Nos ponemos los impermeables y emprendemos el arduo camino de regreso, azotados por el viento y con sumo cuidado de no resbalar en la yerba mojada en las estrechas cornisas.



 Llegamos a los coches pensando ya en el rico cabrito que nos vamos a cenar en Ason, aunque aun queda el desagradable trámite de cambiarse la ropa mojada en medio de la lluvia.

Wichi se marcha para su retiro espiritual en su cabaña sobana y el resto bajamos a Ason, donde hemos quedado con Moisés y Teo para cenar. Teo nos hace reír con sus cosas, mientras pide mimos de su madre que no ha visto en dos días y que por cierto, no parece que su larga ausencia de las cuevas, le haya afectado lo mas mínimo y se mueve como pez en el agua.

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Una vez llenas las barrigas nos volvemos para Ramales y nos despedimos hasta la próxima que será otra historia..