Érase una vez tres aguerridos espeleólogos del AER que un buen día decidieron reinstalar una sima de la comarca para revisar algunas de sus recónditas oquedades. Así que los tres cerdi... espeleólogos (no, no: cerditos, que todos conocemos las seculares deficiencias de su higiene personal) quedaron en el club, que no era de cartón ni de madera, sino de ladrillo (eso sí, un tanto cutre, que es la antigua sede del Sindicato Vertical; muy apropiado, por lo de vertical...). Y comenzaron a preparar, muy hacendosos, el material, con el alto grado de concentración que les caracterizaba, sólo ligeramente mermado por el consumo de psicotrópicos, la resaca, y los berridos del querubín de uno de ellos a las tres de la mañana que le había impedido conciliar el sueño...
Apaga la cámara, que te la vas a comer, julay... |
Así que nuestros tres amiguitos se dirigieron a la cavidad, dispuestos a escribir otra página de oro de esas en el libro de la espeleología (libro, por cierto, que debe ser más sucio que las obras completas del marqués de Sade). De camino, se pasaron a ver a la Bella Durmiente, y aprovecharon su indefensión para ******************************* (que luego Google nos saca de sus buscadores).
...y el flash, en el club... |
Ya en la boca, uno de los espeleólogos le dijo al otro:
-Abuelito, abuelito, que nariz más grande tienes.
A lo que el otro le contesto:
- No me toques los cojones y pásame la saca, pedezo de imbécil
(el que quiera cuentos buenistas, que cambie de web).
Tras ponerse los atavíos, entraron para el oscuro averno.
-Pásame el martillo.
- ...
-....
- (snif)
Así que los tres espeleólogos se dirigieron hacia las profundidas del abismo utilizando lo que quedaba de la instalación antigua, amén de algunos naturales un tanto antinaturales (y antigravitacionales, porque contra todo pronóstico desafiaron la ley de la gravedad).
De canto no, Gelo, de frente... |
- Vaya, vaya, con este pasamanos no había contado. Tendremos que cortar cuerda y utilizar la del siguiente pozo.
- Pues no nos llegará.
- Que sí, que he metido un par de comodines.
- Ya, los que hemos metido en los otros "no había contado"...
- ...
Finalmente, los tres exploradorcillos llegaron al pie de la cavidad... Bueno, no. En realidad, se quedaron a siete metros de la base, debido a los diversos "no había contado". Así que los tres emprendieron la retirada, llegaron a la calle, donde dieron cuenta de sus suculentas viandas (aunque, lamentablemente, esta vez no había "dulcesoles"), y se retiraron hacia sus respectivas moradas...
PD: sí, ni tiene mucho sentido ni es particularmente interesante. Pero a ver qué cojones voy a hacer con una salida que ha sido una pérdida de tiempo total, y que no ha dado ni para hacer chistes...
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