Cristóbal en la **** gatera... |
14-N. Huelga general contra la dictadura del
capital. Hoy no curra ni dios. Y de mientras, tres putos esquiroles cargan sus
petates y se van hacia Rubicera: los dos Pedros y Jose. Lo suyo sería que
fuéramos cantando La Internacional, pero no nos da el aliento, así que subimos
más o menos en silencio hasta la boca. Cambio ropa, sempiterna manzana, y para
adentro.
Y ¿a dónde van estos tolays?, se preguntarán ustedes. Por poner en
antecedentes, hace unos meses una desobstrucción realizada más por pasar el
rato y quitar el frío que otra cosa nos situó en un nuevo enrejado de galerías.
A pesar de que se encontraba en medio del maremágnum de niveles fósiles de la
cueva, curiosamente resultó ser una red independiente, con escaladas y
continuaciones por diversos sitios. Pasado el verano, casi dos kilómetros de
nuevas galerías nos hacían prever que la cosa iba para largo. Pero el descenso
de un P.50 que habíamos dejado para cuando nos aburriéramos nos situó en un
nuevo complejo de galerías, situado más al Este que todo lo conocido hasta el
momento. El ovillo de Ariadna estaba pidiendo a gritos ser desmadejado (guiño
sobre la cultura clásica que con la reforma del imbécil de Wert las próximas
generaciones no sabrán apreciar, ou yeah).
Está todo roto y (por esta vez) yo no he sido... |
Asi pues, este día nos dirigimos
a una de las puntas de exploración que teníamos pendientes en las nuevas galerías.
El extremo norte de la galería que habíamos encontrado se desfondaba en un gran
pozo, de unos 60 metros. El fin de semana anterior Pedro y Cristóbal lo habían
instalado, con un pasamanos para evitar la caída de piedras. En su base, dos
pozos se abrían, dividiéndose a su vez. Uno de ellos daba a una gran sala en
declive, tapizada por grandes bloques. En su parte inferior, una estrechez y
una escalada habían quedado pendientes de mirar…
Mientras Pedro H. se curraba la
escalada en libre, Jose se metió por la estrechez. Y ambos daban al mismo
lugar: una nueva galería, de pequeñas dimensiones. Así que para allá fuimos y…
¡sorpresa!. Tras un paso gateroso y entre bloques, llegamos a una amplia
sala-galería (Sala del Burnía), por
cuyo fondo circula un pequeño río (Río
de la Huelga General)… y es todo virgen (hummm, haría falta un análisis
freudiano sobre por qué este término desata tan bajas pasiones en el mundillo
espeleológico). Seguimos el curso del agua río abajo, hasta detenernos en un
resalte de poco más de un metro. Allí, optamos por retroceder haciendo la topo,
mientras Jose revisa varios laterales.
Ya estamos con las rayas otra vez... |
Un par de horas después, hemos
topografiado unos 400 metros de galerías nuevas. Después de comer, revisamos la
galería aguas arriba, hasta que somos detenidos por un tapón de bloques. Hago
allí una pequeña escalada (con la técnica del parabolt recuperable, pues es una colada muy mierdosa), y tras
subir los 6-7 metros alcanzamos la parte superior del tapón, formada por
bloques de enormes dimensiones. Pajareamos un poco por allá, pero no hay
ninguna continuación evidente. Tocará buscar con cuidado (en todos los
sentidos) entre los bloques, para ver si esta enorme galería (Galería de los Piquetes) tiene
continuación. Como mañana hay que currar, optamos por salir ya, completando
parte de la topo hasta unirla con lo ya realizado previamente en la base del
pozo. Y nosotros, como el Gobierno: si para ellos en lugar de 300.000 manifestantes hay 3, pues nosotros hemos topografiado unos 15 kilómetros (o mais...).
PD: bueno... unos 400, vaaaaale...
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