Pasa tú, que a mi me da miedo... |
Pedro M. y Enrique Ogando
De nuevo al torco. Esta vez nos
arrejuntamos Marta y Zape, Cristóbal, Gelo, Pedro y yo. Esta vez la concordia
preside la jornada… hasta las nueve de la mañana (es que hemos quedado a esa
hora…). Tras un par de tomas y dacas, optamos por organizarnos en dos grupos de
tres (las otras alternativas eran tres de dos, seis de uno, uno de cinco y otro
de uno –el que no había probado el agua durante toda la semana-…). Me escama
que Cristóbal está relajado, hasta condesciende a tomar un café en Asón antes
de comenzar la jornada. Mala señal…
El día nos respeta hasta llegar a
la boca, y tras cambiarnos, la habitual rutina hasta el vivac (al menos, con la
nueva vía las rodillas sufren menos). Como el día va “de fly”, comemos en el
vivac, antes de dirigirnos a la punta. Allí, el frente castreño-andaluz se
dirige hacia la zona activa, a ver a dónde va el puto agua (vale ya de ríos,
coño). Gelo, Pedro y yo vamos a tratar de llegar a las diversas ventanas que se
ven en el P.26. Pero como la cabecera está un poco rota, mientras los demás
instalan el acceso al río, equipamos un pequeño meandro pozo que hay unos
metros antes, pensando que se cerrará allí mismo.
Subir pa ná... |
Sin embargo, tras instalar la
cabecera y bajar, el meandro no se cierra: comienza una galería estrecha por la
que avanzo hasta un bloque empotrado. Vuelvo y aviso al resto. De nuevo en el
bloque, tras romper un poco logro pasar, y veo que la cosa tira. Pedro amplía
la estrechez, y mientras Gelo vuelve a por los petates, comenzamos una escalada
a una galería superior. Tras meter un par de seguros, llego a una zona un tanto
caótica. Pedro descubre que por una ventana damos al P.26, a una de las
ventanas que teníamos que mirar (junto a un fraccionamiento). De mientras Gelo
ha continuado por la galería principal, que acaba precipitándose encima del
P.40 en el que parece que mueren todos nuestros intentos en esta zona del
sistema. Comenzamos la topografía, que resulta ser algo enrevesada. Tras
instalar un pozo rampa, una zona en la que las galerías están excavadas a favor
de los estratos nos vuelven a llevar, por un lado, al P.26. Hacia abajo, además
de una serie de galerías ciegas, un meandro descendente con un par de pozos nos
deja en la cabecera de una gran vertical, de más de 50 metros. Cuando Pedro
está clavando la cabecera, el martillo se parte (tanta ferrata es lo que tiene,
provoca vigorexia), así que bajamos de un spit hasta una repisa que se ve a
unos 15 metros, donde se nos acaba la cuerda (bueno, y los spits, y el
martillo, y las chapas, y las ganas…). Justo allí oímos al frente
castro-andaluz, que vuelven de sus andanzas. Y es hora de que Zape nos cuente en qué han desperdiciado ellos el
tiempo…
Hacia abajo,
tras desobstruir una gatera rellena de piedras, bajamos un P-5 y casi llegamos
al agua. Hacia delante se intuye continuación en altura. Decidimos tomar ese
camino y no bajar. Un P-3 y seguido un P-6 y un P-7. Entre ambos encontramos un
nuevo animal muerto no hace mucho, ya que tiene pelo. Es más grande que un
Lirón, quizás una garduña. Como siempre, ni idea de cómo ha podido llegar allí.
Poca chicha, y son las tantas... |
Seguimos
hacia abajo y tras varios pozos conectamos de nuevo con la escalada de Pedro
Merino y el Rubio ya conectada por otra parte en la anterior exploración. En la
cabecera del pozo, tras una fácil escalada encontramos de nuevo el agua que
seguimos por un meandro no muy estrecho, dejando la topo en una zona algo más
“incómoda” pero aún continuable.
Volvemos
hacia atrás ya que hemos visto una galería colgada en la base del P.7. Otra
fácil escalada de 8 metros nos hace escuchar de nuevo el agua pero no sabemos
si es el mismo, hay que escalar aún mas para llegar a ella. Seguimos lo
evidente, amplio y fósil con buena pinta y lo dejamos en la cabecera de un
supuesto P.6.
Arriba del
P.26 nos juntamos con los otros y metemos la reductora hacia la calle, llegando
al coche sobre las 23:30. Hoy ha habido suerte, el bar está abierto y cenaremos
algo más que una bolsa de patatas fritas o unos conguitos.
Fotos: Marta Candel.
Pasa tú, que a mi me da miedo.... Merino, Joputa...
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