La maja vestida... con buri |
Tras varias salidas de día al sistema del Mortillano y cavidades adyacentes (no contadas en el blog por pura vagancia de los participantes), hacemos de tripas corazón y nos preparamos para dirigirnos de nuevo a nuestras famosas gateras rubiceriles. El objetivo es encontrar un paso en las galerías que encontramos más allá de la gatera de 400 metros (su puta madre, se dice pronto) que nos permita evitarla. La topografía nos decía que se encontraban relativamente "cerca" de las galerías que habíamos estado explorando en el entorno del Pozo de la Galleta antes del verano, así que...
Así que el viernes nos encontramos en el club Cristóbal, Wychy, los castreños y los Pedros, dispuestos a escribir otra de esas brillantes páginas de oro de la espeleología de las que habla Alfredo (teniendo en cuenta nuestra suerte y nuestra ortografía, sería de "horo" o asín). Pese a las nubes, el tiempo nos respeta hasta la boca de Rubicera, y tras cambiarnos enfilamos el archiconocido camino hacia el vivac. El cansancio semanal se refleja en los rostros y en los andares... Por lo demás, conversaciones costumbristras:
-¿Tienes el hornillo"
-No, creí que lo tenías tú.
-Hostia, se quedó en el club...
-¿Llevas el taladro?
-Sí; tú, las baterías, ¿no?
-Euhhh... Bueno, las del otro, ¿son compatibles?
-...
Todo ello, amenizado por la orquesta de viento de los que han tenido a bien hormigonar su estómago con cantidades ingentes de alubias de la tierra...
Tras llegar al vivac y comprobar que la mayoría no hemos traído cena, pues comenzamos a atacar las provisiones del día siguiente (ante todo, organización). Un poco de vino, otro poco más de orujo, una dormidina, y al catre. Zape se ha debido equivocar y, según Marta, se toma una (o dos) "Ronquidinas". Su popularidad en el vivac baja más rápidamente que la de Ana Mato en plena crisis del ébola...
Esto tá más negro que las tarjetas de Rato... |
Nos levantamos entumecidos y poco descansados. Desayunamos bien (las provisiones merman que es un primor), y para abajo. Nos esperan varias horas hasta la punta de exploración. Como sólo uno de los presentes ha estado, la conversación toma un tono escolar:
-¿Queda mucho?
-¿Cuánto falta?
-Tengo pis...
-Estoy hasta el rabo de ir a rastras...
Este debe ser el "Excalibur" ese del ébola... |
A medio camino paramos a comer, y seguimos hacia la punta. Poco antes del lugar donde dejamos la exploración hace ya año y medio, nos dividimos en dos grupos para ir mirando incógnitas. Mientras los castreños y Cristóbal revisan varios laterales, los Pedros y Wyhcy vamos hasta el punto final, y retomamos la topografía. Unas gateras de arena con huellas de lirón van descendiendo progresivamente. Pedro se adelanta mientras los otros dos vamos topografiando. La dirección es magnífica, va como un tiro hacia las galerías con las que esperamos conectar; la inclinación, la adecuada; las formas de las galerías (que se van ampliando hasta formar un bello meandro con marmitas) y las formaciones, espectaculares; huellas de un mamífero muy similares a las que habíamos visto en la otra galería; todo huele a unión... hasta que se cierra en la base de un P.20 impenetrable, por el que circula una notable corriente de aire. Desconcertados y cansados, emprendemos la retirada. A mitad del meandro nos encontramos con el resto del grupo: uno de los ramales que han revisado les ha llevado hasta el mismo punto. Tampoco han logrado unir, y la decepción se refleja en nuestros caretos...
Alegrad esas caras, que peor lo lleva la Ana Mato... |
Son las ocho de la noche, y nos quedan muchas horas hasta poder llegar al vivac. Volvemos lentamente por la variante encontrada por los otros, con bastante menos ánimo. Al salir de las gateras, los rapidillos salen en cabeza hacia el vivac, mientras que los lentos optamos por un ritmo más pausado. A eso de la una y media de la mañana superamos "el resalte de 150 metros" (como lo llama Wychy) y llegamos al vivac, donde el olor del rissoto con setas enmascara el habitual olor a moho (glamour...). Una cena reconstituyente, y unas horas de sueños nos dejarán...
...baldados, que es como nos levantamos el domingo. Un desayuno raquítico, recuento de material, y para afuera. Al menos, comenzaremos a ahogar nuestras penas en el Coventosa, con unas birras y unas rabas. Esta vez no pudo ser, veremos si la próxima...
Fotos: Marta Candel y Pedro González
no hay comentarios ante esta joya literaria?...
ResponderEliminarorkossssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarSolo os puedo prometer "sangre sudor y lagrimas", y algunas risas también.
ResponderEliminarEntonces con estas nuevas exploraciones. ¿ Cual es el desarrollo actual del sistema del Mortillano ?
ResponderEliminar134'6 km y sigue......
ResponderEliminar