lunes, 27 de junio de 2016

Las penas sin pan, son más (11/6/16)




Se acerca Fuente Fría, y va siendo hora de -intentar- cerrar alguno de los frentes abiertos que tenemos, además de recuperar material para la campaña. Así que nos juntamos Marta, Zape, Gelo, Moisés y yo para ir a la Sima de la Maza, a ver si logramos concluir con alguna de las incógnitas que allí tenemos: ninguna muy prometedora, pero tiran...

Tras tomar un café donde Wylly, subimos para arriba. Los helechos han crecido notablemente, y con ellos sus incómodas inquilinas, las garrapatas, algunas de las cuales no parecen hacer ascos a nuestro olor corporal. Llegamos a la boca, y Marta se da cuenta de que se olvidado la saca en el coche. A pesar de que le decimos que con las nuestras vale, ella, cabezona, se da una carrera hasta los coches para cogerla. Sesteamos un poco al sol mientras vuelve con una mala noticia: se nos ha olvidado el pan. Bueno, sería peor si se nos hubiera olvidado el contenido, en lugar del continente...



Nos dirigimos al anterior de la cavidad, típica cueva ni cómoda ni incómoda, sino todo lo contrario. Baja bastante seca, así que no hay problema en la zona de la cabecera del P.20, que es donde la cosa se pone peor. Tras bajar un par de pozos, cogemos un meandro fósil desfondado, y pronto nos pone en la zona encontrada unos meses atrás: el mismo meandro, pero aguas arriba, en dirección norte. Pronto llegamos a las galerías fósiles, y de ahí nos dirigimos a un pequeño ramal ubicado al Oeste, donde se concentra la mayor parte de las incógnitas. Tras comer (sin pan) nos dividimos en dos grupos: Zape, Moisés y Gelo realizarán una escalada en una sala con bloques (es la zona más cercana a las galerías de Rubicera, aunque no tiene mucha pinta); y Marta y yo continuaremos una escalada que habíamos dejado inacabada meses atrás por falta de material.

Nos dirigimos hacia dicha escalada, y cuando Marta se dispone a desplegar toda su energía escalando, se da cuenta de que no hemos traído la maza (sin maza en la Sima de la Maza, joder con las ironías). Mete el primero con una piedra, y comienza a escalar con un par de "mazas paleolíticas" de repuesto. Afortunadamente, poco después llega Moisés con una de verdad, y la cosa cambia. El taladro no va muy fino (o nos hemos acostumbrado a lo bueno). Mientras Marta escala los más de quince metros que hay hasta lo que parece una repisa, me dedico a asegurarla, pasar frío y contemplar los abundantes restos de lirones que hay. Tienen pinta de haber venido de arriba, pero... ¿será una galería, la llegada de un pozo...? Además, Moisés me deleita con la atemporal sabiduría del Fary, antes de volver con los otros...


Marta escala a buen ritmo, pero de la repisa hay que subir a otra más. Una vez arriba, un pequeño tramo horizontal da paso a un P.5, y éste, a su vez, a otro pozo para el que ya no tenemos material. En dos ocasiones, en este tiempo, hemos oído a lo lejos el taladro de nuestros compañeros, pero somos incapaces de saber por dónde nos llega el sonido... Además del pozo, Marta descubre una rampa de unos 10 metros con posibilidades de continuación, pero que requiere ser escalada.

La castreño-andaluza deja una instalación fija (nos llega el material por los pelos) y vamos a buscar a los otros. Ellos también han tenido -algo de- suerte, nos lo cuenta Gelo:

"Zape realiza una escalada de 13 metros que le deja sobre un amplio tubo de 2 x4 metros, en un contacto en lo alto de la sala. Mientras Ángel desequipa la escalada, Zape explora el tubo que desemboca en una meandro concrecionado, que destrepa durante 10 metros, para seguir avanzando por su fondo hasta una sala grande y alta con una colada por la izquierda y que parece cerrarse en el otro extremo, por lo que regresa.
Comentan la situación, equipan el meandro y mientras Ángel topografía la zona, Zape baja para explorar con Moi la base de la sala, donde entre los grandes bloques se abre una galería y de nuevo otro resalte que se queda pendiente, ya que desde arriba Ángel les llama para hacer una escalada por la colada de la sala en la que ha creído ver una galería colgada, que parece muy interesante.
La escalada puede evitarse por una chimenea ascendente antes de la sala y efectivamente se alcanza un nivel superior, pero la instalación del acceso se lleva la última cuerda y todo el tiempo que les queda, por lo que se vuelven hacia la cita con Marta y Pedro. Han dejado delante de ellos una clara galería con formaciones y el techo inclinado, aunque no se aprecia aire y han estado oyendo el taladro de los colegas, por lo que puede que se dirijan a la misma zona de la cueva. Es necesario aún una corta escalada y travesía para poner el pie en ella, por lo que quedará para otro día."



Tras comer un par de caramelos y barritas (última reserva estratégica) emprendemos la salida. En el ascenso cambiamos alguna cuerda (un poco tocada) lo que me permite no echar los ojos tratando de seguir el ritmo del resto. Salimos de noche, con una buena temperatura y más o menos satisfechos con lo logrado (pero no se acaba nunca, joder). Nuestra intención de cenar algo donde Margari se ve cercenada por las fiestas del pueblo. Con más ganas de comer que otra cosa (ay, la edad...) nos dirigimos a Vegacorredor, donde pondremos fin a la jornada poniéndonos morados de pizza... y algo de pan...