Torca de La Calera, Moro, Ramales 18-12-2021
Por fin terminó el diluvio que nos ha tenido encerrados casi un mes y ha impedido el acceso a las cuevas y mucho menos penetrar en ellas.
Salimos de esta cuarentena acuática, más gordos y torpes si eso es posible. Además llevamos un tiempo con las tropas diezmadas por las lesiones, las obligaciones laborales y hasta por la caza.. A qué extremo, hemos llegado, así que hoy solo estamos, Zape, Pedro y yo, para volver al mundo subterráneo.
No hemos perdido las buenas costumbres y tomamos un café matutino en el Willy’s Bar, con una buena helada en el pueblo, pero según ascendemos hacia Guardamino, el sur muestra sus síntomas y la helada desaparece y la temperatura es mucho mas agradable. Pedro atiende las últimas llamadas de su nuevo cargo de coordinador covid, que no le deja vivir.
Cargamos las mochilas y tomamos la ruta de los espinos, que nos atacan una y otra vez por el camino, pero llegamos más o menos indemnes a la boca, donde nos ponemos los trajes de Superhéroe o de superbobo como diría alguno, y nos colamos por el agujero que conocemos bien.
Los pozos están bastantes secos y llegamos a las grandes galerías sin novedad, recogemos algo de material y tomamos el camino de la Montaña Rusa con sus escaladas, descensos, largos pasamanos, mas escaladas, mas pasamanos..Hasta llegar al pozo que cierra esta zona, en cuyo fondo exploramos la vez anterior un estrecho meandro que se cerró sin aire.
En su cabecera enfrente hay una alta fisura, que no parece seguir, pero en la pared izquierda y en altura se aprecia una posible entrada de meandro, que es nuestro objetivo de hoy. A la entrada de la sima hoy no había mucho aire y en la cabecera aún se nota menos, pero hay que tratar de buscar por donde se pierde.
Zape se prepara para iniciar la escalada y el resto ni nos lo planteamos, ya que hoy ha traído juguetes nuevos y no se le puede quitar el caramelo de la boca. Efectivamente vamos a usar los Pulse que ha traído, para hacer la escalada y arranca trepando en libre por las coladas hasta que coloca el primer seguro y luego un segundo. Esta claro que son cómodos y rápidos de poner, pero como nos temíamos, en roca blanda tienden a salirse, como comprueba Zape al colgarse y ver como se sale hasta la mitad.
Sigue ascendiendo bastante rápido con la nueva tecnología y cuando está a la altura del meandro, cambia a sus queridos spitinox, para hacer un pasamanos de acceso. Me da el libre y voy subiendo, retirando los carísimos utensilios, mientras él se cuela por el meandro excavado en areniscas. Cuando llego a la entrada, el sale informando que ha llegado a un pozo chimenea, con un aporte, que tiene poco que ofrecer.
La cosa no da para más, pero aún vamos a intentar llegar a la fisura del otro lado del pozo, por lo que desciende y coloca algunos juguetes más, para acercarse a la base de la fisura. Un nuevo fiasco nos deja sin alternativas y no vemos mas posibles opciones para seguir buscando el camino del aire, por lo que asumimos que solo nos queda desinstalar y retirarnos con las orejas gachas y las sacas muy cargadas, además para fastidiarnos mas, ahora el aire en la cabecera es muy claro..
Comenzamos la penosa tarea de desequipar, dejando algunas reuniones en las cabeceras de las escaladas y viendo como las sacas cada vez pesan más y más. Para colmo mi Croll, dice que esta en la reserva y empieza a fallar cada vez mas a menudo, lo que deja a mis brazos a punto del motín.
Avanzo hasta el final del largo pasamanos por el meandro desfondado y dejo mi saca al otro lado, para volver y esperar a que lleguen los otros y desequipar ese aéreo paseo. Cuando los chicos han pasado con sus petates, comienzo el desmontaje procurando no resbalar y caerme por el meandro hasta que se tense la larga cuerda. Termino el trabajo sin novedad y solo nos quedan una rampa y una escalada por desmontar, pero Pedro piensa que puede haber algo en la parte alta del meandro y Zape se cuela por un estrecho paso entre formaciones, para subir al siguiente nivel, que aunque no aporta nada nuevo, sale mas arriba en el pozo chimenea que forma esta parte de la cueva.
Decidimos equipar una cuerda en ese tramo y dejarlo equipado, por si algún día nos da por escalar las chimeneas. Solo hay que conseguir lanzarle una cuerda a Zape en la ventana por la que ha salido y pasarle el material. Hago dos o tres lanzamientos con mi brazo malo, pero consigo la canasta y la cuerda llega a sus brazos.
Se equipa la cuerda y nos vamos para la calle, dejando un gran depósito de material en la sala de la Encrucijada con las de 250 m. de cuerda y 40 anclajes, que necesitaremos para las múltiples incógnitas que aún nos quedan en esta cueva.
Para las 17:00 iniciamos el ascenso, un poco deprimidos por el fin de las opciones de continuación, en la zona de hoy, pero pensando ya en próximos objetivos. El croll me putea cada vez mas en la subida, pero con todo estamos en la calle sobre las 18:30, con buena temperatura.
Confirmamos con Marta nuestra cita de nuevo en el Willy, a la que se une por sorpresa Cristóbal que no ha podido resistir más su encierro en Llodio. Por su parte Pedro reanuda su actividad de control remoto de la epidemia en su instituto, colgado del teléfono.
Bajamos al pueblo que sigue mucho más frio que las alturas, donde se nos une también Rubén, para cenar y charlar, poniendo así fin a esta jornada bastante suave de reencuentro tras la tormenta..
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