viernes, 24 de noviembre de 2023

Fin de un camino inicio de otro.

              Laderas del Mortillano                         sábado 18 de Noviembre de 2023

Tras unos días de lluvia parece que el  sábado dan buen tiempo, por lo que barajamos algunas opciones para pasar el sábado. Por fin nos decidimos por volver al soplador de la ladera Este del Mortillano en el que llevamos casi treinta trabajando, desde que en los años 90 empezamos a seguir su fortísima corriente de aire avanzando por su estrechos pasos.

Durante ese tiempo hemos seguido al menos tres vías diferentes, que nos han llevado a zonas mas profundas del agujero, donde siempre el aire nos ha abandonado dejándonos frustrados y sin saber que hacer. Una nueva búsqueda del aire nos llevaba a otra obra aun más difícil que la anterior, pero que nos llenaba de esperanza, de encontrar un camino hacia las amplias galerías de Garma Ciega que no se encuentran muy lejos, al menos en planta.


La cueva se empeñó en desafiarnos y de nuevo esta vía se quedo sin aire, cuando descendimos por ella unos metros a pesar de alcanzar una salita de bloques. Nuevo golpe y nueva reflexión sobre que hacer allí.

La terquedad es una de nuestras peculiaridades, por lo que aún buscamos una nueva vía en la que poner nuestras esperanzas y nuestros sudores. La encontramos y la seguimos, moviendo muchos kilos de piedras, hasta alcanzar otra salita entre bloques, en la que de nuevo despareció el aire.

La broma ya no tenía gracia y la cueva se reía de nosotros. Las teorías para tratar de explicar que pasaba fueron varias, pero lo que si parecía claro es que el aire circulaba a una determinada cota, desde montones de fisuras paralelas y agujeros entre piedras, de forma que si se profundizaba más el aire no parecía venir de abajo.

Decidimos avanzar por un nivel intermedio de una de las vías, siguiendo el aire aunque proviniera de agujeros pequeños, con la esperanza de que en algún momento se ampliaran.

En esto hemos estado en los últimos años, aunque con poca motivación fruto de nuestras malas experiencias y cada vez ha resultado más difícil engañar al personal, para subir al agujero, pero las expectativas de un gran premio siempre han terminado por arrastrarnos hasta el lugar.

 Esta vez nos acompañan dos amigos del Burnia, Nelin y Berto, que de trabajar en agujeros desmoralizadores saben bastante. Para motivarles y como tampoco se trata de sufrir mas de lo necesario, quedamos a una hora cómoda en Ramales y llevamos parrilla y filetes para comer.


Una parada en el bar de Margari y llegamos al aparcamiento de la carretera, donde hacemos las mochilas cogemos las varas y comenzamos la subida, por el empinado sendero que las vacas han destrozado, los días de lluvia anteriores según parece.


Unos 45 minutos y 300 m. de desnivel después y amenizados por las anécdotas de Nelin llegamos al objetivo, que como casi siempre, sopla muy fuerte por el agujero de 50 cm. de diámetro. Berto ha subido como un jovenzuelo a pesar de sus 70 años de vida, que no representa y tiene la ilusión de un chiquillo y la dureza de un Papú.

Nos ponemos los monos y Nelin que parece no ha estado atento al Briefing, ha subido sus trastos de vertical, que no son necesarios en este agujero inmundo. Este despiste nos vendrá bien mas tarde.


Entramos en la cueva, que después del agujero de entrada tiene una salita amplia entre bloques, en su suelo un nuevo pequeño agujero inestable lleva a una fisura vertical de medio metro de ancho. En su base empezaba la primera vía que se exploró hoy llena de piedras.

Una zona horizontal con alguna curva más bien estrecha, tenia a un lado, una ventana a una vertical, que de nuevo se encuentra rellena de escombros. De frente se llega a una vertical de  unos 4 m. que se destrepa hasta otra tubería horizontal. A nuestros pies, un nuevo muro de piedras tapona otra de las vías frustradas de la cueva. 

Siguiendo la vía horizontal y un pozo ascendente llegamos a la punta de la exploración que hoy se encuentra mojada por un goteo justo en medio. Zape y Cristóbal se ponen al trabajo, el resto nos distribuimos por la zona, para subir las piedras hasta la parte intermedia donde casi no queda sitio para nada, pero es lo que hay.

Vamos sacando cubos de piedras hasta que los chicos de punta empiezan a dudar de por donde seguir. El techo en algunos puntos es muy inestable y ya no tenemos la osadía de la juventud, para trabajar en zonas peligrosas, no nos merece la pena.


Entro a ver la zona y compruebo que hay dos puntos, donde los bloques de buen tamaño se apilan sobre nuestras cabezas. Las opciones para seguir son traer mucho material de apeo o dejarlo caer todo y ver donde leches lo metemos. Pero es que delante no se ve nada que justifique el esfuerzo, con pequeños agujeros por los que sale el aire.

Tras pensarlo un rato tiramos la toalla, es el fin de esta larguísima lucha para abrir los secretos de esta cueva y que nos ha ganado la partida. Nos retiramos recogiendo el material, y como para negar la derrota, revisamos un pequeño tubo que trae aire en la sala de entrada, aunque es más que probable que solo sea un bypass hacia lo de más abajo. Salimos a comer con la idea de darle un toque por la tarde.



 

Por fin llega la mejor parte del día, el papeo y hoy es de lujo, con unos filetes que ha traído Cristóbal desde su tierra que vamos a hacer a la parrilla. Esto seguro que nos sube la moral.

Mientras se hacen las ascuas, busco un par de bocas cercanas que localizamos hace años y que presentaban algo de aire. Tras una corta búsqueda las localizo, sin que una de ellas tenga interés, pero la otra si que tiene aire claro, pero después de salir del agujero soplador, este otro es de risa. No me extraña que no lo hayamos forzado mucho.

Busco en los diarios y compruebo que intentamos abrirlo pero estaba complicado con los medios de la época y el aire no era muy fuerte.

Comemos los filetes con placer y retozamos al sol, de este día que tienen algo de sur y supera los 20 grd., también nos hemos traído la bota y el vino nos anima aún más.


Por fin salimos del letargo de la siesta, y les convenzo para revisar la boca antigua que marcamos hace años como FP43, aunque fue encontrada mucho antes. Llegamos al pequeño agujero, que baja en rampa, pero con unos bloques inestables en la entrada.

Zape decide que mejor quitar los bloques antes de nada y lo hacemos. Luego yo recordaba una salita, pero mi memoria me falla y solo hay un pocete vertical y estrecho, donde se aprecian rastros de intentos de desobstrucción. Trabajamos la cabecera y Zape pide los trastos de Nelin, que ahora descubrimos que su error nos viene bien.




Se colocan como se puede las dos cuerdas cortas que tenemos, aun sin anclajes y Zape desciende el pozo. En su base una ventana da a una salita, pero es pequeña, aunque un paso estrecho en la base, le permite llegar a ella y a la cabecera de otro pozo estrecho y  con barro por el que llega el aire.


Esta claro que hay trabajo para avanzar por aquí, pero de momento estamos en tubos freáticos y sin bloques lo que será una novedad en la zona. De subida, Zape cree ver en la base del pozo restos de carburo que podrían indicar que alguien bajo hasta allí antes que él.. Algún flacucho muy flacucho.


Ya cae la tarde y es hora de bajarnos a la civilización, por lo que recogemos y tomamos el camino de bajada ya con las luces de los cascos.

Ha sido un día de sentimientos encontrados, con la tristeza de ser derrotados por el soplador, pero con la esperanza renacida, de buscarle las vueltas por otro lado y salirnos con la nuestra.. Ya se verá pero de esto va este juego.

Terminamos la jornada como muchas veces tomando un refrigerio en el bar de Margari.

No sabría decir si estamos en el final de una historia o en el inicio de una nueva aún mejor, puede que ambas cosas..

viernes, 17 de noviembre de 2023

El sonido del aire y las garras del tigre (Segunda parte)

 11 octubre 2023                                                       Por Marta Candel

 

Llegamos a la punta de exploración como sopas y planteándonos seriamente qué tipo de tara mental tendremos para disfrutar con esto.


Nos acompañó la lluvia toda la subida hasta la boca de la cueva y debió enganchársenos alguna nube en un mosquetón porque siguió lloviendo dentro. Vamos deprisa intentando zafarnos de ella y dejarla atrás pero, aunque a ratos parece que lo conseguimos, no es así y no deja de llover hasta que llegamos al paso estrecho.

 

El fuerte aire aspirante nos hace tiritar mientras le limamos un poco las garras al tigre.

Zape esta vez pasa cómodamente y sin un rasguño al otro lado con cara de satisfacción: “Te gané”.

 

Me preparo para hacer la escalada pendiente. Miro hacia arriba pensando por dónde meterle mano: serán unos 20 metros. Bastante vertical. Roca mala. Mucho barro y una colada enorme como recuerdo de una antigua cascada…

 

-      ¡¡Niño, asegúrame que voy pa´rriba!!

 




Y canto a voz en grito el estribillo de la canción de Carlos Baute y Marta Sánchez, “Colgando en tus manoooooos”, que resuena por todo el pozo.

 

Poco a poco voy ganando altura buscando la roca detrás de la capa de calcita y barro que lo recubre todo.

Y todo suena a hueco. La roca juega al escondite conmigo. Mientras más arriba más capa de barro hay.

Casi llegando a la ventana no encuentro absolutamente ningún sitio donde poner el seguro. La broca entra entera sin esfuerzo y sin tocar roca alguna. Cristóbal me baja un par de metros para ver si penduleando consigo llegar a mejor zona. Dejo la pared como un colador sin conseguir un buen seguro así que…

 

-      ¡¡Niño, atento que voy en libre!!

 

Me desplazo a la izquierda todo lo que puedo hasta agarrarme con los dedos a un pequeño saliente. Me impulso, me equilibro y trepo.

 

-      ¡¡Dame cuerda, dame cuerda!! ¡¡Dame, Dame, Dameee!! ¡¡ESTOY!! ¡¡Ojú qué calor!!

-      ¿Qué? ¿Pasaste miedo?

-      Miedo no, pero qué calor tengo.

-      Ah, vale, que ahora al miedo le vamos a llamar calor J J J

 



El tigre menea la cola tranquilo y se ríe de nosotros: “De aquí no pasáis”.

Y se hace la luz y la ventana que se intuía desde abajo desaparece como por arte de magia ante mis ojos.

Sólo era una sombra, un espejismo, pura ilusión que se desvanece…la posibilidad de llegar a galería horizontal que cortocircuitara este gran pozo se esfuma.

Ante mí sólo pared vertical que continúa hacia arriba 50 metros más.

No merece la pena seguir. Seguro que llegamos a la cabecera de este pozo por otro lado y con menos esfuerzo.

 

Cuando llego de vuelta al suelo de barro hasta los ojos, Zape me quita el taladro y lo acuna entre sus brazos: “ay pobrecito, pobrecito, que mala vida te damos”.

 

Toca retirada. El aliento del tigre nos peina el flequillo y vamos dejando atrás su rugido.

 


Volvemos sobre nuestros pasos empujando a la nube despistada hasta conseguir sacarla por la boca de la cueva. ¡¡POP!!

Y en el exterior, para nuestra desgracia, todas sus compañeras la reciben llorando de alegría ;)


 

jueves, 9 de noviembre de 2023

Jésus “el contador de historias”

                                                                                                             08 de Noviembre de 2023

Por desgracia no es la primera vez que en este blog, tenemos que despedir a un amigo que nos ha dejado, pero eso no lo hace mas fácil, ni menos triste y doloroso.



 Jesús Olarra Pértica, se ha ido de este mundo que en los últimos años tan mal se portó con él y que le golpeo una y otra vez hasta quitarle la ilusión de luchar.

Nos hemos quedado sin un gran amigo, una persona singular de las que te dejan rastro toda tu vida, de las que echas de menos en cualquier reunión o actividad, por que Jésus era muchas cosas, pero sobre todo era un gran “Contador de historias“. Su vida que aprovechó al máximo, estaba llena de anécdotas y experiencias, pero él sabia contarlas de una forma genial, que hacia que aunque te hubiera contado la misma historia varias veces, siguieras riendo y disfrutando de ella como si fuera la primera vez.




Mi relación con él empezó hace muchos años, cuando contempló como unos jóvenes inexpertos y con pésimo material repetíamos una de sus vías clásicas en la pared del Eco de Ramales, supongo que le dimos pena y nos adoptó.

Así se inició una relación en la que nos llevó a escalar vías singulares de la época y nos inculco su amor por las grandes paredes. Con él hicimos vías míticas como la Rabada en la Oeste del Naranjo y otras vías clásicas en la Este de esta montaña, la sur del Midi de Ossau o en Riglos.

Yo tuve la oportunidad de hacer con él, un viaje mágico a Yosemite, lugar que siempre le apasionó y al que hizo varios viajes y escaló grandes vías. Bajo esas enormes paredes de más de mil metros, me habló con pasión de cada paso y fisura que en su cabeza se almacenaban como si fuera un gran ordenador.

Aunque uno de sus males, como eran los cólicos de riñón nos impidió hacer grandes vías, para mi fue un viaje inolvidable que disfrute cada minuto. Su pelea en calzoncillos con un mapache, para impedir que nos robara la mochila de la comida, en un vivac al pie de una pared estará siempre en mi memoria.

Un verano decidimos abrir juntos una nueva vía en la pared del Eco, es uno de mis mejores recuerdos de escalada. Escalábamos todas las mañanas hasta que el sol apretaba y luego bajábamos al pueblo a tomar unas cañas y charlar. A la mañana siguiente volvíamos a subir y avanzar un poco más en una vía, técnica y delicada de la que nos sentimos muy orgullosos, por supuesto se llamó “Mañanas de Verano”.

Nosotros también conseguimos inculcarle el virus de la exploración de cuevas, a lo que se volcó con la ilusión que ponía en todas sus actividades. Participó con nosotros en todas las  exploraciones que convirtieron el sistema del Mortillano en uno de los grandes de España.





 Disfrutando de las pequeñas alegrías que tiene el explorador de cuevas, como cuando encontró una pequeña ventana en la sima del Chapeau, que nos condujo a nuevos pozos, por donde conseguimos unir la sima con el sistema de Cellagua. Él siempre recordaría en sus historias la “ventana del Chapeau”.

Su presencia en las exploraciones, vivac o en el campamento de Fuente Fría, era garantía de que lo pasaríamos bien con sus cuentos, chistes  y bromas.


 Las operaciones de rescate también contaron con tu esfuerzo, experiencia y solidaridad.

 

 Los últimos años en que su salud le apartó de estas actividades, se hicieron muy largas para nosotros, que aunque le insistimos y estimulamos por puro egoísmo para que nos acompañara, no pudimos contar con su presencia.

Joer Jésus por que te has ido tan pronto, esto ya nunca será lo mismo, siempre tuvimos la esperanza de volver a tenerte aunque sea en las cenas y campamentos. Joer Jésus,  joer,  la rabia, la impotencia y una tristeza infinita es lo que nos queda ahora.

Luego tendremos que digerir tu perdida y centrarnos en lo que nos has dejado, recordar los momentos, las risas, las manías que te hacían pasar horas ordenando el material o cualquier otra cosa a tu alrededor, pero hasta eso me hacia reír, con que gracia lo hacías “espera un poco..”


 Joer Jésus, no te tenias que haber ido, tal vez no te escuché lo bastante, no te ayudé lo suficiente, no me lo tengas en cuenta, ya se que nunca fuiste de reproches…

Adiós Jésus te quiero mucho amigo, compañero de cordada, camarada, confidente..




Solo me queda tu recuerdo, pero afortunadamente es muy muy extenso, y cada vez que vaya al monte, vea la pared del Eco o esté en Fuente Fría, nada podrá evitar que me acuerde de ti, seguirás vivo en m memoria, hasta que yo también deje este perro mundo que te ha maltratado.





 Aunque no soy creyente, si existe eso del Cielo, para ti será una hamaca colgada en una gran pared con una larga fisura sobre ella, en la que disfrutar para siempre metiendo cacharros.. Disfruta mucho…


 

Joer Jésus….

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Entre troglobios y hormonas

 7 Octubre 2023  Cueva de Coventosa                                                      Por Marta Candel

 Que un chico de 14 años nos diga cada vez que nos ve que si le podemos llevar algún día de cuevas, no es algo habitual.

 Porque a esa edad elegir entre… Pasar un sábado con los amigos… Jugar algún partido… Ver alguna serie de moda… Ver vídeos de Youtube, Tik-tok, Instagram, mmm… y demás sitios web de nombres impronunciables que ni conozco, porque aunque me crea muy moderna ya voy tirando para antigua…  Y qué sé yo cuantas posibilidades más…


  Ante semejante abanico de posibilidades, elegir venir de cuevas con los amigos de sus padres, que le van a llevar a “no sé qué sitio”, “no sé cuantas horas”, donde la única certeza que tiene es que va a estar oscuro… Pues ya dice mucho de él. Este chico promete.

 Así que nos animamos a organizar una salida juvenil y para que no se sienta solo avisamos a Cristóbal para que venga con Maider, que también tiene 14 años y a esas edades uno se siente más a gusto con gente de su generación.


  Maider ya tiene experiencia en pasar días enteros bajo tierra acompañando a su padre y a los chalados de los amigos de su padre, que de vez en cuando, si van a sitios a los que pueda ir, la llevan con ellos. Desde que era un bebé ha estado compartiendo con nosotros memorables días de exploración; como aquel en que el canto de Barbie Sirena estuvo amenizando toda una jornada de intento de paso por un agujero estrecho.

 

Siempre nos preguntamos qué contaría esa niña en la escuela al día siguiente…

Cristóbal no pierde la esperanza de que acabe contagiándose con el “virus espeleológico” por mucho que ella le insista en que no tienen por qué gustarle las mismas cosas que a él.

Aún así, la cara de amor de ese padre cada vez que la ve vestida de espeleóloga derretiría al mismísimo Hulk. 


 Se ve que hace efecto, porque ella sigue volviendo.

 La madre de Bruno se despide de él hasta la tarde. Imagino que entre un: “Uy, qué bien el día entero para mí” y un: “Uy, a ver si me lo devuelven entero”.

 En cuanto se sube al coche nos da las gracias y nos dice las ganas que tenía de venir y vamos hacia Ramales en entretenidísima conversación.

¿Y eso de que los adolescentes sólo hablaban con monosílabos?

 La cueva elegida para su primera incursión subterránea es Coventosa. Que sin saber cómo va a funcionar, pues ésta la podemos adaptar a diferentes niveles según vayamos viendo cómo se desenvuelve. 


  Le vamos vistiendo como si fuera un “airgam boy”, digo un “Click de Famóbil”, digo un “Playmóbil”… (que al final va a ser verdad que soy una antigua). Vamos Poniéndole todos los complementos y explicándole para qué sirven y cuando acabamos con él parece un espeleólogo de verdad, da gusto verlo.

 Después de las fotos de rigor para inmortalizar su primera vez, vamos caminando hacia la boca.

 ¿Y hay muchos animales en las cuevas? es que a mí me encantan de todo tipo.

Sí que hay, pero son difíciles de encontrar. ¿Sabes lo que es un troglobio?

 A Maider le hace mucha gracia ver a Zape en plan profesor.

 El viento de la entrada nos peina el flequillo.

Instalamos la primera rampa de bajada. Empieza el juego.


 Bruno baja despacio, aprendiendo a controlar el descendedor y a caminar por la pared resbaladiza sólo con la punta de los pies.

 Primera prueba superada.

No tiene miedo, ni vértigo, sigue al pie de la letra las instrucciones que le vamos dando y viéndole avanzar a buen ritmo sin despegarse de Zape cuesta arriba, cuesta abajo, arrastrándose aquí, trepando allá, nos relajamos y vamos ampliando las miras de por dónde le llevaremos.

 Así que le hacemos bajar y subir un pozo en volado de 20 metros para que vea lo que es progresar por cuerda.


Le llevamos por grandes galerías de arena para que disfrute de hermosas playas de sombra, que con esto del cambio climático igual dentro de nada las vemos llenas de toallas.

 

Caminamos por bosques de estalactitas y estalagmitas tan grandes como él y Maider y entre formaciones excéntricas tan reviradas como sus hormonas en este momento.

Trepamos por grandes bloques y avanzamos por pasamanos sorteando las verdes aguas de un gran río y alguno prueba su temperatura en el ombligo sin querer.



 Entre todos le vamos enseñando muchas cosas a Bruno, queremos que se lleve una buena impresión de su primera vez. Y él nos enseña que un troglobio (que acaba de aprender lo que es) es más fácil de encontrar de lo que pensábamos. Sólo hay que estar un rato quieto y observar. 


 A cada parada que hacemos para montar una cuerda, hacer una foto, o comer el bocadillo… él encuentra un bicho.

 Y entre bicho y bicho, anécdotas y risas, el tiempo se nos echa encima y ya es hora de salir y enviar una prueba de vida a sus padres.

 Cuando le dejamos en casa se despide con una sonrisa de oreja a oreja.


  En el interior del coche brilla un colmillo ¿Habremos conseguido inocularle el virus?