Finaliza el verano y algunos ramaliegos y sus colegas
planean hacer un viaje a las Dolomitas. Para algunos como Juan es casi la
migración anual, ya que lleva varios años sin faltar a esta cita.
Para otros como yo será la segunda visita a este increíble
macizo y para algunos será su estreno en estos montes.
El plan se basa en utilizar la recientísima adquisición de
Juan , una caravana de segunda mano que acaba de traer de Galicia y que apenas
tienen tiempo de probar y revisar para la salida que está prevista para el día
19 de Setiembre.
Llegado el día de la partida los peores augurios de buena
parte de la clientela de Willi se cumplen y la caravana se para en medio de la
carretera camino de la gasolinera. Tras moverla con la grúa el motor decide
volver a funcionar sin más. Claro que dura poco y se vuelve a parar poco
después en una calle del pueblo. La cosa no pinta bien y no entendemos que
pasa, pero una llamada a un alma caritativa del pueblo, nos trae un mecánico
que tras algunas pruebas dictamina que tiene una alarma que bloquea el arranque
y una vez desconectada todo funciona bien. Dios te lo pague o mejor una birras
donde Willi.
Por fin resueltos los problemas salimos cuatro y un perro
Sid, desde Ramales, Cardin, Chisco, Juan y Angel. Entramos en Bilbao a recoger
a Vitorchu y por fin a devorar Km. vía Francia. Nos vamos relevando al volante
mientras el resto descansa en la caravana, donde Cardin vate el record de horas
de sueño sin bajarse del piso alto.
El viaje no presenta mayores incidencias y al atardecer del
día 20 estamos ya en los valles de Dolomitas y subimos a dormir al aparcamiento
del paso Pordoi.
La verdad es que viajar con la caravana ha sido cómodo y
divertido.
Juan que es el conocedor del macizo y ha realizado múltiples
ferratas en la zona, nos propone hacer una cercana al puerto que sube hasta el
pico Piz Boe de 3152 m. y bajar luego por la normal y un fuerte canalón de
piedras.
Así pues partimos sin madrugar mucho y con un día soleado
por una pista que nos deja en un gran osario de soldados alemanes de ambas guerras mundiales. A partir
de aquí un sendero asciende primero por prados y luego por rocas hasta la base
de la pared, donde descubrimos que no somos los únicos ni mucho menos que
quieren hacer esta ferrata. De hecho hay un grupo de 12 militares italianos que
nos preceden y algún montañero más, por lo que nos tomamos la cosa con calma.
Cuando empezamos el ascenso descubrimos que los primeros
muros son bastante verticales e incluso extraplomados. A juan se le ha olvidado
mencionar que vamos a hacer una de las ferratas consideradas como de las
difíciles de Dolomitas.
Afortunadamente la cosa mejora y el resto de la ferrata son
más bien viras intercaladas con pequeños muros, pero la altura se nota mucho y
jadeamos como perros a la menor dificultad.
El tramo final es un pateo hasta la cumbre por una gravera y
cada uno sube a su ritmo, como sus pulmones y corazón le deja.
La cumbre tiene un refugio –bar llenísimo de gente que ha
subido por la normal y supongo que quitándose el grueso del desnivel por el
teleférico existente.
Esto es dolomitas y los múltiples teleféricos que hay para
la práctica del ski invernal, se reutilizan en verano para subir a las cumbres
o hacer descenso en bicicletas.
Comemos y descendemos por la normal muy acompañados hasta la
estación del cable.
Allí decidimos descender por la pedrera que por el fondo de
una profunda canal desciende hasta el aparcamiento.
Ha sido una bonita excursión que terminamos tomando una
cerveza en un bar y algunos con visita al museo que hay sobre la 1ª guerra
mundial.
Nos vamos a dormir al Val di Fassa donde quedamos con Moncho que ha llegado en
avión y con un coche alquilado, que afortunadamente no es el panda previsto y
tiene mas espacio.
Por la mañana Sid es el único que se atreve a darse un baño
en el rio, mientras los demás ni nos lo planteamos.
Estamos a día 22 y la previsión de tiempo no está clara con
amenaza de lluvia por la tarde, así que hacemos dos equipos, Moncho y Vitorchu
se van al glaciar de la Marmolada y los demás al valle de Contrin.
Los de Contrin ascendemos por una pista entre bosque hasta
una curiosa barrera con sistema de “telemando” para que el paisano pueda abrir
y cerrar la barrera sin bajarse del vehículo.
Llegamos a un amplio valle glaciar, donde el bosque empieza
a escasear invadido por la pradera.
Más arriba nos cruzamos con una caravana de burros, guiados
por unos paisanos. Pasamos junto a un bar de montaña con un oso disecado en la
entrada y llegamos al refugio de Contrin de 2016 m. de altura. El refugio está
lleno de niños suponemos que de algún colegio y mientras comemos observamos la
entrada de la niebla por el paso de Ombreta que lleva a la norte de la
Marmolada, donde se encuentra el resto de la expedición.
Valoramos hacia donde seguir y decidimos que la niebla y las
horas de pateo, no aconsejan ir por allí, con lo que decidimos girar al este
hacia el refugio de Pas de S. Nicolo a 2340 m., desde donde tenemos a los pies
el profundo valle glaciar de San Nicolo, por el que nos decidimos a bajar primero
por unas fuertes zetas y luego con un suave valle de bosque y praderas, con el
inevitable bar de madera junto a unas cascadas.
Comemos junto a unas cabañas y seguimos un sendero junto al
río hasta salir a una pista y pasar junto a cabañas cada vez de más nivel y
llegando ya a zonas habitadas con vacas y colmenas donde Juan compra miel de la
zona.
Descendemos el valle durante varios Km. hasta que nos
recogen en coche Moncho y Vitorchu, que no han podido hacer mucho en el glaciar
debido a la niebla.
Ha sido una bonita vuelta con unos 18 KM. y 900 m. de
desnivel.
El tiempo cambia y llega una fuerte nevada que nos deja
sentados en la caravana viendo cómo se acumulan más de 15 cm. en los valles ,
mucho más en las montañas .
Alquilamos un bungalow , para dos, ya que los seis
no podemos dormir en la caravana con la idea de ducharnos todos, pero la dueña
del camping nos vigila y detienen a uno
de los team de ducha y nos quita la llave. Debemos ir luego Moncho y yo a
recuperar la llave y aguantar la charla preguntando por el tío de los pelos y
las varvas.
Al día siguiente continua todo nevado y con mal tiempo, así
que algunos decidimos hacer una excursión por el teleférico del Paso Falzarego
, hasta el pico Lagazuoi y bajar luego por el túnel que recorre toda la montaña,
fruto de los esfuerzos italianos por volar la montaña y desalojar a los
austriacos.
Juan se queda en los valles y los demás en el coche subimos
al Paso muy nevado y llegamos al teleférico, donde nos dicen que arriba hay
mucho hielo y esta peligroso. Nos vamos de excursión turística a Cortina y de
vuelta al paso vemos que baja gente por los senderos , así que sacamos los billetes y subimos al
pico, que efectivamente está congelado y con el sendero hasta el túnel, un poco
delicado.
Entramos en los túneles que yo conozco pero no deja de
impresionarme el trabajo que tuvieron que realizar los soldados italianos
excavando por el interior de la montaña hacia arriba y pendientes de las
contraminas de los austriacos, en fin una locura más del ser humano.
De bajada visitamos un museo de la Gran Guerra que hay cerca
en una antiguo fuerte, de nuevo alucinamos con las armas, ropas e ingenios de esa época.
Por la tarde nos reunimos con Juan y Sid en el valle y
decidimos irnos a valles más bajos y sin nieve, por lo que nos vamos a dormir a
uno de los clásicos parajes idílicos de Dolomitas , el Lago di Braies, donde
llegamos al atardecer y aparcamos junto al gran hotel que hay allí con toda la
pinta de los balnearios del siglo XIX, más tarde en un cartel, vemos que
incluso fue sede de la SS de Hitler y campo de prisioneros en la II guerra
mundial.
El lago está muy bonito al atardecer y damos algún paseo por
sus orillas , aunque hace bastante frío.
Al día siguiente 25 de Septiembre amanece soleado y decidimos subir por el Val
di Foresta, primero bordeando el lago y luego ascendiendo por una valle boscoso
y con varios ríos.
Comemos algo en una bonita cabaña con grandes vistas a las
montañas nevadas y tomamos un sendero que asciende con fuerte pendiente hasta
un grupo de cabañas donde la nieve lo cubre todo. Hemos subido acompañados de
numerosos visitantes muchos de ellos de avanzada edad, que a su paso suben
donde haga falta, manteniendo la tradición montañera que tienen las gentes de
estas latitudes.
Seguimos ascendiendo por
una pista nevada hasta un collado en la cota 2283, con bonitas vistas y
donde hace un calorcito muy agradable para comer, bajo la inevitable cruz y
cristo de madera. Una cosa que llama la atención en Dolomitas es la presencia
de cruces, cristos y vírgenes por todas partes , no sé si es porque son muy creyentes o es
una consecuencia de las guerras que han asolado estas montañas en los tiempos
recientes.
Continuamos por un sendero nevado hasta un collado que nos
lleva al Val di Lersc, que descendemos hasta llegar de nuevo a la cabaña y
bajar por donde hemos subido hasta el lago, que bordeamos esta vez por el otro
lado.
Ha sido una bonita excursión de unos 17 Km. y 800 m. de
desnivel, con bosques, ríos , nieve y buen tiempo, no se puede pedir más..
A la llegada al Hotel hay muchísimos turistas y un
espectáculo de baile de un grupo de lo que parece bailes tradicionales vestidos con pantalones
cortos, de lo más ridículo y medio pedo diría yo..
Cambiamos de valle y nos vamos a la zona de las Cimas de
Lavaredo, lago di Misurina, donde dormimos en un parking.
Por la mañana Juan se va hacia el monte Piana y su museo a
cielo abierto de la guerra. El resto subimos por la carretera de pago hasta el
aparcamiento de las tres Cimas, que está muy lleno de coches y personas.
Tomamos el sendero que rodea las Cimas y pasamos junto a la base de la vía sur
normal a la cima central , que era uno de nuestros objetivos de este viaje y
que hemos abandonado ante la fuerte nevada. Hay cordadas en la pared y
seguramente fuera posible hacerla pero también es posible que las canales estén
llenas de nieve dura.
Pasamos junto al masificado refugio de Lavaredo y subimos al
collado del mismo nombre de nuevo pisando nieve hasta el refugio de Locatelli a
2450 m. de altura.
Allí vamos a subir a una torre de roca que esta sobre él, la
Torre di Toblin de 2617 m., que tienen una corta pero aérea ferrata por su cara
norte.
El acceso está lleno de nieve helada lo que la hace
peligrosa sin crampones, hasta alcanzar los primeros cables. Luego asciende por
una canal fría y húmeda con escaleras y restos de las antiguas escalas de
madera, por las que subían los soldados austriacos, que tenían un observatorio
de artillería en su cumbre.
De nuevo pensamos en las penurias que pasarían los soldados en la gran guerra en pleno inviernos subiendo a ese pico con ventiscas y mucho frío.
En la cumbre comemos con sol y sin aire y bajamos por la sur
más suave pero que en la guerra estaba a tiro de los italianos, por lo que hay
varios fortines excavados en la roca.
Retornamos hacia el coche bajo las impresionantes paredes
norte de las Tres Cimas, junto con una riada de personas y eso que estamos a
finales de Septiembre aunque es sábado.
Bajamos al encuentro de Juan y Sid, que nos saluda con su
cola y emprendemos el camino de un poco conocido valle más dedicado a la ganadería
y la madera que al turismo, el valle de Longiaru, donde llegamos por la tarde y
aparcamos al final de una carretera junto a un pequeño lago y un río.
Decidimos ir a cenar a un pizzeria que vimos en un pequeño
pueblo y resulta ser un buen sitio y casi el local social de la comarca.
Al día siguiente con buen tiempo emprendemos una excursión
hacia el Col de Puez , al principio por bosques que atraen la atención de
algunos del grupo que deciden quedarse a buscar setas,
por lo que a la cota
2100 solo llegamos Juan, Moncho, Cardin y yo y al llegar a un paso en forma de
canal, con algo de cable, solo quedamos Cardin y yo ascendiendo hacia el paso y
el refugio que hay allí a 2475 m..
En la subida hemos estado casi solos, pero en cambio el
refugio está lleno de gente que ha llegado por la otra vertiente que esta más asequible
desde el Paso de Gardena, comemos algo un poco más adelante en un mirador
natural, sobre un profundo valle glaciar.
Volvemos rápido descendiendo los 900 m. de desnivel antes de
que el resto de la tropa se vaya de fiesta y los encontramos en la caravana
tomando el sol.
La siguiente etapa de nuestro viaje nos alejaría de las
Dolomitas camino de Venecia donde casi todos tomarían un avión para España, pero eso es otra historia...
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