La roca era muy mala. Iba a costarnos un poco la
instalación. Estábamos yendo por el estrato de arenisca, siguiendo el camino
del agua.
|
Foto Zape |
Los grandes cantos rodados nos hablaban de fuerza, de
constancia, de tesón, de agua poderosa labrando las entrañas de este macizo.
Nosotras, como el agua, avanzábamos con decisión, sin mirar
atrás. Con sororidad, el agua nos abre huella para escribir juntas una página
más en la historia de las exploraciones subterráneas.
-o-
|
Foto Zape |
Cada vez cuesta más cuadrar las agendas, pero por fin, este
fin de semana lo conseguimos algunos. No estamos los habituales, Gelo, Pedro
Merino y Moisés no han podido venir y cuando acabamos el día con semejante
descubrimiento pienso en ellos y con los ojos encendidos por la emoción quisiera
que estuvieran aquí para disfrutarlo juntos.
A las 9 de la mañana hemos quedado en el local. Estamos 6: Wichy,
Cristóbal, Olga, Pablo, Zape y yo. Repasamos listas del material que tenemos en
la cueva y preparamos lo que falta. Intentamos organizar los equipos de trabajo
que haremos dentro, teniendo en cuenta las incógnitas pendientes de la última
vez, para llevar taladros y baterías necesarias. El tema de la comida ya está
resuelto y sin tener nada más que hacer para dar tiempo a Cardín a que aparezca
con su habitual puntualidad germánica, nos vamos hacia Asón a tomar un café.
Allí nos informa de que los dos amigos riojanos a los que
invitó a venir todavía no han llegado, así que intentamos poner en práctica una
cosa que se nos da fatal a algunos…eso que llaman… paciencia, y los esperamos
cambiándonos.
|
Foto Zape |
Finalmente dejamos todo atrás y relajamos cabezas en cuanto
nos traga la oscuridad.
Vamos a intentar llegar a las incógnitas por otro camino, ya
que la última vez que estuvimos aquí, se conectó la parte desconocida por la
que se avanzaba con un punto de topo de hace tiempo. Y Gelo, que tiene una
cabeza poderosa, enseguida predijo por qué camino llegaríamos antes hasta allí.
|
Foto Zape |
El desvío es un poco antes de llegar al vivac. Hacía mucho
tiempo que no pasábamos por aquí, vamos encontrando puntos de topo del año 2013
y 2014 y van viniendo a la mente recuerdos de aquellas exploraciones. Paramos
en seco ante una hoja escrita por Jose Gambino en 2014. Acariciamos con los
ojos cada línea, cada trazo seguro de su letra y seguimos adelante con una
punzada en el corazón y un pensamiento compartido: joder, cómo se le echa de
menos.
Conseguimos conectar por esta vía a la incógnita y nos
dividimos en dos equipos para seguir explorando. Somos muchos y no hay trabajo
para todos, pero la compañía y el llevar las sacas más livianas, repartido el
material entre todos, son bienvenidos.
Olga equipará la vía activa, un pozo de 16 m. al que llega una sonora cascada,
ya que fue ella quien la encontró la última vez; y yo la sigo de cerca.
|
Foto Zape |
Cristóbal, Zape y
Jose el riojano, vienen detrás haciendo la topo.
El otro equipo, Wichy, Cardín, Pablo y Beatriz, explorará la
vía fósil.
Aterrizamos en un río de suelo de cantos rodados
resbaladizos y seguimos su curso. A los pocos metros un resalte de unos 7
metros nos frena. Pero al frente, se abre ante nosotras un enorme vacío negro
que nos hace sonreír.
|
Foto Zape |
Revisando las paredes para elegir cuál será la menos mala
para instalar, vemos unas luces al fondo y escuchamos voces. Parece que el otro
equipo llegó a la gran sala que se intuye por la otra vía.
Cuando llegamos a ella se nos pierden los ojos en un
precioso meandro excavado entre dunas de 8 metros. Lo seguimos y el agua se
pierde de repente entre bloques. Continuamos por el meandro que nos lleva hasta
el borde mismo de la sala, pero el antiguo sumidero también es impenetrable.
Vamos recorriendo el contorno buscando continuación. Nos
metemos entre bloques, nos arrastramos por arena, escalamos hacia ventanas
superiores, trepamos por las enormes dunas creyéndonos en un desierto, hasta
llegar a un pequeño lago desecado en forma de media luna desde donde nos
paramos a contemplar las enormes proporciones de donde estamos ¡Esto es una
preciosidad! y pienso en los amigos que hoy no han podido venir.
|
Foto Zape |
Los compañeros del otro equipo no pudieron bajar hasta aquí
por falta de material, sólo pudieron asomarse desde un balcón y están llegando poco a poco siguiendo
nuestros pasos. Se ven aparecer sus luces muy lejanas. La sala tiene unos 100
metros de largo, 80 de ancho y 60 de alto.
Al fin, encontramos una posibilidad de continuación. Destrepamos
hacia una galería de dimensiones más normales que deja la sala. Con cuidado de no estropear más
que lo estrictamente necesario, avanzamos juntas entre un suelo con poligonales
de desecación inmaculado y un cielo de piedra, donde las estrellas son restos
de un mar petrificado, queriendo atrapar este momento para la colección de
recuerdos especiales. Cada una a su manera; una en silencio, con la mirada
encendida deseando saber que habrá más allá. Otra, con una infinidad de
interjecciones que se estrellan contra este techo abovedado rompiendo su
silencio milenario. La emoción es lo que tiene, que a cada cual le sale de una forma.
La galería acaba cerrándose entre cantos rodados y barro, sin
posibilidad de continuación. Nos duró poco la emoción pero qué bonita mientras la
disfrutamos.
En la zona alta de la sala, Cristóbal encuentra otra más
pequeña en forma de dolina. Se aprecia claramente corriente de aire que se
marcha por una grieta que intenta forzar Pablo sin éxito pero que le lleva gran
esfuerzo. Quedará como incógnita para otro día.
Terminamos con una escalada de 15 metros que tampoco lleva a
ninguna parte.
Dejamos la sala con la ilusión de volver otro día a seguir buscando
continuaciones posibles.
|
Foto Zape |
En el vivac, los riojanos no han podido evitar hacer gala de
la tierra en la que viven y nos deleitan con una cata de vino biológico.
Son las 2 de la madrugada cuando nos metemos en los sacos. Algunos
dormimos como lirones, otros no tanto. Para unos y para otros, Wichy hace que
amanezca demasiado pronto.
Con un sobao “el macho” entre pecho y espalda estamos en la
calle a las 12 de la mañana, lo nunca visto. Cuando llegamos “adonde Margari” a
la una y media, nos encontramos el bar lleno hasta arriba. Si es que es
malísimo madrugar tanto, hombre.
Son las 4 de la tarde cuando podemos sentarnos a comer. El
riquísimo cocido montañés nos hace olvidar las horas de espera.
-o-
Cierro los ojos con esfuerzo. Apretados unos contra otros en
este vivac tanteo la puerta del mundo de los sueños sin ganas. Aún no quiero
apagar el día. Pero no hay remedio, el calor que se apodera de mi cuerpo abre
lentamente esa puerta, alguien apaga el último sol y la mente escapa, libre.
|
Foto Zape |
Ni un paso atrás. Camino entre infinitas dunas de arena y
cielos de piedra acompañada de todos los hombres y mujeres que inspiran día a
día mi vida subterránea.
Ni un paso atrás. Todos. Todas. Juntos y revueltos. Mano a mano, como siempre en este mundo
nuestro.
Sin más, ¡¡Exploremos!!
Marta Candel
No hay comentarios:
Publicar un comentario