jueves, 19 de marzo de 2015

Los mares del Sur (14 y 15/03/15)

Fotos, videos y texto de Pedro M., Marta Candel y Ángel García.


Tras un largo parón –obligados por la meteo, el reuma y otros achaques varios debidos a nuestra provecta edad, nos encontramos en el club siete especímenes: Marta, Zape, Gelo, Wychy, Moisés, Cristóbal y yo. A pesar de que llueve levemente, y que la previsión da empeoramiento, nada de eso aleja a Cristóbal de su café matutino donde Margari, así que allí paramos, mirando de reojo las nubes cargadas que se acercan más y más.

Ya arriba vemos cómo esta noche ha nevado; la senda hacia Rubicera se encuentra levemente tapizada de nieve, y las orilladas que nos pillan por el camino contribuirán a aumentar su grosor. El viento es helador, así que esta vez, en la entrada, no hay tiempo para picoteo alguno. Para quitar el frío nos dirigimos a buen paso hasta el vivac, donde comemos y organizamos el trabajo.

Marta y Cristóbal se encaminarán hacia la escalada situada en la Galería de los Imputados, que quedó pendiente el último día. El resto, iremos hacia el Norte: Moisés y Zape trabajarán en una desobstrucción, y los otros tres acabaremos la topografía de unos pequeños ramales y después les seguiremos.

Un pasamanos “precario” nos sitúa en la zona a topografiar. Ni Gelo ni yo habíamos estado en esta zona, y nos llama la atención tanto el tamaño como lo enrevesado de las galerías: en apenas unos metros de grosor y anchura, tres niveles diferentes se encuentran rellenos de enormes bloques, cerrando la mayoría de las posibles continuaciones.

Mientras topografiamos en una de las zonas ya vistas, observamos dos posibles escaladas que habían pasado desapercibidas anteriormente, por lo que decidimos no desinstalar esa zona. Después, Wychy nos lleva a topografiar otra zona, con unas espinosas gateras que dan a una zona caótica y muy rota. Allí encontramos una cuerda que Wychy no recuerda, y optamos por desmontarla.

Tras esto, nos encaminamos en busca de Moisés y Zape. Ninguno de nosotros había estado en esa zona, pero las “meridianamente claras” explicaciones aportadas por los interfectos no parecían ofrecer duda… los tres primeros minutos. Tras revisar un enorme caos de bloques, llegamos a la conclusión que a la zona a la que han ido se accede por la cuerda que hemos quitado. Nos acercamos hasta su base y… coño, cómo me suena… Joder, si es la escalada que hice el primer día que encontramos este sector. Debe ser cierto que el omeprazol es un factor de riesgo para la demencia y la senilidad… Resignados, volvemos por las gateras espinosas para poder montar la cuerda, y desde allí tratamos de encontrar el lugar hacia el que se han dirigido los otros dos.

Unas balizas nos llevan a una trepada estrecha entre bloques con muy mala pinta. Llegamos arriba y nos encontramos con una estrecha fisura parcialmente desobstruida. Joder con el avance cómodo y de pié… Wychy y yo pasamos a duras penas, pero a Gelo no le pasa el pecho, por lo que decide volverse al vivac. Nosotros seguimos, por un terreno cada vez más peligroso. Allí, otras balizas nos hacen dar vueltas por entre un caos de bloques de los de “mírame y no me toques”, y como último recurso reptamos por un meandro estrecho que trae un hilillo de agua… Impenetrable; game over.




Nos queda claro que por acá no es, así que vista la hora optamos por volver derrotados hacia el vivac, revisando alguna cosilla y aprovechando para sacar alguna foto. En la tienda encontramos a Gelo, en plan zen (aburrido), y decidimos ahogar las penas en pasta, lomo y un poco de orujo de 90 octanos. Vista que la compañía no da para más (el bajo nivel de la tertulia, basada en la emisión de gases e improperios lo demuestran), nos vamos para el saco. Al menos, podemos coger los mejores sitios. Eso del compañerismo está sobrevalorado…




Poco después, llegan Zape y Moisés: han podido llevar a cabo la desobstrucción, avanzar algo más de 100 metros (realizando otras desobstrucciones parciales), pero finalmente una nueva estrechez les ha detenido; no parece que merezca la pena seguir insistiendo por ahí. Al no llevar material de topo, se convierte en otra más de nuestras “estimadas galerías”, que pueblan nuestras topos (para el mosqueo de los adictos a la suma de metros). Debido a que tanta desobstrucción ha alargado la cosa más de lo debido, la otra escalada sigue quedando pendiente de hacer. Como siempre, lo de ir cerrando frentes se complica más y más…

Cuando ya nos estamos quedando dormidos todos, en alegre compañía, aparece el sector andaluz. Y qué mejor que Marta, la pizpireta sevillana, para que nos relate sus andanzas por los “barrios bajos” del Mortillano.

Dejamos en el vivac al resto de la tropa organizándose y el equipo andaluz, Cristóbal y “Marta, ponemos rumbo a la escalada que tuvimos que dejar sin terminar la última vez. ¡¡Lo habíamos dejado casi arriba!! En apenas 4 dbz la pequeña ventana se abre dando paso a un precioso meandro de buenas dimensiones ¡¡buahhh, niñooo, qué bonitooo!! Nos emocionamos y al grito de “vamos, vamos” avanzamos por el suelo de arena blanca que se hunde crujiendo bajo nuestros pies.


Cristóbal subiendo a dormir al trastero...

...y descubriendo que le han cambiado la cerradura...

Enseguida se bifurca llevándonos a una sala desfondada, (posiblemente sobre la gran sala en la que iniciamos la escalada), con formaciones y pasos entre bloques que se van cerrando pero que hay que volver a revisar. Retrocedemos y seguimos por el meandro principal que es por el que viene gran corriente de aire. Avanzamos unos 100 metros, al principio de pie, después agachado, luego de rodillas y al final reptando como culebras; un estrechamiento nos impide continuar. 

...y optando por bajar al garaje, a sobar en el coche.
 
Cristóbal meditando en el rellano dónde ir a dormir...























Volvemos haciendo la topo y revisando alguna otra bifurcación hasta la cabecera del pozo de 40 metros escalado. Dejamos atrás la prometedora corriente de aire que nos fue guiando, ayudándonos a descubrir los secretos de Los Mares de China.”

¿Qué por qué ese nombre? Porque tenemos mucha imaginación, y porque dos andaluces con mucha energía, tiempo y terra incognita dan para mucho. Volvemos al vivac y nos encontramos a todos metidos ya en los sacos de dormir. Ni cena común, ni sobremesa, ni bromas, ni ná de ná.

Así que a dormir lo más rápido posible que estos cabrones nos llevan ventaja y mañana se prevé madrugón. Cierro los ojos, estiro la espalda, respiro profundo y no tardo ni 30 segundos en notar el viento en la cara y estar de nuevo surcando Los Mares de China.
 
Ya os habéis vuelto a comer todas mis dormidinas, cabrones...

Al día siguiente, un desayuno abundante, un paseo (un tanto dormidos) hasta la boca de Rubicera, un rápido y helador cambio de ropa, y una excursión a paso ligero acompañada por una ligera nevada. La jornada concluirá, como es costumbre, con birras donde Margari y papeo en Los Fuertes. Una vez en casa, la topo nos mostrará que hemos topografiado alrededor de medio kilómetro de nuevas galerías (más las pendientes de topografiar), y que Los mares del Sur parecen querer dirigirse hacia un piélago de nada. ¿Descubriremos allí nuevos continentes, o nos perderemos de nuevo en ese mar de caliza? Sea una u otra la respuesta, merecerá la pena. Seguro. 

La saca en primer plano es para equilibrar la composición, no por despiste. Que están hablando con profesionales, joder.

Con lo bien que estaba yo en casa, haciendo pogüerpoints...