Ni posando y estando malo puede parar quieto... |
Fotos: Marta Candel y Ángel García
Aprovechando la fiesta del 1 de mayo optamos por montar una manifa en Rubicera. Y tenemos menos éxito que UPyD cuando organizó la de la Puerta del Sol: el Rubio tiene lío, Gambino mejores planes… Al final, estamos Gelo, Cristóbal, Marta, Zape y yo. Al salir del club nos encontramos con Pedro y Nuria, que marchan con la Cambera (y con unas cuantas cervezas). Tras el café de rigor en el Coventosa, enfilamos el camino de Rubicera. El sur nos acompaña todo el camino de aproximación. Nos cambiamos comentando las mejores jugadas del mundillo subterráneo cántabro, cuyas aguas bajan más revueltas que las tripas de Zape.
Aprovechando la fiesta del 1 de mayo optamos por montar una manifa en Rubicera. Y tenemos menos éxito que UPyD cuando organizó la de la Puerta del Sol: el Rubio tiene lío, Gambino mejores planes… Al final, estamos Gelo, Cristóbal, Marta, Zape y yo. Al salir del club nos encontramos con Pedro y Nuria, que marchan con la Cambera (y con unas cuantas cervezas). Tras el café de rigor en el Coventosa, enfilamos el camino de Rubicera. El sur nos acompaña todo el camino de aproximación. Nos cambiamos comentando las mejores jugadas del mundillo subterráneo cántabro, cuyas aguas bajan más revueltas que las tripas de Zape.
Cristóbal se encuentra malo, y
apenas habla, lo que quizá (y sólo quizá) nos permita ir a un ritmo medianamente
humano al resto de los mortales. En la cabecera de uno de los pozos, mientras
Gelo retoca la instalación, Zape se mete en una estrechez que habíamos dejado
pendiente de revisar y encuentra un nuevo meandro, de dimensiones cómodas. Lo
sigue hasta un desfondamiento en el que hay que equipar un pasamanos de unos
siete metros, por lo que lo dejamos para mejor ocasión (todas las cuerdas nos
esperan en el vivac).
Ya en el vivac, comemos
rápidamente y nos dividimos: Marta, Zape y el enfermo irán a una escalada
pendiente situada al norte. Aunque no tiene una gran pinta, nos queda
relativamente cerca (unos 180 metros) de las nuevas galerías descubiertas la semana pasada en la Sima de la Maza. Si sonará la flauta… Por otra parte, Gelo
y yo vamos a revisar el caos de bloques por el que proviene el río, y a hacer
otra escalada en una enorme galería colmatada por bloques como casas (sin
exagerar; bueno, o con una exageración no excesivamente exagerada).
Al llegar al río me toca meterme
entre los bloques (ventajas de ser de tamaño medio, y no familiar, como Gelo).
Tras quitar algunos, llego a una fisura… y encima me encuentro a Zape. Este
tramo pasa por debajo de la otra galería. Intento llegar al cauce activo
quitando bloques, y finalmente lo logro. Pero un poco más arriba el paso se
cierra completamente. Game over (otra vez). Dejamos un aporte colgado para
mejor ocasión, y nos vamos a hacer la escalada pendiente.
La galería a la que vamos es
enorme; apenas vislumbramos el techo 30 metros más arriba. La continuación de
la galería se ve colapsada por un descomunal caos de bloques, que pretendemos
superar escalando. Retomamos la escalada iniciada tiempo atrás por Wychy (no
comentamos sus técnicas de escalada para no herir susceptibilidades), y tras
montar una cabecera Gelo hace una travesía hasta una repisa. En ella, una
colada que viene de encima parece sugerir la
posibilidad de una continuación. Gelo comienza la escalada en colada
semidura, y logra superar varios metros, mientras los parabolts muestran una preocupante
tendencia a la holgura. Algo más arriba, una estrechez en la colada permite ver
una oquedad. Agrando el paso, y tras una salita encuentro una rampa
descendente. Instalo cuerda, y la rampa me deja en la cabecera de una vertical
de unos 20 metros. Con el foco de Gelo vemos que se trata de otro recoveco de
la gran galería, así que desinstalamos y seguimos la escalada.
Ahora me toca a mi, y avanzo
penosamente con mi conocido estilo patoso, haciéndome un lío con taladro,
estribos, bagas y toda la pesca. Finalmente, unos metros más arriba llego a lo
que parece un nivel estable. A la izquierda, la roca madre; la sigo hacia
arriba, pero unos cuantos metros más allá, de nuevo el sempiterno caos de
bloques corta el avance; y esta vez sin posibilidad de continuación.
Resignados, comenzamos a
desequipar toda la escalada, tratando de bajarnos sin abandonar apenas
material, usando naturales y cintajos.
Finalmente, cargados como mulas regresamos al vivac, donde nos encontramos con el resto de la tropa. A ellos no les ha ido mucho mejor: la escalada no ha dado ningún resultado. Así que, por ahora, damos por finiquitado el “Frente Norte” de la nueva red de galerías de Rubicera. Quizá futuras exploraciones desde la Maza nos permitan reabrirlo, pero por ahora, y tras mucho esfuerzo, los bloques nos han ganado la partida.
Finalmente, cargados como mulas regresamos al vivac, donde nos encontramos con el resto de la tropa. A ellos no les ha ido mucho mejor: la escalada no ha dado ningún resultado. Así que, por ahora, damos por finiquitado el “Frente Norte” de la nueva red de galerías de Rubicera. Quizá futuras exploraciones desde la Maza nos permitan reabrirlo, pero por ahora, y tras mucho esfuerzo, los bloques nos han ganado la partida.
Cenamos la habitual pasta y para
el catre temprano. A Marta esta vez la dormidina le pega “de normal”, y pronto
las risas dejan paso al silencio propio del lugar. Interrumpido, como no, por
ronquidos, bufidos y otras sonoridades de naturaleza intestinal. Jlamour.
Al día siguiente remoloneamos
hasta las nueve. Desayunamos fuerte, y para abajo. Hoy la idea es explorar las
cosas que quedaron pendientes en la Galería de los Mares del Sur. Cristóbal
sigue hecho polvo, y no podemos disfrutar del gracejo andaluz en estéreo (hemos
de conformarnos con el de Marta). Mientras rapelo por los pozos, me asaltan
profundas reflexiones sobre el hecho de qué hago aquí el día de mi cumpleaños.
La respuesta no deja en buen lugar ni mi vida social, ni mi inteligencia, ni mi
nada.
Va a ser que la manifa no era por acá... |
Estado del votante medio mientras espera que su partido cumpla las promesas electorales... |
De mientras, la travesía de Gelo y Marta no ha dado ningún fruto, por lo que tras desinstalarla nos dirigimos a buscar a los otros dos satélites. Cuando los encontramos, sorpresa: han alcanzado unas galerías enormes, con una sala descomunal, un impresionante meandro… Todo magnífico salvo un pequeño detalle: está pisado, con abundantes marcas de carburo. Nuestra moral baja muchos enteros. Los dos nos describen un poco el kilómetro aproximado que han recorrido, y optamos por acercarnos a ver la gran galería meandriforme, a ver si nos suena de alguna zona conocida de Rubicera. Tras recorrer un buen trecho, no llegamos a ninguna conclusión. Volvemos, y Gelo y Zape hacen unas cuantas tiradas de poligonal que nos permitan hacernos una idea de dónde estamos. Tras esto, comenzamos una lenta retirada. Cabizbajos, aunque con la esperanza de que a través de estas no-nuevas galerías encontremos un acceso más cómodo a las puntas de exploración que aún tenemos pendientes.
Dejamos un nido de material considerable en la base de la Escalada de los Andaluces, y retomamos el ascenso hasta el vivac. En el río, soy agasajado con un emotivo –aunque notablemente desafinado y descoordinado- “cumpleaños feliz”, acompañado posteriormente por no una tarta de cumpleaños, sino unas horrendas barritas energéticas. En fin, menos da una piedra…
Tras recontar el material del
vivac y llenar las sacas de basura, enfilamos hacia la calle. Se va notando el
esfuerzo, pero vamos a buen ritmo. Sin embargo, en un pequeño pasamanos la lío:
al izarme, noto como algo se rompe en el gemelo derecho. Alarmados –no mucho,
dado mi habitual histrionismo- por los berridos, llega el resto de la tropa y
me ayudan a salir de la cuerda. El dolor es fuerte, así que Cristóbal (que ya
va recuperando) me coge la saca, y seguimos para afuera, aunque con un ritmo
bastante más lento. Afortunadamente, ha sido a apenas unos 40 minutos de la
calle (aunque esta vez tardaremos bastante más); no quiero ni pensar cómo
habría sido abajo del todo. De "Rastreator" he pasado a "Arrastradator". El compañerismo no es óbice, sin embargo, para que
de paso me graben humillantes escenas cojeando por los caos de bloques…
Ya en la calle, nos recibe un
fuerte viento sur, pero todavía queda un poco de luz, así que aprovechamos
antes de que la pierna se enfríe. La rampa con cuerda me cuesta un montón, pero
tras ella llegamos a la pista y la cosa se pone mejor. Sapos, víboras y fauna
varia nos despide de esta enésima aventura en las entrañas del Mortillano. El
año que viene, el cumpleaños en el bar, lo juro…
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