25/07/24
Siguiendo con los hit-parades noventeros , hacemos caso a Un pingüino en mi ascensor, que decía que "en la variedad está la diversión" (escuchen la letra: esto sí que es pansexualidad, y no lo de ahora). Así, que, aburridos de estar todo el día en la estrecha FV-7 sacando piedras, pues vamos a la más estrecha FV-50 a sacar más piedras.
Este agujero lo había encontrado unos días atrás: subiendo de anochecida por una vaguada boscosa cercana al Aspio, una corriente de aire me llamó la atención. Bajo un árbol, entre sus raíces y piedras, se notaba respirar al macizo. Un par de días después, bajando de la FV-7, nos acercamos Gelo y yo a valorar el agujero, que parecía dar paso a un estrecho pozo de unos 7 u 8 metros, con unos bloques inestables entre su cabecera.
Así que aprovechando que Wychy anda por la comarca, nos acercamos una mañana pertrechados con la tecnología más innovadora del mundillo de la espeleo: una azada. Wychy, como buen coach motivacional que es, comienza a preparar una parrilla mientras ampliamos la topera y quitamos los bloques inestables.
Tras un rato de trabajo, el agujero ya permite pasar. En ese momento Wychy nos llama al orden, y tras el brunch/hamaiketako de rigor, entra en la torca.
El pozo, en roca viva una vez retirados los bloques, es lo suficientemente estrecho como para permitir destreparlo (vamos, que el rapelador no te entra entre la pared y el cuerpo). Bajados los 7 metros, Wychy anuncia que hay una (muy) pequeña salita, y que hace falta quitar tierra para pasar. Gelo no puede pasar, y además tiene compromisos, por lo que se baja para al pueblo pasado un rato, mientras yo entro.
Comienzo a quitar tierra en la gatera, y al de un rato paso a otra minúscula salita, en la que confluyen dos caminos: hacia abajo, lo que parece un pozo-rampa de 6 metros cuya cabecera está completamente rellena de bloques. Hacia arriba, una fisura en diagonal, con bloques empotrados, parece dar a una salita superior.
El aire parece venir de abajo, así que Wychy comienza a retirar bloques y yo me dedico a jugar al Tetris con ellos: no hay mucho espacio para ponerlos, sobre todo si no queremos taponar la otra posible vía. Tras un buen rato de contorsiones, Wychy logra colarse por la estrecha cabecera, llegando a la base del pozo, que se colmata. El aire parece desaparecer aquí, y no ve ninguna continuación.
De nuevo arriba, decidimos probar la otra vía. Retirando con cuidado los bloques, logro pasar a una salita superior formada por enormes bloques colapsados. A la derecha, un embudo inestable parece dar a un pozo, pero está de mírame y no me toques. A la izquierda, una gatera de arcilla parece una posible continuación, pero de nuevo hay que abrir.
Tras un rato de quitar arcilla, aparece la cabecera de un P.8. No tenemos para clavar, y por no volver hasta la calle (que es un poco suplicio), Wychy se ata la cuerda al cuerpo y tiro para abajo: ochentero total (ya lo dijo el Reno Renardo). Al de 6 metros llego a una zona más amplia, sobre bloques. Destrepando con cuidado bajo hasta lo que parece el inicio de un meandro, pero completamente colmatado. Allí llega también el pozo del embudo. Sin embargo, nada de aire. Game Over.
Subimos revisando todos los agujerillos laterales, pero nada. El aire, como otras veces, nos ha jugado una mala pasada: es probable que simplemente circule por alguna grieta cercana al exterior, generando la leve corriente. Pero lo hemos pasado bien, y no hemos gastado mucho (bueno, las articulaciones). El próximo día, tocará volver a la FV-7. A ver si hay más suerte...
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