La Maza del Cuivo19 noviembre 2016, por Marta Candel
El parte de
bajas es alto este fin de semana así que, durante el café con bizcocho en La Gándara, nos ponemos al
día de los males que afectan a cada uno de los ausentes y seguimos con los de
los presentes, que tampoco estamos para tirar cohetes.
Menos mal
que humor y ganas no nos faltan y nos llevamos para La Maza del Cuivo: resfriados,
toses, dolores de espalda, cortes en las manos y costillas fisuradas sin curar.
Y allí dentro como que todo duele menos…o se siente de otra manera.
Ha llovido
toda la noche y se nota en la sima. Hay más agua de lo habitual y la zona del
río y los pozos están… más interesantes.
foto Marta |
Llegamos a
la punta a buena hora para comer antes de meternos en faena. Wichy prepara café
y sopa que sienta muy bien a las
gargantas enfermas.
Empezamos
trabajando un paso un poco incómodo que quedó pendiente de rematar en la salida
anterior, siempre pensando en nuestro führer, que además de ser nuestro guía
espiritual, es también nuestro calibre.
foto Marta |
Con
operatividad germánica, en cuanto adecentamos el paso, nos organizamos para
empezar el trabajo. Repartimos material y tareas y por una vez parece que no
nos hemos olvidado nada. Antes de acabar de hablar ya está Cristóbal mirando
para arriba diciendo: “Niña, asegúrame que voy pa´riba”, colgado del parabolt
que había terminado de meter Zape décimas de segundos antes.
Wichy y
Zape bajan el pozo de 17 m.
bajado por Cardin la semana pasada para continuar la exploración y hacer la
topo. Siguen un corto meandro que desemboca en un pozo de 12 m. que conecta con las
escaladas anteriores. Revisan una ventana en la otra pared del pozo pero sin
resultados.
Cristóbal y
yo, seguimos la escalada pendiente, que continúa en pared limpia y buena
durante unos metros. Luego se vuelve más enrampada, con bloques y vamos
encontrando restos orgánicos con moho, mosquitas muertas y muchas cacas frescas
y huesos de lirón. Subimos unos 25 metros hasta que nos desviamos a una ventana
redonda por la que se escapa el aire.
Foto Marta |
Foto Marta |
Zape y
Wichy han terminado en la otra vía y suben hasta nuestra reunión y siguen
escalando hasta un techo, unos 10 metros más, mientras nosotros continuamos
escalando la vía de la ventana. Trepamos en libre unos 20 metros más pensando
que se acababa, pero buscando el mejor sitio donde empezar la topo aparece la
continuación. A 15 metros
se ve otra ventana que abre en negro. No podemos llegar a ella sin cuerda.
Decidimos hacer la topo de salida y dejar ese caramelo para otro día. De vuelta
oímos a Zape por lo que su escalada conecta con esta vía.
Foto Marta |
De
retirada, Wichy se adelanta a preparar la merienda en donde comimos, Zape va
reinstalando en fijo y detrás, Cristóbal y Marta, haciendo la topo. ¡¡Qué
organización!!
A la salida
nos recibe una noche ventosa y fría, ni rastro del calorcito del otro día. El
invierno se acerca a pasos de gigante…Son las once de la noche, cargamos en los
petates los resfriados, las toses, los dolores de espalda, los cortes en las
manos y las costillas fisuradas sin curar que habíamos dejado en la boca de la
cueva al entrar y todo empieza a doler otra vez de repente.
Salimos del
bosque bajo una lluvia de hojas con la conversación cruzada característica: ¿Y
cuántos spits dices que metió la batería esa? Alucino con tanto hueso de lirón
en esa pared. He visto en eBay una oferta de makitas. Ayyyy, qué bonito está el
bosque. Mi frontal alumbra mucho más que la tuya. ¡¡Anda ya!! El disto no
funcionó bien y yo no le hice nada. Uy, pues sí que hay alguna seta buena por
aquí. ¿Nos darán de cenar en algún
sitio? ¿Adónde nos llevará esa escalada interminable? ¡¡Nos va a subir hasta el
cielo!! Mientras siga así de bonita ¡¡Pues al cielo con ella!! Antes del cielo
seguro que encontramos el hocico de un lirón.
Foto Marta |
Marta, transportas...que maravilla!! Cuando te leo siempre me pasa, que estoy hay con vosotros...
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