viernes, 25 de junio de 2021

Torca de la Calera Capítulo V

 

01 del 05 de 2021

Continúo el relato de nuestras exploraciones en la Torca de la Calera, durante las semanas de restricciones de la pandemia.

Este sábado estamos cuatro para continuar las exploraciones, pero el pronóstico del tiempo da lluvia, así que es posible que empecemos el día mojados.

En el club cogemos una cuerda de 72 m. y 15 anclajes más y nos vamos al Wili a tomar el café ritual. Poco después partimos hacia la cueva donde llegamos sobre las 12:00 y por suerte sin mojarnos, nos cambiamos y para dentro.

En una hora estamos en la sala de la Encrucijada donde recogemos todo el material que hay en ese punto y continuamos descendiendo camino de la galería de Los siete Magníficos, donde el meandro final nos complica un poco el camino. Bajamos los pozos y llegamos al nivel de bloques, donde lo dejamos la última vez en cabecera de un largo pozo.




 

Sacamos las viandas y comemos algo, antes de que Zape comience la instalación de la cabecera entre bloques. El pozo pronto se divide en dos, a la derecha una rampa pegada a una fractura se ciega 15 m. mas abajo. A la izquierda una vertical por la que cae algo de agua también se termina cerrando 25 m. mas abajo.

 

 El pozo que nos pareció la última vez muy largo y amplio ha resultado mucho más pequeño y sin ninguna continuación, por lo que la gran acumulación de cuerda y anclajes que hemos traído, solo sirve para salir bien cargados de allí, pero este negocio es así. Topografiamos  e iniciamos el ascenso desinstalando toda la zona.

 

Llegados al p30 Marta y Zape se adelantan, para ir instalando un pozo que nos detuvo al final de la galería del Ovni. Pedro y yo desequipamos el p30 y los pasamanos que hay después, ascendemos hasta la sala de la encrucijada y nos encaminamos, detrás de los castreños por la bonita galería muy bien decorada,  incluyendo el disco de un metro de diámetro que da nombre  a la galería.

 

 

 

Esta amplia galería esta cortada por un amplio pozo chimenea con un fuerte goteo y comienza por una rampas de barro, tierra y colada que Zape va equipando con pasamanos y resaltes, hasta una repisa.  En esta una pequeña sala tiene una bonita colección de formaciones de macarrones.

 

Los demás le seguimos topografiando y tras una vertical de 10 m., ponemos pie en la amplia base del pozo con bloques, entre los que se cuela el agua. Esperábamos encontrar alguna galería siguiendo la dirección de la galería principal, pero no hay nada.

 

 Una trepada en la misma dirección que traemos, si que da a acceso a una galería alta pero estrecha, que pronto aparece cerrada por bloques.

 

Un paso entre los bloques nos permite pasar al otro lado del tapón, donde se sale a una galería pequeña con coladas, que poco después conecta con otra galería, más amplia que a la izquierda tienen un meandro estrecho que podría seguir por arriba. Mas adelante un giro a la izquierda con grandes bloques, tiene un pocete a la izquierda que podría llevar a un nivel inferior. En la curva a la derecha, Pedro entra en una gatera que precisa desobstruir para pasar.

 

Siguiendo galería se llega a amplia sala con muchos bloques y bonitas banderas en el techo. A la izquierda otro pequeño meandro colgado precisa corta escalada. La galería se cierra poco después por bloques y colada con bonitas formaciones. No se aprecia aire.

 





Son las 19:00 y toca salir de allí, con parada para contar material en La Encrucijada y a las 21:00 todos en la calle. El tiempo tiene mala pinta y camino del coche la lluvia nos alcanza y nos putea para cambiarnos.


 

La hora de cierre de los bares está próxima y nos tememos que no podamos cenar nada. Pedro se ha buscado la vida y ya tiene encargado su bocadillo favorito para que se lo lleven a casa.

Nosotros intentamos sin éxito tomar algo en el pueblo así que para casa, esto del toque de queda nos está dejando sin los rituales propios de la espeleo..

Porca miseria…

 

jueves, 17 de junio de 2021

Torca de la Calera Capítulo IV

 

24 del 04 de 2021

 Hoy estamos solo tres “asociables”, para ir de cuevas, pero al menos el día es caluroso con un viento sur que nos acompaña en el ascenso hacia la boca de la Torca de la Calera.

No hemos madrugado mucho así que hasta las 12:00 no entramos en la sima, bajando con calma hasta la sala de la Encrucijada, donde cogemos algo de material del nido, no mucho ya que abajo tenemos más material y tampoco hay perspectivas de llegar muy lejos.

Vamos a la zona más profunda de la Torca hasta ahora, al final de la galería de “Los siete magníficos”,  sobre la cota -210, donde se dejó en cabecera de un pozo o larga fisura con poco aire y no buena pinta. Bajamos el amplio pozo de 30 m. y avanzamos por la galería hasta la zona de cruces donde tenemos más material, que tenemos que cargar, pero antes paramos para comer ya que allí hay mas espacio.

 



El siguiente tramo transcurre culebreando entre formaciones en un meandro a ratos desfondado, y con algún paso incómodo, hasta llegar a una cabecera de un pozo doble. El de la izquierda ya se bajo la última vez que estuvimos por aquí y se cierra unos metros mas abajo. El de la derecha comienza con un resalte que luego precisa trepar a una repisa en el inicio de una larga y ancha fisura bastante profunda.

 

Zape y Pedro van equipando mientras yo hago la topo. Se instala un pasamanos con 4 Multis y cabecera del siguiente pozo, que se fracciona con otros dos Multis y baja 14 m. De frente forma una fisura larga por la que hay huellas de bajada de agua, carbones y grava de arenisca. Una repisa de bloques hace de cabecera de otro pozo que se equipa con un NA + 2 Multis. Es un estrato de lo que parecía dolomía blanca. El pozo baja 24 m. con dos fraccionamientos, se llega a repisa de bloques, que en realidad es un tapón en medio de pozo. En varios huecos entre los bloques continúa el pozo en más de 40 o 50 m. De frente un giro en rampa desciende hasta un resalte que se baja 5 m. pero se estrecha mucho.

 

Solo nos queda una cuerda de 20 m. y como no nos sirve de nada, iniciamos el ascenso sorprendidos por esta cueva, que no parece dejarnos terminar ninguna de las vías que exploramos. De subida reequipamos y despejamos la cabecera del pozo doble que queda con pasamanos y 2 spit. Limpiamos algún paso más y seguimos hacia arriba.

Más arriba del P30, Pedro baja el desfonde equipado con pasamanos y desciende 10 m., con galería descendente debajo de la de llegada que baja  20 m. hasta cerrarse. De nuevo continuamos ascendiendo.

En la sala de la Encrucijada, Zape y yo equipamos y topografiamos por encima del P21 donde una galería alta de unos 3 m. de ancha, sube hasta unos bloques, sobre los cuales un tubo gira a la izquierda hasta  un tapón de bloques. Bajamos y esperamos a Pedro que ha ido a revisar los tubos que hay debajo del P7, que como era de esperar se estrechan pronto sin más interés.

 




Dejamos un nido de material en La Encrucijada y nos llevamos dos cuerdas cortas y 3 anclajes, para revisar la galería ascendente de la parte alta de la galería del Reencuentro. Yo voy haciendo topo desde el cruce y ellos en punta. Zape instala el resalte de 3 m. que hay después del tubo, que nos detuvo a Pedro y a mi la última vez y llega a base de un amplio pozo o sala alta, bajo lo que parece un cruce de galerías. Hacia atrás una galería desciende en rampa hasta un amplio pozo de más de 50 m. En el tubo el aire va en dirección de la pendiente es decir hacia abajo, no sabemos si viene del pozo o de las galerías colgadas.

 

Mientras yo topografío, ellos ascienden y van a revisar la escalada corta que hay a la izquierda de la galería principal. Consiguen subir la rampa y llegan a un suelo de 1 m. de ancho y 3 m. de alto, que se desfonda enseguida sobre la sala que hemos estado antes. Yo abajo veo sus luces unos 10 m. más alto.

Asciendo a mi vez a la zona alta y compruebo que a ambos lados del desfonde, hay probables continuaciones que precisan travesías y escaladas, pero será para otra ocasión. De nuevo la Torca nos deja incógnitas abiertas.

 

 

Hago la topo de este último tramo y nos retiramos, que hay toque de queda y tenemos que llegar a tiempo para poder cenar algo. Sobre las 20:45 estamos en el exterior, con mucho calor y atardeciendo.

A pesar de nuestras prisas, finalmente no llegamos a tiempo de que nos den de cenar en el pueblo y tenemos que irnos a casa con el estómago vacío. Esto del toque de queda nos está dejando sin nuestros rituales de beber y cenar después de las aventuras subterráneas y la Torca de la Calera se empeña en ponernos cada vez más incógnitas que investigar.

Os lo contaré en otro capitulo de la novela..

miércoles, 9 de junio de 2021

Clin, clan, clon, clan…

 29 de mayo 2021 Maza del Cuivo   Por Marta Candel

 

Clin, clan, clon, clan…

 

El rumor de que ya estaban aquí corrió como la pólvora.

 

Ocho meses habían pasado desde que siendo una cría los vio pasar y escuchó historias sobrecogedoras del mundo en el que se adentraban, tan solo unos metros más allá del umbral al que se reducía su hábitat.

Desde entonces su vida se centró en el deseo de conocer aquellos lugares de los que hablaban y del que nadie que ella conociese había vuelto jamás.

Ocho meses; toda una vida preparándose física y psicológicamente para esta aventura y por fin, el momento había llegado.

 

Clin, clan, clon, clan… Se arrastraron al interior por la pequeña entrada con la habitual arenga de ¡¡Vamos, Vamos!! En esta ocasión sin apenas carga, porque iban a desequipar lo explorado la última vez y que había conectado con una zona conocida. Los petates los llenarían abajo.

 



Estaba lista.

Todos sus sentidos alerta.

El aire vibró.

Nada más presentir al primero saltó con toda la fuerza que le permitieron sus 8 entrenadas patas en una parábola perfecta cien veces repetida… y a la que le faltó el parámetro de la velocidad de crucero a la que pasó por allí ese humano.

 

Cayó sobre la piedra fría, teniendo que rehacerse rápidamente ante tamaño fracaso inicial y para no ser aplastada por la bota del segundo, cogiendo de nuevo impulso y esta vez sí, saltando hasta alcanzar al tercero, dejando tras de sí una ovación silenciosa de los 200 ojos que presenciaron la atlética maniobra de partida.

Por fin estaba dentro. Comenzaba la aventura.

Se agarró con fuerza sintiendo como un fuerte impulso la desplazaba hacia delante rítmicamente, intercalando unas centésimas de segundo de calma entre cada aceleración. Intentó sostenerse mediante su seda rellenando rápidamente el espacio a su alrededor.

Se asomó como pudo por el borde superior de la bota. Jamás había experimentado una intensidad de movimiento como aquel y la percepción de un crisol de nuevos olores la embriagaban.

De pronto el movimiento cesó y empezó a sentir un desplazamiento diferente, notó como que caía suavemente. ¡¡Aquel humano utilizaba también seda para volar!! Aquella sensación la relajaba y la acercaba a la vida segura y conocida que acababa de dejar atrás.

El placentero “volar” era interrumpido a ratos por desplazamientos horizontales que se hacían cada vez más veloces, tanto que en algún momento se sintió mareada y justo antes de llegar por fin la calma, se apoderó de ella un miedo irracional que colapsó sus instintos. Esa mezcla de velocidad, tiempo, movimiento y calor que emanaba del lugar donde iba refugiada, la hizo morder con toda la fuerza que le permitieron sus quelíceros y sólo así consiguió expulsar el miedo y volver a disfrutar de la aventura en que se había embarcado..

 

Así que como una exhalación, cruzaron estrecheces, meandros y pozos hasta llegar a la zona de trabajo, 200 metros más abajo, en la gran sala en la que aterrizaron la última vez sin esperarlo.

 




-      ­¡Zas! Ay Joder, me picó algo en el gemelo…

 

Era temprano todavía, pero comieron allí mismo para llevar los petates vacíos y de paso bajar un poco el ritmo cardíaco.

 

-      Pero a qué velocidad nos has traído, ¡cabrón!

Recuperada la cordura y aprovechando la parada bajó hasta el suelo. Sus otros órganos sensoriales le hablaban de estar ante un vacío monumental.

Tan abstraída estaba que no se dio cuenta de la llegada de Escolopendra, que se acercó a ella y le rozó con una de sus antenas.

Se giró rápidamente y no salió de su asombro cuando sus 8 ojos reflejaron a un ser completamente blanco, sin ojos  y con las antenas más largas que había visto nunca serpenteando a su alrededor. Rauda emanó una advertencia química avisando a ese atrevido miriápodo de que si no dejaba de palparle con sus largas antenas se arrepentiría de su osadía. El mensaje le llegó muy claro. Se alejó todo lo rápido que le dejaron sus, por lo menos, 15 pares de patas blancas.

El aire vibró diferente, corrió hacia un humano. Se ponían de nuevo en camino.

 

Una vez comido todo lo comible empezaron el trabajo.

Ascendieron retirando la cuerda hacia arriba y retirando todos los anclajes. No se acordaban de lo estrecho de algunas zonas ni de lo incómodo de otras pero si fuera sencillo no tendría emoción… ni gracia.

Y así, entre los “empújame que casi paso”, los “préstame tu rodilla que casi llego”, los “te dejo que me toques el culo pero tú empuja”, los “tira del petate que se atascó” y los “a ver cómo bajas ahora de ahí. La culpa no es mía es del cabrón de 2 metros que instaló esta cabecera tan alta”… fueron pasando las horas y llegaron a lo que fue el inicio de la conexión 8 meses atrás.

 

Subió por la bota y trepó por la tela roja; en un arranque de valentía, por cómo había resuelto el tema con esa escolopendra deslavada, subió hasta colocarse en un doblez de tela que encontró junto al cuello caliente de uno de los humanos que olía delicioso. Desde esta atalaya fue saboreando el ascenso, con el aire fresco despeinándole los sensibles pelos de la cabeza, la velocidad a la que ya se había acostumbrado excitándola, y los cambiantes movimientos poniendo a ratos a prueba a sus vigorosas patas.

Todo vibraba diferente, el sonido metálico acompañado del ruido del agua, el roce de la tela contra la pared rugosa, las interjecciones de los humanos al superar dificultades…

Todo olía diferente, el dulce cuello en el que se había refugiado, la tierra húmeda que nunca había visto la luz del sol y otros aromas de los que desconocía su procedencia.

Y va dejando atrás pequeños seres que se parecen a las especies de su mundo pero que aquí percibe un poco diferentes: sin color, ciegas, con antenas más largas y con un deseo sexual mayor al habitual, cuya explicación encuentra en la oscuridad absoluta y el poco número de especies aquí dentro. Con lo que cuando se encuentran es un aquí te pillo aquí te mato o a saber cuando vuelven a tener suerte. Estos son sus pensamientos mientras la envuelve un fuerte olor a feromonas y se cruza con dos polillas también blancas realizando la cópula.

 



-      ¡¡Mira una polilla con 2 cabezas!!

-      No fastidies, ¡¿una polilla bicéfala?! ¿A ver?

 

 

Después de ordenar y recontar el material comienzan a bajar la escalada de más de 200 metros que hicieron en su día, y en la que casi le ven el hocico a un lirón, por el lado contrario al que acaban de subir.

Les ha llevado 6 horas desequipar todo hasta aquí.

 

Llegan de nuevo a la gran sala y rematan lo poco que les queda de comida con voracidad exagerada.

Nuevo recuento de material y se preparan para salir.

 

Después de tantas horas y tantas emociones se decide a bajar a tierra. Lo hace “volando” sobre su seda pero cuando llega al suelo no logra ponerse en pie. Los músculos flexores de sus preciosas patas están agarrotados. Y por mucho que se concentra y ordena a su cerebro que las irrigue para que puedan extenderse y caminar…no le hace caso.

Vibraciones. Movimiento. Tienen que funcionar, tienen que funcionar, piensa furiosa. Sus ocho ojos se le van a salir del sitio de tanto intentarlo.

Siente como el rico olor del último humano en el que viajó va desapareciendo lentamente. Se alejan los sonidos y el silencio la abraza.

Clip, clip, clip clip.

Escucha que ella se acerca…

 

Entre risas, bromas y fotos van subiendo por los pozos pensando en la cena “donde Margari” y en que van a salir con luz todavía.

Con su precario oído humano les pasa desapercibido el rumor en la pequeña galería de salida preguntando por una valiente araña que quiso ir más allá.

 


 

-      Mira. ¿¡No os dije que me había picado algo?!

-      ¿A ver? Ah pues sí, tienes como dos picotazos…

 


Entre la niebla se alejan llevándose su tintineo y dejando una pregunta en el aire…

 

Clip, Clip, Clip, Clip…..