Hace unos meses decidimos reequipar una de las simas que
forman parte del sistema y que exploró la SEII. Nos llamaban la atención algunos
de los ríos que recibe y algún nivel fósil que se mencionaba en la descripción
de esta sima.
Comenzamos el reequipamiento y bajamos hasta la llegada del
río que pensábamos podía estar relacionado con el sumidero de Rueñes situado más de un kilómetro al norte. El río llegaba desde una cascada de más de 20 metros; parecía
bastante complicado llegar a él y remontar su curso, pero era una opción. Dejamos pendiente la visita a las zonas fósiles, pero llegaron fuertes y prolongadas lluvias
que nos impidieron trabajar en esta sima, por la existencia de algunos laminadores con río.
Finalmente el sábado nos juntamos unos pocos ya que el personal esta liado con la familia y la política, somos tres, Marta, Zape y Angel, los que nos dirigimos al agujero con viento sur y amenaza de lluvias. Bajamos clavando nuevos anclajes y cambiando cuerdas, ya que la última incursión tuvimos problemas “logísticos”, por no decir que somos un desastre...
También los castreños nos cuentan sus últimas aventuras por
el país de los “chingones”. Se han traído un periódico tipo “El caso”, que es verdaderamente
alucinante…
Llegamos al P32 que en su primera parte da acceso con un péndulo a un meandro fósil y pronto desfondado , hasta un P15. Bajo este de nuevo meandro desfondado hasta una sala caótica con bloques y varios cruces de meandros.
Zape se pierde en uno de los meandros hacia el Sur y Marta y
yo cada uno por su lado acabamos confluyendo en un meandro hacia el noroeste,
por el que avanzamos sobre cornisas y con ruido del río muy muy al fondo.
Pienso que estamos siguiendo el afluente que pobablemente proviene de Rueñes pero
mucho más alto.
Volvemos a la sala para esperar a Zape que ha seguido otro
fósil, en altura y piensa que por una zona no explorada; pero le convencemos de
que hay más futuro hacia el norte.
Vamos, pues, hacia el norte, ellos en punta y yo haciendo topo, con algún
paso delicado que precisaría cuerda aunque pasamos sin más. Una trepada delicada
sobre el meandro precisa asegurar a Zape; se va hasta el final de la cuerda y
nos dice que subamos que hay galería.
Le seguimos, y tras unos pasos entre bloques se asciende una
corta rampa que nos deja en una gran galería de unos 3 metros de altura, pero más de
30 metros de anchura, con suelo de bloques. Marta muestra su ilusión habitual en todo lo que hace y
hasta los bloques le parecen bonitos; aunque, teniendo en cuenta lo que tienen
en casa, no me extraña.
Más adelante, en la pared derecha, un agujero da a una salita a la que llega un meandro ascendente que no exploramos. En dirección a la galería, y bajo ella, un hueco entre los bloques muestra una galería inferior que precisa cuerda para bajar.
Seguimos ascendiendo entre bloques por la galería y pronto
se intuye una gran negrura que anticipa lo que pronto encontramos: una gran sala de más
de 40 metros de ancho y entre 20 y 40 metros de altura. Curiosamente, el suelo es muy plano,
como si los grandes bloques que la forman se hubieran encajado y colocado para
formar un suelo regular.
El río se oye con claridad, y parece que hay una cascada
delante nuestro. Efectivamente, tras superar un muro de grandes bloques,
llegamos a una pared de negros estratos areniscos por los que cae el agua desde
unos 6 metros de altura. A la derecha parece llegar una chimenea y también un posible acceso a nivel superior
del estrato arenisco.
Mientras Marta y yo
terminamos la topo, Zape consigue entrar en la zona del río y recorre 30 metros de
penoso laminador con aire y agua, exactamente lo mismo que hemos dejado
pendiente en Rueñes. Está muy claro que
se trata del mismo río y luego la topo confirmará las cotas y direcciones, por
lo que nos espera un futuro muy “negro” y nunca mejor dicho: arrastrándonos por
900 metros de laminadores que son los que faltan ente ambas cavidades.
Volvemos revisando los laterales de la sala con un meandro
colgado a más de 8 metros, y en la pared oeste, tras un bloque que la esconde, la entrada
de una pequeña galería con aire claro y dirección sur oeste; es decir, hacia
Rubicera, cuyas galerías norte no están a más de 150 metros y la misma cota. Pero en
este negocio nada es lo que parece y ya veremos qué sorpresas nos aguarda.
De momento un desfonde corta el paso y precisa material que
ya no tenemos, así que nos retiramos con nuestras cábalas y los estómagos vacíos.
Reequipamos la trepada y algún paso de los meandros de ”Colorín
Colorado” y comenzamos el ascenso por las cuerdas, incómodos meandros y húmedo
laminador, que nos llevan dos horas de subida y algunos juramentos en los pasos
no aptos para osos...
A las 23:00 estamos en el exterior, con viento sur y sin lluvia, que hasta para eso hemos tenido suerte hoy. Caminamos hacia el coche con la alegría
del que ha pisado terreno virgen, aunque las once horas y media de actividad nos han
dejado mucho hambre, y sólo pensamos en dónde vamos a cenar..
Así que esta historia termina como todas las nuestras:
comiendo y bebiendo, claro...
Para los que amamos la espeleología y el Karst y tenemos graves problemas de salud, que no nos permiten hacer exploraciones tan bonitas como las que estaís llevando a cabo, daros nuestra más sincera felicitación por los éxitos que estais logrando
ResponderEliminarNos gustaría ver un buen mapa de síntesis del Sistema y una espeleometría actualizada, sin duda lo agradeceríamos.
Juan Carlos Fernández