miércoles, 13 de abril de 2016

Mucho macho... (09 y 10/04/16)



"Es imposible, dijo el entendimiento;
es arriesgado, dijo la experiencia;
es impensable, dijo la sensatez;
dame otro sobao El Macho y ya vamos viendo, dijo Wychy".

De "Citas apócrifas del AER, vol. XXV"


Otro sábado en el local, con poco público. Entre eventos, convalecencias y obligaciones familiares, sólo estamos disponibles cuatro: Wychy, Gelo, Zape y un servidor. Además, Olarra (también convaleciente) se acerca al local a las nueve. Tras un café rápido donde Willy, enfilamos carretera para Soba.


Llegamos a Los Collados y vemos que esta vez el tiempo no va a perdonar. Enfrentamos el camino y las orilladas de agua que suben por el valle, mojándonos enseguida. En la boca, un cambio de atuendo rápido, y para adentro. Tenemos ya tan trillada la primera parte del recorrido que vamos con el piloto automático. Tras bajar el P.30, vemos que el río lleva una buena crecida, que nos obliga a hacer malabarismos para no mojarnos, cosa que algunos no logran (unos, por torpeza innata; otros, por tener botas con más agujeros que unas crocks). Abandonamos el río y tomamos la bella galería de exploró la SEII. En un lateral, Zape ve un estrecho conducto que no parece forzado. Decidimos dejarlo para la vuelta, y seguimos para el vivac, al que llegamos tras pasar los meandros y pozo de los Mares de China.





En el vivac desplegamos material y comida: vemos que hemos sido mucho más generosos con lo segundo que con lo primero, incluyendo cuatro birras que ha traído Wychy, lomo de Fredo, licor de ciruelas... La verdad es que quedarse en el vivac aligerando la despensa es un plan bastante más apeticible que ir hacia el Río Totxe, plan de hoy. Pero bueno...




Comemos no frugalmente, y nos dirigimos hacia el Río Totxe. La cascada que hay antes de él baja muy cargada, y podemos observar el extraño fenómeno de cómo el río que por ella viene se divide, más abajo, en dos cauces aparentemente independientes. La circulación del agua en esta zona nos tiene desconcertados, con varios cursos de agua que llegan, se mezclan, se separan... Una falta de simetría, que diría nuestro emérito geólogo Paco...




Bajamos por el río, cuyas cascadas llevan bastante agua; afortunadamente, la instalación que hicieron el otro día nos mantiene secos. Unos pasamanos nos alejan de la vía principal y nos ponen en el inicio de un meandro fósil, parcialmente explorado la entrada anterior. Vamos hasta el nido de material y allí nos dividimos. Wychy y yo vamos a examinar una incógnita pendiente, y revisar una sala, mientras que Zape y Gelo miran una posible galería colgada, y otro meandro pendiente.


Avanzo con Wychy rápidamente por un meandro descendente de factura clásica. Comenzamos la exploración (y la topo), y la alegría dura más bien nada: apenas unos metros más allá, unos derrumbamientos cierran la continuación. Mirando entre los bloques que hay un poco más atrás, encontramos otros dos meandros que se desarrollan sobre dos láminas de roca. Seguimos el que podemos destrepar, y pronto oímos a los otros dos satélites por allá; ellos han progresado por el segundo meandro, quedando todo unido.





Retrocedemos hacia lo ya explorado, y Wychy encuentra un par de zonas interesantes que habían pasado desapercibidas la vez anterior. Comenzamos la topo, siguiendo una diaclasa inclinada, tratando de mantener el nivel entre bloques para evitar caer a los meandros de abajo, que parece que son los que determinan aquí el desarrollo de las galerías. Unas trepadas y pasos entre bloques nos permiten avanzar algo más de un centenar de metros, hasta un nivel estable, pero crecientemente colmatado de arena. Las huellas de los lirones nos indican que nos han precedido, pero por donde ellos pasaron, nosotros no... Volvemos para atrás y, como es habitual, nos separamos y nos tiramos un buen rato entre bloques y gateras, jugando mutuamente al escondite. Finalmente volvemos a la zona del meandro principal, y logramos pasar por unos bloques empotrados sobre el mismo, continuando por una galería casi completamente obstruida por derrubios. Tras un centenar de metros, los bloques enmascaran casi completamente la galería. Tras quitar con cuidado un par de ellos, ante nuestros ojos el panorama cambia: estamos en lo alto de una ladera de arena que da inicio a una galería de cómodas dimensiones. Teniendo en cuenta que llevamos horas sin ponernos apenas de pie, es recibida con un enorme contento... que dura apenas 50 metros, cuando otro caos de bloques (de los de "mírame y no me toques") detiene nuestro avance. Volvemos resignados para atrás, pues son ya las nueve y media de la noche pasadas. 

En la zona de la confluencia de los meandros y la diaclasa echamos un vistazo a un P.20 de grandes dimensiones que Wychy había visto. Suponemos que es la parte inferior del otro gran meandro de este sector, que creemos que han explorado nuestros dos compañeros. A ver qué dice la topo... De mientras, retirada a través del Río Totxe hasta el vivac.

Al llegar allí, pasadas las once y media de la noche, nos encontramos con la parejita feliz, que acaba de regresar. Sus exploraciones en la zona de Río Totxe no han tenido más éxito que las nuestras. Sólo queda pendiente un meandro, que han dejado en la cabecera de un pozo. Después, han aprovechado para topografiar y revisar la zona alta encima del vivac, donde han logrado avanzar algo más entre los tapones de bloques que vienen de arriba, pero sin poder pasar al nivel superior que parece intuirse. Además, han aprovechado para acabar la topografía y la exploración de una enorme rampa ascendente pendiente en la Galería de los Imputados. En total, entre todos hemos topografiado unos 700 metros de nuevas galerías, además de otros 100 pendientes de topografiar. Pero nada que nos permita ser particularmente optimistas en este sector. Las galerías superiores que creemos intuir en diversos lugares se nos resisten... Pero bueno, nos hemos ganado una cena regada con cerveza y un infame licor de ciruelas, así que nos ponemos a ello:

- Buff, tenéis un comer muy desordenado. Mejor un complemento vitamínico y colágeno...
- ¿Colágeno?  ¿Eso que se ponen los travelos en los morros?
(*fragmento de la esmerada conversación que se puede disfrutar en el culto ambiente de los vivacs del AER).




Sin colágeno, pero con el lomo embuchado saliéndonos por las orejas, nos metemos en el saco. Y hasta ahí puedo leer, que lo que pasa en el vivac, se queda en el vivac...

¿Quién tiene la muñeca hinchable?

Al día siguiente, comenzamos con un festín: 6 sobaos de "El Macho" entre 4; así que, como diría Momi, "nos ponemos como deficientes". Entre el subidón de azúcar y el chute de cafeína, nos dirigimos raudos y veloces hacia la calle (bueno, ni raudos ni veloces, que ya vamos acumulando años y kilos...). Aprovechamos para grabar algo de video, pero la incapacidad de los actores para ceñirse al guión, y el cúmulo de comentarios políticamente incorrectos sobre los temas más variados (cargos federativos, actualidad política, resentimientos personales varios...) hace que el 90% de lo filmado sea impublicable. Aunque viendo el plantel de actores, el resultado se parecería más a "Freaks" que a "Santuario".




Finalmente, llegamos a la calle, donde nos espera un día magnífico, sólo mejorable gracias al papeo en Ogarrio, donde al estrato de sobao añadimos otro de cocido, y un tercero de carnaza varia. Que no se diga que no hacemos caso al nutricionista...




Cuando estábamos drogados parecía tener más sentido...


Fotos y vídeo: Zape (las buenas), Gelo y Pedro (las demás).

martes, 12 de abril de 2016

Haciendo el oso (30/03/16)



Aprovechando que hay mucho parásito en el club y aledaños (parados, jubilados, funcionarios...)* nos acercamos entre semana al Mortero, a echar un vistazo a una galería cercana al Muro Sangriento. Allí, en la base de un P.15 hay restos de un oso, y siempre nos ha intrigado cómo ha llegado allí.

Y si no, nos enfadamos (para fans de Bud Spencer).
Así pues, nos encaminamos al Mortero Gelo, Rubén (de "guest starring", aunque sea vegeta; que taras las tenemos todos) y yo. El río del Mortero lleva agua, pues continúa el desnieve, así que los escarpines (o los harapos que hacen las veces de) cumplen su función. Nos acercamos hasta la cabecera del pozo de 180 metros para enseñárselo a Rubén, y aprovechamos en plan abuelos Cebolletas para contar historietas (exageradas) de los tiempos gloriosos y tal...

Remontamos la cuerda que nos saca del río en dirección a Rubicera, y tras picar algo (Gelo y yo miramos con conmiseración la "comida" que trae Rubén, cosas acalóricas y naturales) nos dirigimos hacia la galería. Es la única que conocemos que toma la dirección de la calle, pero está muy lejos... 







Como no hay apenas nada publicado de esta zona, vamos tanteando todos los agujeros, mirando posibles escaladas... Remontamos poco a poco por la galería, que resulta ser una galería con pinta de cañón fósil, alta y no muy ancha, que va remontando poco a poco. Tras alguna trepadilla y obstáculos varios, llegamos a un punto donde se ve una escalada hecha, por la que debe continuar la galería principal. Revisamos otros cruces, forzando un par de estrecheces que parecen vírgenes, pero que no nos llevan a ningún lado. Nos volvemos poco a poco hacia la calle, intentando sacar alguna foto y vídeo, pero la hiperactividad del nuevo fichaje hace que todo salga movido...



La morfología de la galería hace que nos resulte difícil creer que un oso pudo recorrer toda esta distancia... Finalmente, la teoría que desarrollamos el otro día en el bar resulta ser la más factible: el Mortillano fue el hogar de una raza de osos inteligentes que practicaron la espeleología. El hecho de que no haya más restos se debe a que fueron posteriormente aniquilados por la civilización de lirones superinteligentes cuyos cadáveres también encontramos por doquier en todo el sistema. Claro que otro sector del club afirma que la cronología es al revés (primero lirones y luego osos); es un debate científico aún abierto, pero seguro que con un par de litros más de orujo con miel logramos una teoría de consenso. La única pega es que, si eran tan inteligentes ambas civilizaciones, ¿qué cojones hacían dentro de las cuevas? Y es que la ciencia, amigos míos, no tiene respuestas para todo (verbigracia, Bertín Osborne, o Pablo Alborán).

*Esta es una frase patrocinada por la FAES, el PP y el FMI. Que las cuerdas hay que pagarlas...




lunes, 4 de abril de 2016

Celebrando el Día del Padre (19 y 20/03/16)



Me levanto temprano pues he quedado con el resto de la tropa para ir a estrenar el nuevo vivac de Rubicera. Aparecemos por allí Wychy, Cristóbal, Cardín, Zape, Moisés y yo. Qué mejor forma de celebrar el Día del Padre para varios de ellos que salir escopetado de casa y prescindir de las mieles de la paternidad...

Antes de salir el Führer (que se va a la charla geológica de Daniel Ballesteros) se pasa por el local para impartir las directrices convenientes (no se fía nada de nosotros, porqué será. Marta nos acompaña hasta los Collados, pues va a seguir su rehabilitación con un paseíllo por la nieve (nada de cuevas por ahora, suertuda...).

El día acompaña en el paseo hacia la boca, donde nos cambiamos sin mucha prisa (hoy no hace frío). Después, para dentro. Tomamos el sendero de la travesía, por el que vamos hasta llegar al río, que baja con cierta crecida (nada preocupante, lo suficiente para "ambientar").


Abandonamos éste por una cuerda remontante que nos deja en una bella galería explorada por la SEII y, tras bajar otro pozo, llegamos a los "Mares de China". Otro pozo más, una arrastrada entre bloques, y llegamos al hogar, dulce hogar.




Aprovechamos para comer y cargar agua (menuda instalación de fontanería se curraron los muchachos). Un café para seguir on-line, y nos dividimos. Moisés, Wychy y Cardín continuarán la instalación del Río Totxe, si es que la crecida lo permite. Cristóbal, Zape y yo vamos a instalar el P.40 que nos permitirá acceder a la Sala de la Momia Verde y, si nos da tiempo, trataremos de revisar y desobstruir algunas de las estrecheces pendientes.

Así que vamos para allá, aprovechando para balizar las zonas un tanto caóticas de bloques. Revisamos algunas estrecheces y pasos entre bloques sin éxito ninguno, y llegamos al P.40. Mientras Cristóbal instala, aprovecho para desobstruir un paso que nos permitirá evitar un paso entre bloques un tanto inestable. En una zona gaterosa encuentro un meandro desfondado que queda pendiente (probablemente también dé a la Sala de la Momia Verde), y una gatera con notable corriente de aire que recorro unos cuantos metros antes de volver con los demás (queda pendiente).

Cristóbal ya ha instalado el pozo (con un fraccionamiento bastante aéreo y un par de bloques de los de no mirar). Ya en la sala, tratamos de desobstruir una gatera con bloque en medio; Cristóbal se pone a ello y logra pasar por los pelos. Zape se dedica a revisar unas trepadas, y yo a fotografiar bichos muertos varios, y a atascarme en otro estrechez. Debido a la falta de material, dejamos las demás estrecheces pendientes para otro día, y retornamos al vivac, a donde llegamos a eso de las diez de la noche.

Cenamos tranquilamente, a la espera de los demás. Como no llegan, optamos por meternos al saco, y poner la alarma a la una y media de la madrugada, por si no hubieran regresado para esa hora (la crecida ha aumentado, y nunca se sabe...). El vivac más cómodo que los anteriores (lo que no es mucho decir), y una dormidina lo hace aún más acogedor. Cuesta conciliar el sueño y, justo cuando comienzo a adormecerme, llegan los demás, cerca de la una de la madrugada. 

Las otras tres joyas se han pegado un buen tute instalando el Río Totxe aunque, curiosamente, por el ramal que han bajado no circula el grueso de la crecida que observamos en la cascada (¿?). Han cortado diversas galerías, revisando la mayoría de ellas, que se acaban cerrando o bien retornan al meandro principal. Finalmente, han llegado al nivel del río que circula debajo de la Galería de la Espeleogénesis, a la altura de lo que topografiamos Pedro, Cardín y yo hace ya dos años. Faltaría, por tanto, continuar aguas abajo por un estrecho laminador (mejor en verano...).




 




Agradecemos la llegada de los compañeros, sobre todo por el calor humano que comportan (no tanto por el olor ni los ronquidos, pero todo no se puede tener...). Ni dios hace caso al despertador cuando suena a las seis y pico de la mañana, y sólo la amenaza de quedarnos sin sobaos hace que nos desperecemos. Un buen sobao  "El Macho" por cabeza, y el mundo se ve de otra manera (también ayuda cambiar la batería). El Rubio descubre que las propiedades de la cafeína también son notables cuando, en lugar de ingerirlo, algún torpe te lo tira encima hirviendo...




Tomamos el camino de vuelta para el exterior, más largo que el del anterior vivac. El río ha bajado un poco el nivel, y aprovechamos para grabar unas tomas de video, que son un desastre tanto por la incompetencia técnica-artística del cámara, como por las nulas dotes de posado de los modelos. Ya en la calle, el día acompaña, y vamos raudos hacia los coches, donde nos esperan Cristina y Marta con tortillas y cervezas...que no son sino el preámbulo de una buena comida en el Coventosa, donde nos encontraremos con Gelo, Alba y Dani.

En resumen, unos 350 metros más topografiados (más varias decenas pendientes de topografiar), lo que nos permite superar los 138 kilómetros en el Sistema del Mortillano. Como viene siendo la tónica del último año, nada muy prometedor, pero cuesta cerrar definitivamente cualquier sector.