lunes, 29 de agosto de 2016

Una de cal y otra de arena (26 y 27/08/16)



"Na, por la mañana, para estar a comer. Una prospección rápida...". Eso me dice Gelo, así que, falto de excusas medianamente creíbles, quedo con él a las ocho para tratar de huir de los calores que asolan la comarca (el día antes, record nacional de temperatura). Ángel está emperrado en tratar de encontrar un agujero soplador del que le había hablado Javi Rotaeche, así que con una idea muy general de dónde se encontraba, nos dirigimos hacia Peña Rocías, a ver si hay suerte... Ya la aproximación promete darnos la jornada, con la cuesta y el bochorno. Pero cuando Gelo se pone "innovador" en el pateo, y acabo, sin saber muy bien como, agarrado a unos matojos en una canal con un patio considerable, pues la cosa mejora. Tras salir del marrón, comenzamos a buscar el susodicho agujero; el símil de la aguja en el pajar es perfectamente válido (la torca en el lapiaz). Finalmente, Gelo chilla diciendo que ha encontrado algo con una fuerte corriente de aire. Se trata de una pequeña cueva, que sopla mucho y frío. Tras quitar unas cuantas piedras, logro pasar a una salita de techo bajo. Quito unas cuantas más y pasa Gelo. Encontramos huesos de oso (aparentemente) mal conservados. Pero lo interesante es que la galería, de un bello color blanco, sigue y sigue. Tras sortear un P.10 que parece ciego, avanzamos por la galería hasta unas rampas descendentes. Por el ramal derecho se cierra, pero por el izquierdo llegamos a la cabecera un pozo de unos 25 metros, con buena pinta. Algo atrás hemos dejado un tubo horizontal (hay que escalar) que, aunque de reducidas dimensiones, nos da buenas sensaciones... No nos queda nada claro de dónde viene el aire, pero parece mucho para ser simplemente de lo que se ve... Salimos y contemplamos un tanto horrorizados el estado de nuestra ropa (no habíamos traído mono); menos mal que hemos venido en el coche de Gelo... Tras revisar una cavidad cercana ya conocida, volvemos para el coche. Continuamos con las innovaciones en el trazado, y acabamos llegando a casa casi a la hora de la merienda... Prospección rápida, sí señor...




Al día siguiente, y como no espabilamos, otra vez. Esta vez, para la Sima de la Maza. Desayunamos con Olarra, ante la admonitoria mirada de Juanjo, que debe pensar que ya deberíamos estar sacando metros. De subida nos encontramos con Rubén y Jose, que van al Mortero. El bochorno es agobiante, y el verano hace que el sendero hasta la sima se haya convertido en una verdadera selva, con helechos que superan los dos metros de altura. Por una vez entramos con ganas a la torca, aunque sea para escapar del calor. Descendemos hasta el lugar donde tenemos el material en un par de horas, y comemos allí para ir más ligeros (una excusa tan buena como cualquier otra).



La punta no se encuentra muy lejos, pero siguiendo la tónica de la cavidad, no hay dos pasos seguidos que sean cómodos: sala en la que hay que ir cresteando por sus enormes bloques derruidos, escalada hasta tubo fósil, meandro desfondado desgarramonos, escalada barrosa instalada... y la punta: una corta travesía a lo que parece ser una galería colgada poco más arriba. Gelo saca el martillo, tantea la roca y ¡¡bingg!! Suena muy bien. Taladro y al tema. Ya el primer agujero nos saca de nuestro error: a pesar del sonido, es calcita cristalizada con barro detrás. Los spits se hunden, así que Gelo opta por los multimontis. Pero los seguros dan muy poca confianza. Más arriba, la roca está aún peor. Haciendo de tripas corazón, logra encaramarse a una repisa de barro, y clavando algún seguro testimonial accede hasta la galería horizontal vislumbrada. Sin embargo, poco dura nuestra alegría. Tras apenas 10 metros de bella galería concrecionada, un nuevo pozo de unos 15 metros la corta, dando paso a lo que parece una amplia sala con una "pirámide" rocosa en el medio. El problema es que la cabecera es aún peor que la escalada previa. Parece un catálogo de broza geológica: margas, calizas hojosas descompuestas, arenisca alterada, unas rocas rojizas de curioso aspecto... La instalación es un coñazo, y aún así toca pasar por tramos poco agradables.


Una vez en la base de la sala, vemos que se desfonda en un pozo de unos 20-25 metros... y sólo tenemos una cuerda. Descartado atacar el pozo central, optamos por instalar por un borde, a ver si al menos podemos bajar un poco y ver con más perspectiva. Instalo por la derecha (afortunadamente la roca vuelve a ser honorable caliza), y me meto por una zona estrecha entre los bloques y la pared. Apurando un poco, la cuerda llega hasta un tramo horizontal. En dirección al pozo un derrumbe cierra el paso. Pero en dirección contrario, un paso estrecho da paso a una salita en declive, tapizada de coladas, que nos permite alcanzar la base del pozo. El que veíamos desde arriba es ciego, con curiosos bloques areniscosos. Un meandro colgado poco más arriba parece tener cierto interés. Pero lo más interesante es una galería que descubrimos tras un paso bajo, y que cambia completamente de dirección, virando hacia el sur. Nos detenemos, ya sin material, en la cabecera de un desfonde de unos 12 metros que da a la mencionada galería. Tendrá que ser el próximo día... Cansados, organizamos los petates y para afuera, mientras topografiamos. Para más inri, en la última tirada de la topo el disto se vuelve loco. De salida me meto por un meandro colgado estrecho. Tras forzar un poco, gana dimensiones, retrocediendo hasta la sala de la primera escalada. Quizá pudiera sortearla por encima, otro frente que revisar el próximo día... En esta sima no hay forma de ir cerrando capítulos, siempre sale alguna otra porquería. Será trabajosa y poco fructífera, como todo lo que nos hemos encontrado aquí el último año. En fin, yé lo que hay...


Tras picar un poco, a las nueve de la noche comenzamos el retorno. Lo bueno de esta sima es que tardas lo mismo en subir que en bajar, y para las once y media estamos en la calle. La temperatura ha bajado un poco, y de camino para el coche se nos pega un mastín joven que, tras los ladridos del convenio, nos acompaña hasta el coche, encantado de lamer los harapientos -y sudados- monos de espeleo. Esperemos que no coja nada, el pobre...

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