viernes, 13 de septiembre de 2024

No queremos bajar a la mina

 

Agosto de 2024

Ya lo decían los DefconDos. Lo de bajar a la mina... Y la verdad es que la FV-7, como ya os contábamos, tiene más de mina que de cueva. Tras ocho entradas, apenas habíamos logrado bajar unos 8 metros, y la tónica era la misma. Es verdad que ya no estábamos en una dolina rellena de tierra y piedras; ahora estábamos en una fisura vertical rellena de piedras y tierra.

 

A comienzos de agosto hay poca tropa en la comarca, así que el día 10 sólo están Gelo, Wychy y Patrick, para seguir dándole al tema. Montan una polea para poder sacar el escombro e ir acumulándolo en la otra vía. El trabajo es penoso, y requiere de un mínimo de tres personas, pese al reducido espacio que hay para moverse. Para las seis y media de la tarde, han llegado a un agujero redondo, estrecho, en roca viva. Wychy baja un par de metros por él, y de nuevo se ve un resalte de unos 3-4 metros, relleno, tras el cual el conducto parece ganar algo de tamaño. Salen entre la fortísima corriente de aire (no en vano fuera la temperatura es de unos 30 grados). No parece que la sima esté dispuesta a dar mucho cuartel... 

 

 

El día 16 volvemos a la carga, esta vez con savia nueva, pues a Wychy, Pedro y Gelo se les unen Pedrito y Erik, dispuestos a darlo todo (no, espera, eso es en las fiestas comarcales). También tenemos la compañía de Hiru, un perro que no tiene muy clara su identidad, pues está más rato trepando árboles que en el suelo... Tras arreglar como problemas la falta de iluminación de los jóvenes, nos ponemos a la tarea.

 

Pedro se cuela hasta el lugar al que llegó Wychy, y comienza a quitar escombro y grava, que suben los demás hasta la vía muerta, que comienza a quedar ya varios metros por encima, lo que requiere del trabajo coordinado de cuatro personas. Coordinar a cuatro en este club es misión imposible, pero poco a poco la grava va saliendo, aunque el obrero que está en la zona estrecha lo pasa mal por la fortísima corriente de aire que sopla. Se van relevando los curritos en los siguientes puestos, al tiempo que se monta una pequeña ferrata para poder progresar por la estrecha fisura.

 

Tras parar un rato a comer, vuelven a la carga a las tres. Wychy se escurre abajo y decide dejar de sacar bidones de relleno para arriba, y arriesgarse a tirarlos hacia abajo, dado que parece que hay hueco. El siguiente resalte de 3 metros cuesta negociarlo, pero finalmente baja. Allí comienza una rampa irregular, estrecha, pero con menos relleno. Eso sí, lo que ha tirado de arriba queda medio encajado. Tras dudar un poco (no tenemos cuerda para asegurarnos) Wychy se cuela contorsionándose. Poco después da el visto bueno y baja Pedro. Tras destrepar unos metros con cuidado, llegan a un P.3 en el que la sima parece que ya coge tamaño. La corriente de aire es fortísima, y bajo el P.3 parece haber otro meandro-pozo, lavado por un lado, y con coladas y estalactitas por otro. Por fin, el agujero parece coger forma de cueva de verdad. Contentos, salen para afuera, transmitiendo las buenas nuevas cual apóstoles (aunque sean más bien apóstatas).


Bajamos haciendo cábalas de lo que nos esperará después del P.3, pero somos optimistas. Hasta ahora, la FV-7 no nos ha dado nada de tregua, pero nos permitimos soñar con cómodos pozos y amplias galerías. Ahora bien, el espeleólogo propone, y el karst dispone. Veremos...

 


 

domingo, 8 de septiembre de 2024

La “Larga Marcha”, más larga.


 Macizo del Hornijo. 22 de Junio y 13 de Julio de 2024

En esta crónica resumimos dos salidas, que se han realizado este verano a la FU44, que como ya hemos contado en varios artículos, se ha convertido en una espiral de ilusiones y frustraciones, en la larguísima búsqueda que llevamos haciendo los últimos años, de nuevos caminos hacia la cueva del Carcabón, situada en los niveles bajos del macizo.

En el último artículo publicado en este blog sobre esta cavidad dejamos la exploración en un pasaje estrecho horizontal, desde el que se intuía una posible zona más ancha; como ya nos ha sucedido varias veces en esta cueva, esto nos devolvió las ilusiones.

Con estas renovadas expectativas, el día 22 de Junio un equipo formado por Marta, Zape, David, Pedro, Patrick y Cristóbal, se dirige a la cavidad y afortunadamente disponen del todoterreno de David.

Su primera tarea de parte del equipo es completar la topo de la salita superior y desinstalar la cuerda que se dejó allí.

Foto Marta

El resto baja a la punta, donde trabajan para poder pasar a la zona más ancha que se vislumbró la última vez, cosa que consiguen, para poner el pie en una salita de unos 4 metros de diámetro, pero que no presenta otra salida que un estrecho meandro descendente, con el nuevo jarro de agua fría que ya se ha convertido en la tónica de esta cueva.

Foto Marta

 

La terquedad intrínseca del personal les impulsa a atacar el meandro, con las tareas a las que ya estamos más que acostumbrados, de retirar piedras y moverlas a un lugar más espacioso.

Pasan las horas y se avanza un poco, lo suficiente para que este put.. agujero, se ría de nuevo de nosotros, poniéndonos la zanahoria delante del morro, en forma de lo que parece un pozo, en el que las piedras caen unos 15 metros y suena amplio.

Foto Marta

Es frustrante por enésima vez, intuir que la cueva por fin se hace de tamaño humano, pero no poder confirmarlo, por que ya es hora de salir y las fuerzas flaquean.

El equipo sale al exterior con la eterna duda, de si ha sido un buen día de exploración o un truco más de esta cavidad.

Al menos tienen coche para bajar y los bares siguen abiertos.

El verano transcurre entretenidos con el campamento de Fuente Fría, por lo que no volvemos a la FU44, hasta el día 13 de Julio, cuando de nuevo nos juntamos varios topos para seguir jugando al juego que nos plantea esta cavidad.

Estamos Patrick, Marta, Zape, Pedro, David y Ángel y hoy no tenemos coche, nos toca subir a pie con el día cubierto pero con calor húmedo que nos hace sudar.


Hemos quedado a las 10:00 con Patrick en Valle y tras la puesta al día, subimos andando en una hora, de forma que entramos sobre las 12:30. Bajamos a la punta y comienza el trabajo de ampliación, para acceder al pozo que  intuimos en junio, hasta que hay debate sobre si abrir más o ya es bastante.

Foto Marta

 Se deja así y se baja un pozo de unos 15 metros bastante amplio, con una repisa a unos 5 metros de suelo y con el agua que cae por la derecha. Zape hace una travesía desde la repisa hasta una pequeña ventana, pero es pequeña y no continua.

Foto Marta


Debajo en fondo del pozo, sí, sí, de nuevo una fisura estrecha, como no podía ser de otra forma. Pero esta vez parece corta y la cueva no quiere que dejemos de jugar con ella.

Foto Marta

Foto Marta

Foto Marta


Foto Marta


 

 

 

 

 

 

Se amplia rápido y Pedro, que es el más fino y le ponen las estrecheces, avanza hasta una zona mas amplia con varias direcciones. Hacia arriba se sube a una ventana, que es la misma en la que estuvo Zape.

Hacia abajo un resalte estrecho conduce a un pozo, pero es mejor trepar 3 metros, hasta una zona más amplia que también lleva al pozo.

Se trabaja más en ampliar el hueco para que entremos los más grandes, hasta que pasan Ángel y Patrick que comienzan a equipar el pozo, mientras atrás continúan ampliando el paso.

Foto Marta

Foto Marta

Ángel instala una cabecera, se cuela por una pequeña ventana, hasta entrar en el pozo, que es amplio de unos 6 metros de diámetro, con agua que sale de una de las paredes. Coloca un desviador de fortuna, que la cuerda está muy justa y tras pasar una repisa, baja al fondo del pozo,  donde llega toda el agua en forma de ducha, está taponado de piedras y con el agua encharcada.

Sube a la repisa y allí hay una fisura de tamaño puño, de 1 metro de alto, con un poco de aire.

Ángel sube y bajan Patrick y Pedro hasta la repisa, para evaluar la fisura y luego miran la continuación de la fisura a medio pozo, donde parece más ancha y alta, pero con menos aire.

 

Baja Zape con el taladro y equipa un fraccionamiento; pero ahora la cuerda ya no llega abajo del pozo, aunque tampoco parece  que se pueda hacer mucho abajo y menos con lo que llueve.

La situación ya parece cómica, si no fuera por lo que nos duele el cuerpo de tanto quitar piedras en este agujero. De nuevo nos ha dado cal y arena, nos sentimos como un pez atrapado en el sedal, al que el pescador va dando hilo para que no se suelte, pero que nunca lo consigue.

Subimos recogiendo la cuerda en los tres últimos pozos, para hacer trabajos de ampliación otro día. Por el altímetro hemos bajado a -130 más o menos.

Llegamos al exterior sobre las 20:30 y tras cambiarnos, bajamos con calma a Valle, donde nos despedimos de Patrick y David, para tomar el camino de Ramales a cenar con Cristóbal, Maider y sus amigas.


 Como podéis suponer esta historia no ha terminado, aunque nos hemos tomado un respiro de esta cueva perversa, que se ríe de nosotros una y otra vez, aunque vamos a otras que no son menos malvadas.

Volveremos..

martes, 3 de septiembre de 2024

En la variedad está la diversión

 


25/07/24

Siguiendo con los hit-parades noventeros , hacemos caso a Un pingüino en mi ascensor, que decía que "en la variedad está la diversión" (escuchen la letra: esto sí que es pansexualidad, y no lo de ahora). Así, que, aburridos de estar todo el día en la estrecha FV-7 sacando piedras, pues vamos a la más estrecha FV-50 a sacar más piedras.

Este agujero lo había encontrado unos días atrás: subiendo de anochecida por una vaguada boscosa cercana al Aspio, una corriente de aire me llamó la atención. Bajo un árbol, entre sus raíces y piedras, se notaba respirar al macizo. Un par de días después, bajando de la FV-7, nos acercamos Gelo y yo a valorar el agujero, que parecía dar paso a un estrecho pozo de unos 7 u 8 metros, con unos bloques inestables entre su cabecera.

 


Así que aprovechando que Wychy anda por la comarca, nos acercamos una mañana pertrechados con la tecnología más innovadora del mundillo de la espeleo: una azada. Wychy, como buen coach motivacional que es, comienza a preparar una parrilla mientras ampliamos la topera y quitamos los bloques inestables.

 


 

Tras un rato de trabajo, el agujero ya permite pasar. En ese momento Wychy nos llama al orden, y tras el brunch/hamaiketako de rigor, entra en la torca.

 


El pozo, en roca viva una vez retirados los bloques, es lo suficientemente estrecho como para permitir destreparlo (vamos, que el rapelador no te entra entre la pared y el cuerpo). Bajados los 7 metros, Wychy anuncia que hay una (muy) pequeña salita, y que hace falta quitar tierra para pasar. Gelo no puede pasar, y además tiene compromisos, por lo que se baja para al pueblo pasado un rato, mientras yo entro.

Comienzo a quitar tierra en la gatera, y al de un rato paso a otra minúscula salita, en la que confluyen dos caminos: hacia abajo, lo que parece un pozo-rampa de 6 metros cuya cabecera está completamente rellena de bloques. Hacia arriba, una fisura en diagonal, con bloques empotrados, parece dar a una salita superior.

 


El aire parece venir de abajo, así que Wychy comienza a retirar bloques y yo me dedico a jugar al Tetris con ellos: no hay mucho espacio para ponerlos, sobre todo si no queremos taponar la otra posible vía. Tras un buen rato de contorsiones, Wychy logra colarse por la estrecha cabecera, llegando a la base del pozo, que se colmata. El aire parece desaparecer aquí, y no ve ninguna continuación.

De nuevo arriba, decidimos probar la otra vía. Retirando con cuidado los bloques, logro pasar a una salita superior formada por enormes bloques colapsados. A la derecha, un embudo inestable parece dar a un pozo, pero está de mírame y no me toques. A la izquierda, una gatera de arcilla parece una posible continuación, pero de nuevo hay que abrir.

Tras un rato de quitar arcilla, aparece la cabecera de un P.8. No tenemos para clavar, y por no volver hasta la calle (que es un poco suplicio), Wychy se ata la cuerda al cuerpo y tiro para abajo: ochentero total (ya lo dijo el Reno Renardo). Al de 6 metros llego a una zona más amplia, sobre bloques. Destrepando con cuidado bajo hasta lo que parece el inicio de un meandro, pero completamente colmatado. Allí llega también el pozo del embudo. Sin embargo, nada de aire. Game Over.

 

Subimos revisando todos los agujerillos laterales, pero nada. El aire, como otras veces, nos ha jugado una mala pasada: es probable que simplemente circule por alguna grieta cercana al exterior, generando la leve corriente. Pero lo hemos pasado bien, y no hemos gastado mucho (bueno, las articulaciones). El próximo día, tocará volver a la FV-7. A ver si hay más suerte...

 



 

jueves, 29 de agosto de 2024

Macedonia veraniega

Julio  de2024

 

Habitualmente, en los meses de verano no hacemos gran cosa, más allá de la campaña de Fuente Fría. Antes (en nuestra lejana juventud), se debía a la multitud de fiestas comarcales que requerían de nuestra inestimable presencia. Ahora, es porque hay que cumplir con la familia, porque necesitamos el descanso, o porque no nos sale de las gónadas. Que hay que refrigerar motores y rodillas.

Pero este año sí que hemos mantenido una cierta actividad tras Fuente Fría, aunque ha sido bastante monotemática: nuestra querida odiada FV-7, en la que llevamos más de una decena de entradas. ¿El resultado hasta ahora? Sigan leyendo...


En realidad, y desde marzo ya habíamos hecho varias incursiones en esta "cavidad". Lo de las comillas se debe a que, inicialmente, ni siquiera era tal. Una prospección entre un mar de zarzas había permitido detectar una corriente de aire fría y fuerte que salía de un agujero en el que apenas cabía el puño, en una dolina completamente rellena de tierra y bloques.

 



Las primeras entradas nos habían permitido avanzar, vaciando buena parte de la propia dolina, mientras iba creciendo un muro en torno al agujero (hará las delicias de los arqueólogos del futuro). Tras hacer algo de obra (menos mal que tenemos ingeniero y jefe de obra) para consolidar el terreno, seguimos profundizando. Cuatro entradas entre marzo y abril nos permitieron alcanzar la roca madre, pero la fisura se encontraba rellena de tierra y bloques, como todo lo que habíamos hecho hasta entonces. 

El trabajo se preveía largo e incierto; en mayo y junio estuvimos entretenidos en la Cueva del Oso (donde se repitió la dinámica de sacar piedras de lugares estrechos); a comienzos de julio, Fuente Fría fue el escenario de nuestras necedades.

 

Finalmente, a mediados de julio volvimos a la carga, aprovechando que estaban Patrick y Sandrine por acá, y que Pedro no se podía escapar a los Alpes por curro. Así, entre el 11 y el 27 de julio llevamos a cabo varias incursiones, en las que participaron Gelo, Pedro, Sandrine, Patrick,  Marta, Zape, Cristóbal,  Maider, David, Paco y otros dos compañeros franceses.


El primer día continuamos avanzando por el estrecho meandro, sacando arcilla y bloques. El trabajo es penoso,  y el relleno apenas permite ver cuánto sigue con esa dinámica. Sin embargo, la fortísima corriente de aire nos anima a seguir. El segundo día, tras seguir sacando piedras e incrementando la Gran Muralla china, logramos llegar a lo que parece ser un pozo estrecho de unos seis metros, parcialmente obstruido por bloques.



El tercer día conseguimos bajar el pozo. En su base aparecen dos vías, ambas con una fuerte corriente de aire, pero igualmente colmatadas por relleno de bloques, grava y arcillas. En ambos lados el espacio libre es apenas superior al de un puño. Decidimos dejarlo aquí y valorar con calma qué hacer. Dándole vueltas bajamos al coche por una variante del sendero (un poco) menos incómoda que la que hemos utilizado estos días.


El cuarto día, tras valorar detenidamente la situación, optamos por empezar a vaciar la vía de la derecha, y utilizar la de la izquierda para acumular el escombro, pues sacarlo hasta el exterior comienza a ser una tarea muy penosa. Conseguimos avanzar cosa de un metro y medio hacia abajo, turnándonos continuamente en la penosa tarea de remover la grava y sacarla hacia arriba. Bajamos al coche a media tarde, no demasiado animados, y aprovechamos para mirar otro agujero miserable con aire que ha encontrado Pedro hace un par de días, cerca de la cabaña del Aspio: otro frente más...

 


En conclusión, tras unas cuantas entradas, el agujero se ha convertido en sima, pero las perspectivas no son particularmente halagüeñas: la corriente de aire es muy fuerte y fría, y no parece haber duda de la relación con el Carcabón, que está debajo (aunque hay unos 200 metros de desnivel). También existe la posibilidad de conexión con el Aspio, que aunque más lejos en planta, no está demasiado lejos en cota. Pero el trabajo es ciertamente duro (más minería que espeleología), y la morfología del conducto en el que estamos no permite vislumbrar cómo de grande es el "tapón" que impide avanzar. Es, pues, una cuestión de fe (en un grupo en el que no abunda). Menos mal que las parrillas que hacemos en la boca actúan de incentivo, que si no...

 



Fotos: Marta Candel, Ángel García.

jueves, 18 de julio de 2024

Fuente Fría 2024.


Macizo del Mortillano  28 de Junio al 6 de Julio de 2024

De nuevo este año hemos liado a un grupo de individuos para pasar unos días de exploración y convivencia en el idílico paraje de Fuente Fría.

El pronóstico del tiempo no era bueno y se ha cumplido con numerosos días de mal tiempo.

La subida del material al campamento el viernes día 28 de Junio, ya se convirtió en una aventura, con el barrizal que casi hizo volcar el remolque y no dejaba subir la cuesta al tractor.

Finalmente en el último momento una variante por las árgomas, permitió superar el obstáculo y alcanzar el campamento.


Montar el invernadero con una fina lluvia tampoco fue fácil, pero al anochecer ya teníamos un techo, con luz y podíamos cenar tranquilamente, con bizcocho de Susanna de postre.

La tertulia se alargó hasta más de las 12 para algunos, mientras la lluvia nocturna arrecia y lo empapa todo.

 El sábado amanece con lluvia fina y nos vamos despertando con calma, agrupándonos en el comedor y desayunando varias veces, hasta llegar a la hora de comer, cuando Wichi nos ha preparado unos ricos garbanzos.

Por fin sobre las 16:00 deja de llover y nos planteamos una excursión hasta la cueva de Cofiar en el Hoyo Salzoso, a la que nos unimos casi todos. Bajamos por el valle del camino empedrado con su bosque y grandes bloques de piedra que le dan un toque especial.

 

Recorremos la cueva, que para algunos es muy conocida y para otros no, pero que nunca decepciona, con sus restos de osos y la boca en medio del lapiaz.


Bruno un joven fichaje friki de la biología, disfruta con los descubrimientos que le ofrece el terreno y sus charcas.

Volvemos por la pista y llegamos al campamento al atardecer, para volver a cenar unas patatas guisadas.

Por la noche llega la tormenta, pero el día amanece despejado y por fin podemos iniciar las actividades de exploración, pero primero hay que desayunar claro.

Hacemos dos equipos con algunos dirigiéndose a la sima que llevamos algunos años trabajando en la base del Mortillano y otros que bajan a la Sierra Redonda en busca de alguna antigua cavidad publicada con referencias a corriente de aire.






 Por la tarde regresan ambos equipos, con algunos amigos que parten hacia su casa y otros que se incorporan al campamento. Esta será la tónica del resto de días en Fuente Fría solo interrumpida por los días de mal tiempo.

Las noches que la lluvia lo ha permitido, hemos podido hacer la tradicional hoguera para parrilla de torreznos y se han realizado expediciones nocturnas de observación de fauna dirigidas por Ritxi, incluso alguna noche ha sido posible contemplar las estrellas, que en este lugar si el día está despejado, siempre son espectaculares.







 
También hicimos una excursión por el laberintico lapiaz hasta la cumbre del Mortillano en busca de dos antiguas cavidades exploradas por los franceses en el año 1974, en la que se citaba corriente de aire, pero solo pudimos localizar una de ellas que ya era conocida por nosotros, la mas interesante se nos ha resistido, pero el paseo resultó disfruton, sobre todo para David y Berto que no conocían estos paisajes.


Este año hemos contado con la participación de varios jóvenes adolescentes, hijos de algunos asistentes o amigos, que se han iniciado en los rituales del gremio, es decir comer grasas y beber…También han bajado a alguna sima para disimular.

 

Completada la semana, los resultados no son sobresalientes, pero las espadas continúan en alto en una par de cavidades con aire, lo que nos da motivación para volver el próximo año.




 
El sábado día 6 de julio cuando estaba prevista la bajada, el pronóstico del tiempo era malo pero empeoraba notoriamente a partir de las 12:00, hora en la que habíamos quedado con el tractor.


 Nos levantamos temprano y terminado el desayuno, comenzamos a desmontar el tinglado rezando para que la lluvia no se intensifique, cosa que no ocurre y a las 12:00 estamos listos con todo recogido y no muy mojado.

Pero el tractor se retrasa y se retrasa y la lluvia llega y llega, cada vez con más fuerza y nosotros hemos guardado hasta el último toldo. Así que solo nos queda refugiarnos bajo un haya, cosa que no sirve de gran cosa, por lo que algunos buscan refugio en el bosque bajo grandes bloques.

Por fin sobre las 14:00 llega la maquina a duras penas con el terreno empapado y deslizante y nos tememos lo peor para el camino de vuelta. Afortunadamente el tractor es grande y con buenas ruedas y consigue superar la prueba sin incidentes.

 Cuando llega a los coches pasamos los trastos a los vehículos, también bajo la lluvia y bajamos a Ramales para descargar y dar por terminada la campaña con una comida donde Margari.

Fotos de Marta, David y Angel