Tentempieses varios |
Este puente de la Constitución
(esa que Mariano y compañía se pasan por el arco parlamentario) estuvimos de
nuevo explorando en Rubicera. Ya llevábamos dos entradas
previas a esa zona profunda, y la cosa prometía: un nuevo río (más dos
afluentes menores), galerías fósiles a medio explorar, diversas escaladas
pendientes… La idea era hacer una de esas escaladas (de unos 20 metros), y
continuar la exploración río abajo. Así que allá nos plantamos Moisés, Susanna,
Zape y los dos Pedros. Tras llegar a la punta (y tripear, que es lo nuestro),
nos dividimos en dos grupos. Los tres primeros harían la escalada, y
topografiarían una galería pendiente. Los Pericos continuarían río abajo.
Aquí va un breve resumen de sus
intrépidas actividades:
Los del Norte
El río corriendo sobre las margas... |
Durante el día habíamos estado
dudando a cual de las dos escaladas pendientes atacaríamos ese día.
Sin tenerlo aun muy claro, llegamos a la sala donde debíamos comenzar la
topo; quizás sería mas cómodo hacer la que queda más alta en cota, pues nos
quedaba más a mano. Nos pusimos manos a la obra y Disto en mano recorrimos
la gran galería explorada por Jose y los Pedros semanas atrás. En unas pocas tiradas,
tan largas como nos permitía el alcance del puntero láser completamos la
faena, y minutos después nos plantamos en la base de pared, objetivo del
día. Mientras preparábamos el material decidíamos quien haría la escalada: que
sí yo hoy estoy trabad@, que si tú lo harás más rápido, que si yo ya no me
acuerdo... total, que le tocó a Zape.
Moisés aseguraba la
escalada, Susanna inspeccionaba el perímetro de la galería (de paso se
echaría una plácida siesta...) y Zape avanzaba deprisa a golpe de taladro. El barro
y las piedras de la última parte no se lo iban a poner fácil, pero finalmente
llegó arriba e instaló una cuerda fija por una ruta más limpia y cómoda.
Arriba, una gran sala planteaba
varias opciones. Por un lado un pozo paralelo a la escalada (con cascada
propia) dejaba entrever en el fondo a unos 25 metros una
gran galería. En otro extremo otra posible escalada.
Y, por último, en lo más alto de la sala un par más de amplias
galerías. Por comodidad decidimos explorar estas últimas, y en pocos
minutos estábamos repartidos por varios conductos que finalmente convergen en
un único conducto de 5x5 metros rumbo Sur. Descendiendo entre grandes
bloques, la galería se va estrangulando gradualmente hasta un paso
estrecho del que sale un buen chorro de aire, seguido de un P. 7. En la
base de éste una salita nos asoma al techo de un meandro desfondado,
en cuya base se abre una gran galería en la que se oye un río. Después de especular con lo que teníamos
debajo y hacernos alguna paja mental, regresamos a ritmo de topo,
revisando también alguna otra posibilidad (en principio sin continuidad). Una
vez de nuevo en la sala de la escalada curioseamos un poco más por aquí y por
allá y tras cerrar la poligonal descendimos el pozo, regresando a la base de
operaciones, pues el tiempo volaba y se acercaba la hora acordada para
reencontrarnos con el otro equipo. De vuelta el rugido de los ríos nos hacía
evidente q había una buena crecida... comprobamos que éramos los primeros en
acudir a la cita y dudábamos si el agua se habría llevado a los otros
dos... Por desgracia, minutos más tarde comprobamos que no. Tomamos un rápido
tentempié antes de emprender la salida y entre bobada y bobada, nos enteramos
de que el teléfono de Pedro H. no tiene Whatsapp, ni 3G, ni chorradas de esas... pero tiene algo que no
tienen los demás: gallardía.
¿Cabecera doble? Mmmm... ese día no estuve en clase. Tendré que ir a un curso de anclajes de CEAC... |
Los del Sur
La bajada por el río tuvo que ser
a base de pasamanos y cuerda, ya que va muy encajonado y el agua estaba alta (y
más cuando salimos). Sin embargo, pronto apareció a nuestra izquierda un nuevo
aporte; viendo que era más cómodo que el propio río, optamos de mutuo acuerdo
por ir por allá. Una gran galería pronto se colmataba de bloques, pero un
estrecho paso en la parte superior del caos de bloques nos permitió acceder a
una sala de la que parten dos galerías. La situada más al Norte pronto se
cerró, pero la otra nos permitió avanzar unos 120 metros con dirección NE,
aunque se acaba en un derrumbe por bloques. A pesar de ello, sólo por la gran
cantidad de mineralizaciones allí presentes merece la pena la visita. Otro par
de galerías (una con un pozo) quedaron pendientes de explorar y topografiar.
Sanpasaó con el gotelé... |
Río abajo, unos 70 metros más
allá nos quedamos sin cuerda, cosa que agradecimos viendo el cariz que tomaba
la cosa: la crecida y el desnieve estaba poniendo el río entre interesante y
estresante. El enorme estruendo, que apenas nos permitía oírnos, no impedía sin
embargo que apreciáramos el tamaño que va cogiendo el conducto: unos seis-siete
metros de ancho, por tres de alto, sobre el tradicional estrato margo-arenoso
inclinado unos 12º. Ante la falta de material y de branquias, optamos por la
retirada topografiando, pues habíamos quedado a las nueve con el otro grupo.
Allí, un tentempié a base de Dulcesoles y el más mutante queso de cabra que
podáis imaginar, y para afuera, que ya han salido los Lunnies…
De salida, una última sorpresa:
la primera cuerda remontante, con un leve goteo a la entrada, se ha convertido
en una cascada con todas las de la ley. Una vez arriba, es como si nos hubieran
tirado al pilón, por lo que la salida la haremos a la carrera. En la gatera cuesta abajo, el agua acumulada en nuestras botas fluye y fluye hasta las pelotas (bonito pareado). Ya en la calle,
un viento helado no contribuye a regular nuestro termostato, y de nuevo batimos
record en el camino al coche. Poco antes de la una de la madrugada estaremos ya
en los bugas, con la calefacción a tope y pensando en el catre… en dormir, vamos, porque por muy calenturientas que sean nuestras mentes, a la una de la madrugada ya no damos más de si (la vejez, que es mú mala...).
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