miércoles, 17 de diciembre de 2025

Esos Ojos negros..


  Mortillano                                        13 de Diciembre de 2025

El invierno empieza normalizarse con heladas y días soleados, por lo que el pronóstico para este sábado es bueno. Esto nos hace planear una salida a la Torca del Yermo, que conectamos hace poco con la Sima de la Maza del Cuivo.

Foto Marta

Esta sima recoge varios pequeños ríos y los vuelca sobre un gran pozo de 65m. en cuya base se unen al río que baja por la Maza desde el norte. Resumiendo que hay agua por todos lados y tenemos dudas de si será posible avanzar por ambas cuevas sin empaparse de agua. Pero también será buen momento, para ver si las instalaciones que hemos realizado fuera del agua, funcionan y podemos pensar en trabajar en esta zona buena parte del año.

Con estas ideas en mente quedamos a las 9:30 y aparece Pedro, equipado para hacer cuevas a pesar de su tendinitis, que lo tiene en dique seco las últimas semanas. Así que estamos cinco para esta aventura, Marta, Zape, Cristóbal, Pedro y Ángel.

Café  ritual en el Willy y subimos para Astrana, ascendiendo por las pistas, hasta que la furgo nos deja en la zona de acceso a la Maza. A partir de allí la pista esta muy encharcada y barrosa. Pero en veinte minutos nos deja en la boca con un día fresco y soleado.


Cristóbal saca su perfil de “Señorito Andaluz”, y se nos calza unas botas muy llamativas y entra en la cueva sin saca, bueno con una saquita para llevarse su sobre de jamón. Que para eso están los sherpas que llevan saca. Son las 11:00 de la mañana cuando entramos.

Ya en la calle hemos visto bastante agua en superficie y el primer río que encontramos en la cueva baja más crecido de lo habitual, lo que anticipa como nos vamos a encontrar el pozo, donde al menos llegan tres ríos.

En la sala recogemos el material que hay allí y Zape baja el primero para instalar la parte final del pozo de 65 m., que desequipamos la última vez para mejorar sus trazado. Probamos algunas placas nuevas de acero con el borde redondo.

Tras unas horas de actividad y montones de anclajes mas, cuya instalación le produce un extraño placer a Zape, que lo utiliza como terapia del estrés de la semana de trabajo.

El pozo queda completamente equipado, y aunque nos ha llevado a la ruina, hay que reconocer que ha quedado muy bien, no nos cae una gota de agua y tampoco sudaremos mucho para subir.

Foto Marta

Nos reagrupamos abajo, donde una amplia y negra sala, recibe las cascadas del pozo y la llegada del río norte, por otras pequeñas y ruidosas cascadas.




Zape sube la primera escalada de la cascada, para reequipar el pasamanos de salida que está muy atlético. Con lo que puede seguir su terapia agujereando la piedra con el taladro en sus manos y una extraña sonrisa.

Foto Marta

 Solo la insistencia de Cristóbal casi pegado a él, le genera ansiedad y ambos discuten sobre cada anclaje, mientras, los demás les contemplamos acostumbrados a estas peleillas y viendo como a Zape le dan un poco de su medicina.

Foto Marta

Marta aprovecha para hacer algunas fotos de las bonitas cascadas. El agua en las cuevas tiene muchos inconvenientes, como el frío, las instalaciones complicadas y el riesgo siempre presente, de una crecida que te impida salir. Pero la belleza y sensación de movimiento que inducen en las galerías compensa estos inconvenientes.

Foto Marta

Una vez completado el reequipamiento de los pasamanos, seguimos río arriba con la duda de si podremos pasar sin empaparnos. Afortunadamente el estrato arenisco por el que baja el agua es ancho, con lo que no coge profundidad y el meandro excavado en la caliza sobre él, permite avanzar aunque hay que retorcerse, trepar y hacer oposición en algunos tramos.

Foto Marta

Llegamos sin más problema a la siguiente y larga escalada de 15 m. que hicimos en 2017, en una agotadora punta desde la Maza. Esta evita una alta cascada que hoy baja ruidosa para caer en una amplia poza. Después más escaladas y pasamanos para evitar una badina profunda y por fin ponemos el pie en una galería horizontal, con el agua corriendo por el fondo de 1 m. de ancho y con la parte alta de mas anchura, formando cornisas, por las que se puede avanzar en algunos tramos.

Foto Marta

Hoy hay una badina más profunda que la última vez y hay que mojarse las piernas, así que busco, un poco antes una zona fósil que puede evita el agua. Efectivamente es posible, pero es una zona de bloques inestables y hay que destrepar luego al río, por lo que equipamos una cuerda para facilitar el paso y que Zape siga disfrutando.

Foto Marta

Son las cuatro de la tarde y aún no hemos comido, así que aprovechamos la amplia sala que hay sobre el río, para comer y quitarle un poco de peso al Señorito que va muy cargado con su saquita.



Terminado el ágape, recorremos la sala para llegar de nuevo al río y a un profundo gours, donde cae una corta cascada que nos detuvo en 2017. Vemos las marcas de espuma de las crecidas de este año, más o menos a un metro más alto, lo que indica que no es un buen sitio para afrontar una crecida.

Pedro y yo vamos delante, subiendo la cuerda de la escalada que evitó esta zona, primero en vertical y luego en pasamanos sobre repisa, para de nuevo por cuerda, bajar a la cabecera de la cascada. Poco después una nueva cascada obliga a subir otra cuerda que por poco evita la lluvia del salto que hoy baja bastante agua.


No oímos al resto, que se ha detenido para alargar el pasamanos y evitar así tener que entrar en el gours para coger la cuerda. O eso dicen, seguramente es otra disculpa para poner más anclajes.

Foto Marta

Como se retrasan nos adelantamos avanzando de nuevo por una galería horizontal, formada por un ancho meandro de unos 6 m de alto, con zonas mas anchas y algunos pequeños afluentes. Dos pequeñas pozas profundas, obligan a hacer complicadas oposiciones si no quieres mojarte los pies, o resignarte si tienes las piernas cortas como Pedro.

Foto Marta
El equipo de instalación se entretiene más, colocando cuerdas en estas pozas, para llegar sequitos a la punta.

Foto Marta

Nosotros llegamos a la zona final, donde se abandona el río, subiendo a lo alto de una rampa de piedras. Dejamos allí las sacas y seguimos con la topo de los tubos que revisó Pedro con Marta la última salida a esta zona.

Son tubos amplios con el suelo de arena y al principio se puede ir de pie, con algún paso más bajo. Unos restos de animales, nos recuerdan que la calle no se encuentra a más de 30 m, en vertical sobre nosotros. Mas adelante una zona de arena  tiene un paso bajo descendente y luego ascendente, que nos obliga a arrastrarnos. Nos alcanza el resto del equipo.

Foto Marta

Un cruce con un paso descendente que baja Pedro le lleva a una sala de unos 6 m. de diámetro con un meandro al fondo estrechado por coladas y sin aire claro.

Foto Marta

 De frente, un meandro colgado sigue hasta una zona de cruce de fisuras estrechas y encajadas. Un destrepe en el suelo, conecta con la zona que ha revisado Pedro.

La zona se va complicando con zonas de arrastrarse, piedras sueltas y paredes rotas.

Pedro que va en punta, mientras  yo voy con la topo, ha llegado a  una sala amplia pero que casi se cierra en su fondo.

Llegamos el resto con la topo y efectivamente la sala es amplia con 17 m. de largo, unos 6 m. de ancho y 3 m. de alto. En su fondo un estrecho paso en rampa descendente, sopla un aire claro, pero precisa arreglar un tramo de unos 2 m. Abajo se amplia ligeramente y hace curva a la izquierda.

Son las 18:30 y hemos topografiado unos 180 m, con dirección suroeste que nos motiva, pensando que pueda dirigirse hacia galerías lejanas de Rubicera, que se encuentran en esa dirección, aunque el tramo final ha girado hacia el sur y aleja esa posibilidad. Salimos en unos 30 minutos hasta la rampa de piedras, donde hacemos un nido de material.

Sobre las 19:00 iniciamos el retorno, haciendo alguna foto y para las 20:30 estamos en la base del P65, con Zape que se ha resbalado en la deslizante arenisca y caído al agua dándose un buen baño.

Foto Marta

Iniciamos la cadena de subida por el gran pozo, pero yo que voy en punta, oigo a Zape que me llama para decirme que a Cristóbal le ha caído un pegote de barro en todo el ojo. Se recupera un poco, para poder llegar arriba, donde Zape le somete a tratamiento de limpieza, pero le duele, protesta y se escabulle como puede de las garras de Zape, que se ha convertido en “Doctor Ogando”, pero al menos el tratamiento intensivo le ha limpiado un poco el ojo.


Una vez que comprobamos que no se va a quedar ciego, sacamos nuestra vena malévola y le cantamos la  canción “Esos ojos negros” de Duncan Dhu.

Salimos al exterior con una noche estrellada y fría con unos 5 grd., lo que no ayuda para quitarnos los monos y los trastos. Luego nos abrigamos como podemos y cogemos las mochilas y emprendemos el fácil camino de vuelta a la furgoneta. Cambiarse de ropa con este frío nunca es divertido, pero sorprende la velocidad a la que puede hacerse.



Bajamos a cenar a Ason y luego llevamos a Cristóbal a urgencias donde le limpian en ojo.

 Ha sido un buen día de actividad bonita y con algunos metros de exploración, que siempre despiertan nuestros instintos de aventura y la imaginación sobre donde nos pueden conducir los nuevos conductos.

 Sobre todo lo hemos pasado bien y nos hemos reído mucho, incluido las desgracias ajenas, para cuando nos toque a otro y tengamos que aguantar sus chanzas.

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario