jueves, 24 de octubre de 2024

Pruden el imprudente

 


28/09/24

Hace unas semanas, mientras daba una vuelta, me acerqué a la FV-19, una vieja conocida a la que nunca hemos prestado mucha atención debido a su escasa extensión y a que estaba más trotada que la ética de Alvise. Sin embargo, una pequeña ventana me permitió pasar a una galería de buenas dimensiones, levemente descendente. La seguí un rato, entre el revoloteo de los murciélagos, hasta llegar a la cabecera de un pocete. No se veía clavado, y aunque había alguna huella por la galería, eran mínimas. Y lo que es mejor, al otro lado del pozo se apreciaba lo que parecía ser la continuación de la galería, con un tubo evidente en el techo.

Ya en casa, rebuscando en la bibliografía, encuentro una topo en la que sí aparece la galería y el pozo, que está bajado: ocho metros y se cierra. Ello enfría un poco mi entusiasmo; pero es evidente que la travesía no está hecha, así que merece la pena volver.

Así que este sábado vamos Gelo y yo para ya, pues el resto de la tropa, o está secuestrada por Nelín, o tiene eventos varios (BBC: bodas, batidas y comilonas). El día amanece lloviendo y remoloneamos: un par de guasaps en el que cada uno espera que el otro diga que nos quedamos en la cama; pero somos cobardes hasta para eso.

Ya en el club, petates cargados, y para arriba. Previamente había limpiado un poco el camino, por lo que llegamos relativamente secos a la entrada de la cueva. Nos cambiamos, y hacia adentro, entre el batir de las alas de los murciélagos.

Dado que está en un buen sitio, revisamos un poco por encima las paredes, que Pencho nos tiene bien aleccionados. La zona llana tras la rampa de entrada está completamente inundada (no ha parado de llover estas semanas), pero no nos pasa por encima de la bota. En la cabecera del pozo encontramos unas marcas, que inocentemente consideramos grabados; pero pronto nos damos cuenta de que son las muescas de las garras de un oso.

 

 

Gelo instala el P.8, que da pie a una blanca colada en cuya base una pequeña colada se colmata aguas arriba, y se sifona aguas abajo. A la izquierda se ve un posible tubo, a unos 7 metros. Gelo mete un par de seguros donde puede y sube por una inestable pendiente de arena. Una persona ha subido (aparentemente, a pelo, pues no vemos ningún agujero) hasta allí, aunque no ha revisado el tubo estrecho que nace en la rampa.

 

 

Gelo desinstala y comienza la topo. Yo subo hasta la cabecera de la colada, y veo que hacia la izquierda continua, y que viene de la zona a la que queremos llegar escalando. ¿Se podrá por acá? Con los tres cafés que me he metido, yo -como mister Wonderful- puedo con todo. Para arriba... Dos metros, cuatro, seis, ocho... El puto amo que soy, ríete del Kukutxa ese, o de los modernos del Indian... Venga, que ya est.... ¡hostias! Esto es puro hielo, cómo patina...


- ¡¡¡¡Geloooooo!!!

-¿Qué?

-Vente, anda.

- Que estoy topografiando.

- Que me caigo.

- Siempre igual, si es que eres gilipollas.

Mientras llega Gelo veo, en mi cabeza, un grabado muy poco prehistórico: "Paco", tallado en la colada. Tampoco veo restos de ningún spit o similar, Paquito subió hasta aquí a pelo. Pero él si pudo bajar...

Finalmente viene Gelo, pone un multi y me asegura, y tiro para arriba por la colada. Se ve que Paco subió por acá, probablemente en verano, con la colada seca. Aún así, subir por aquí sin clavar es de gallo gallo: la hostia es considerable en caso de resbalar. Salgo arriba, a una galería de buenas dimensiones, con unos gours preciosos. Pintaca que tiene, como dice la juventú.

Clavo una cabecera y sube Gelo. Unos metros más adelante vemos dos nombres: Pruden y Paco, 1989. El suelo es inmaculado, y podemos apreciar las huellas de ida y vuelta de ambos, pero no más. Un poco decepcionados al ver que no somos los primeros, seguimos por una galería de buenas dimensiones, y decorada a cada paso. Los goteos le dan una belleza particular. 

 


 

Tras avanzar unos cuantos metros por una zona "viva" de la cueva, llegamos a una rampa descendente, en la que dejamos un tubo a la izquierda. La galería recobra horizontalidad, con un fino suelo que recubre un poroso relleno (de hecho, nos hundimos casi un metro en él). La galería se va haciendo más pequeña, y llegamos al final, donde encontramos varias oseras y multitud de marcas de garras (alguna a casi cuatro metros). Es evidente que los osos entraron por donde nosotros, lo cual es impresionante (pozo de 8, escalada... y todo a oscuras).

 


 

Retrocedemos echando alguna foto y haciendo la topo. Reviso los laterales, pero el tubo previo vuelve a salir a la galería. Un P.7 que hay en él se cierra completamente. Sin embargo, en la zona de goteo, encuentro un P.20 de buenas dimensiones. Sorteando con cuidado su cabecera encontramos una galería de dimensiones más reducidas. Aquí también han estado Paco y Pruden, pero sólo en la parte amplia. Repto por los conductos, que se cierran o se desfondan. Gelo, en dirección contraria, ha llegado a un balcón que da a lo que parece ser una galería varios metros más abajo. 

 


Mientras Gelo continúa con la topo me vuelvo a la cabecera del P.8 a por material. Instalo la cabecera en el balcón, y tras unos 8 metros llego a una galería descendente. Unos metros más allá se desfonda sobre otra galería. La cuerda no llega, pero atamos arneses y pedales, y eso nos permite descolgarnos hasta una repisa. No podemos bajar hasta la galería (queda a unos 7 metros por debajo), pero sí colarnos por un meandro lateral de 3x1,5 que seguimos hasta otro desfondamiento. No hay más material, así que toca darse la vuelta.




 De salida, reviso otro pocete de 7, ciego, y bajo el P.20. En su base, una colada resbaladiza me permite acceder a una galería: por un lado parece inundarse (pero no tengo cuerda para bajar y verlo bien). Por el otro, una galería tipo mina me permite avanzar unos cuantos metros, y tras un par de destrepes llego a la galería a la que no habíamos podido acceder antes. Hacia abajo, un resalte de 4 metros me impide continuar; no está claro si sigue por abajo, de frente (se ve una pequeña ventana) o se cierra. De nuevo de vuelta en la base del P.20, una trepada por una colada me permite ver el inicio de otra galería de reducidas dimensiones, pero también hace falta cuerda para acceder.

Satisfechos, vamos hacia la salida, mientras Gelo continúa la topo. Llegamos ya con la luz del día declinando, y bajamos por el bosque elucubrando sobre cómo se formó la galería (ni siquiera tenemos muy clara la dirección). Entre lo topografiado, lo ya conocido y lo que he visto, habremos superado ya el kilómetro, lo que no está nada mal para un sábado de remoloneo. Nuestros dieses para Paco y Pruden por su brava escalada. Pero, troncos, la próxima vez, publicad...


martes, 15 de octubre de 2024

La torca del Botijo, saboreando el premio.

 

Macizo del Hornijo   Septiembre de 2024

En el artículo anterior de Pedro, dejamos esta exploración en una bonita galería de grandes dimensiones que recorrimos de forma apresurada, observando algunas incógnitas posibles que quizás permitieran  continuar nuestra larga búsqueda de un camino hacia el Carcabón.

Con la excitación de los niños cuando desenvuelven el paquete de un regalo, nos juntamos el día 7 de Septiembre, para volver a la torca del Botijo, como hemos apodado a esta cueva.

Ha llovido mucho, pero este sábado no da lluvia, así que subimos a la sima del Botijo. Cristóbal ha engañado a Maider que no sabe lo que le espera.

 

Quedamos con Patrick sobre las 9:45, pero llegamos tarde. Tomamos un café en Vega y salimos hacia la obra.

Ascendemos con calma, charlando y con bastante humedad, hasta la boca, donde llegamos sudorosos sobre las 11:00.

 

Somos muchos, hay que bajar ampliando algunos pasos y luego equipando la cuerda. En punta Marta y Cristóbal trabajan en el primer pozo; luego Cristóbal y Ángel trabajan en los siguientes resaltes, hasta las 13:00 que salen a comer con los demás, que se han quedado fuera esperando.

Luego bajamos todos con Zape equipando cuerda y Maider y Ángel cerrando el pelotón con Patrick haciendo la topo. Baja bastante agua por las paredes, que gotean en algunos tramos.

Se monta un atasco mientras se trabaja en mejorar la zona final de la diaclasa vertical y luego la cabecera del último pozo.

Los grupitos repartidos por la sima, charlan de diferentes temas mientras los de punta trabajan, lo típico de España, sea sobre la tierra o bajo ella.

Maider nos asombra, con su capacidad de conversación sobre los más variados temas y sin que parezca que se le seque la boca. Tal vez sea para no pensar en la liada que de nuevo le ha preparado su padre y lo bien que estaría ahora de fiesta con sus amigas.

Pasan las horas y terminada la obra, Cristóbal se sale con Maider, que se hace tarde y no quiere que le denuncie por maltrato infantil.

El resto bajamos tras equipar Zape el pozo de 25 metros y la rampa de bajada a la sala.

Una vez en la galería, Pedro y Marta van al Oeste al agujero soplador, que fuerzan hasta un desfonde que precisa cuerda.

 


 Patrick sigue con la topo, primero al Oeste y luego al Este.

 

Zape y Ángel van al Este e instalan un pasamanos que bordea el desfonde, luego van al final de la galería para evaluar la escalada a la chimenea que hay allí. Por la derecha parece que se puede subir por las formaciones, con picos que permiten poner lazos; luego habría que ver qué pared usar.

Observan las formaciones, de la salita incluyendo la curiosa estalagmita en forma de serpiente.

Vuelven hasta el laminador donde han llegado Patrick y Pedro con la topo, que se deja allí a la entrada del laminador, porque ya es muy tarde.

Volvemos y vamos subiendo con calma, con  Ángel que sube el último tensando algunas cuerdas, para tirar piedras sueltas y limpiar mejor las rampas.

 

Estamos en el exterior sobre las 22:00 y en el coche sobre las 23:30.

Nos despedimos de Patrick y Sandrine, que ha venido a recogerle y vamos corriendo al pueblo a ver si encontramos donde cenar, cosa que conseguimos en el Quintela, casi de milagro.

 

 Capítulo II

Por fin ha dejado de llover, aunque se avisa de bajada de temperaturas, quedamos para volver de nuevo a la Torca del Botijo, el sábado 14 de Septiembre.

Quedamos en el club a las 9:30 en un día fresco con unos 11 grados. Estamos cinco personajes, Merino, Wichi, Cristóbal, Zape y Ángel.


 Debatimos sobre qué taladros y anclajes llevar; al final Zape se sale con la suya y llevaremos spit para que no le dé un acolecho, pero solo nos quedan 8 spit en el club, así que Zape llama a Fredo y trae más spit.

Subimos con un día despejado y llegamos sobre las 11:00 a la boca, donde picamos algo.

 Entramos primero Zape, Ángel y Pedro, quitando alguna piedra más por el camino.

Cristóbal y Wichi bajan detrás instalando más peldaños de ferrata en la sima, que ya parece una atracción de circo en lugar de un agujero serio; pero estamos muy mayores y las dimensiones no permiten usar bien el material de progresión, por lo que los peldaños se agradecen.

Una vez en la sala, Zape y Ángel van al Este, continuando la topo desde el laminador hasta llegar al desfonde, donde Zape empieza a equipar la bajada y Ángel continua la topo hasta la sala de la serpiente.

Foto Zape

Finalmente bajan al final del desfonde unos 25 metros más abajo. Allí una amplia sala, con rampas de tierra y piedras asciende hacia el oeste hasta una pequeña galería, que se cierra con coladas.

Con un paso de hombros, Zape sube a la parte alta del tapón y llega a una salita con dos pozos: uno que se cierra y otro pendiente pero con poca pinta.

El lado derecho de la sala está cortado por un pozo. Bordeando por la izquierda se puede ir al otro lado, en forma de rampa de tierra y piedras, hasta el borde del pozo que canta unos 10 metros con sonido de agua estancada abajo.

Foto Zape

Hacen la topo y suben a la galería principal, donde se encuentran con el resto del equipo, que ha instalado varios peldaños en la sima y luego ha ido a la parte Oeste de la galería, para abrir el agujero soplador, que hoy no sopla por que no hay nada de aire en toda la sima.

Pasan el agujero y al otro lado un tubo desfondado, que termina pronto en tubos ascendentes estrechos.

Luego enfrente, Wichi hace una escalada de 13 metros  al nivel superior de la galería. Llegan a una repisa entre dos desfondes y al otro lado se ve una amplia sala. No les queda batería, así que se bajan y van al Este.

Bajan los tres a ver el desfonde y luego Cristóbal y Wichi suben, mientras Pedro se cuela por varios agujeros.

Cristóbal y Zape van hasta la sala de la serpiente y hacen algunas fotos.

Foto Zape

Luego nos vamos todos a la escalada del Oeste, donde Zape equipa los pozos del desfonde, bajando uno a la izquierda de unos 20 metros bajo una chimenea estrecha, con un poco de agua. Abajo se estrecha en un meandro impenetrable.

Sube y después baja el pozo de la derecha, de unos 30 metros que se cierra con un suelo plano.

De nuevo de subida, cruza al otro lado hasta otra repisa. Equipa y baja a la sala, que está muy desfondada, con una fina cornisa a la derecha. El desfonde se cierra y en el otro extremo solo se ven unos tubos paralelos y verticales.

Baja Ángel para asegurar a Zape en su trepada, que hace con los dos últimos pulse que le quedan. El tubo de la izquierda vuelve sobre la sala.

Foto Zape

Foto Zape

 

Llega Cristóbal y sube al tubo de la derecha, que pronto se estrecha mucho. La cosa no da para mas y nos retiramos desequipando todo, incluso la escalada.

Dejamos nido de material en la sala y salimos al exterior algo mas cómodos con los escalones, llegamos a la calle sobre las 19:30 y a las 21:00 estamos en los coches.

 

Ha sido un bonito día de exploración, por fin en una cueva de grandes dimensiones. No hemos encontrado el aire que buscamos, pero aún nos quedan varias incógnitas que revisar y esperamos que nos den alguna alegría.

martes, 8 de octubre de 2024

The kids are the puta madre (for once)

 


30/08/24

El último día que estuvimos en la FV-7 parecía que por fin nos cambiaba la suerte. Una pequeña montonera de bloques encajados nos separaba de lo que parecía ser un P.20 de relativa amplitud (claro, que aquí todo parece amplio, después de 15 días estando de perfil cual papiro egipcio). Pero es que llevábamos tantos días diciendo que la cosa parecía mejorar, que al final nos ha pasado como a Pedro y el lobo (esté o no esté en el LESPRE)...

Sólo Gelo, que es animoso, se apunta a continuar con una tarea que comienza a parecer a la de Sísifo. Vale, aquí no hay ningún bicho que nos coma el hígado, pero tras nuestra alegre juventud tampoco iba a encontrar gran cosa.

La cosa es que, otra vez, tiramos para arriba, con una buena sudada y unos mosquitos que no dan tregua (no son tigre, pero pasan a través de la ropa como campeones). Una horita larga de paseo bien cargados, pues llevamos material en pila, que hoy vamos optimistas. Y es que las estadísticas están hechas para romperlas (esta frase suena a mierda de autoayuda pero bien, menos mal que paso de Jorge Bucay).

Picamos algo antes de entrar, y bajamos como balas (de fogueo) hasta la punta. Gelo, más grande, tiene complicado trabajar, así que me toca la punta, quitando bloques. Nos tiramos así unas cuantas horas, hasta que la cabecera queda limpia. Tras una salida con un poco de contorsión, aparece el famoso pozo. Y sí, es un P.20 con unos seis-ocho metros de ancho. La corriente en la cabecera es tan fuerte como estos días atrás, y no invita a parar ni un minuto.

Cojo el taladro, y al lío. La roca es buena, y me separo un poco de la vertical, pues las piedras caen a cholón. Un pendulillo, un fraccionamiento, y para abajo. El suelo del pozo está lleno de bloques y de colada con aspecto antiguo... pero completamente relleno. No hay ni un gramo de aire. Rebusco debajo de las piedras (literalmente) pero nada. No me jodas, otra vez con las mierdas del aire no...

 

 

Subo mirando los laterales, y a unos siete metros de la base veo una pequeña ventana con formaciones. Pendulo hasta ella y... ¡bien! Aquí se vuelve a notar la corriente de aire; no tan fuerte como arriba, pero evidente. Me arrastro por una zona barrosa, y alcanzo el borde de una colada que se abre sobre...una galería. Una galería amplia. Hostia, con su suelo, su techo y sus paredes. No más porquerías de fisuras, ni bloques inestables, ni barro colapsado... Una galería de libro. Apuro la cuerda un poco más, sin instalar nada para poder alargarla, pero no llega. Así que vuelvo al pozo y le doy el parte a Gelo, que baja con material.

Gelo toma el relevo, e instala una cuerda que nos permite bajar al fondo de la galería. Decidimos ir primero hacia la izquierda, sobre una cresta de barro y bloques. Al de unos 20 metros la galería se estrecha, y parece cerrarse. Sin embargo, a unos 10 metros vemos lo que podría ser una galería colgada. A la derecha, una estrechez también parece tener una leve corriente de aire.

Volvemos en dirección contraria, y tras una zona de colada muy resbaladiza, damos a una parte rellena de derrubios y tierra. La galería es similar al Aspio, parece haberse formado a favor de una gran fisura, y el techo parece haber colapsado a favor de fracturas. Apenas se ven restos de tubos. Dejamos una galería colgada a la izquierda, a unos 10 metros, y llegamos a un laminador en parte cubierto por una colada. Gelo mira por arriba y yo por abajo, y logramos pasar el laminador hasta una zona amplia.

 

 

La galería se ve cortada por un gran desfondamiento. Gelo flanquea con cuidado por la derecha, y yo le sigo con más miedo que vergüenza. El desfondamiento parece bajar al menos unos 20-25 metros, pero no tenemos claro qué hay abajo. No tenemos suficiente cuerda para instalar pasamanos y pozo, así que seguimos por la galería, que ahora asciende.

Unas cuantas decenas de metros más allá llegamos al final de la galería. Arriba, a unos 15 metros, parece haber un nivel amplio. Abajo, a la derecha, una estrecha gatera quizá permita avanzar un poco más, pero no tiene una pinta muy atractiva. Echamos unas cuantas fotos a alguna de las muchas formaciones que hay. Nos llama especialmente la atención una excéntrica que semeja una serpiente fantástica, o un dragón. Bueno, igual es la hipoxia.

Satisfechos, nos damos la vuelta. La salida es lenta y trabajosa, pero el ánimo es mayor. Llegamos a la calle de noche, y la bajada al coche la hacemos a la luz de las frontales. Como no hemos traído material de topo, sólo nos queda hipotetizar sobre la dirección que toma la galería. ¿Nos acercará al Carcabón? ¿Nos acercará al Aspio? ¿No nos acercará a ningún sitio? ¿A qué huelen las estalactitas? La próxima salida nos aclarará (o no) alguna de estas dudas...