viernes, 21 de diciembre de 2012

Non p(l)us ultra...



Sábado sabadete, camisa nueva y polvete… euuuh, no. Sábado sabadete, mono remendado y barrete. Triste pero cierto. Los seres carentes de atractivo y de pasta se ven reducidos a pasar sus míseras horas gateando y arrastrándose por recónditos lugares, sea una cueva, sea el Marcos a altas horas de la madrugada… Así que el sábado 15 de diciembre, a la torca again

Como la cosa tira, tontos… digo voluntarios no faltan. Esta vez estamos Wychy, Zape, Marta, el Rubio y los Pedros. En unión y armonía (no tanto) nos dirigimos a la boca, colgada en los farallones del Alto Asón. Para adentro otra vez, por un camino que cada vez tenemos más trillado.  Ya no sé si lo marcan las cabras, los cabrones, o los borregos... En la gatera, menciones varias a la progenitora del tontodelculo al que le dio por quitar las piedras (con lo bien que estaban en su sitio, joder). Alguno, sale más rojo que la p***** de un perro... Pero bueno, esto no es ná para la aguerrida tropa subterránea (ay, mi hernia; ay, mi menisco; ay, mi lumbago...).

En la galería que lleva al gran pozo nos separamos. Mientras unos montan una rampa de barro (que con tanta pasada se ha vuelto impracticable), otros van a recoger cuerdas a otra zona. De vuelta, ven que los demás han comenzado a clavar una nueva vertical, para evitar así la ducha que recibimos el día anterior. Esta vez se instala por la pared de enfrente, en la que apenas cae agua. Acabada la labor, bajamos y comemos donde la vez anterior (otra sobredosis de Dulcesoles buenos buenos). Saciados nuestros apetitos (aunque no los más bajos), hacemos dos grupos otra vez: Marta, Zape y el Rubio se dirigen al norte, a bajar los dos pozos que habían quedado pendientes. Sin embargo, hoy la suerte no acompañará: a pesar de sus denodados esfuerzos, todos los pozos se cierran, quedando sólo un par de incógnitas. Así, se dirigen a explorar un aporte que habíamos dejado pendiente desde el primer día, y lo remontan hasta un lugar en el que se vuelve impenetrable.



Esto en el fútbol no pasa...
Mayor suerte tenemos los que vamos río abajo. Retomamos el pasamanos que habíamos dejado el día anterior, al tiempo que reforzarmos la precaria instalación anterior. Wychy se pone en punta, y nos encontramos con la agradable sorpresa de que, tras ese tramo de pasamanos, el río pierde inclinación, y podemos transitar por su cauce, sin instalar cuerda. Seguimos topografiando, por una galería activa que pronto se bifurca: el agua se pierde por un estrecho ramal lateral; de frente, una galería fósil nos permite continuar. Wychy se adelanta para ir instalando, y los Pedros nos dedicamos a la topo. Poco más allá, un nuevo aporte nos viene por la derecha, y vislumbramos otra galería colgada. Poco más allá nos espera Wychy: río abajo ha llegado al borde de una enorme sala que cae al menos 40 metros. Un ramal lateral también se dirige a ella, y nos permitiría instalar con más comodidad, así que se dirige a ello, mientras nosotros acabamos la topo y revisamos otra galería remontante, por la que accedemos al cauce del río que previamente habíamos perdido. Luego me asomo al nuevo aporte, y efectivamente una galería activa se puede remontar, aunque pronto requiere de cuerda para evitar meterse en una badina profunda.


De mientras, Wychy ha descubierto que el pozo de 40 es más bien un 60, con unos 50 metros de diámetro. En realidad, es donde el río rompe el estrato margoso, por lo que tras una complicada instalación ponemos pie en una enorme sala en declive muy resbaladiza, a la que llega el río de arriba. Tras bajar una empinada y deslizante rampa junto al río, éste se filtra entre bloques. Poco más allá, un pozo de al menos 50 metros detiene nuestro avance (nos hemos quedado sin cuerda), ya en caliza. De subida, completamos la topografía y vemos un par de posibles continuaciones. De subida retocamos la instalación, y llegamos a las 9 al “meeting point”. Un poco de picoteo, y para la calle, satisfechos de haber topografiado casi un kilómetro de nuevas galerías. De camino para fuera, tranquilizaremos los temores de Zape de que ir cabeza abajo en una gatera pudiera causarle un exceso de riego en el cerebro que le provocara idea alguna. Gatera, pateo, reptar entre el caos de bloques cercano a la entrada… y calle. Por una vez, no hace un frío que pela, así que nos cambiamos con relativa comodidad. Después, sólo nos queda una horita de “tranquilo” paseo (no está la cosa para hacer footing con las mochilas) hasta el coche. A eso de la una y media, ya estamos en el pueblo, dispuestos a ir a la piltra previo paso por la ducha (euuuhh…).



¿Las expectativas? Pues grandes… Dada la cota a la que está, no parece que este río vaya a dar a la Sala del Río Perdido, sino que estamos bastante más abajo; puede que dé al fondo del Mortero de Astrana (gran colector de esta zona del macizo), o puede que se dirija hacia Las Fuentes (bastante más improbable, nos parece). Sea como fuere, en las próximas salidas (bueno, entradas), trataremos de ir descubriéndolo… Además, y aunque los números no dejan de ser algo anecdótico, hoy hemos superado la "barrera" de los 120 kilómetros. Quién nos lo iba a decir hace dieciocho años, cuando unimos la Sima del Chapeau a Cellagua, sumándole un kilómetro a un sistema que entonces se convertía en un "gigante" de 21 kilómetros...

1 comentario:

  1. ¡Enhorabuena por los hallazgos!Sois la leche, y además, el relato se hace muy divertido.
    Saludos.
    Mariano (G.E.Niphargus,Burgos)

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