19 y 20 de Enero de 2019
Hace justo un año que no hemos vuelto por el vivac de Rubicera así
que ya nos toca, pero los pronósticos son horribles con mucha lluvia y cotas
bajas de nieve. Por lo que debemos pensar bien que hacemos.
Ya hemos tenido experiencias interesantes
en el río de Rubicera, cuando ha entrado en carga y llegar o salir de la boca
de Rubicera con nieve tampoco es muy agradable. Pero pueden más las ganas que
el cerebro, que por otra parte no nos sobra y está bastante oxidado por falta
de uso, así que allí estamos el sábado por la mañana seis mosqueteros, sin
caballo ni plumas pero con casco y katiuskas.
Parada ritual en el bar de Margari para
el último café y recordarle que prepare cocido para el domingo y seguimos hacia
arriba, esperando que se cumpla el pronóstico para hoy, que predice una ventana
de buen tiempo antes de mucha lluvia.
Tenemos suerte y solo debemos luchar con
el frío, barro y la yerba mojada para llegar a la boca, nos cambiamos y sobre
las 11:30 estamos entrando en el mundo oscuro que tanto nos gusta. Recogemos
algo de material para instalar en el río si el volumen de agua lo requiere,
pero una vez allí compruebo extrañado que no está muy alto, a pesar de que la
cascada o la cueva del Agua escupen agua con fuerza.
Llegamos al vivac sin más novedad, viendo
como Pablo disfruta de cualquier cosa en su primera excursión a la zona, a
pesar de que dice estar algo griposo.
Sacamos las viandas que ha comprado Marta
y nos sentamos alrededor de la cafetera devorando la comida. Una vez satisfecho
nuestro instinto primario recogemos material y partimos por la galería de los
Imputados, pasando junto a la cascada del rio Totxe, que llega bastante
caudaloso. Les explicamos a Olga y Pablo que son de Logroño, que le pusimos ese
nombre al río, en recuerdo de una persona muy querida en Logroño y que falleció
en un accidente de bicicleta, en la época que exploramos esta zona.
Nos lleva una hora bastante sudorosa
llegar a la primera zona de trabajo, avanzando en general por amplias galerías,
con algunos pasos incómodos entre bloques, pero con una bonita galería de
paredes blancas y algún misterioso esqueleto de felino.
El primer objetivo es una larga escalada
en una alta sala, que se auto asigna el team andaluz, formado por Marta y Cristóbal,
a los que dejamos preparando el material con la inevitable ilusión en los ojos
de Marta.
Los demás seguimos adelante bajando al
fondo de la sala, para seguir entre bloques en galerías de tubos con múltiples
cruces, hasta llegar a un meandro perpendicular que se desfonda en un pozo. Un
tramo intermedio estrecho nos deja en el techo de la gran sala de la Momia
verde, a cuyo suelo de bloques bajamos. Para volver a subir una rampa de
bloques que nos deja en el laberinto de tubos y gateras, donde se encuentra
nuestro objetivo de hoy.
Durante las primeras exploraciones de
este sector, Pedro dejó pendiente un meandro pozo de cabecera estrecha que
nosotros no conocemos y no estamos seguros de localizar. Zape localiza lo que
piensa puede ser el pozo y lo destrepa acompañado de Olga; mientras Pablo
medita yo doy una vuelta por el laberinto de cruces y tubos que se entrecruzan
y conectan. Veo un tubo descendente muy poco pisado que pronto pasa a nada
pisado.
En el suelo hay unos bonitos algodones de
delicada textura y costras de cristales que trato de no romper al pasar. El
tubo desciende y desemboca en otro tubo mucho mas grande de más de 6 m. de
ancho, aunque relleno de fina arena que
solo deja 1, 5 m. de altura. El suelo esta virgen y da pena pisarlo, por lo que
me aseguro de hacer solo una huella. Desciendo esperando que esta bonita
galería continúe, pero 50m. más allá un tapón de piedras y arena cierra el
paso.
Vuelvo en busca del resto y los encuentro
saliendo del meandro, que ha bajado hasta llegar a la galería que se extiende
bajo la sala de la Momia, pero sin más transcendencia.
Les comento que hay que topografiar la
galería que he encontrado y que estará bien revisar los cruces, que hay muchos
y no esta todo bien mirado. Mientras Pablo y yo dejamos nuestro material de
vertical y vamos a topografiar, Olga y Zape revisan un tubo lateral que lleva a
una salita, con una rampa estrecha que conduce a un pozo.
Van a buscar el material e instalan el
pozo de 20 m., mientras nosotros terminamos la topo y les seguimos como podemos
por la cuerda compartiendo el material. Abajo varias diaclasas se cierran, pero
Olga destrepa una grieta vertical de 5 m. y sigue por una gatera descendente
informando de que continua.
La seguimos con la topo, pasando algún
paso arrastras hasta un cruce. A la izquierda se cierra unos 40 m. mas
adelante, pero a la derecha bajando y pasando entre bloques, se llega a una
amplia galería de más de 6 m. de diámetro.
Avanzamos por la galería con el suelo cubierto
a tramos de barro seco y cuarteado, algunos hundimientos reducen los volúmenes,
pero de nuevo la galería coge tamaño y se oye correr un río. Olga y Zape se han
adelantado y no los oímos.
Bajamos a un cruce y a la derecha una
rampa nos deja en un río que desciende con suavidad. Lo reconozco ya que es
exactamente igual que el río de la Espeleogénesis, que conocemos en varios
tramos más al este. Pablo hace un paso bajo y continúa por una zona amplia,
tarda un rato en volver muy contento con lo que ha visto. Ha llegado a una
cascada de unos 10 m. con una galería fósil lateral.
Volvemos a la galería fósil, cuando
vuelve el equipo de punta, que nos informan de que han seguido un buen tramo,
hasta una zona de hundimientos con gateras. Olga ha forzado un paso y ha encontrado
un punto de topo antiguo. Esto confirma que estamos en el nivel de la
Espeleogénesis. Mientras ellos se van a ver el río, Pablo y yo seguimos con la
topo, que se vuelve penosa por las gateras de bloques.
Llegamos al estrecho puntual que forzó Olga
y nos alcanzan de nuevo para indicarnos el paso, pero solo pasan por el los
menudos y cuando Zape lo intenta y no pasa, yo ni lo intento. Olga y Pablo
terminan la topo hasta enlazar con la topo antigua.
Nos retiramos haciendo alguna foto, que ya
llegamos tarde a la cita con los escaladores, pero nos entretenemos un rato en
la sala de la Momia, para limpiar la rampa de bloques inestables, que derriba
Pablo con gran estruendo.
Llegamos a la cita con los andaluces, que
han terminado una larga y peligrosa escalada que les ha llevado a “ninguna
parte”, como suele ser habitual en estos casos.
Recogemos todo el material de la zona y
tomamos camino al vivac, bastante sedientos y hambrientos, de forma que para
las 23:30 llegamos al vivac. El río Totxe está bastante crecido, por lo que se
cumplen los pronósticos de fuerte lluvia que promete animar la salida del día
siguiente.
El día ha sido muy largo con más de 13
horas de actividad y nos sentamos a la mesa mirando como se hace la pasta y
deseando entrar en los sacos. Pablo nos ameniza con las historias de sus
peripecias por el pueblo, donde se ha convertido en un niño más de los que hay
por la comarca. Nos vamos a los sacos montando tetrix para entrar seis en la
tienda y casi necesitamos sincronizarnos para movernos al unísono. Eso si
calentitos vamos a estar.
Durante la noche el ruido de la cascada
del río Totxe aumenta considerablemente, lo que nos da idea de que el
pronóstico de fuertes lluvias se debe estar cumpliendo.
Sobre las 08:00 nos vamos levantando y
saliendo de la tienda, cargando la cafetera y concentrándonos alrededor de la
comida. Unos buenos sobaos El Macho siempre ayudan a recuperar fuerzas y nos
dejan listos para equiparnos y hacer recuento de material y comida.
Sobre las 10:00 salimos hacia el exterior
dejando un nido de material en la sala del atajo y acercándonos poco a poco al
río de la travesía, que al final encontramos bastante crecido, pero menos de lo
esperado. Con unos cuantos ejercicios de oposición y saltos, conseguimos librar
la caída al agua.
Foto Marta |
Yo he pasado la noche con tos y ahora los
síntomas de una gripe incipiente aparecen y avanzo como puedo, arrastrando mi
cuerpo por las cuerdas, rampas y estrecheces, pensando en las cuestas de salida
de la cueva.
Al llegar a la boca nos recibe una
cortina de viento, lluvia y granizo que nos garantiza una excursión muy
entretenida hasta los coches.
Foto Marta |
Nos cambiamos y ascendemos las rampas de
piedra y yerba mojadas esperando que la borrasca nos de un poco de tregua.
Llegamos por fin a los coches y nos cambiamos bajo la lluvia para salir
disparados hacia el bar de Margari, donde un buen cocido montañés nos ayuda a
entrar en calor.
Con los estómagos llenos nos vamos para
el pueblo y nos despedimos llevándonos cada uno sus virus a casa para incubarlos.
A pesar del tiempo ha sido un buen fin de
semana de exploraciones, con más de 450 m. de nuevas galerías topografiadas y
algunos cientos más explorados. Se ha confirmado la idea de que el río de la
Espeleogénesis tenia que tener una continuación bajo las galerías fósiles y se
han abierto de nuevo incógnitas de hacia donde nos llevará este nivel activo,
que será complejo de explorar.
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