jueves, 14 de noviembre de 2024

La torca del Botijo. La penúltima batalla.

 Sierra del Hornijo 2/11/2024

Los que nos seguís habitualmente en este blog conoceréis la historia de los trabajos que hemos realizado en una cavidad, que codificamos como FV7 y luego bautizamos como Torca del Botijo.

http://valledelason.blogspot.com/2024/03/si-mi-padre-me-viera.html

 Han sido mas de 17 salidas a esta torca, que ahora se puede llamar así, pero que empezó siendo solo un agujero del tamaño de un balón, en el fondo de una pequeña dolina de tierra y encinas. La lucha ha sido intensa, primero para sacar la tierra y hacer muros para que no nos cayera encima. Luego sacando piedra y mas piedra, lo que nos dejó en un primer pozo vertical que nos animó mucho, pero que de nuevo en su fondo se volvía muy pequeño.

Más trabajos de sacar piedras y nuevos resaltes que mantenían la ilusión, junto a una fuerte corriente de aire que en ocasiones nos dejaba helados. Pero en varias ocasiones, de nuevo, el camino se volvía muy estrecho.

Las batallas con la cueva se repitieron con victorias y derrotas, días de ilusión y de decepción, siempre con sudor y cansancio, pero también de risas y alegrías.

Foto Marta

Finalmente pensamos que habíamos ganado la guerra y que la cueva tendría que ceder sus secretos a nuestro empuje. Un amplio pozo de 25 metros y la llegada a una gran galería así parecían confirmarlo.

 Desde entonces varias salidas a la bonita galería han ido cerrando todas las incógnitas prometedoras que encontramos en la cueva.

Tras la última salida el día 12 de Octubre, como ya contamos en este blog, solo nos quedaron tres objetivos con opciones, incluida la escalada a una amplia galería colgada en la que depositamos toda nuestra fe.


 Este será el último artículo de este año sobre las exploraciones en esta cueva, que como veréis confirmó nuestra derrota por el momento. La cueva se ha hecho fuerte y ha conseguido guardar sus secretos, impidiéndonos avanzar mas allá, en busca de la ansiada conexión con las galerías del Carcabon, situadas debajo justo de la Torca del Botijo.

Este es el relato de esta salida.

Volvemos a esta torca, para despejar las últimas incógnitas que nos quedan en la cueva y quedamos con Patrick y su joven amigo Damian, que es medio español y habla el idioma.

Quedamos con ellos a las 10 en Vega, tomamos un café y salimos. Estamos cinco por nuestra parte con Marta, Zape, Pedro, Cristóbal y Ángel.

El día ha amanecido fresco, pero está saliendo el sur y sube la temperatura, así que la sudada es inevitable. Como lo es que Zape rompa algo, y lo consigue con su propio casco, que no soporta la norma Zape de resistencia.

Nos equipamos en la boca entre risas e historias, para ir entrando en la cueva, con Damian tratando de explicar a Patrick algunas de las expresiones y chanzas que usamos.

Una vez todos en la galería, hacemos tres equipos.

Marta y Cristóbal atacan la escalada a la galería colgada.

Patrick, Damian y Pedro irán hasta el fondo para ver la galería, desmontarán parte del pasamanos del desfonde y mirarán la fisura, al borde del inmenso bloque del laminador de barro, que la vez anterior revisaron Moi y Pedro y que tenía aire.

Zape y Ángel, los dos pozos que faltan de bajar en la cornisa de barro.

En los pozos, Zape instala una cabecera en el techo cerca de la cabecera y luego consigue lazar un pico de colada como desviador, lo que le facilita mucho el acceso al primer pozo, que baja unos 16 metros y se cierra.

Luego pendulea hasta un pequeño meandro que también se cierra.


Sube y hace travesía para llegar al último pozo el más alejado, que también se cierra pronto.

Hacemos topo, desmontamos y bajamos al pie de la escalada, donde Cristóbal ha llegado arriba; revisa y comprueba que hay un tubo ancho, pero que se va rellenando por arena y si aire. Al inicio, una fuerte rampa sube a una sala que puede seguir.

Marta sube desequipando la escalada, que le cuesta bastante por el fuerte desplome.


 Subimos todos y Zape asegura a Cristóbal para escalar la rampa, hasta confirmar que solo es una gran cúpula de disolución.

Foto Marta

Foto Marta


Foto Marta

Foto Marta

Comprobamos con talco si hay aire en el tubo de arena, pero no se puede confirmar a pesar de que Zape dice sentirlo.

Foto Marta

Decidimos dejar equipada la escalada para la futura revisión con días de más calor o frío.

Bajamos a comer, que ya son las 15:00 y todos tenemos hambre. Además han llegado los del equipo hispano francés, que han trabajado en la fisura; pero como suponíamos, han llegado al nivel inferior ya alcanzado por el desfonde la vez anterior.

Tras comer en horario español, iniciamos una revisión de varios puntos.

Zape y Patrick bajan entre la pared y los bloques hasta una salita, con algo de sensación aire, pero no pueden avanzar más.

Foto Marta

Pedro, Marta y Ángel van al otro lado del desfonde a mirar un agujero bajo una gran placa que se ha hundido sobre un suelo de cantos rodados. Cavan hasta que Pedro puede pasar a un hueco más grande, al que sigue otro paso que no puede cruzar. Luego dice que ve otro hueco y que se siente algo de aire, aunque es más una sensación que otra cosa.

Foto Marta

Con la moral ya totalmente por los suelos, nos reagrupamos y cargamos todo el material para ir saliendo. Encima de no seguir, hoy toca salir cargados con todo el material que hemos ido trayendo a la cueva para nuestra “gran exploración”. Solo dejamos en la galería la maceta y las barras, para una futura obra.


 La idea es volver cuando haga más calor o frío, y hacer una última revisión.

Ángel sale el último quitando casi todos los mosquetones y tensando las cuerdas.

A las 19:00 todos en la calle y para las 20:00 en el coche, donde nos despedimos de los galos y nos vamos al Willy, a celebrar esta nueva derrota que nos ha infligido la cueva.

 

Ha sido la última batalla por ahora, pero nos daremos una última oportunidad cuando las temperaturas sean mas extremas, para encontrar el rastro del aire que nos lleve al fondo del macizo, donde nos esperan las grandes galerías del Carcabón, que las constantes lluvias de este verano y otoño no nos han dejado pisar este año.

 

Como dijo Douglas MacArthur: volveremos...

jueves, 7 de noviembre de 2024

La torca del Botijo nos planta cara

      Sierra del Hornijo 12/10/2024

  En la última crónica sobre la exploración en la torca del Botijo contamos como la amplia galería que encontramos en su fondo presentaba algunas incógnitas, en forma de pozos y escaladas, que mantenían la esperanza de hallar un camino hacia niveles inferiores.

Foto Marta

 Con esta esperanza nos dirigimos de nuevo a la torca este sábado, contando con la presencia poco habitual de Moi, que dado que la familia le ha abandonado, ha pensado en pasar el día bajo tierra. Lo que se nota es la falta de práctica en preparara el material de espeleo, ya que se ha olvidado el casco.

Buscamos un casco de repuesto que, aunque un poco arcaico, cumplirá su cometido.

Tras recoger el material en el local del club y el café de rigor en el Willy, nos dirigimos a la zona y emprendemos la marcha por el monte, con un a buena temperatura de unos 20 grados.

 Las historias de Moi y su hijo Teo amenizan la marcha y para las 12:00, estamos entrando en el agujero, que rezuma agua en sus paredes. Estamos cinco individuos, incluyendo a los castreños, Merino y Ángel.

Una vez en la galería hacemos dos equipos, con Pedro y Zape que bajaran el desfonde, mientras que el resto nos vamos al final de la galería, donde esta pendiente una escalada en una chimenea de colada.

 

Marta, a pesar de llevar mala toda la semana con catarro, empieza la escalada, ayudada por alguna formación que conseguimos lazar.

 Ángel deja a Moi y Marta escalando y vuelve al desfonde, donde Zape ha instalado la rampa del otro lado del pozo, hasta el borde, donde monta un pasamanos en el techo y algunos desviadores en la colada.

Zape baja, y tras otra rampa de colada llega a un largo gours que cierra todo el paso. Revisamos los lados del nivel a varias alturas, pero no hay nada que hacer.



 Pedro y Ángel trabajan en la cabecera, donde una amplia y alta diaclasa paralela, con grandes bloques, avanza en ambos sentidos: al Este sobre el mismo pozo y al Oeste hasta un tapón de bloques que Pedro trata de forzar por varios sitios sin éxito.

Salen desequipando el desfonde y van hacia donde están los otros.

 

Foto Marta

Llegan a la Sala de la Serpiente, donde empieza la escalada y no hay rastro de los colegas, lo que es buena señal. Parece que han encontrado algo arriba; tardamos en oírles, pero finalmente nos comunicamos y por desgracia nos confirman que se cierra.

Es una nueva decepción habitual en la exploración, pero no por ello deja de fastidiar.

Foto Marta

Foto Marta

 Comemos algo y Zape y Ángel suben arriba con Marta, para hacer la topo. En lo alto, unos 15 metros más arriba, un tubo corta perpendicularmente la chimenea, y hay unos bonitos paneles de excéntricas.

 Zape hace una travesía hacia el Oeste para ver si el tubo superior continua. Instala y cruza al otro lado, donde  sigue hasta un pocete que baja y se cierra; hay bonitas excéntricas.

 

Foto Marta



Hacia el Este hay un tubo de unos 1,5 metros de diámetro, parcialmente taponado por formaciones que complican el paso (al menos a los gordos del equipo). Avanzamos por el tubo hasta un pozo rampa, donde la cuerda se ancla en un puente de roca y baja con un giro brusco en el medio.

Foto Marta

 Abajo, un tapón de tierra que colmata todo; probamos con el talco y no hay aire.

Foto Marta
Foto Marta
Foto Marta

Volvemos a la escalada, bajamos y desequipamos la zona. Luego vamos detrás de Moi y Pedro, que han ido a bajar unos pozos laterales en medio de la galería; se deja equipado el pasamanos del desfonde.

  En medio de la galería una cornisa de coladas, tiene junto a la pared tres pozos paralelos, que hay que descender a pesar de que la presencia de coladas y derrubios no presagia nada bueno. Se equipa la trepada a la cornisa, que tiene un barro que patina mucho.

Pedro y Moi han localizado una estrecha fisura con algo de aire, en el borde del laminador formado por el desplome de un gran bloque. Se sitúa sobre la galería que hay abajo del desfonde, lo que no es muy prometedor; pero será otro día con mas medios para bajar allí.

En la cornisa, Pedro baja el pozo más cercano de los tres, que se estrecha mucho abajo.

 

Foto marta

Ya es tarde, así que nos retiramos dejando dos nidos de material y subimos cansados.

Llegamos al exterior sobre las 21:30, nos cambiamos y bajamos al coche, para luego tomar una cerveza en Vega y para el pueblo, donde nos despedimos de Moi y vamos a cenar al Quintela.


 Ha sido un bonito día de exploración con la ilusión de que tras el próximo pozo o de la escalada, se abriera para nosotros un nuevo universo de conductos vírgenes. Pero no ha sido así, y la cueva nos ha parado los pies.

 Aun nos queda escalar a una galería colgada y bajar los dos pozos paralelos, por lo que mantenemos la esperanza. Y, total, no nos gusta la playa, así que dónde vamos a ir…jjjj

jueves, 24 de octubre de 2024

Pruden el imprudente

 


28/09/24

Hace unas semanas, mientras daba una vuelta, me acerqué a la FV-19, una vieja conocida a la que nunca hemos prestado mucha atención debido a su escasa extensión y a que estaba más trotada que la ética de Alvise. Sin embargo, una pequeña ventana me permitió pasar a una galería de buenas dimensiones, levemente descendente. La seguí un rato, entre el revoloteo de los murciélagos, hasta llegar a la cabecera de un pocete. No se veía clavado, y aunque había alguna huella por la galería, eran mínimas. Y lo que es mejor, al otro lado del pozo se apreciaba lo que parecía ser la continuación de la galería, con un tubo evidente en el techo.

Ya en casa, rebuscando en la bibliografía, encuentro una topo en la que sí aparece la galería y el pozo, que está bajado: ocho metros y se cierra. Ello enfría un poco mi entusiasmo; pero es evidente que la travesía no está hecha, así que merece la pena volver.

Así que este sábado vamos Gelo y yo para ya, pues el resto de la tropa, o está secuestrada por Nelín, o tiene eventos varios (BBC: bodas, batidas y comilonas). El día amanece lloviendo y remoloneamos: un par de guasaps en el que cada uno espera que el otro diga que nos quedamos en la cama; pero somos cobardes hasta para eso.

Ya en el club, petates cargados, y para arriba. Previamente había limpiado un poco el camino, por lo que llegamos relativamente secos a la entrada de la cueva. Nos cambiamos, y hacia adentro, entre el batir de las alas de los murciélagos.

Dado que está en un buen sitio, revisamos un poco por encima las paredes, que Pencho nos tiene bien aleccionados. La zona llana tras la rampa de entrada está completamente inundada (no ha parado de llover estas semanas), pero no nos pasa por encima de la bota. En la cabecera del pozo encontramos unas marcas, que inocentemente consideramos grabados; pero pronto nos damos cuenta de que son las muescas de las garras de un oso.

 

 

Gelo instala el P.8, que da pie a una blanca colada en cuya base una pequeña colada se colmata aguas arriba, y se sifona aguas abajo. A la izquierda se ve un posible tubo, a unos 7 metros. Gelo mete un par de seguros donde puede y sube por una inestable pendiente de arena. Una persona ha subido (aparentemente, a pelo, pues no vemos ningún agujero) hasta allí, aunque no ha revisado el tubo estrecho que nace en la rampa.

 

 

Gelo desinstala y comienza la topo. Yo subo hasta la cabecera de la colada, y veo que hacia la izquierda continua, y que viene de la zona a la que queremos llegar escalando. ¿Se podrá por acá? Con los tres cafés que me he metido, yo -como mister Wonderful- puedo con todo. Para arriba... Dos metros, cuatro, seis, ocho... El puto amo que soy, ríete del Kukutxa ese, o de los modernos del Indian... Venga, que ya est.... ¡hostias! Esto es puro hielo, cómo patina...


- ¡¡¡¡Geloooooo!!!

-¿Qué?

-Vente, anda.

- Que estoy topografiando.

- Que me caigo.

- Siempre igual, si es que eres gilipollas.

Mientras llega Gelo veo, en mi cabeza, un grabado muy poco prehistórico: "Paco", tallado en la colada. Tampoco veo restos de ningún spit o similar, Paquito subió hasta aquí a pelo. Pero él si pudo bajar...

Finalmente viene Gelo, pone un multi y me asegura, y tiro para arriba por la colada. Se ve que Paco subió por acá, probablemente en verano, con la colada seca. Aún así, subir por aquí sin clavar es de gallo gallo: la hostia es considerable en caso de resbalar. Salgo arriba, a una galería de buenas dimensiones, con unos gours preciosos. Pintaca que tiene, como dice la juventú.

Clavo una cabecera y sube Gelo. Unos metros más adelante vemos dos nombres: Pruden y Paco, 1989. El suelo es inmaculado, y podemos apreciar las huellas de ida y vuelta de ambos, pero no más. Un poco decepcionados al ver que no somos los primeros, seguimos por una galería de buenas dimensiones, y decorada a cada paso. Los goteos le dan una belleza particular. 

 


 

Tras avanzar unos cuantos metros por una zona "viva" de la cueva, llegamos a una rampa descendente, en la que dejamos un tubo a la izquierda. La galería recobra horizontalidad, con un fino suelo que recubre un poroso relleno (de hecho, nos hundimos casi un metro en él). La galería se va haciendo más pequeña, y llegamos al final, donde encontramos varias oseras y multitud de marcas de garras (alguna a casi cuatro metros). Es evidente que los osos entraron por donde nosotros, lo cual es impresionante (pozo de 8, escalada... y todo a oscuras).

 


 

Retrocedemos echando alguna foto y haciendo la topo. Reviso los laterales, pero el tubo previo vuelve a salir a la galería. Un P.7 que hay en él se cierra completamente. Sin embargo, en la zona de goteo, encuentro un P.20 de buenas dimensiones. Sorteando con cuidado su cabecera encontramos una galería de dimensiones más reducidas. Aquí también han estado Paco y Pruden, pero sólo en la parte amplia. Repto por los conductos, que se cierran o se desfondan. Gelo, en dirección contraria, ha llegado a un balcón que da a lo que parece ser una galería varios metros más abajo. 

 


Mientras Gelo continúa con la topo me vuelvo a la cabecera del P.8 a por material. Instalo la cabecera en el balcón, y tras unos 8 metros llego a una galería descendente. Unos metros más allá se desfonda sobre otra galería. La cuerda no llega, pero atamos arneses y pedales, y eso nos permite descolgarnos hasta una repisa. No podemos bajar hasta la galería (queda a unos 7 metros por debajo), pero sí colarnos por un meandro lateral de 3x1,5 que seguimos hasta otro desfondamiento. No hay más material, así que toca darse la vuelta.




 De salida, reviso otro pocete de 7, ciego, y bajo el P.20. En su base, una colada resbaladiza me permite acceder a una galería: por un lado parece inundarse (pero no tengo cuerda para bajar y verlo bien). Por el otro, una galería tipo mina me permite avanzar unos cuantos metros, y tras un par de destrepes llego a la galería a la que no habíamos podido acceder antes. Hacia abajo, un resalte de 4 metros me impide continuar; no está claro si sigue por abajo, de frente (se ve una pequeña ventana) o se cierra. De nuevo de vuelta en la base del P.20, una trepada por una colada me permite ver el inicio de otra galería de reducidas dimensiones, pero también hace falta cuerda para acceder.

Satisfechos, vamos hacia la salida, mientras Gelo continúa la topo. Llegamos ya con la luz del día declinando, y bajamos por el bosque elucubrando sobre cómo se formó la galería (ni siquiera tenemos muy clara la dirección). Entre lo topografiado, lo ya conocido y lo que he visto, habremos superado ya el kilómetro, lo que no está nada mal para un sábado de remoloneo. Nuestros dieses para Paco y Pruden por su brava escalada. Pero, troncos, la próxima vez, publicad...


martes, 15 de octubre de 2024

La torca del Botijo, saboreando el premio.

 

Macizo del Hornijo   Septiembre de 2024

En el artículo anterior de Pedro, dejamos esta exploración en una bonita galería de grandes dimensiones que recorrimos de forma apresurada, observando algunas incógnitas posibles que quizás permitieran  continuar nuestra larga búsqueda de un camino hacia el Carcabón.

Con la excitación de los niños cuando desenvuelven el paquete de un regalo, nos juntamos el día 7 de Septiembre, para volver a la torca del Botijo, como hemos apodado a esta cueva.

Ha llovido mucho, pero este sábado no da lluvia, así que subimos a la sima del Botijo. Cristóbal ha engañado a Maider que no sabe lo que le espera.

 

Quedamos con Patrick sobre las 9:45, pero llegamos tarde. Tomamos un café en Vega y salimos hacia la obra.

Ascendemos con calma, charlando y con bastante humedad, hasta la boca, donde llegamos sudorosos sobre las 11:00.

 

Somos muchos, hay que bajar ampliando algunos pasos y luego equipando la cuerda. En punta Marta y Cristóbal trabajan en el primer pozo; luego Cristóbal y Ángel trabajan en los siguientes resaltes, hasta las 13:00 que salen a comer con los demás, que se han quedado fuera esperando.

Luego bajamos todos con Zape equipando cuerda y Maider y Ángel cerrando el pelotón con Patrick haciendo la topo. Baja bastante agua por las paredes, que gotean en algunos tramos.

Se monta un atasco mientras se trabaja en mejorar la zona final de la diaclasa vertical y luego la cabecera del último pozo.

Los grupitos repartidos por la sima, charlan de diferentes temas mientras los de punta trabajan, lo típico de España, sea sobre la tierra o bajo ella.

Maider nos asombra, con su capacidad de conversación sobre los más variados temas y sin que parezca que se le seque la boca. Tal vez sea para no pensar en la liada que de nuevo le ha preparado su padre y lo bien que estaría ahora de fiesta con sus amigas.

Pasan las horas y terminada la obra, Cristóbal se sale con Maider, que se hace tarde y no quiere que le denuncie por maltrato infantil.

El resto bajamos tras equipar Zape el pozo de 25 metros y la rampa de bajada a la sala.

Una vez en la galería, Pedro y Marta van al Oeste al agujero soplador, que fuerzan hasta un desfonde que precisa cuerda.

 


 Patrick sigue con la topo, primero al Oeste y luego al Este.

 

Zape y Ángel van al Este e instalan un pasamanos que bordea el desfonde, luego van al final de la galería para evaluar la escalada a la chimenea que hay allí. Por la derecha parece que se puede subir por las formaciones, con picos que permiten poner lazos; luego habría que ver qué pared usar.

Observan las formaciones, de la salita incluyendo la curiosa estalagmita en forma de serpiente.

Vuelven hasta el laminador donde han llegado Patrick y Pedro con la topo, que se deja allí a la entrada del laminador, porque ya es muy tarde.

Volvemos y vamos subiendo con calma, con  Ángel que sube el último tensando algunas cuerdas, para tirar piedras sueltas y limpiar mejor las rampas.

 

Estamos en el exterior sobre las 22:00 y en el coche sobre las 23:30.

Nos despedimos de Patrick y Sandrine, que ha venido a recogerle y vamos corriendo al pueblo a ver si encontramos donde cenar, cosa que conseguimos en el Quintela, casi de milagro.

 

 Capítulo II

Por fin ha dejado de llover, aunque se avisa de bajada de temperaturas, quedamos para volver de nuevo a la Torca del Botijo, el sábado 14 de Septiembre.

Quedamos en el club a las 9:30 en un día fresco con unos 11 grados. Estamos cinco personajes, Merino, Wichi, Cristóbal, Zape y Ángel.


 Debatimos sobre qué taladros y anclajes llevar; al final Zape se sale con la suya y llevaremos spit para que no le dé un acolecho, pero solo nos quedan 8 spit en el club, así que Zape llama a Fredo y trae más spit.

Subimos con un día despejado y llegamos sobre las 11:00 a la boca, donde picamos algo.

 Entramos primero Zape, Ángel y Pedro, quitando alguna piedra más por el camino.

Cristóbal y Wichi bajan detrás instalando más peldaños de ferrata en la sima, que ya parece una atracción de circo en lugar de un agujero serio; pero estamos muy mayores y las dimensiones no permiten usar bien el material de progresión, por lo que los peldaños se agradecen.

Una vez en la sala, Zape y Ángel van al Este, continuando la topo desde el laminador hasta llegar al desfonde, donde Zape empieza a equipar la bajada y Ángel continua la topo hasta la sala de la serpiente.

Foto Zape

Finalmente bajan al final del desfonde unos 25 metros más abajo. Allí una amplia sala, con rampas de tierra y piedras asciende hacia el oeste hasta una pequeña galería, que se cierra con coladas.

Con un paso de hombros, Zape sube a la parte alta del tapón y llega a una salita con dos pozos: uno que se cierra y otro pendiente pero con poca pinta.

El lado derecho de la sala está cortado por un pozo. Bordeando por la izquierda se puede ir al otro lado, en forma de rampa de tierra y piedras, hasta el borde del pozo que canta unos 10 metros con sonido de agua estancada abajo.

Foto Zape

Hacen la topo y suben a la galería principal, donde se encuentran con el resto del equipo, que ha instalado varios peldaños en la sima y luego ha ido a la parte Oeste de la galería, para abrir el agujero soplador, que hoy no sopla por que no hay nada de aire en toda la sima.

Pasan el agujero y al otro lado un tubo desfondado, que termina pronto en tubos ascendentes estrechos.

Luego enfrente, Wichi hace una escalada de 13 metros  al nivel superior de la galería. Llegan a una repisa entre dos desfondes y al otro lado se ve una amplia sala. No les queda batería, así que se bajan y van al Este.

Bajan los tres a ver el desfonde y luego Cristóbal y Wichi suben, mientras Pedro se cuela por varios agujeros.

Cristóbal y Zape van hasta la sala de la serpiente y hacen algunas fotos.

Foto Zape

Luego nos vamos todos a la escalada del Oeste, donde Zape equipa los pozos del desfonde, bajando uno a la izquierda de unos 20 metros bajo una chimenea estrecha, con un poco de agua. Abajo se estrecha en un meandro impenetrable.

Sube y después baja el pozo de la derecha, de unos 30 metros que se cierra con un suelo plano.

De nuevo de subida, cruza al otro lado hasta otra repisa. Equipa y baja a la sala, que está muy desfondada, con una fina cornisa a la derecha. El desfonde se cierra y en el otro extremo solo se ven unos tubos paralelos y verticales.

Baja Ángel para asegurar a Zape en su trepada, que hace con los dos últimos pulse que le quedan. El tubo de la izquierda vuelve sobre la sala.

Foto Zape

Foto Zape

 

Llega Cristóbal y sube al tubo de la derecha, que pronto se estrecha mucho. La cosa no da para mas y nos retiramos desequipando todo, incluso la escalada.

Dejamos nido de material en la sala y salimos al exterior algo mas cómodos con los escalones, llegamos a la calle sobre las 19:30 y a las 21:00 estamos en los coches.

 

Ha sido un bonito día de exploración, por fin en una cueva de grandes dimensiones. No hemos encontrado el aire que buscamos, pero aún nos quedan varias incógnitas que revisar y esperamos que nos den alguna alegría.